Cultura

"Haroldo Conti, En prensa": Una selección de notas y ensayos periodísticos

Por Inés Busquets

Entre la escritura y la vida elijo la vida, escribió Haroldo Conti. En consonancia con esta sentencia, el autor de Sudeste, En vida y La balada del álamo Carolina, entre otros. Oriundo de Chacabuco, provincia de Buenos Aires. Secuestrado y desaparecido el 5 de mayo de 1976, dejó un legado de conferencias, artículos y expresiones sobre su pensamiento. Estelas sobre arte, cine, viajes y literatura donde instala su mirada precisa y comprometida ante la vida.

Haroldo Conti En prensa (1955-1976) es un compilado de notas, ensayos, artículos y entrevistas sobre diversos temas que fueron publicados en revistas y diarios. Desde cartas hasta reclamos públicos, que conforman un género literario más.

Con la fuerza rítmica del río y un registro de mirada fotográfica, Haroldo Conti expresa gustos, preferencias, pasiones e ideología política. Dueño de una versatilidad inigualable manifestada en los diferentes oficios que realizó y en sintonía con Rodolfo Walsh y Paco Urondo con respecto a la búsqueda de la palabra justa, la honesta, la insondable.

Este libro es un acierto de Ediciones Bonaerenses que realizó un trabajo minucioso de investigación en el cual reúne veinticinco artículos desde 1955 hasta sus últimos días, con prólogo de Juan Bautista Duizeide. El prólogo nos introduce en la vida y obra de Conti. Es un desglose de tiempo, espacio y contexto en los cuales se desarrollan estos textos. Duizeide, avezado en la obra de Conti, profundiza aún más allá de lo que leemos.

Leer a Conti en primera persona, a través de sus papeles personales o notas de prensa nos convoca a conocerlo en profundidad. Nos impacta por la lucidez y por la coherencia. Nos revela su condición de escritor, de militante, de amigo y a su vez nos conduce por territorios íntimos de la infancia y de su etapa de seminarista.

En estos artículos que en su selección y criterio conforman una verdadera constelación, no solamente vemos la subjetividad del autor sino el contexto nacional y latinoamericano: las crisis con el cine, la masacre de Trelew, la revolución cubana, el arte en el interior del país, los rechazos a premios y condecoraciones que no compatibilizaban con su ideología.

En prensa está dividido en cinco capítulos y una coda.

"Al comienzo de la historia", empieza con una charla en la escuela de su infancia N° 12, luego de su etapa como seminarista y por ultimo del escritor padre Castellani con quien convivió en el Seminario jesuita de Villa Devoto.

Cada escrito de Conti es un despliegue de imágenes, metáforas y melancolía. De este primer gran bloque voy a resaltar fragmentos de su charla en la escuela: "Entre la escritura y la vida, elijo la vida. Con la vida rescato la literatura pero, aunque no fuera así, la elegiría de todas maneras". "En todo caso la realidad de Morosoli es algo vivo mientras que la realidad de Borges es nada más que literaria. Detrás de Morosoli hay un mundo poblado de gentes. Detrás de Borges hay un vacío poblado de ausencias. Borges vive entre libros. Morosoli vive entre hombres". "Yo mismo me convierto en suceso y personaje, me complico con la gente, camino, corro, salto en medio de ella, dedico a un árbol todo el tiempo que se merece y presto la misma atención al maestro que me enseña que a mi perro cuando ladra".

"Gente de cine" reúne boletines del Instituto del Libro Argentino durante los años 1955/1956 y aborda la temática de la industria cinematográfica en determinada coyuntura. "Se aspira con sinceridad a un cine que, sin dejar de ser industria, tenga jerarquía artística, hallará el interés y la comprensión que requiere y merece toda autentica creación". "La Academia, por ejemplo, en lugar de sanear sus filas incorporándose al movimiento renovador de todas las academias nacionales, se ha limitado a una serie de maniobras encaminadas a proteger a todos sus miembros comprometidos con la dictadura". "Sería ideal que los exhibidores, además de comerciantes, fueran patriotas".

"Compromisos" remite a dos cartas de rechazo para importantes postulaciones, una la beca de Guggenheim (1972) y otro una invitación al congreso de la Nueva Narrativa Hispanoamericana (1974). Un suplemento sobre las víctimas de Trelew y un artículo de Crisis basado en una entrevista donde habla sobre literatura y compromiso. "Mi modesta colaboración, si importa y sobre todo si sirve, es decirles a los compañeros con los que siempre luchamos unidos, que se acabó la hora de los silencios, las omisiones tácticas, las interminables esperas. Los héroes de Trelew fueron asesinados por nuestros enemigos: no deben ser traicionados por nadie que se diga su compañero". "Ser revolucionario es una forma de vida, no una manera de escribir". "Al salir de Cuba uno siente el cambio de aire como una patada en el estómago".

"En viaje" son las huellas de Conti por distintos lugares, un pequeño perfil de Hemingway con su proceso creativo incluido recorriendo Cuba. Cuadernos de Bitácora, Florencia, Claromecó y la Isla Paulino, este último escrito en abril de 1976, un mes antes de su desaparición.

"Yo me pregunto, mientras bajo por el tambaleante ascensor, si realmente es posible ser un buen hombre y un buen escritor y en esto descubro una parte de mi maldad". "Saludo al barco en voz baja, porque los barcos son como personas, entienden a su manera, y pego la vuelta, regreso a mi modesto mundo latinoamericano del cual el Viejo estuvo tan cerca pero en definitiva se le paso de largo. La verdad es que, con todo el oropel de su gloria, se perdió la más grande y magnífica aventura". "Los lugares son como las personas. Comparecen un buen día en la vida de uno y a partir de ahí fantasmean, es decir, se mezclan a la historia de uno que se convierte en la quejumbrosa historia de lugares y personas".

"El oficio de escribir, el oficio de vivir" este gran capitulo constituye una entrevista, fragmentos de diarios y artículos no solamente hablando de su vida si de escritores a los que admira y le reconoce lealtad, coherencia y compromiso con la realidad, como Mario Benedetti o Paco Urondo. También habla del llamado boom de la literatura lo cual para él significa el boom de las editoriales.

"A veces pienso que los días de mi vida se parecen a las teclas de esta máquina. Son redondos y precisos y justamente porque no hacen otra cosa que escribir".

"Yo soy escritor solamente cuando escribo.

¿Y el resto del tiempo?

Lo uso para perderme entre la gente. La vida siempre le gana a la literatura, no hay nada que hacerle".

"Coda" es un escrito de 1975 en el que habla de su pueblo, de Chacabuco. De la pertenencia y de la incorporación de su pueblo en la obra, sobre todo en Balada del álamo carolina. "Y me siento fundamentalmente un hombre de pueblo. Un hombre del interior. Y donde me reconozco es justamente aquí, en Chacabuco, donde nací, y lo quiero entrañablemente".

Leo En prensa de Conti y me maravilla su sensatez, la sintonía entre la obra y el hombre, entre el artista y el cronista. La consecuencia de la palabra y la acción. Pienso un remate acorde y solo lo encuentro en sus propias palabras hablando de Morosoli: "Morosoli persona ha muerto. Morosoli escritor vive. Sus libros los escribió la vida. Morosoli vivirá siempre". Haroldo Conti, también.

"Los antagonismos entre ese imperialismo y nuestros pueblos son profundos y violentos en todos los frentes incluido. por supuesto. el de la lucha cultural".

Conti y la Beca Guggenheim

Marcha, Montevideo, N°. 1584, 10 de marzo de 1972

Con esta carta enviada por Conti para su difusión a través de Marcha el autor de En vida último premio novela Barral, responde a la invitación que se le hiciera de acogerse a la famosa beca Guggenheim.

Buenos Aires, 28 de febrero de 1972

Señor Stephen L. Schlesinger

John Simón Guggenheim Memorial Foundation

Estimado señor:

Lamento responder con tanto atraso a su atenta carta del 2/12/71. Ello se debe a que yo estuve ausente en Buenos Aires la mayor parte de ese tiempo y a que ustedes enviaron la carta a mi domicilio anterior. Por la misma, esa Fundación me comunica que se le ha sugerido mi nombre como posible interesado en una beca Guggenheim. Agradezco la intención del amigo que hizo la sugerencia y la gentileza de ustedes al enviarme, los formularios correspondientes. Ahora bien, y con el respeto que ustedes merecen por el solo hecho de haber obrado con lo que se supone es un gesto de buena voluntad, deseo dejar en claro que mis convicciones ideológicas me impiden postularme para un beneficio que, con o sin intención expresa, resulta, cuanto mas no sea por fatalidad del sistema, una de las formas más sutiles de penetración cultural del imperialismo norteamericano en América Latina. No es solo ni principalmente cuestión de la beca Guggenheim en sí misma, sino de política de colonización cultural de la que forma parte, en la que el imperialismo norteamericano no escatima esfuerzos de organizaciones estatales, paraestatales y privadas.

Los antagonismos entre ese imperialismo y nuestros pueblos son profundos y violentos en todos los frentes, incluido por supuesto el de la lucha cultural, y en este momento han llegado a una etapa de grandes definiciones en toda la extensa nación latinoamericana. Esto impone la claridad y la coherencia como deberes ineludibles del intelectual latinoamericano, cuya condición de ninguna manera entraña un privilegio sino una entera y exigencia militancia.

No soy un hombre de fortuna, como tampoco lo son la mayoría de mis compañeros, porque en Latinoamérica ser escritor es casi lo sinónimo de ser pobre, pero me parece inaceptable postularme para un beneficio que proviene del sistema al que critico y combato y que, por otra parte, y eso es lo más grave, de alguna manera me complica con él. No niego que, en el orden personal, habría significado una gran oportunidad para mí, ni critico por otra parte a quienes careciendo inclusive de las oportunidades que yo tuve aceptaron esa beca. Yo entiendo que no puedo hacerlo y que mi gran oportunidad en este momento es América, su pueblo, su lucha, la enseñanza y el camino que nos señalara el comandante Ernesto Guevara. Por lo demás yo he sido jurado de la Casa de la Américas en 1971, el mismo año en que usted me escribe, y considero que esa distinción que he recibido del pueblo cubano es absolutamente incompatible con una beca ofrecida por una Fundación creada por un senador de Estados Unidos, o sea, no un hombre del pueblo norteamericano, sino del sistema que lo oprime y nos oprime.

Atentamente,

Haroldo Conti