Política

La agonía política de Trelew, una dirigencia con pies de barro y los cinco jinetes del Apocalipsis

Por Alejandro Bermejo*

"Llegaron a Cordura", se tituló aquella película extraordinaria dirigida por Robert Rossen a finales de los 50 que llegó a los cines argentinos bajo el nombre de "Héroes de Barro". El titulador argentino le hizo justicia al contenido de la película, ya que los héroes de barro eran cinco combatientes que iban a ser condecorados por su valentía en batalla, pero que en realidad eran impostores que ni eran valientes ni merecían distinción alguna. Cuando empecé a escribir esta nota me vino a la memoria esa película, Héroes de barro, porque algo similar ocurre con los "representantes populares" que competirán en los comicios de Trelew, un ensayo electoral que la clase política de Chubut puso en funcionamiento para ver hasta dónde llegan los cimientos de cada espacio y candidato. Varios de ellos solo penetran unos centímetros en el barro y pueden desaparecer al menor movimiento.

¿Cuánto representa cada candidato? ¿Dónde están sus cimientos populares, a cuántos vecinos representan? ¿Cuál es su pensamiento político y cuáles son sus proyectos serios y los planes que desarrollarán en caso de triunfar?

¿Cómo es posible que el espacio que gobierna la ciudad desde hace 20 años no haya logrado tener ni un candidato representativo y que se disputen el despacho del intendente por lo menos seis o siete?

Contar todos los candidatos, los partidos y los lineamientos internos exige el uso de una planilla Excel para no olvidar ninguno.

¿Qué ha sucedido en Trelew con la representación política, que aparece segmentada y pulverizada?

¿Qué fue de los partidos que hasta hace poco dividían al electorado en dos o a lo sumo en tres opciones?

¿Qué ha pasado con los liderazgos políticos o los líderes que conducían sus partidos con fortaleza (a veces demasiada) pero dando certezas a los electores de quienes eran y para qué solicitaban el voto?

Las respuestas probablemente no existen en sentido absoluto, apenas cabe desarrollar algunas hipótesis y quizás alguna aseveración más propia de una mesa de café que un ensayo con todas las de la ley.

"Con el lío que hay a nivel nacional, donde todos se pelean con todos y todos quieren ser candidatos y ninguno cede el paso, qué se puede esperar de los políticos de una ciudad de cien mil habitantes en una pequeña provincia periférica."

Innegablemente la de arriba es una muy buena aseveración. Ese tipo de frases cancelan toda discusión, y ante ellas solo queda como alternativa darse vuelta y pedir "mozo, otro café por favor".

El problema es que estamos hablando de una ciudad que supo ser uno de los motores económico de la provincia, que tuvo pleno empleo hasta entrados los ochenta, que tenía un parque industrial que era un ejemplo en el país, que tuvo la primer universidad en la Patagonia, que tenía dos teatros que irradiaban cultura y una clase dirigencial que realmente dirigía y era el centro político de la provincia. "Si no cerrás con Trelew no podés gobernar", se decía desde la creación de la provincia.

Sin embargo, la crisis que comenzó en los 80 se fue agravando año tras año, y los dirigentes que brillaron fueron desapareciendo. Sus sucesores no supieron ni qué ni cómo hacer para salir de la crisis que lenta pero inexorablemente se adueñaba del centro del ring.

Los capitales se marcharon, algunos fuera de la provincia, muchos hacia otras ciudades. Puerto Madryn en primer lugar y Rawson después fueron el destino de numerosos capitales de las empresas de Trelew y de los ahorros de los vecinos que podían invertir en viviendas y en tranquilidad.

Junto con la crisis económica llegó la crisis social con sus cinco jinetes del Apocalipsis: desocupación, marginalidad, pobreza, inseguridad y emigración.

No hay político chubutense que no sostenga ante los micrófonos que la crisis de Trelew es muy seria y merece ser atendida inmediatamente, pero no vemos a un solo dirigente que mencione cinco medidas (no pedimos más) concretas que puedan sacar a esta ciudad de la situación casi terminal a la que ha llegado.

¿Cuál fue la respuesta de la clase política? "Adelantemos ocho meses las elecciones", dijeron, como si resolvieran algo.

*Sociólogo.