Petróleo

Barrionuevo: "El estereotipo del petrolero sirvió como un chivo expiatorio o expresión de lo que no es deseable"

Por Lola Sánchez

Natalia Barrionuevo, Licenciada en Comunicación Social (UNPSJB) y Doctora en Sociología (UNSAM) dialogó con El Extremo Sur sobre sus investigaciones acerca de las representaciones sociales en la matriz petrolera de Comodoro Rivadavia. Para su tesis de doctorado, indagó en los distintos mecanismos de construcción y legitimación de las desigualdades en torno del petróleo. Su hipótesis central es que el odio de la clase media comodorense hacia los trabajadores petroleros se reconvierte en desprecio de género, en un proceso en que se conjugan el clasismo, la misoginia y la construcción de un "Otro" indeseable.

Su período de estudio se sitúa en el segundo boom petrolero a inicios de los 2000, lo que conllevó, entre otros procesos, la profundización de imaginarios sociales y prejuicios sobre los trabajadores "boca de pozo" o de jerarquías menores. "Se ponían valoraciones morales negativas sobre ciertos grupos que también servían para relacionarnos socialmente a partir de la distinción y la diferenciación. Una de las conclusiones a las que arribé, que puede ser válida hoy para seguir pensando, es la manera en que se construía a ese petrolero como un ‘Otro', en ese trabajador y su familia se encarnaban características negativas en las que la sociedad volcaba lo que no quería ser", expresa.

En la actualidad, Barrionuevo es parte de un proyecto de investigación que busca, junto a otros colegas, problematizar el lugar de las mujeres en la industria del petróleo. Hasta el momento, rastrearon las trayectorias académicas de un campo de estudio en desarrollo y entrevistaron a una decena de trabajadoras de la industria: "Pudimos ubicar a muchas mujeres en una industria que históricamente ha empleado más varones. Pero ellas están, y están cada vez más, ocupando distintos puestos en distintas tareas y jerarquías, tanto en yacimientos como en la ciudad, en las oficinas, las encontramos por todos lados", detalla.

Para Barrionuevo, todavía hay interrogantes que sobrevuelan los ejes de investigación, y muchos se orientan a pensar otro tipo de sociedad: "Tarde o temprano se va a terminar y necesitamos pensar como construir una sociedad que base su economía en otro tipo de producción, que genere otro tipo de vínculos sociales e incluso que sea amigable con el medio ambiente".

¿En qué momento de tu trayectoria surgió la inquietud en relación a la clase y el género en la matriz petrolera de la ciudad?

Es difícil ubicar un momento preciso. Las trayectorias no son lineales, se nutren de procesos colectivos, en mi caso de viajes que hice para formarme en el doctorado, instancias en otras universidades, nunca son caminos solitarios. Seguramente tiene que ver con inquietudes subjetivas de la historia personal, desde el lugar de ser comodorense, haber vivido casi la totalidad de mi vida acá. Mis intereses por el petróleo en sí, los puedo rastrear a mi formación en la Licenciatura en Comunicación Social (UNPSJB). Ya en la tesis de 2009 trabajé junto a una compañera con publicidades y propagandas de YPF. Había un interés en representaciones en torno al recurso en sí, la idea de Nación, vinculada a otras cuestiones como la soberanía, y nos interesaba cómo eso era influenciado por el contexto de producción. Hoy, viéndolo en perspectiva, creo que tiene que ver con el hecho de que el petróleo es clave para pensarnos en tanto sociedad comodorense. Me interesa ver qué nos dice el petróleo sobre toda una organización socioeconómico que marca desde su origen hasta nuestra sociedad. Desde ahí vengo haciéndome esas preguntas.

En tu tesis "Petróleo y legitimación de las desigualdades de clase: hacia una definición de la clase media comodorense" remarcás la necesidad de entender la clase como algo móvil. La clase media de tu trabajo, ¿es la misma que vemos hoy? ¿o sufrió cambios en los últimos años?

Hay un proceso de diez años entre la tesis de Licenciatura y la tesis doctoral en Sociología. Es en esta última en dónde surge mi preocupación por la clase, el género, y aparece este concepto de "clase-mediación". Eso está vinculado al período de trabajo que es del último boom petrolero, que podemos situar a inicios de los años 2000. Sabemos que esto conlleva fenómenos asociados de migración, crecimiento de las ventas, instalación de comercios, cambios en el consumo. Ya había tenido un antecedente en el primer boom en los 50'. Era un momento para ver un montón de relaciones sociales que cambiaban pero que a la vez de algún modo se resignificaban a la luz de la historia de la ciudad. Ese momento es diferente al actual, el boom ya terminó hace rato.

Pero lo que sí podemos seguir pensando es la clase media local como un grupo en conformación, caracterizada por una combinación variable de atributos: la distinción trabajo manual/ trabajo mental, las jerarquías laborales, el tiempo de residencia en la ciudad, la tradición ypefiana, los barrios de residencia, el discurso de los pioneros ligado a un origen migratorio europeo y las credenciales educativas. La clase es entonces también un recurso simbólico de distinción, que en el contexto del boom se movilizó fuertemente cuando los altos salarios de los trabajadores de menor jerarquía de la industria petrolera hicieron que los ingresos económicos no fueran tan claramente el factor diferenciador.

Sin embargo, la noción bourdieana de clase que planteás sigue siendo útil para pensar nuestra sociedad.

En la tesis, era necesario volver sobre la historia para pensar en la cuestión de clase y género, si o si hay que pensar, la configuración sociohistórica ypefiana, esa matriz que marca el nacimiento de la ciudad y que marca divisiones sociales, como ser quienes pertenecían a la empresa y quienes no. Hay un montón de trabajos de colegas de Historia en este sentido, que dan cuenta de la organización del espacio, de los barrios, los clubes, todo lo que tenía que ver tanto con la organización laboral como extralaboral. Habría que remontarse a eso para pensar alguna diferenciación de clase ligada a esto, a beneficios que traía ser parte de la empresa, versus no serlo, como eso iba generando recelos sociales, como de algún modo eso se reactualiza en el último boom entre quienes pertenecían a la industria y lograban acceder a ingresos salariales elevados versus quienes no.

¿De qué manera se reconfiguraron las relaciones sociales en la etapa de post-privatización de YPF?

Estamos hablando de esa primera matriz donde el Estado ocupada rol central como regulador de relaciones sociales. En el período post-privatización el peso lo tienen las corporaciones transnacionales. Yo veía que ya no era el Estado el que articulaba las relaciones sociales, sino las prácticas de consumo, como quién podía acceder a determinados bienes y como se llevaban adelante esas prácticas, que era consumir bien, consumir mal, gastar bien o mal el dinero, pensando en ciertas ideas de calidad de vida, progreso en la vida, que están llenos de valoraciones morales, que son también connotaciones de clase.

Pese a los cambios de coyuntura, ¿se mantiene vigente el imaginario social en torno a los trabajadores petroleros y sus familias? ¿Hay una permanencia de los acuerdos de desigualdad del género y la clase?

En cada momento hay cosas que se nutren de la historia, que permanecen. Otras cambian. Creo que este es otro momento, y para mí siempre es interesante volver al hecho de que el petróleo sirve para pensarnos socialmente como ciudad. Hay imaginarios que quedan dando vueltas y todos conocemos. En ese momento del boom eran muy potentes, se veía una gran presencia de imágenes estereotipadas. Se podía describir a ese trabajador petrolero de baja jerarquía y su familia de pies a cabeza, porque así funcionan los estereotipos. Después nunca llegaba a encontrarlos en el trabajo de campo, así como era descrito, no existía. Se ponían valoraciones morales negativas sobre ciertos grupos que también servían para relacionarnos socialmente a partir de la distinción y la diferenciación, la manera en que construimos a ese otro distinto, por lo menos en esa época. Una de las conclusiones a las que arribé, que puede ser válida hoy para seguir pensando, es la manera en que se construía a ese petrolero como un "Otro", en ese trabajador y su familia se encarnaban características negativas en las que la sociedad volcaba lo que no quería ser. A la vez, por contraposición, existía la idea de una sociedad deseable, sin esas características.

La economía comodorense, al menos, está determinada por la industria petrolera.

Precisamente, todo esto se da con la gran paradoja de que somos una sociedad netamente petrolera, que nació de ese modo. El petróleo atraviesa nuestra historia. Es muy llamativo que el petrolero sea siempre el otro en una sociedad petrolera, todos directa o indirectamente somos parte de esto. Es una paradoja constante, que a veces parece una trampa de la que es difícil salir.

Más allá de los escenarios sociales específicos, ¿el petróleo nos configura como sociedad?

Me parece que es interesante ver cómo pervive esto en el tiempo, más allá del boom y del campamento de YPF. El petróleo sigue estructurando nuestra vida comodorense, marca ciertas dinámicas sociales, formas de relacionarnos, hasta hoy en día, determina el acceso o no a la vivienda, la forma en que la sociedad se conformó en zona norte y zona sur, marca dinámicas migracionales, cuestiones de género. Se ve como todas esas diferenciaciones siguen presentes, se van actualizando y van cambiando según los vaivenes de la industria.

En general, se habla de los comentarios en redes como algo separado de la "vida real", pero en tu trabajo el aporte de los lectores en medios digitales fue una fuente más de consulta. ¿En qué medida estas expresiones en el entorno digital reflejan las representaciones sociales?

No estudié específicamente la prensa o los medios de comunicación, pero sí lo tomé como una fuente más, en la cual se veía reafirmado lo que aparecía en observaciones participantes y entrevistas. Fue parte del abordaje metodológico considerar esos comentarios de lectores y como eran parte de los imaginarios, eran representaciones que se reafirmaban en estos espacios. Fue un momento muy particular. Todos parecían tener algo que decir al respecto, era un tema sumamente candente. No tenía que ir a buscar un dato que estaba oculto, surgía en cualquier charla cotidiana. Todos teníamos algo para expresar sobre ese momento, todos éramos parte. Los comentarios, la prensa, estaban sumamente disponibles para acceder a estas representaciones en que me interesaba analizar.

¿Encontraste algún actor social que representara un quiebre en estos acuerdos de desigualdad? ¿O discursos antihegemónicos que circularan en los escenarios estudiados?

Con el trabajo buscaba, de algún modo, reconstruir el proceso de construcción de hegemonía. Esos comentarios que encontré eran hegemónicos, ahí interviene el componente moral de clase. Estaban construidos de esa forma. Hablé del armado de fronteras sociales, y quedó pendiente ver que pasaba del otro lado. Quizás con una etnografía o una investigación social más detallada y profunda del propio grupo estigmatizado. De todas formas, esta idea más general de que el petrolero es el otro, lo encontraba igualmente en ellos mismos. Sirve para diferenciarse. Pero como mencioné, era una representación, no existía como tal con esas características. Era un chivo expiatorio, una expresión social de aquello que no es deseable, que no queremos ser, que se encarna en determinados sujetos en determinado momento, justamente para construir la diferenciación desde ahí. En ese período, la diferenciación no podía construirse en la clase desde el salario, porque eran trabajadores manuales ganaban mucho más que otros trabajadores. Era necesario construirla de otra forma.

En tu trabajo de investigación, el desprecio de género fue un elemento clave a estudiar. ¿De qué manera se están desarrollando hoy los estudios de género en torno al petróleo? ¿Existe un campo de estudio consolidado en la región?

En la tesis me interesaba abordar las desigualdades de género. A nivel local hay varias colegas y personas de reconocida trayectoria, profesores de la universidad, sobre todo en el campo de la Historia, que han abordado lo que tiene que ver con los estudios de género a nivel local. Actualmente integro un proyecto de investigación que inició en 2017, junto a Renata Hiller, Paolo Paris, Belén Aguinaga y Julieta Gallardo sobre la economía hidrocarburífera extractiva y las relaciones de género. Pretendemos abordar la cuestión del trabajo femenino en la Cuenca del Golfo San Jorge desde una perspectiva más reciente, porque encontramos muchos estudios, pero relacionados a lo histórico y la presencia de YPF en la ciudad. Hay poco trabajo ligado al género y el trabajo en la etapa de la post-privatización. En una primera etapa, nos preguntábamos si existía algo como un campo de estudios de género a nivel local y regional, por lo que entrevistamos a colegas. Luego, nos focalizamos en entrevistar a mujeres que trabajan en la industria. Fueron alrededor de 50, y pudimos ubicar a muchas mujeres en una industria que históricamente ha empleado más varones. Pero ellas están, y están cada vez más, ocupando distintos puestos en distintas tareas y jerarquías, tanto en yacimientos como en la ciudad, en las oficinas, las encontramos por todos lados. Pudimos conversar con ellas sobre trayectorias laborales y familiares. Ahora estamos en fase de análisis de datos, agrupándolas en perfiles de acuerdo a recurrencias, concentradas de acuerdo a variables, con el objetivo de tener más precisión sobre cómo están insertas en la industria.

Frente al contexto analizado y las conclusiones a las que arribaste, ¿es posible indagar en otras formas de producción y vinculaciones sociales?

La existencia de otras voces es una gran pregunta que nos hacemos desde los grupos de investigación: ¿qué sería una sociedad pos-extractivista? ¿Cómo construir una sociedad así, con todo lo que lleva implícito en torno a las dinámicas económicas y sociales? Sabemos que el petróleo es un recurso no renovable. Tarde o temprano se va a terminar y necesitamos pensar como construir una sociedad que base su economía en otro tipo de producción, que genere otro tipo de vínculos sociales e incluso que sea amigable con el medio ambiente. La pregunta por el futuro siempre sobrevuela. Hay que pensar colectivamente hacia donde vamos. Hay otras voces que es necesario recuperar, aunque la idea de una economía más sustentable hoy no es la más común ni la más dominante.

Hay grandes resistencias y nuestra provincia, y su lucha antiminera, sabe de eso.