Patagonia

Gasoducto Néstor Kirchner: ¿puede cambiar la economía y el futuro energético de Argentina?

Por Juan Lehmann (Sputnik)

La obra que permitirá transportar el gas disponible en Vaca Muerta, el segundo yacimiento más grande del mundo, avanza a paso firme y podría estar listo antes del invierno austral, lo cual le ahorraría al país más de 2.000 millones de dólares de importaciones. Explotar los recursos en medio de la crisis económica es el principal desafío a resolver.

Si existe una causa que alimenta la esperanza de la dirigencia argentina en el marco de una de las crisis más severas de los últimos 20 años, esta tiene nombre y apellido: Vaca Muerta. El yacimiento, con reservas suficientes para satisfacer la demanda local de gas de los próximos 150 años, presenta hoy un requisito insoslayable para surtir efectos concretos: el transporte del recurso a los centros de mayor consumo.

La urgencia obedece a un dato incontrastable. Ante la acuciante escasez de divisas, el Estado nacional destina unos 2.900 millones de dólares anuales a importar energía, principalmente desde Bolivia. Concretar el traslado de los cuantiosos recursos para alcanzar el autoabastecimiento deviene en la tarea central para reforzar las golpeadas arcas públicas.

La obra planificada para cumplir con tal misión es el gasoducto Presidente Néstor Kirchner, que consta de dos etapas. La primera, de 573 kilómetros, conectará al parque industrial Tratayen, ubicado en la provincia de Neuquén (sur) con la ciudad bonaerense de Salliqueló (centro-este).

La segunda etapa, de 467 kilómetros de extensión, proveerá de gas a San Jerónimo, en la provincia de Santa Fe (centro). Mientras que la primera fase expandirá el suministro de gas en 22 millones de metros cúbicos/día, la segunda ampliará la oferta a unos 40 millones de metros cúbicos.

Tamaña obra supone un costo significativo porque solo el primer tramo, crucial para alcanzar el autoabastecimiento, requerirá de una inversión de unos 1.500 millones de dólares. En este marco, el objetivo de ampliar el mercado nacional desde Vaca Muerta al resto del país alimenta la búsqueda de financiamiento externo.

A contrarreloj

Dado que el consumo de gas en Argentina tiene su pico durante el invierno, el objetivo primordial es finalizar la primera etapa antes del 21 de junio del 2023, seis meses menos de los 16 calculados al iniciarse la obra en agosto de 2022.

"Este proyecto es de vital importancia porque aumenta significativamente la capacidad de transporte de gas del país. Estamos encaminados y a un buen ritmo", dice a Sputnik Yamil Quispe, empresario y consultor especializado en la materia.

"Se incorporó tecnología para reducir los tiempos. Por primera vez en el país se utilizan soldadoras automáticas que permiten realizar 2.000 metros de soldaduras por día, lo cual representa un avance enorme en el ritmo de construcción", sostiene el experto.

Para Alex Valdez, ingeniero industrial y exdirector provincial de Hidrocarburos de Neuquén, se trata de "una gran obra que, pese a las demoras, creemos que va a finalizarse en tiempo y forma".

Finalizar la obra en los plazos estipulados repercutiría directamente en las cuentas públicas. En palabras de Quispe, "en todos los segmentos productivos el cuello de botella siempre aparece en la infraestructura. Es así que el gasoducto va a representar un cambio en la estructura económica argentina, generando un ahorro de más de 2.000 millones de dólares por recortes en importaciones".

"Saldar el autoabastecimiento significará un gran paso para frenar la sangría de dólares por las importaciones", explicó a Sputnik Leonardo Chialva, economista y analista financiero de la consultora Delphos Investment.

Soñar en grande

La Administración de Información Energética de Estados Unidos estimó en un informe de 2013 que los recursos yacentes en Vaca Muerta equivalen a 16.000 millones de barriles de petróleo y 308 billones de pies cúbicos de gas. Según el estudio, la explotación total incrementaría las reservas de dólares del país más de ocho veces, al brindar sustantivos saldos exportables.

Las cifras récord de producción de hidrocarburos refuerzan el optimismo al respecto porque "Vaca Muerta equivale a dos complejos sojeros, lo que posiciona a Argentina en un país productor y exportador de un commodity con alto valor agregado", sostiene Quispe.

"Esto puede cambiar la economía argentina no dando un salto cualitativo necesariamente, pero si garantiza la estabilidad macroeconómica y el ingreso de divisas genuinas, el logro estaría satisfecho", afirma el consultor.

El impacto positivo del proyecto ya se vive en la zona de explotación.

"Vaca Muerta es un universo de 2.000 empresas que generan 40.000 puestos de trabajo, entre directos e indirectos. En los últimos años han ingresado a Neuquén más de 26 familias por día, el inédito crecimiento poblacional es del 78% y eso obedece principalmente al crecimiento del sector", destaca el especialista.

El desarrollo del yacimiento tendrá su efecto en las demás industrias estratégicas del país. Según Quispe, "esto va potenciar a los sectores emergentes como el litio, ya que el gas es fundamental para ese sector en particular".

"En los próximos cinco años, si el gasoducto se transforma en una realidad concreta, podremos poner en valor, contra todos los pronósticos pesimistas, a la industria hidrocarburífera Argentina. Hay que apuntar a transformar la matriz productiva, apuntando a un período de 10 o 15 años", dice el empresario.

Alex Valdez también fundamenta su optimismo en la magnitud de reservas disponibles.

"El porcentaje de explotación de Vaca Muerta es del 6%, lo que significa que su potencial es enorme. Esta formación está siendo muy bondadosa, apenas se hacen los pozos, enseguida se monetiza por la comercialización", subraya.

Los pies sobre la tierra

No obstante, la crónica de inestabilidad económica que sufre el país genera incertidumbre a la hora de recibir las inversiones que demanda el desarrollo de Vaca Muerta.

"Tenemos un potencial hidrocarburífero enorme, pero estamos lejos de ser un país como Catar. Las condiciones geológicas están, pero las trabas macroeconómicas y cambiarias dificultan la llegada de capital por la desconfianza que despierta la inestabilidad", remarca Chialva.

"El recurso existe, pero faltan las condiciones macroeconómicas para explotarlo. La situación actual genera incertidumbre en los inversores. Sin un orden macroeconómico, ningún sector puede ser potenciado, ni el litio ni el agroexportador", destaca el economista.

Ante el adverso contexto financiero del país, la respuesta queda en manos de la dirigencia.

"Es necesaria la planificación estatal para agilizar este desarrollo imprescindible. Es una obra muy compleja, y por eso es central brindar garantías", considera Alex Valdez.

Por ello, para el ingeniero industrial, es clave la planificación a largo plazo porque "el hecho de que la industria petrolera sea intensiva lleva a que requiera de grandes inversiones proyectadas en el tiempo".

"El problema en Argentina no es económico ni industrial, sino político. Hay que copiar los casos exitosos", destacó Quispe.