Patagonia

El futuro para el juicio por jurados en Chubut: la disputa por el poder de castigar y la decisión del pueblo

Por Lola Sánchez

Los juicios por jurados están contemplados en la Constitución nacional desde 1853, pero sólo se aplican en 10 provincias argentinas. Se trata de una forma de juzgamiento de delitos en las que 12 ciudadanos definen si existió un crimen y si el acusado es culpable o no. Los debates viran entre el cuestionamiento de la decisión del pueblo y la efectividad de un modelo altamente democrático. El Extremo Sur dialogó con dos expertos en la materia, que analizaron punto por punto el sistema de juzgamiento que se está instrumentando en Chubut, con un apartado especial sobre la eficacia de este sistema para juzgar delitos en materia de género.

Se implementó por primera vez en el 2004, en la provincia de Córdoba. Hoy, otras 9 provincias juzgan con este sistema: Buenos Aires, Neuquén, San Juan, Chaco, Mendoza, Río Negro, Entre Ríos, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Chubut, una de las más recientes. En nuestra provincia, esta modalidad fue impulsada por la ministra del Superior Tribunal de Justicia Camila Banfi. Se espera que a partir de este año pueda ponerse en práctica.

Se trata de 12 ciudadanos elegidos al azar -aunque previamente se realizan mediciones, cuestionarios y preguntas para asegurar la imparcialidad- que deben decidir de manera unánime en la mayoría de los casos. En algunas provincias, se necesita la decisión de 10 de los 12 miembros (como en la provincia de Buenos Aires) o de 8 (en Neuquén). En caso de hallar al acusado inocente, la decisión es inapelable. Si es hallado culpable, la defensa tiene la posibilidad de apelar.

En general, las experiencias son similares y apuntan a resultados positivos, lo que esboza un futuro prometedor para el sistema judicial chubutense, atravesado por manchas innegables de manejos ilegales, corrupción y fallos escandalosos.

El mito del "populismo punitivo"

Una de las principales críticas a este sistema es la tendencia de la ciudadanía a la mano dura, tema recuperado por la abogada neuquina Ivana Del Bianco en su artículo "Jurados populares en Neuquén: ¿Sueño democrático o punitivismo penal?".

"La justicia y el sistema penal, por definición violento, posee además un carácter profundamente de clase y selectivo", argumenta y hace referencia al "populismo punitivo", una tendencia de ciertos sectores sociales a castigos más severos y la criminalización de nuevas conductas.

Del Bianco cree, además, que "de ninguna manera se le borra el carácter selectivo y clasista al sistema penal porque la pena sea pedida por los de abajo, sin dudas que la falacia de ‘igualdad social' alienta la creencia (errónea, por cierto) de que mediante la participación en el pedido de mayores penas se incluye a los excluido".

"No podemos pensar que ello servirá para acercar la justicia penal a los pobres, sino que la violencia de ese sistema se retroalimentará apelando a las entrañas de los mismos contra quienes se erige. No hay sueño democrático con estos jurados populares, ni puede haberlos, sino solo una relegitimación del encarcelamiento prolongado de los mismos pobres de siempre

Esta posición ha sido criticada por varios especialistas en la materia, que rechazan la idea de que el pueblo no sabe elegir o que el sistema de juicios por jurados no tiene nada de democrático", concluye la autora.

Según el artículo colectivo de varias abogadas titulado "El jurado: muy lejos del punitivismo, mucho más cerca de la democracia", muy por el contrario, los juicios por jurados obligan "a los Gobiernos democráticos -nacionales o provinciales- a incorporar a su agenda la imprescindible reforma de cuajo de sistemas de justicia retrógrados, inconstitucionales, feudales, con organizaciones judiciales jerárquicas y autoritarias y con bajísima legitimidad popular".

Las dudas y mitos, precisamente, han sido superadas por numerosos estudios empíricos que analizaron tanto la actuación de jurados reales como las tendencias de jurados simulados. Un estudio sociológico de Kalven & Zisel de los años 50' mostró que, en el 87% de los casos, los jurados tienden a decidir como un juez tradicional: cuando hay que condenar, condenan y cuando hay que absolver, absuelven. Pero en el 13% restante, casos en los que tenían que juzgar por delitos más leves, se observó que imperaba la tendencia a absolver por falta de pruebas.

El Extremo Sur dialogó con Andrés Harfuch, abogado y docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Director del Centro de Juicios por Jurados, quien tiene además una larga trayectoria en la investigación e implementación de esta modalidad. Harfuch, por su parte, cuestionó las ideas asociadas al punitivismo y sostuvo que "son mitos que se están derrumbando unos a otros". Además, expresó que es "al revés": "El índice de condenas en el sistema de jurados de Argentina es 80-20 (80 condenas, 20 absoluciones). En otros países es igual. Los jurados argentinos se están comportando cómo se comportan la mayoría de los jurados en el mundo. Ante la duda absuelven, por eso el índice de error es menor".

Por otra parte, cree que el funcionamiento de los juicios por jurados insta a paradigmas de justicia más exigentes. "Si a los jurados no les das pruebas, te van a absolver. Si llevas buenas pruebas -y ese es el desafío que nos pone el sistema de jurados-, no tienen ningún problema en condenar a una pena que lo lleve de por vida a la cárcel. La diferencia es muy grande porque proviene del pueblo mismo", remarcó.

El desprecio a la decisión del pueblo: cuando un taxista decide una condena

Para Harfuch, también pesa una idea cultural sobre la falta de preparación de un "ciudadano común" para juzgar un delito: "Los abogados creemos que somos los únicos capacitados para administrar la justicia y la ley con racionalidad y sentido común. ¿Alguien puede creer eso? Porque si así fuera, el sistema judicial tendría un índice de aprobación popular total, y resulta que es bajísimo", argumentó.

Dijo que hoy permanece en algunos sectores un "discurso despreciativo de la inteligencia del pueblo argentino que sostiene que Doña Rosa, el obrero, el estudiante, el taxista, el empresario no están capacitados para decidir, pero está cayendo a pasos agigantados porque son los propios jueces los que se están dando cuenta de que los jurados individualmente son una cosa, pero cuando están juntos deliberando colectivamente son un ente muy inteligente", y recordó que en Argentina se han llevado alrededor de 800 juicios por jurados hasta el momento: "Son llamados a resolver casos graves, dramáticos, y han tomado resoluciones en las que los jueces se sacaban el sombrero".

Frente a la duda sobre los criterios de selección, subrayó que la misma es arbitraria. "La ley dice que cualquier persona entre 18 y 75 años está habilitada. Algunas personas no pueden ser jurados como abogados, líderes políticos o sindicales reconocidos, miembros de las fuerzas de seguridad o de los tres poderes", precisó. Señaló que en Chubut ya se realizó un primer sorteo a partir del padrón electoral que seleccionó 5000 personas y "nadie manipuló esa decisión".

"El día del juicio, se van a dividir por las circunscripciones que tiene Chubut, se hace otro sorteo, y de esa lista se sortean unos 50. Esas 50 personas irán a una audiencia de selección donde las partes, delante del juez, les hacen preguntas. Luego queda conformado el tribunal de 12", detalló y expresó que es "un sistema muy controlado y azaroso". Es por ello que "todos los regímenes de turno de la historia de la humanidad quisieron controlar la designación de los jueces".

Agrega Harfuch: "Dentro de todas las formas de juicio conocidas en el mundo, el juicio por jurados es el que más se acerca al tipo ideal, por tener un jurado numeroso, representativo de toda la comunidad: siempre hay pobres, ricos, jóvenes, viejos, de diversas religiones, orientaciones sexuales, empleados y desempleados. Allí se reduce muchísimo el margen de error. En sistema que está muy bien diseñado a lo largo de los siglos y que llegó a un grado de perfección dentro de lo que son los sistemas imperfectos humanos de justicia".

Perspectiva de género en los juicios por jurados

Entre las críticas y dudas que suscita este sistema, hay un gran debate en torno a los casos que implican violencia de género o delitos sexuales, ya que se inscriben en una sociedad con una impronta patriarcal innegable. Suele haber interrogantes sobre la capacidad de una sociedad que produce y reproduce estereotipos para juzgar crímenes de este tipo.

Especulaciones aparte, los datos y la experiencia de abogados y abogadas señala que este tipo de juzgamiento resulta efectivo para condenar delitos por violencia machista, abuso sexual o violación, y que existen variadas herramientas para asegurar la imparcialidad del jurado. Por otra parte, existen fallos ampliamente mediáticos realizados por jueces que han generado repudio social por su contenido misógino, como el juicio por el femicidio de Lucía Pérez (que fue anulado por mal desempeño de los jueces) o el caso de la violación grupal en Playa Unión (con todos los acusados absueltos, hoy próximo a ser tratado en la Corte Suprema).

Siempre y cuando los operadores judiciales presenten con perspectiva de género las pruebas, los testimonios y las instrucciones al jurado, esta modalidad resguarda la influencia de sesgos en la deliberación.

Así lo sostiene la abogada, docente e investigadora Analía Reyes, que estudia la aplicación de la perspectiva de género en los juicios por jurados y su accionar en el juzgamiento de este tipo de delitos.

Un punto especialmente interesante es atender al impacto de la paridad en la dinámica de la deliberación. A partir de los datos obtenidos, pareciera que efectivamente existe una circulación más igualitaria de la palabra en tanto que hombres y mujeres expresaron los mismos niveles de participación en la deliberación. A su vez, la satisfacción con la deliberación pareciera trascender el momento del juicio y extenderse en los años, así quedó demostrado en las respuestas que ofrecieron los y las juradas que estuvieron en las entrevistas grupales años después de haber participaron en los juicios.

Sacar los sesgos a la luz

Consultada por este medio sobre una mayor posibilidad de sesgos en crímenes contra la identidad, expresó que "todos tenemos, en mayor o menor medida, estereotipos, prejuicios, preconcepciones y sesgos, y tal vez son más frecuentes o visibles aquellos que tienen que ver con la raza, el género, con factores de identidad. Emergen en el momento en que se toman decisiones", pero que "en el juicio por jurados hay distintas herramientas previstas en su funcionamiento que permiten disminuir la influencia de esos estereotipos y sesgos". Los operadores judiciales, los miembros del Ministerio Público Fiscal, la acusación y la defensa conocen estas herramientas y las utilizan a lo largo del debate.

Una vez hecha la primera selección al azar de los posibles jurados, son convocados a una audiencia voir dire, mediante la cual se lleva a cabo el procedimiento de exclusión. De esta manera, quienes presenten altos niveles de prejuicios y estereotipos, pueden ser excluidos. Las partes realizan preguntas a las personas convocadas como posibles jurados para "descubrir los contextos de los que vienen, sus experiencias de vida y pensamientos" con el objetivo de que "los sesgos salgan a la luz".

No es la única herramienta. Reyes explica que durante todo el proceso tanto la fiscalía como la defensa "se deben conducir con la perspectiva de género, con una mirada contextualizada del caso que se concreta en el ofrecimiento de la prueba, los testimonios, la forma de producción de la prueba".

Reyes menciona otras herramientas para detectar prejuicios, especialmente en casos sensibles que impliquen delitos sexuales o violencia de género. Si bien no son obligatorios, propone incluirlos en la audiencia voir dire para asegurar la mayor imparcialidad.

Una de las herramientas más reconocidas a nivel mundial son los cuestionarios que miden la aceptación del jurado a los mitos de la violación. El test AMMSA (Acceptance of Modern Myths about Sexual Aggression Scale, por sus siglas en inglés: Escala de aceptación de los mitos modernos sobre la agresión sexual) contiene 30 afirmaciones con estereotipos y mitos sobre los delitos sexuales, sobre las cuales el encuestado debe expresar su nivel de acuerdo o desacuerdo.

Reyes comenta que, en otros sistemas judiciales como Estados Unidos, los posibles participantes completan un formulario digital una vez que son llamados, para que las partes tengan con anterioridad y puedan profundizar durante la audiencia.

La abogada propone incluirlas en las audiencias de selección: "Estas encuestas se responden y el resultado permite establecer la cantidad de prejuicios que puede tener una persona respecto de la violencia sexual. Pueden ser útiles para los operadores judiciales e incluirlas en interrogatorios previos. Son capaces de detectar niveles altos de prejuicio y la aceptación de mitos".

Advierte que esto no implica una efectividad del 100% en la reducción de sesgos, pero con la totalidad de las herramientas "este es el sistema de enjuiciamiento con más posibilidades de reducirlo. Cuando vemos el funcionamiento y la manera de actuar de un tribunal de enjuiciamiento, no tiene tantas salvaguardas".

En estudios del INICEP sobre los juicios por jurados en la Provincia de Buenos Aires, se destaca que durante los últimos años la tasa de condena en caso de violencia sexual llegó casi al 70%, al tiempo que se señala que, en general, la influencia negativa de estereotipos en la decisión suele ser fácilmente sorteada.

La igualdad en la selección de jurados

Argentina incorporó, como novedad en el mundo, la paridad de género en la selección del jurado: seis mujeres y seis varones.

En otros países los criterios de equidad son diferentes. Estados Unidos, por ejemplo, mostraba un alto número de recusaciones sin causa (es decir, exclusión de algún miembro del jurado sin justificación) hacia miembros afrodescendientes o mujeres por criterios basados en prejuicios. En sistemas judiciales como ese, lo fundamental es tener un jurado con la menor cantidad de sesgos posibles, independientemente de la raza o el género, aunque también se busca que haya un cierto nivel de representación de cada grupo.

Para reyes "el sistema tiene muchas salvaguardas, y más allá de la sociedad en la que nos encontremos, esas salvaguardas funcionan. También hay una responsabilidad de los operadores judiciales, tienen que hacerse responsables del desarrollo de sus funciones, conducirse con perspectiva de género es una obligación de la acusación, de la defensa o de los jueces. Cuando esta perspectiva está presente en el desempeño de sus funciones, se nota en todo momento.

Los resultados no sólo recaen en el jurado, sino en los operadores judiciales y la manera en que representan el caso, las pruebas que se presentan, la claridad de la información, la existencia de acciones de revictimización, la comunicación de las instrucciones con enfoque de género, entre otros puntos.

Debatir otros modos de ejercer la justicia

Los dos especialistas coinciden en que la ampliación de este sistema al resto de las provincias coincide con una demanda colectiva de participación ciudadana. Reyes es docente universitaria y entre las prácticas que realiza con sus alumnos llevan a cabo simulaciones por juicios por jurados, con ciudadanos invitados a participar en la deliberación. Comenta que "se lo toman muy en serio, lo hacen con responsabilidad y empiezan a tener una mirada más positiva del sistema de justicia" y cree que "mejora la mirada que tiene la ciudadanía respecto de la justicia, la confianza y la transparencia".

Harfuch va más lejos y cita al pensador Alexis de Tocqueville: "Fue a Estados Unidos como francés, con las ideas de libertad, fraternidad y libertad, casi los inventores de los Derechos Humanos. Y vio una naciente nación como Estados Unidos, completamente analfabetos, que tomaron esas ideas e hicieron una Constitución y un país como es en la actualidad. Escribió un capítulo entero sobre los juicios por jurados, asombrado como ese sistema había sacado a gran parte de la población del analfabetismo, porque el jurado es una escuela pública abierta las 24 horas, los 365 días del año".

"Cada vez que el jurado da un veredicto está dándole sentido a la ley, el valor de la ley se cuece a fuego lento. Eso le da fuerza a la ley, eso hace que la gente crea en las instituciones, en el sistema judicial. Ya está pasando en nuestro país, y seguirá pasando en la medida en que se expanda", concluye Harfuch, quien considera que esta modalidad podría implicar un cambio profundo del sistema judicial actual.