Pueblos originarios

A 50 años de la represión en Wounded Knee: la situación de los mapuches vista en un espejo inquietante

Por Adrián Moyano

En 1973 nadie hablaba en la Argentina de cambio climático, pero aquel verano fue muy caliente. El 11 marzo, la fórmula Cámpora-Solano Lima arrasó en las elecciones presidenciales y definió el retorno del peronismo al poder, después de 18 años muy convulsos. 10 días antes, en Estados Unidos había salido a la calle "The dark side of the moon", disco de Pink Floyd que se convertiría en emblemático, aunque por entonces, los elepés tardaban bastante en editarse aquí y la mayoría de las veces, no se editaban. A fines de enero, negociadores de la Casa Blanca aceptaron retirar sus fuerzas armadas de Vietnam en el humillante plazo de 60 días. Richard Nixon había asumido apenas tres días antes. En la Patagonia, la única chance de saber algo de los sioux se reducía a cruzarse con alguna película de "indios y vaqueros".

En ese contexto, nadie supo del asesinato de Wesley Bad Heart Bull en Pine Ridge. Después de sufrir las derrotas finales en los últimos tramos del siglo XIX, los oglala lakota (una de las identidades de los mal llamados sioux) fue confinado a esa reserva, que se reparte entre Dakota de Sur y Nebraska. El joven perdió la vida, apuñalado por un hombre de negocios, quien fue acusado de "homicidio involuntario", al igual que los protagonistas de un suceso similar el año anterior. La impunidad se veía venir, entonces Sara Bad Heart Bull, madre de la víctima, se acercó al Movimiento Indio Americano (AIM por sus siglas en inglés) para exigir justicia.

La organización convocó a acompañar una primera instancia del trámite judicial y se dieron cita 200 militantes indígenas, ante el nerviosismo de los funcionarios y de un contingente policial bien armado. Con mal tino, las autoridades decidieron una postergación y ante la comprensible irritación, sólo se permitió el ingreso al recinto de cuatro referentes del AIM. Cuando Sara quiso ingresar, dos policías la zamarrearon, la golpearon y después, la acusaron de gritar obscenidades. Ante la reacción de la gente indígena, la Policía reprimió y lanzó gases lacrimógenos. Los disturbios se generalizaron y como saldo, dos vehículos policiales se incendiaron, al igual que un edificio aledaño al juzgado. Los sucesos tuvieron lugar en la localidad que irónicamente, se llama Custer. Era la primera vez desde la matanza de Wounded Knee (1890), que uniformados estadounidenses y lakotas se enfrentaban abiertamente. Después del estallido, 75 efectivos federales fueron asignados a Pine Ridge, aunque la ley en vigencia impedía ese despliegue, ya que la jurisdicción correspondía a la Policía de la Oficina de Asuntos Indios (OAI).

Recuperar el espíritu combativo

La presencia del FBI, la insensibilidad judicial y el hartazgo ante ciertas corruptelas acercó los liderazgos tradicionales oglalas al AIM. El 27 de febrero se celebró otro gran trawün, si usáramos terminología mapuche. Alrededor de 600 personas se congregaron en una casa comunitaria hecha de troncos, sita en Calico Hall, al oeste de Pine Ridge. Dennis Banks, uno de los referentes del AIM, declaró más tarde en uno de los juicios que tuvo que afrontar: "habíamos llegado a un punto de la historia en que ya no podíamos tolerar más insultos, en que las madres ya no podían soportar que continuaran los malos tratos en las reservas, ya no podían ver morir a otro joven indio. Preguntaron al AIM qué íbamos a hacer acerca de las injusticias que se estaban cometiendo precisamente entonces, permitiendo que los agentes federales, el FBI y la Policía convirtieran Pine Ridge en un campamento armado. Esas mujeres pidieron que se recuperara el espíritu combativo. Los jefes se levantaron uno a uno". Al día siguiente, una caravana partió hacia el emplazamiento histórico de Wounded Knee para ocuparlo como protesta.

El comunicado que se emitió reclamaba la vigencia del tratado de 1868, según el cual las Colinas Negras (Paha Sapa o Hesapa) eran territorio lakota. También pedía una investigación sobre el proceder de la Oficina de Asuntos Indios. El texto era concluyente: "Estados Unidos de América sólo tiene estas dos opciones: 1) acabar con ancianos, mujeres, niños y hombres, matándonos. 2) negociar nuestras peticiones". Llevaba la firma de los referentes del AIM, más el respaldo de los ochos principales jefes y "hombres medicina" oglalas.

Gladys Bisonette.

Hay que imaginarse el desconcierto: la súper potencia del planeta era desafiada por un pueblo indígena dentro de sus propias fronteras, cuando la Guerra Fría estaba lejos de agotarse. Como respuesta, el FBI, la policía estadual de Dakota del Sur y sus pares de la OAI rodearon Wounded Knee, el mismo sitio donde 83 años antes, el célebre 7mo. de Caballería había ultimado entre 150 y 300 lakotas, la mayoría mujeres y niños. La tragedia de la historia estaba a punto de repetirse. Una investigación posterior demostró que los efectivos que movilizaron los ministerios de Justicia y Defensa contaban con una dotación de 133 mil proyectiles sólo para los fusiles M-16. Cantidad suficiente para ultimar a toda la gente indígena de Dakota del Norte y Dakota del Sur. La excusa, una supuesta toma de rehenes. Wilbur Riegert contaba con 82 años al momento de los sucesos y declaró: "Decidimos quedarnos como rehenes para salvar nuestras propiedades y al AIM. Si no lo hubiéramos hecho, la Policía habría entrado y matado a toda esa gente. ¡Los verdaderos rehenes son los del AIM!". También decidió quedarse en la ocupación Rachel Hollow Horn: su abuelo había resultado herido en Wounded Knee en 1890 y los tres hermanos mayores de su padre, caído ante las balas del Ejército.

"Extremistas clave"

El Pentágono hizo caso omiso a un informe propio, según el cual la ocupación no entrañaba peligro para nadie y el FBI estaba decidido a "neutralizar extremistas clave", es decir, la conducción del AIM. Para los federales, se trataba de una "organización revolucionaria". Alentados por la movilización oglala lakota, los cheyenes del norte y los crows impugnaron las concesiones mineras en sus respectivas reservas. El 9 de marzo se produjo el primer tiroteo, con el saldo de un joven indígena herido. Dos días después, los líderes tradicionales proclamaron el restablecimiento de la Nación Oglala Independiente, con el objeto de revisar sus acuerdos con Estados Unidos en condiciones de igualdad. Titulares que referían a "Wounded Knee II" comenzaron a aparecer en la prensa europea. Pero en la Argentina importaban otras cosas.

A fines de marzo, la situación de los ocupantes era compleja, a raíz del cerco militarizado que se había instalado. Se entablaron negociaciones, pero no llevaron a ningún lado: el 26 de abril se produjo un tiroteo que duró desde la mañana hasta últimas horas de la tarde. Un francotirador segó la vida de Buddy Lamont. Ancestros suyos habían peleado junto con Caballo Loco en Little Big Horn y otros habían muerto en Wounded Knee. La tristeza entre las y los ocupantes se generalizó, el invierno boreal se manifestaba con crudeza, la prensa dejó de prestar atención a las demandas indígenas -Watergate ganaba espacio- y finalmente, los pocos militantes que todavía sostenían la ocupación, se entregaron el 9 de mayo. El recibimiento que les propinaron los uniformados no hizo más que mantener las brasas. Pronto se reavivarían.

Durante aquellos 71 días de desafío, Gladys Bisonette se ganó un apodo: "la mujer de corazón valiente de Wounded Knee". Al deponer la movilización, declaró: "esto ha sido una de las cosas más grandes que me han ocurrido en la vida. Y aunque hoy es el último día que pasamos aquí, aún tengo la impresión de que seguiré siempre aquí porque esto es parte de mi hogar [...] Espero que los indios, por lo menos los de la reserva de Pine Ridge, se unan y resistan unidos y que no olviden nunca Wounded Knee. Aquí no teníamos nada, no teníamos qué comer. Pero teníamos uno cosa: la unión y la amistad de sesenta y cuatro tribus diferentes [...] Yo no había visto nunca algo así [...] Hemos sido felices juntos y es un poco triste ver que todos se van".

Un negociador del Ministerio del Interior había asegurado que el gobierno reconsideraría el Tratado de 1868. Nada de eso ocurrió. Al contrario: el FBI acusó a más de 500 personas indígenas por sus acciones en Wounded Knee. ¿Por qué tanta virulencia en la represión? ¿Por qué tanto ensañamiento contra los sobrevivientes de un pueblo que todavía lamía sus heridas? En 1952, se había descubierto uranio en las Paha Sapa. Más o menos al mismo tiempo, se localizaron grandes yacimientos de carbón en reservas de los cheyenes del norte y crows, pero también en Wyoming, hogar de los shoshones del río Wind y de los arapahoes. También en Dakota del Norte y del Sur. Cuando a fines de los 60, el AIM reclamó la vigencia del Tratado de Fort Laramie y denunció la apropiación ilegal de las históricas colinas, incluso sin saberlo por entonces, se puso en el camino de consorcios mineros. Claro que hay diferencias con la situación que afronta el pueblo mapuche en la Patagonia cincuenta años después, pero las similitudes no son mera coincidencia.