El país

Los aviones Super Étendard argentinos que no vuelan

Por Sergio Pintado (SPUTNIK)

Cinco cazabombarderos Super Étendard comprados por Argentina en 2017 siguen sin volar y, según el Gobierno argentino, nunca podrán despegar. En diálogo con Sputnik, el analista en Defensa Santiago Rivas recordó la historia de un modelo que se volvió legendario en la Guerra de Malvinas, pero que con el paso del tiempo se convirtió en un problema.

Los aviones de combate franceses Super Étendard quedaron en la memoria de los argentinos con la Guerra de Malvinas de 1982, cuando fueron clave en golpes como el hundimiento destructor británico HMS Sheffield. Sin embargo, el paso del tiempo podría haber convertido a los aviones, ya discontinuados por Francia, en un verdadero problema para la Defensa argentina.

Un artículo publicado en el diario argentino Página 12 daba cuenta, el 16 de mayo, que el Ministerio de Defensa francés había comunicado oficialmente a Argentina que los cinco aviones Super Étendard que el país latinoamericano había comprado en 2017 jamás llegarían a volar, convirtiendo en estéril la inversión de 12,5 millones de euros que el Gobierno de Mauricio Macri (2015-2019) había hecho en su momento.

Durante una ceremonia por el Día de la Armada, el propio ministro de Defensa argentino, Jorge Taiana, confirmó que los cinco aviones que están en manos argentinas no podrían operar.

"Teníamos previsto recuperarlos, fui a hablar con el ministro de Defensa de Francia y me dijo que no se pueden recuperar por dos razones: los asientos, que los británicos no cedían, y porque hay una serie de piezas que ellos habían visto la posibilidad de hacer y no pueden hacerlas porque el Super Étendard Modernisé está desprogramado", explicó el titular de Defensa en declaraciones recogidas por el portal especializado Pucará.

En diálogo con Sputnik, el analista en Defensa y editor del sitio Pucará, Santiago Rivas recordó que la intención de la Armada argentina de renovar su flota de aviones Super Eténdard viene de los primeros años del siglo XXI, cuando las unidades que habían servido en la Guerra de Malvinas comenzaban a requerir reparaciones.

Por aquellos años Argentina veía la posibilidad de que Francia, que primero había actualizado los Eténdard originales con la versión Super Étendard Modernisé (SEM) y luego había comenzado a sustituirlos por los Rafale, pudiera proveer a menor costo un lote de aviones. Rivas rememoró que originalmente la idea de la compra no era volar esos nuevos aviones, sino utilizarlos como fuente de repuestos para instalarlos en los Étendard que Argentina ya tenía.

"Los aviones argentinos tenían muy pocas horas de vuelo en comparación con los franceses, que ya habían estado en combate y eran operados en portaaviones, lo que genera un desgaste importante", explicó el analista.

Aquel proyecto, que comenzó a gestarse dentro de la Armada en 2004, preveía comprar a Francia entre 10 y 12 aviones. La idea se dilató hasta que entre 2013 y 2014 Argentina dejó de operar los Étendard que tenía en propiedad. La necesidad de adquirir nuevos aviones, o al menos reflotar los que ya tenía, se hizo más urgente para la Armada que, según Rivas, "no quería perder la capacidad aeronaval que tenía con esos aviones".

Al mismo tiempo, Francia comenzaba a despedir para siempre a sus SEM que dejaron de volar para la Marina Francesa en julio de 2016. Rivas explicó que, sabedores de que el interés argentino continuaba, se ofreció al país sudamericano vender los últimos cinco aviones que quedaban y entregar con ellos la totalidad de los repuestos de los que disponía.

La compra se concreta en 2017, aunque la falta de recursos para costear el traslado a Argentina demora la llegada de los cinco aviones dos años más. Finalmente, los cinco Super Étendard Modernisé llegaron a territorio argentino en mayo de 2019.

Los asientos británicos, una piedra en el zapato

Pero los problemas estaban lejos de terminar. Rivas también explicó que los fondos aprobados para la compra no incluyeron dos elementos que sí se habían negociado inicialmente: el soporte logístico de los equipos electrónicos y repuestos para los asientos eyectables, cuyo sistema pirotécnico -necesario para la eyección del piloto- requiere renovaciones periódicas.

En efecto, para poder volar esos aviones Argentina necesitaba restituir los asientos. Sin embargo, no podía recurrir al fabricante original de los asientos, la compañía británica Martin-Baker, debido a la política británica de impedir que cualquiera de sus componentes militares lleguen a Argentina.

Rivas precisó que la imposibilidad de sustituir el sistema de asientos eyectables es lo único que mantiene a los aviones en tierra desde 2017. "Se pusieron en marcha y se hicieron pruebas en pista. Lo único que no se hizo fue volar por no tener los asientos habilitados", explicó.

El experto sostuvo que las actuales declaraciones del ministro refieren a que, ya en su momento, Francia comunicó que no podría hacerse cargo del soporte de los aviones. "Eso siempre se supo", remarcó el analista y periodista.

Argentina en una encrucijada

Por eso una de las alternativas manejadas por Argentina era, según Rivas, apelar a la empresa estadounidense Task Aerospace que ya había trabajado con la Fuerza Aérea de Argentina en cartuchos para asientos de los aviones Skyhawk. Rivas detalló que la empresa había ofrecido desarrollar un cartucho para los asientos de los SEM o directamente cambiar el asiento por uno de diseño estadounidense, una opción que sería más costosa pero que solucionaba el problema a largo plazo.

El otro problema a resolver es el de los demás repuestos que si bien en un 2017 fueron provistos por Francia, van quedando en desuso con el paso del tiempo. Por eso, señaló el analista, Argentina dependería de que sus fabricantes vuelvan a producirlos ahora únicamente para el país sudamericano.

Rivas remarcó que, a pesar de que el Gobierno argentino parece haberlo descartado, "la posibilidad de volar estos aviones siempre está". La clave para eso es, sin embargo, "analizar a qué costo se hace y si se justifica ese costo".

El experto cree que invertir en repuestos para recuperar las naves podría insumir "entre 10 y 20 millones de dólares", y que la Armada de Argentina puede optar por comprar nuevos aviones, lo que podría significar "500 o 600 millones de dólares". Más allá de los costos, Rivas defendió la necesidad de que Argentina mantenga una capacidad de ataque aeronaval importante como forma de "proteger espacios marítimos tan grandes como los que tiene Argentina".

"La necesidad de los aviones está en su capacidad disuasoria. Con los aviones, buques y submarinos, lo que hace Argentina es decir 'tengo la determinación de proteger este espacio' y que los intereses del país van a estar protegidos", concluyó.