Cultura

100 años de Jack London: el mundo de un escritor proletario

La corta vida de Jack London, quién falleció un día 22 de noviembre de 1916 a la prematura edad de 40 años, se desenvolvió como una novela: abundaron trabajos extravagantes y diversos, se multiplicaron aventuras peligrosas con piratas y ladrones; sobraron paisajes, colores y sabores de viajes por los lugares más recónditos del mundo. Y cuando la vida se asemeja tanto a una novela con miles de capítulos, la realidad y la ficción se entrelazan conformando un mundo propio. El mundo London.

Por Nicolás Bendersky

Saqueador de ostras en la bahía de San Francisco, vagabundo y buscavidas por diversas ciudades de EE.UU., cazador de focas en las costas japonesas, obrero en una lavandería, en una fábrica de enlatado y en minas de carbón, buscador de oro en Alaska; la vida de Jack London transcurrió hasta los 30 años, como un verdadero saltimbanqui. Y lo singular fue que había pasado estrictamente separada de la escritura No así de la lectura que lo acercó lentamente a Kipling, Spencer, Darwin, Stevenson, Malthus, Marx, Poe, y Nietzsche.

Pero llegó el momento. Él lo sentía y lo palpaba. Jack London había nacido para escribir.

"Y entonces, restrellante de luz, brotó la idea. Escribiría. Sería uno de los ojos del mundo, uno de los corazones a través de los cuales siente ese mundo y uno de los oídos a través de los cuales el mundo oye. (...) En prosa y en verso, sobre hechos reales e imaginarios (...) escribiría." (De Martín Eden. Autobiografía novelada)

Y así empezó el oficio. Tomó la palabra, se apropió de ella y la escribió. Y ese don, afloró como un verdadero río imparable.

"Escribía torrentosa e intensamente, de la mañana a la noche y bien entrada la noche (...) Era el suyo un continuo estado febril. La gloria de crear, que se suponía atributo exclusivo de los dioses, era suya" (Martín Eden)

Primero fueron cientos de artículos, notas y cuentos para revistas que retrataban manifiestamente sus propias aventuras por los mares del Pacífico o el frío de Alaska. Luego vinieron relatos y novelas más conocidos como La llamada de la selva y Colmillo Blanco (ambas con poderosas historias de perros), El Lobo de Mar, El silencio blanco, La expedición del pirata o Cuentos de los Mares del Sur, entre otros.

En muchos de éstos abunda una visión naturalista. Una especie de alabanza a ultranza de la naturaleza, opuesta al mundo capitalista como civilización contaminada. Un mundo, ya para su época, (fines del siglo XIX) repleto de grandes fábricas que despiden humo negro por sus chimeneas, mezcladas con estrechos y amontonados barrios donde los trabajadores viven hacinados. A esto, le oponía el mundo natural, idílico. Pero donde también había que luchar por la vida.

Un escritor proletario

Para alguien que "había nacido en la clase obrera", (como él mismo relata en un artículo de 1906), y adherido a la causa socialista desde muy joven (como explica en Cómo me hice socialista), escribir sobre su propia condición, sobre los padecimientos y sueños revolucionarios de su clase, no iba a ser algo ajeno.

Bajo el contexto del naciente socialismo estadounidense de Eugene Debbs y Daniel De León, cuentos como La huelga general, Talón de Hierro, Gente del abismo, Los favoritos de Midas, Goliah, La fuerza de los fuertes o Estado de Guerra, tienen como protagonista a trabajadores, y se desarrollan -de alguna u otra manera- elementos de la lucha de clases contra los patrones.

En ellos también se retrata diversos aspectos desde la óptica de los trabajadores: desde una huelga general en San Francisco que refleja toda la fuerza de la clase obrera para parar cada resorte del funcionamiento de la sociedad; hasta un régimen como El Talón de Hierro, erigido como un poder económico y político sobre la derrota de una revolución. Esta novela -que constituye una buena entrada a la obra de London- está escrita en la forma de un diario que lleva la esposa de Ernesto Everhard, y que si bien va desplegando las características de la dominación de este régimen, va desenvolviendo los intentos de una revolución en el pasado. Como dice Everhard:

"Nuestra intención es tomar no solamente las riquezas que están en las casas, sino todas las fábricas, los bancos y los almacenes. Esto es la revolución(...) Queremos tomar en nuestras manos las riendas del poder y el destino del género humano. ¡Estas son nuestras manos, nuestras fuertes manos! Ellas os quitarán vuestro gobierno, vuestros palacios y vuestra dorada comodidad, y llegará el día en que tendréis que trabajar con vuestras manos para ganaros el pan, como lo hace el campesino en el campo o el hortera reblandecido en vuestras metrópolis. Aquí están nuestras manos. Miradlas: ¡son puños sólidos!"

El relato de la aparición de un régimen represivo, montado sobre derrotas revolucionarias, anticipa genialmente la aparición del fascismo 20 años antes de su llegada.

En 1929, la revista New Masses escribe sobre London: "Un verdadero escritor proletario, no sólo debe escribir para la clase trabajadora, sino que debe ser leído por la clase trabajadora. Un verdadero escritor proletario no sólo debe usar su vida proletaria como material para sus libros: en estos debe arder el espíritu de la rebeldía. Jack London era un auténtico escritor proletario; el primero y, hasta ahora, el único escritor proletario de genio de los Estados Unidos. Los obreros que leen, leen a Jack London. Es el único escritor al que han leído todos, es la sola experiencia literaria que tienen en común. Los obreros de las fábricas, los peones del campo, los marinos, los mineros, los vendedores de diarios, lo leen y lo releen. Es el escritor más popular entre la clase obrera de los EE.UU".

Y ese espíritu de rebeldía enardecía en cada uno de sus escritos. Ardía y se desarrollaba al calor de sus convicciones socialistas que trataba de difundirlas a lo largo y a lo ancho de EE.UU., mediante charlas, mitines y conferencias. Como revela en este comentario, no tenía dudas de su ideología:

"Los socialistas eran revolucionarios, en la medida en que luchaban para transformar la sociedad tal como existe actualmente, y con otros materiales, construir una nueva sociedad. Yo también era socialista revolucionario.(...) Estas son mis perspectivas. Aspiro al nacimiento de una nueva época donde el hombre realizará el mayor progreso, un progreso más elevado que el de su vientre, y en el que el aura para animarlos para nuevas acciones será mucho más estimulante que la actual derivada de su estómago. Guardo intacta mi confianza en la nobleza y excelencia de la especie humana. Creo que la delicadeza espiritual y el altruismo triunfarán sobre la glotonería grosera que reina hoy en día. En último lugar quiero hacer constar mi confianza hacia la clase obrera. Como ha dicho un francés: ´En la escalera del tiempo resuenan sin cesar el ruido de los zuecos que suben, y de los zapatos barnizados que descienden´" (Yo he nacido en la clase obrera (1906)

El final

La vida de London transcurrió como un huracán vertiginoso. Fue intensa, pasional, fulgurante como una cometa del cielo. Y encontró su fin abruptamente un 22 de noviembre de 1916. Murió en Glen Ellen, California, a la temprana edad de 40 años. Si bien sus médicos elaboraron un certificado de defunción cuya causa fue una uremia, sus biógrafos aseguran que se suicidó de una sobredosis de morfina y otras drogas que solía utilizar para calmar dolores.

Fuente: La Izquierda Diario