Política

Maderna: un peón que soñó ser rey y la leyenda del traidor y del héroe en Trelew

Por Davy Figueiras

En el corazón del paisaje pantanoso que hoy vive la Patagonia, Trelew ha sido testigo y escenario de la promesa y el ocaso de Adrián Maderna. Su perfil de joven universitario pero de origen popular y su paso por el ministerio de Desarrollo Social en la gestión Das Neves le dieron estatus suficiente -dentro de un escenario local de dudosa categoría entre los dirigentes- para convertirse en emergente de la "nueva política".

No tuvo muchos problemas para ganar la intendencia de Trelew e inaugurar el oficio de la gestión en una de las ciudades más importantes de la provincia.

Como un engranaje trabado, nunca pudo desplegar ni expandir su espacio político y siempre terminó escudándose en alguna figura del momento: Das Neves en su comienzo, Buzzi en su minuto de gloria y finalmente, Norberto Yauhar. Yauhar es indudablemente lo más parecido a Zelig, ese personaje emblemático de Woody Allen, por su capacidad de mimetizarse en lugares de privilegio.

Por su parte, Maderna siempre le tuvo alergia al liderazgo. Por eso su espacio, lejos de crecer, fue disminuyendo hasta terminar en él mismo, rodeado de soledad y demandas de punteros y evangelistas.

Tras los pasos de Rosario

Si bien hace tiempo que Trelew viene sufriendo un proceso de destrucción, los últimos 8 años de Maderna fueron lapidarios para la ciudad que hacía gala de su impronta galesa y y de su especialidad para la rosca fina. De la oferta política del Renacimiento en que los dirigentes del Valle -desde Viglione y Maestro hasta Das Neves- marcaban el ritmo de la política provincial y subordinaban al sur díscolo y petrolero. Hoy, marcada por indignos índices de pobreza, indigencia y violencia, es la sombra de lo que supo ser y parece segior los pasos de Rosario.

Las bandas narcos que disputan territorios, la brutalidad de los delitos y el récord de robos son moneda corriente en la ciudad.

Por si fuera poco, la destrucción del empleo privado y el crecimiento de la pobreza se organizan como un cóctel explosivo que llevó al oficialismo a perder un bastión históricamente ligado al Partido Justicialista, fragmentado y cruzado por el ego infinito de sus dirigentes.

La leyenda de un Trelew pujante y seguro quedó en la esperanza infértil. Hoy la ciudad se erige como un páramo, donde la deuda social crece a pasos agigantados.

La permanencia de Maderna en la política se asemeja a la del peón, condenado a dar un paso adelante o atrás, mientras los problemas reales que convirtieron a Trelew en lo que es hoy requieren de un alfil, un caballo o una reina.

Un Astier (más) de la política

Maderna dejará la intendencia de Trelew con índices bajísimos de popularidad y con un déficit político asombroso. Hoy por hoy, el "madernismo" es un oxímoron.

La única explicación posible que existe para que insista con una candidatura a gobernador es su intención de rapiñar algún voto a la coalición Luque-Sastre y provocar daño directo sobre el armado del peronismo mientras beneficia a Nacho Torres, seguramente por principios. Principios al estilo de Groucho Marx: "Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros".

Como el joven Astier del inolvidable Roberto Arlt, Maderna parece haber entablado un pacto fáustico con el gran antagonista, el sonriente Nacho Torres; único beneficiario de esta jugada que pretende astillar al desgastado y crujiente peronismo.

Percatado de la jugada, Yauhar decidió retirarse del juego, renunciando no solo a su puesto en el Ejecutivo, sino también a su socio político; ahora devenido en colectora de Juntos por el Cambio. El legendario Norberto acaba de escupir el carozo de un extraño actor de la política chubutense -oscilante entre la fe religiosa, los punteros dudosos y la necesidad permanente de un líder que lo contenga- al que exprimió durante mucho tiempo con sus propios objetivos tácticos y materiales.

El caso de Maderna es emblemático, un ejemplo nítido de cómo una promesa política puede desmoronarse, de cómo la falta de liderazgo puede llevar a una gestión directamente al fracaso y arrastrar a toda una sociedad.

Claro que como en política siempre hay chances de facturar material y simbólicamente, su jugada contra el peronismo quizá sea una última chance para permanecer como un peón más dentro del ajedrez provincial, sin caerse definitivamente del tablero. Es cierto que el traidor de los unos es el héroe de los otros, pero su mayor riesgo es que se cumpla el apotegma de que todos terminan desembarazándose de ellos para evitar que se cierre el círculo de la traición.

Para desdramatizar el transfuguismo de Maderna, vale la pena recordar a Georges Clemenceau: "Un traidor es un hombre que dejó su partido para inscribirse en otro. Un convertido es un traidor que abandonó su partido para inscribirse en el nuestro".