Hermana Paola Jorquera: "En Trelew no hay comida en las casas, no hay trabajo, los chicos viven en la calle"Entrevista de Lola Sánchez
Como actores sociales en un contexto de "crisis profunda", las mujeres religiosas del catolicismo trabajan junto a otras organizaciones en clave comunitaria para sortear un panorama de ausencias estatales. La Hermana Paola Jorquera llegó a Trelew en 2021 y hoy vive en comunidad en el Barrio Corradi junto a las hermanas Cristina Carrizo y Verónica Castillo. Forman parte una de las tantas casas misioneras de la Patagonia, perteneciente a la Parroquia María Auxiliadora. Jorquera dialogó con El Extremo Sur sobre la coyuntura socioeconómica de la ciudad y el sentido de la fe en este escenario.
Explicó que la preocupación central de la comunidad religiosa es la "vulneración de derechos" y la presencia de jóvenes en situación de calle o con problemas de consumo. Frente a la ausencia del Estado y la tardanza de respuestas para problemas urgentes, trabajan junto a otras organizaciones, religiosas y civiles: "El trabajo comunitario es la salida colectiva para esta crisis".
Ante la presencia de distintos grupos que en los últimos años cuestionan las normas de la Iglesia y la Institución como tal, Jorquera insiste en "recibir la vida como viene": "Es el momento de poner el acento en lo que nos une, más que en aquello que nos separa".
¿Existe actualmente una comunidad religiosa fuerte en Trelew?
Por lo menos a nivel local, sí, es una comunidad grande. Participamos varias religiones en algunos momentos del año, como en Pascuas. Nos juntamos a rezar juntos, a hacer algún momento celebrativo juntos.
¿Cuál es la visión que tienen hoy como Iglesia frente a la coyuntura social?
En este momento, lo que sentimos como un grito, es el tema de situación de calle. Desde que llegué, empecé a trabajar en eso. Tenemos el Hogar de Cristo, Grito de Libertad, que funcionan como centros barriales para jóvenes con consumo problemático que quieren salir de esa situación. Vientos de Cristo pertenece a Cáritas y Vientos de Caridad es del MTE, trabajamos en red con organizaciones y otras instituciones. Vemos muchos jóvenes que están en situación de calle y no hay nada para ellos. No hay un lugar donde quedarse. Uno de los chicos casi se nos muere de hipotermia el invierno pasado. Es una situación que nos preocupa, que no haya un espacio donde poder contener esta población de jóvenes que hoy esta en situación de calle. Solamente se está dando respuesta desde la Parroquia de María Auxiliadora, acá en el centro de Trelew, con servicio de duchas y alimentos, y en los CAPS "Vientos de libertad" de Barrio Oeste, que tienen servicio de ducha, alimentos, talleres y el acompañamiento del equipo técnico de ese centro barrial. Sin embargo, se van del centro barrial y vuelven a dormir a la calle, es esa la sensación con la que nos quedamos. Nos habíamos reunido los distintos grupos que trabajamos con los chicos con gente del Municipio, pero no pudimos encontrar un lugar para ellos. Vemos que hay una vulneración de derechos, no tienen vivienda, alimento, no tienen lo necesario para vivir. La comunidad está ahí, frágil.
¿Se encuentran con otros ejes críticos, con otras poblaciones vulnerables?
El tema del alimento es crítico. Lo que vemos en los espacios en que compartimos es que no hay comida en las casas. No se llega con el trabajo. Es un tema. Si bien hay comedores, que haya comedores ya es un indicador de que las cosas no están bien. Y, de todas formas, en este momento tienen que existir. Es una asistencia momentánea, pero no pueden dejar sin alimento a una persona. Primero hay que satisfacer esa necesidad y después pensar y ver cómo podemos salir adelante. Estamos en una crisis profunda, económica.
Como Iglesia, son un actor social más, pero tampoco pueden atender la totalidad de las problemáticas locales. ¿Sienten que están desbordados, ante la falta de acción de otros actores sociales y políticos?
Esta problemática nos supera. Nosotros también estamos dentro de esa crisis. Intentamos poner la fuerza en el trabajo en red con instituciones, ir acompañando a las familias, a quienes están en el barrio, pero también está lo que le corresponde al Estado. Tiene que estar presente, es el garante de nuestros derechos. A veces se logra, a veces no. Obviamente que esto nos supera.
¿Existen vías de diálogo o posibilidades de gestión conjunta de recursos y soluciones con el Municipio?
Nosotros acá a nivel del barrio gestionamos todo a través de la vecinal, es nuestro contacto, se mueve bastante. Después tratamos de ir buscando juntos alguna alternativa. Las respuestas tardan mucho en llegar. A veces la necesidad es urgente, entonces tratamos de autogestionar entre todos, de fortalecer la economía popular. Es algo que nos puede ir ayudando a salir adelante, a generar un trabajo, un recurso económico para las familias. Venimos caminando en esta línea, fortaleciendo esos lazos con las organizaciones sociales, que son las que buscan esta salida juntos. El trabajo comunitario es la salida colectiva para esta crisis. Es esta luz que nos va guiando en cuál es la clave de la salida a la crisis.
Pese a ser misioneras, ¿se sienten integradas al circuito local, a la comunidad?
Estamos codo a codo con la gente. Nos sentimos, como comunidad religiosos en el barrio, trabajando y buscando la manera de salir de esta crisis. Nos sentimos parte.
¿Cuál es la relación que mantienen, como Iglesia, con los sectores políticos partidarios? ¿Hay tendencias hacia ciertos espacios, se abren espacios de encuentro, de escucha?
Como Iglesia no levantamos una política partidaria. Si bien en lo personal uno adhiere a algún espacio, porque conocemos a las personas y el trabajo social de algunos de los candidatos, -sobre todo a intendente-, no levantamos bandera política. Democráticamente apoyamos la decisión de la mayoría del pueblo de Trelew. En lo personal, creo que como ciudadanos votamos y gana el que vota la mayoría, pero después no tenemos que olvidarnos que somos un organismo de contralor del pueblo, para ver que esa persona esté gestionado de manera correcta los bienes de la provincia, de la ciudad. Somos también protagonistas, para controlar y hacer que funcione la gestión. Tiene que funcionar, tienen que velar por nuestros derechos porque nos están representando a nosotros.
¿De qué manera interpretan y reciben los reclamos actuales de distintos grupos de diversidad, feminismos y otras militancias, que a veces esbozan una fuerte crítica a la Iglesia Católica?
Hay una frase de Francisco antes de ser Papa que dice: "recibir la vida como viene". El valor supremo es el humano, la persona. Ese es nuestro valor supremo. El respeto, el diálogo y el construir juntos. Es el momento de poner el acento en lo que nos une, más que en aquello que nos separa, incluso entre religiones. Buscar lo comunitario, lo colectivo, esa es nuestra clave, el respeto mutuo y valorarnos. Las puertas están abiertas para todos y todas. No hay requisitos, es la vida como viene, como nos llega es la que abrazamos, recibimos y vamos acompañando. Y también siento que en algunos espacios se nos recibe así, como venimos, y nos abrazan y compartimos, con espacios que no son de Iglesia, que hay diversidad, esa es nuestra riqueza también. Todo lo que sea derechos, eso es lo que nos hace más humanos. Buscamos darnos una mano entre todos, como hermanos, como hermanas.
En el marco de la crisis y la incertidumbre, ¿cree que se ha debilitado el sentido religioso? O al contrario, ¿se fortalece?
Es complicado, porque nosotras nos consagramos a Dios, es nuestro estilo de vida. Pero sí creo que uno sale fortalecido de las crisis, aprende cosas nuevas. También desde la fe, desde lo humano, desde el compartir con otros. Creo que siempre salimos fortalecidos, sobre todo los que tenemos la fe en nuestro centro. Poniendo la fe en Dios uno se siente fortalecido siempre. Es nuestra forma de vivir.
¿La fe también sirve como una suerte de consuelo en contextos de crisis social?
El testimonio también hace que quizás otros crean. Incluso uno se siente fortalecido en la fe de tantas personas. Yo lo veo en los chicos: tocan fondo por el consumo y salen adelante. A mí el testimonio de ese pibe me fortalece la fe. Que a ese pibe hoy me lo encuentre trabajando, alquilando una pieza, que haya salido de la calle, que tenga tiempo de rezar, de ayudar en un comedor, de ir al lugar de Cristo, es un testimonio fuerte que nos sigue fortaleciendo y contagia a otros jóvenes también.
Entrevista de Lola Sánchez
Como actores sociales en un contexto de "crisis profunda", las mujeres religiosas del catolicismo trabajan junto a otras organizaciones en clave comunitaria para sortear un panorama de ausencias estatales. La Hermana Paola Jorquera llegó a Trelew en 2021 y hoy vive en comunidad en el Barrio Corradi junto a las hermanas Cristina Carrizo y Verónica Castillo. Forman parte una de las tantas casas misioneras de la Patagonia, perteneciente a la Parroquia María Auxiliadora. Jorquera dialogó con El Extremo Sur sobre la coyuntura socioeconómica de la ciudad y el sentido de la fe en este escenario.
Explicó que la preocupación central de la comunidad religiosa es la "vulneración de derechos" y la presencia de jóvenes en situación de calle o con problemas de consumo. Frente a la ausencia del Estado y la tardanza de respuestas para problemas urgentes, trabajan junto a otras organizaciones, religiosas y civiles: "El trabajo comunitario es la salida colectiva para esta crisis".
Ante la presencia de distintos grupos que en los últimos años cuestionan las normas de la Iglesia y la Institución como tal, Jorquera insiste en "recibir la vida como viene": "Es el momento de poner el acento en lo que nos une, más que en aquello que nos separa".
¿Existe actualmente una comunidad religiosa fuerte en Trelew?
Por lo menos a nivel local, sí, es una comunidad grande. Participamos varias religiones en algunos momentos del año, como en Pascuas. Nos juntamos a rezar juntos, a hacer algún momento celebrativo juntos.
¿Cuál es la visión que tienen hoy como Iglesia frente a la coyuntura social?
En este momento, lo que sentimos como un grito, es el tema de situación de calle. Desde que llegué, empecé a trabajar en eso. Tenemos el Hogar de Cristo, Grito de Libertad, que funcionan como centros barriales para jóvenes con consumo problemático que quieren salir de esa situación. Vientos de Cristo pertenece a Cáritas y Vientos de Caridad es del MTE, trabajamos en red con organizaciones y otras instituciones. Vemos muchos jóvenes que están en situación de calle y no hay nada para ellos. No hay un lugar donde quedarse. Uno de los chicos casi se nos muere de hipotermia el invierno pasado. Es una situación que nos preocupa, que no haya un espacio donde poder contener esta población de jóvenes que hoy esta en situación de calle. Solamente se está dando respuesta desde la Parroquia de María Auxiliadora, acá en el centro de Trelew, con servicio de duchas y alimentos, y en los CAPS "Vientos de libertad" de Barrio Oeste, que tienen servicio de ducha, alimentos, talleres y el acompañamiento del equipo técnico de ese centro barrial. Sin embargo, se van del centro barrial y vuelven a dormir a la calle, es esa la sensación con la que nos quedamos. Nos habíamos reunido los distintos grupos que trabajamos con los chicos con gente del Municipio, pero no pudimos encontrar un lugar para ellos. Vemos que hay una vulneración de derechos, no tienen vivienda, alimento, no tienen lo necesario para vivir. La comunidad está ahí, frágil.
¿Se encuentran con otros ejes críticos, con otras poblaciones vulnerables?
El tema del alimento es crítico. Lo que vemos en los espacios en que compartimos es que no hay comida en las casas. No se llega con el trabajo. Es un tema. Si bien hay comedores, que haya comedores ya es un indicador de que las cosas no están bien. Y, de todas formas, en este momento tienen que existir. Es una asistencia momentánea, pero no pueden dejar sin alimento a una persona. Primero hay que satisfacer esa necesidad y después pensar y ver cómo podemos salir adelante. Estamos en una crisis profunda, económica.
Como Iglesia, son un actor social más, pero tampoco pueden atender la totalidad de las problemáticas locales. ¿Sienten que están desbordados, ante la falta de acción de otros actores sociales y políticos?
Esta problemática nos supera. Nosotros también estamos dentro de esa crisis. Intentamos poner la fuerza en el trabajo en red con instituciones, ir acompañando a las familias, a quienes están en el barrio, pero también está lo que le corresponde al Estado. Tiene que estar presente, es el garante de nuestros derechos. A veces se logra, a veces no. Obviamente que esto nos supera.
¿Existen vías de diálogo o posibilidades de gestión conjunta de recursos y soluciones con el Municipio?
Nosotros acá a nivel del barrio gestionamos todo a través de la vecinal, es nuestro contacto, se mueve bastante. Después tratamos de ir buscando juntos alguna alternativa. Las respuestas tardan mucho en llegar. A veces la necesidad es urgente, entonces tratamos de autogestionar entre todos, de fortalecer la economía popular. Es algo que nos puede ir ayudando a salir adelante, a generar un trabajo, un recurso económico para las familias. Venimos caminando en esta línea, fortaleciendo esos lazos con las organizaciones sociales, que son las que buscan esta salida juntos. El trabajo comunitario es la salida colectiva para esta crisis. Es esta luz que nos va guiando en cuál es la clave de la salida a la crisis.
Pese a ser misioneras, ¿se sienten integradas al circuito local, a la comunidad?
Estamos codo a codo con la gente. Nos sentimos, como comunidad religiosos en el barrio, trabajando y buscando la manera de salir de esta crisis. Nos sentimos parte.
¿Cuál es la relación que mantienen, como Iglesia, con los sectores políticos partidarios? ¿Hay tendencias hacia ciertos espacios, se abren espacios de encuentro, de escucha?
Como Iglesia no levantamos una política partidaria. Si bien en lo personal uno adhiere a algún espacio, porque conocemos a las personas y el trabajo social de algunos de los candidatos, -sobre todo a intendente-, no levantamos bandera política. Democráticamente apoyamos la decisión de la mayoría del pueblo de Trelew. En lo personal, creo que como ciudadanos votamos y gana el que vota la mayoría, pero después no tenemos que olvidarnos que somos un organismo de contralor del pueblo, para ver que esa persona esté gestionado de manera correcta los bienes de la provincia, de la ciudad. Somos también protagonistas, para controlar y hacer que funcione la gestión. Tiene que funcionar, tienen que velar por nuestros derechos porque nos están representando a nosotros.
¿De qué manera interpretan y reciben los reclamos actuales de distintos grupos de diversidad, feminismos y otras militancias, que a veces esbozan una fuerte crítica a la Iglesia Católica?
Hay una frase de Francisco antes de ser Papa que dice: "recibir la vida como viene". El valor supremo es el humano, la persona. Ese es nuestro valor supremo. El respeto, el diálogo y el construir juntos. Es el momento de poner el acento en lo que nos une, más que en aquello que nos separa, incluso entre religiones. Buscar lo comunitario, lo colectivo, esa es nuestra clave, el respeto mutuo y valorarnos. Las puertas están abiertas para todos y todas. No hay requisitos, es la vida como viene, como nos llega es la que abrazamos, recibimos y vamos acompañando. Y también siento que en algunos espacios se nos recibe así, como venimos, y nos abrazan y compartimos, con espacios que no son de Iglesia, que hay diversidad, esa es nuestra riqueza también. Todo lo que sea derechos, eso es lo que nos hace más humanos. Buscamos darnos una mano entre todos, como hermanos, como hermanas.
En el marco de la crisis y la incertidumbre, ¿cree que se ha debilitado el sentido religioso? O al contrario, ¿se fortalece?
Es complicado, porque nosotras nos consagramos a Dios, es nuestro estilo de vida. Pero sí creo que uno sale fortalecido de las crisis, aprende cosas nuevas. También desde la fe, desde lo humano, desde el compartir con otros. Creo que siempre salimos fortalecidos, sobre todo los que tenemos la fe en nuestro centro. Poniendo la fe en Dios uno se siente fortalecido siempre. Es nuestra forma de vivir.
¿La fe también sirve como una suerte de consuelo en contextos de crisis social?
El testimonio también hace que quizás otros crean. Incluso uno se siente fortalecido en la fe de tantas personas. Yo lo veo en los chicos: tocan fondo por el consumo y salen adelante. A mí el testimonio de ese pibe me fortalece la fe. Que a ese pibe hoy me lo encuentre trabajando, alquilando una pieza, que haya salido de la calle, que tenga tiempo de rezar, de ayudar en un comedor, de ir al lugar de Cristo, es un testimonio fuerte que nos sigue fortaleciendo y contagia a otros jóvenes también.