Petróleo

Comodoro y la sombra fatal de Vaca Muerta: caída brutal de inversiones, empleos e ingresos municipales

Chubut atraviesa una severa crisis petrolera, pero no se trata de un nuevo trance en materia de hidrocarburos; sino parte de un proceso que se inició hace por lo menos siete años y que ahora se profundiza aún más con el crecimiento exponencial de Vaca Muerta. La producción petrolera de la provincia está en franco decrecimiento desde 2016 y se perdieron 7,6 millones de barriles alcanzando su punto más bajo el año pasado, sin que se genere una remontada a pesar de los elevados precios del crudo Escalante.

En paralelo se perdieron casi 1.500 puestos de trabajo en el sector, que nunca se volvieron a recuperar desde 2015. Con los convencionales neuquinos volando a partir de inversiones y oxígeno estatal, la perspectiva para Chubut y la Cuenca del Golfo San Jorge se torna más que complicada. Ahora el poder político y sindical parece haber asumido la gravedad del panorama que se viene.

La cumbre política, sindical y empresarial del sector petrolero en Chubut dejó sabor a poco y sus conclusiones se muestran como tardías frente a un complejo escenario que ya está instalado desde hace varios años; pero que promete un escenario mucho peor para este 2023 y los años por venir.

Tanto el Ejecutivo provincial como las Municipalidades -en especial la de Comodoro Rivadavia y la zona sur chubutense- sentirán el efecto de la crisis de manera más profunda, y si no se revierte la situación será muy tarde para lamentos, porque como dirían el Indio Solari y los Redondos "el futuro llegó hace rato... todo un palo, ya lo ves".

Si esta perspectiva se consolida habrá menos regalías petroleras para Chubut y aumentarán los pagos de la deuda en dólares; bajarán las regalías para los Municipios -el 16% de las regalías se coparticipan con las Municipalidades y a Comodoro Rivadavia le corresponde el 40% de esa porción-; continuará el éxodo de Pymes petroleras y no habría que descartar un desenlace donde se genere la expulsión de cientos o miles de puestos de trabajo en el sector.

El dato que muestra la cruda realidad fue la nueva caída en la producción petrolera provincial a pesar de los altos precios del crudo Escalante, una variante que el sector empresario siempre esgrimió como la principal excusa para justificar la baja de equipos perforadores, la retracción productiva y los despidos en el sector.

Ahora el crudo Escalante está a niveles de los mejores momentos de la cotización oficial, pero resulta suficiente para frenar la caída productiva dentro de un mar de incertidumbre que azota el mercado internacional de la energía y los combustibles.

La crisis actual tiene antecedentes muy claros, pero nadie se anticipó en la búsqueda de estrategias para frenarla. A esta altura negociar con el Gobierno nacional será una tarea cuasi quimérica porque desde hace una década todas las gestiones nacionales -desde el peronismo, al kirchnerismo y el macrismo- buscaron impulsar Vaca Muerta sin que la dirigencia de la Cuenca del Golfo San Jorge se inmute ni tome medidas de mediano y largo plazo. Ahora el gobierno nacional están logrando ponerle aceleración a Vaca Muerta, que venía a un ritmo y pese a que las perspectivas parecen desmedidas.

Las claves que anticiparon la situación actual fueron contundentes, aunque no se atendieron en su debido momento. Lo peor está por venir; ya sea porque se profundizará el complejo panorama o porque la salida propuesta desde Nación será avanzar con el sacrificio de la provincia habilitando la explotación no convencional y la off shore.

Menos aún será una solución beneficiosa la baja de las regalías como ya se aplica en Chubut en los yacimientos maduros y marginales a través del decreto que firmó el gobernador Mariano Arcioni el año pasado. Los números de la producción desmitifican esa política como acertada.

Clave 1: Retroceso productivo

Desde El Extremo Sur, a través de los seguimientos mensuales que se efectúan, se viene advirtiendo desde hace largos meses que la producción petrolera en Chubut está en franco retroceso.

En los organismos oficiales se blandieron diferentes argumentos, muchos de los cuales justificaban el accionar empresario; pero la contracción productiva no solamente es la que se refleja en la actualidad, sino que se está generando desde hace por lo menos siete años.

Los argumentos empresarios basados en que se trata de "yacimientos maduros" no son tampoco muy realistas, porque eran maduros ya antes de este proceso y los "límites geológicos" de la cuenca en verdad están dados por un fuerte desplazamiento de las inversiones hacia la Cuenca Neuquina, donde Vaca Muerta es la principal atracción por los altos precios internacionales, los subsidios nacionales para la producción y las flexibilizadas condiciones laborales.

Volviendo a Chubut, la realidad muestra que la retracción productiva fue de 7,6 millones de barriles entre los años 2015 y 2022. En el 2015 se produjeron 58,3 millones de barriles de crudo Escalante y el año pasado cerró con una producción de 50,7 millones.

Después de los 59,7 millones de barriles producidos en los años 2010 y 2011, la caída fue casi constante y sólo se rompió esa tendencia en el 2015 cuando se alcanzaron los 58,3 millones de barriles extraídos en los yacimientos chubutenses.

El 2015 fue el último pico productivo positivo, de ahí en adelante todo fue retroceso y en general acompañó los vaivenes del precio del crudo; pero ahora la producción sigue bajando, aunque el Escalante tuvo su mejor cotización desde finales del 2011.

Durante el 2017 se había llegado al peor momento de la curva declinante con 51,1 millones de barriles; pero ese récord negativo fue superado por los 50,7 millones de barriles extraídos en el 2022.

Los números son de acceso público y obviamente que también para funcionarios y sindicalistas, pero nadie advirtió -o no quiso hacerlo intencionalmente- del fuerte retroceso que se venía generando en la provincia en materia productiva. Hoy esa realidad ya se instaló y difícilmente se pueda volver a los niveles extractivos del 2015.

Clave 2: Precios no "justos"

La argumentación de las operadoras para hacer subir o bajar la producción siempre ha sido el nivel de precios del barril de petróleo, y en base a esa variable han aumentado o reducido la producción.

Hoy esa lógica voló por los aires ya que el crudo Escalante promedió los 76,2 dólares a lo largo del año pasado y se ubicó en una de sus mejores cotizaciones de los últimos años; pero sin importar esta tendencia alcista la producción siguió decreciendo.

Esta es una de las claves que revela que la solución del problema no será nada sencillo. Aunque se repite que el dueño de los recursos hidrocarburíferos es el Estado provincial la lógica imperante es la empresaria y la política queda sumergida en sus decisiones; muchas de las cuales ni siquiera se toman en la provincia, el país o la región sino en las casas matrices de las compañías.

El precio del crudo Escalante comenzó a dispararse en el arranque del 2021 cuando el mundo comenzaba a salir de la pandemia y el año pasado se aceleró la escalada con la guerra entre Rusia y Ucrania; pero la contrapartida en Chubut fue el constante decrecimiento de la producción.

Salvo los desequilibrios entre precio y producción generados desde 2020 con la irrupción del COVID y el de principios del 2016 con la baja del precio del crudo, la extracción de crudo Escalante siempre estuvo por debajo de los niveles de precio y ambas variables se vienen desacoplando de manera muy marcada.

Esa tendencia que no es nueva, pero sí se profundizó el año pasado y generó enormes perjuicios para las arcas de la provincia.

Clave 3: Estampida de inversiones

El elemento fundamental que explica la actual crisis petrolera en Chubut tampoco es nuevo, sino que comenzó a gestarse en el 2012 cuando el gobierno de Cristina Kirchner puso el énfasis en el desarrollo de Vaca Muerta y las inversiones de las petroleras comenzaron a migrar hacia la Cuenca Neuquina.

En el año 2010 las inversiones petroleras en Chubut, el norte de Santa Cruz y Neuquén estaban casi equilibradas en diferentes magnitudes; pero ese equilibrio se rompió desde el 2020 y la brecha comenzó a ensancharse el año pasado cuando las neuquinas superaron en cinco veces a las chubutenses y diez veces a las santacruceñas.

La desproporción llegó a límites difíciles de revertir porque para Neuquén se anunciaron el año pasado 5.200 millones de dólares en inversiones con el foco puesto en Vaca Muerta, mientras que para Chubut fueron 1.033 millones y para el norte de Santa Cruz 579 millones.

Con el impulso que siguen teniendo los no convencionales neuquinos es de esperar que la asimetría se profundice y los yacimientos de la Cuenca del Golfo San Jorge sigan perdiendo frente a los neuquinos.

Que la estampida de inversiones se sostenga en el tiempo dependerá de los altos precios del crudo y de los abultados subsidios con que el Gobierno nacional fomenta a las petroleras en Vaca Muerta, por ahora y en el futuro cercano esas dos variables parece que perdurarán en el tiempo.

En Chubut, así como la producción de crudo no viene siguiendo a los precios del barril, tampoco sucede con las inversiones de las operadoras en los últimos años. Salvo lo sucedido en los años 2014 y 2015, cuando cuatro años de precios altos hicieron subir las inversiones al máximo nivel en dólares, después los flujos de fondos de las petroleras fueron decreciendo a pesar de la suba del crudo.

Eso se observó con mucha claridad en el 2021 y especialmente en el 2022. El barril Escalante llegó a los 76 dólares, pero las inversiones en Chubut estuvieron un 70% por debajo de las que se concretaron en el 2015 e inclusive quedaron un 50% atrás de las que se habían realizado en el 2014 cuando el crudo estaba casi al mismo precio.

Clave 4: Pérdida de empleo

La otra variable que muestra claramente que la crisis actual no es nueva se vincula a la cantidad de empleos que genera de manera directa el sector petrolero en Chubut.

Al igual que con la producción y las inversiones el pico de empleo se suscitó en el 2015 con 11.937 trabajadores petroleros en el área de servicios y otros 2.691 vinculados a los equipos de torres y la perforación para la extracción.

Esos fueron los números más elevados y luego todo el proceso posterior estuvo signado por la expulsión de obreros petroleros hasta el 2018 cuando se llegó al punto más bajo. Durante la pandemia se consiguió mantener el empleo, con el aporte del Estado nacional subsidiando la mitad de los salarios de los trabajadores esenciales; pero nunca se recuperaron los puestos existentes en el 2015.

No obstante, vale aclarar que la recuperación de empleos no se produjo en el período post pandemia, sino que ya se había concretado en el 2019.

Inclusive es importante destacar que en el 2022 había menos trabajadores en los yacimientos chubutenses que en el 2013 cuando el precio del crudo Escalante era casi el mismo que el registrado en el año pasado.

Salidas a la crisis

Todos estas claves e indicadores revelan que la crisis actual, que posiblemente pueda profundizarse de continuarse por la misma senda, no es nueva y que ya tenía profundas raíces desde hace varios años.

Ahora la clase dirigente parece haberse enterado de su existencia, pero sus acciones y reclamos no se muestran a la altura de la profundidad del problema; mucho menos aún de las perspectivas oscuras que podrían avecinarse.

El Estado provincial debe asumir que su papel es el dueño del recurso no renovable y que se lo concesiona al sector privado para su explotación, pero no lo deslinda de la responsabilidad de planificar, hacer un seguimiento y poner reglas favorables para la provincia.

En tanto que el Estado nacional no puede quedarse solamente con las ilusiones frustradas de la privatización menemista y la desesperación que tiene por la generación de dólares para lo que impulsa hasta con subsidios a las poderosas petroleras.

Chubut y el conjunto de la Cuenca del Golfo San Jorge han sido el motor de la generación hidrocarburífera del país durante más de un siglo, aportando energía y enormes dividendos para la Nación; ahora es tiempo de devolverle a la sacrificada Cuenca lo mucho que aportó al país.

Los sindicatos del sector deben plantarse ante los Estados y las empresas por igual, no defiendo la ganancia del sector privado, sino la perspectiva a largo plazo de la explotación de los recursos; mientras en paralelo les pelea la rentabilidad a los empresarios reduciendo la productividad, mejorando las condiciones laborales y los salarios.

Por ahora todas estas alternativas de mínima parecen una ilusión o un camino que nadie quiere asumir a la hora reformular de conjunto al sector petrolero para desactivar la crisis y avanzar en una perspectiva completamente diferente. Para lograrlo no hace falta hacer ninguna revolución, sino que cuanto menos se debe aplicar el sentido común en el actual esquema capitalista.