Shakira y la canción del despecho amoroso en los tiempos del trap y el pop latino Por Sergio Pujol
Tal vez sin saberlo, la diva colombiana inscribe su hit de temporada en una larga tradición de cultura popular. El tango la desarrolló a partir de "Qué vachaché" de Discépolo y "Mano a mano" de Celedonio Flores: el apostrofe en lugar del lamento del abandonado.
Hoy Shakira hace su catarsis de segunda persona con algunos giros graciosos pero abundando en la autoestima impostada, un poco a la manera de algunos raperos norteamericanos que suelen estar en la mira de la crítica feminista. Se cotiza a sí misma con parámetros de la economía de mercado: Ferrari en lugar de Twingo; Rolex en lugar de Casio.
Su empoderamiento es más meritocrático que emancipatorio. Curiosamente, Kenia Os, una rapera vocalmente más modesta que Shakira, se desprende de esos estereotipos triunfalista y, en su canción "Llévatelo", anota: "Ni tu Gucci ni Prada tu funcionó/ de Tu coche yo no me enamoro/ Ni el boleto a Milán o pa´ New York/ eso me lo compro yo."
En el reino del bolero, Armando Manzanero eligió un tono engañosamente modesto, certero en su malicia, para procesar el despecho amoroso. En "Llévatela" elige el consejo de viejo amante que se la sabe lunga en lugar del apostrofe impugnador.
Si por un momento dejamos de lado la figura de la mujer como bien personal (llevársela como quién muda de lugar un objeto preciado), la letra del último gran bolerista bien podría haber inspirado a Shakira a la hora de escribir una canción que realmente pueda dolerle al destinatario: "Olvidaba decirte que si al querer decir tu nombre/ pronuncie el de otro hombre,/ así le pasó conmigo..." Y un remate que parece guiñarle un ojo fraternal a "La intrusa" de Borges: "Pero te suplico que te la lleves/ por el bien de los tres."
Por Sergio Pujol
Tal vez sin saberlo, la diva colombiana inscribe su hit de temporada en una larga tradición de cultura popular. El tango la desarrolló a partir de "Qué vachaché" de Discépolo y "Mano a mano" de Celedonio Flores: el apostrofe en lugar del lamento del abandonado.
Hoy Shakira hace su catarsis de segunda persona con algunos giros graciosos pero abundando en la autoestima impostada, un poco a la manera de algunos raperos norteamericanos que suelen estar en la mira de la crítica feminista. Se cotiza a sí misma con parámetros de la economía de mercado: Ferrari en lugar de Twingo; Rolex en lugar de Casio.
Su empoderamiento es más meritocrático que emancipatorio. Curiosamente, Kenia Os, una rapera vocalmente más modesta que Shakira, se desprende de esos estereotipos triunfalista y, en su canción "Llévatelo", anota: "Ni tu Gucci ni Prada tu funcionó/ de Tu coche yo no me enamoro/ Ni el boleto a Milán o pa´ New York/ eso me lo compro yo."
En el reino del bolero, Armando Manzanero eligió un tono engañosamente modesto, certero en su malicia, para procesar el despecho amoroso. En "Llévatela" elige el consejo de viejo amante que se la sabe lunga en lugar del apostrofe impugnador.
Si por un momento dejamos de lado la figura de la mujer como bien personal (llevársela como quién muda de lugar un objeto preciado), la letra del último gran bolerista bien podría haber inspirado a Shakira a la hora de escribir una canción que realmente pueda dolerle al destinatario: "Olvidaba decirte que si al querer decir tu nombre/ pronuncie el de otro hombre,/ así le pasó conmigo..." Y un remate que parece guiñarle un ojo fraternal a "La intrusa" de Borges: "Pero te suplico que te la lleves/ por el bien de los tres."