Patagonia

20 años después de la Campaña al Desierto, capitales chilenos controlaban las mejores tierras patagónicas

Por Adrián Moyano

La célebre Compañía Chile-Argentina acumuló casi 420 mil hectáreas, sólo en la jurisdicción actual de la vecina provincia. Su sede estaba en Valparaíso y su paquete accionario se repartía entre hombres prominentes de la burguesía trasandina.

A menos de 20 años de finalizada la así llamada Campaña al Desierto, una proporción importante de las mejores tierras de las actuales provincias de Río Negro y Neuquén estaban en manos de capitales chilenos. En efecto, cerca de 420 mil hectáreas -si se cuentan sólo las de jurisdicción neuquina- quedaron a partir de 1904 en el patrimonio de la Chile-Argentina, compañía emblemática cuya domicilio quedaba en Valparaíso. Su paquete accionario también estaba bajo control de prominentes hombres de negocios trasandinos.

Nos dice la historiadora Susana Bandieri en su "Historia de la Patagonia" (Editorial Sudamericana - 2005), que "con propiedades en ambos lados de la cordillera, la Sociedad Comercial y Ganadera Chile-Argentina es el ejemplo más acabado de una forma social de producción que fue característica en la región hasta muy avanzado el siglo XX. Esta sociedad, de origen chileno, llegó a concentrar en propiedad, por compra a sus concesionarios originales, una superficie total de 419.737 ha de tierras en el sur del territorio de Neuquén, constituyendo una serie de estancias que fueron manejadas empresarialmente como una sola unidad de producción". A esa superficie habría que sumarles la que acumuló en Río Negro, por entonces, Territorio Nacional, administrativamente hablando.

La empresa se hizo de tantos campos porque "seis importantes concesiones para colonizar -entre ellas las otorgadas a la familia Uriburu-Castells antes mencionada (la autora se había referido la familia patricia páginas antes)- fueron adquiridas en bloque en 1904 por Federico Hube y Adolfo Achelis, conformando a los fines de su explotación la citada sociedad, inscripta en los registros notariales de la ciudad de Valparaíso, cuyo primer presidente fue el conocido hombre de negocios chileno Ramón Subercaseaux".

No por nada la compañía se inscribió en el ciudad portuaria chilena. "Entre los accionistas más importantes de la Chile-Argentina, además de los ya mencionados, figuraban Luis Subercaseaux, Luis Kuffré, Enrique Döll, Alejandro Maturana, Ochinger, Ramírez y Darío Urzúa, destacados miembros de la burguesía chilena de la época, vinculados con las explotaciones mineras y vitivinícolas en ese país", completa el análisis de Bandieri.

Producto de su proceso de acumulación, "a principios de siglo, la sociedad tenía sedes en Valparaíso, Buenos Aires, Puerto Montt, Bariloche y quince sucursales, en tanto que su capital social era de 475.000 libras esterlinas", es decir, estaba constituido en moneda británica. Por las dudas, recordemos que el proceso que estamos describiendo se entroncó decisivamente con la historia local.

En efecto, "Hube y Achelis, sus fundadores y socios mayoritarios, pertenecían a una importante firma comercial exportadora de Puerto Montt que había instalado el centro de sus operaciones comerciales e industriales en la Argentina en la localidad rionegrina de San Carlos de Bariloche". Además, "Federico Hube era también cónsul argentino acreditado en Puerto Montt y había protagonizado un episodio judicial con sus explotaciones clandestinas de bosques cordilleranos" que ya ventiló El Cordillerano en otra oportunidad.

Añade el estudio de la historiadora que "como empresarios ganaderos, ocuparon tierras en ambos lados de la cordillera, conformando seis estancias de reconocida importancia en el sudoeste de Neuquén, denominadas Quemquemtreu, Chacabuco, Sañico, La Teresa, Meliquina y Collon Cura, ubicadas en departamentos colindantes". Aunque con otros propietarios, todas existían en 2005, cuando la investigadora publicó su libro.

"Mientras fue rentable el mantenimiento de las vinculaciones comerciales con el área del Pacífico, la Chile-Argentina montó una verdadera empresa capitalista que abarcaba en ambos países los rubros de inversión más variados, incluido el turismo en la zona andina norpatagónica, para lo cual realizaba una importante propaganda que distribuía en Buenos Aires y Santiago. En la folletería impresa, la zona se presentaba como la Suiza chilena y argentina", rescata el texto.

Como ya trajimos a colación en varias oportunidades, "desde Puerto Montt, en Chile, la compañía brindaba servicio de transporte por tierra y agua hasta San Carlos de Bariloche, con sucesivas paradas en sus casas comerciales y hoteles en territorio chileno, en un viaje que duraba veinte horas. Un sistema de vapores servía para cruzar los lagos, incluido el Nahuel Huapi, donde la sociedad manejaba también el transporte de lanas y cueros que se comercializaban en Puerto Montt, lugar desde donde regresaban con mercaderías varias para el consumo de la región", afirma la descripción. "Unos trabajan de trueno y es para otros la llovida", diría Atahualpa Yupanqui.

Fuente: El Cordillerano