Pueblos originarios

25 de Mayo: Kalfükura y los "indios, pardos y morenos" que pelearon por una Patria que se considera "blanca"

Por Adrián Moyano

No habían pasado cuatro meses desde los sucesos del 25 de mayo, cuando la Junta de Gobierno y el Cabildo ordenaron una expedición hacia Salinas Grandes, con la firma de los mismísimos Cornelio Saavedra y Mariano Moreno. Se formalizó como jefe de la empresa al coronel Pedro García, quien finalmente se puso en marcha el 21 de octubre de 1810, con el cometido de aprovisionar de sal a la capital insurrecta. Dos jornadas después el militar anotó en su diario: "en este día se caminó desde las 6 de la mañana hasta las 11; se hizo observación, y emprendida la marcha de la tarde, llegamos al paraje nombrado Las Saladas, que es el fin de nuestras poblaciones, más internadas por este punto al infiel". Hasta ahí llegaba la jurisdicción efectiva que las flamantes Provincias Unidas del Sur pretendían heredar de la corona española. Aunque porosa y de borrosa demarcación, la frontera con los pueblos indígenas que habían permanecido en libertad durante el período colonial, pasaba a unos 200 kilómetros de Buenos Aires.

García y su gente sabían que se adentraban en territorios ajenos. El 26 de octubre "por ser costumbre, pasé un recado de atención; avisando de mi paso a Salinas, al cacique Lincon, el más limítrofe de nuestras fronteras". Al día siguiente, cuando la columna de jinetes y carretas estaba a unos siete kilómetros de Cruz de Guerra (actual Departamento de 25 de Mayo), recibió el jefe la visita de un emisario, vocero del "cacique Turuñan, expresándome que me esperaba en Salinas". No obstante, la reacción de los "indios de la comarca" -como los llamó García- no fue tan solícita: antes de que finalizara el mes, se encontró con un mensaje de Lincon, quien había puesto sobre aviso a los demás loncos y además, pedía con vehemencia "que le esperase en el punto que me hallaba". El militar pareció molestarse porque como entre los mapuches no existía centralidad política, fueron varios los werken o voceros que llegaron hasta su posición con avisos similares.

Finalmente, el parlamento se produjo: "salí a recibir al cacique Lincon, que venía con los caciques Medina, Cayumilla, Aucal y Gurupuento". Poco después llegaron Clento, Turuñan y el hijo de Epumel, con más el anciano Oquiro". Más allá de la ortografía, puede advertirse que la mayoría de aquellos loncos llevaban nombre en mapudungun. Entre otras anotaciones, García legó que "entraron en sus parlamentos muy autorizados, manifestando que era un acto de su generosidad permitirnos el paso". Para las y los mapuches que por entonces residían en la actual provincia de Buenos Aires, la revolución no era necesaria. No había realistas que expulsar de sus territorios.

Pelear por la patria

Que España nunca terminara de conquistar el Wallmapu no quiere decir que las distintas expresiones del pueblo mapuche se abstuvieran de participar en el proceso revolucionario que arrancó en 1810, tanto en Provincias Unidas como en Chile. En general, se asume que para honrar la larga serie de tratados que venían celebrando desde el siglo XVII, los loncos mapuches más importantes se alinearon con el bando realista en el actual sur trasandino.

En la Argentina, suele suponerse que después de la Batalla de Maipú (1818) se acabó el asunto y que la gesta revolucionaria sólo continuó en Perú gracias a la maestría de San Martín. Nada de eso, los partidarios de la monarquía se hicieron muy fuertes sobre el Biobío y al interior de la Araucanía, donde contaron con el refuerzo inestimable de los guerreros que lideraron Mariluan y Mañilwenu. Pero hubo otros mapuches que abrazaron la causa patriota, entre ellos, el más estigmatizado por la historiografía colonialista argentina.

Kalfükura

En 1866, un diario de la futura capital publicó una carta que Kalfükura había escrito para Adolfo Alsina, cuando este era gobernador bonaerense: "[...] mi pensar es mucho y me acuerdo de lo que he padecido de que he peleado a favor de la Patria, pues el que peleó primero a favor de la Patria fue el finado cacique Melipan y el finado Coñuepán, estos dos fueron los caciques que pelearon primero por la Patria, así yo también después, seguí mi marcha muy derecha y ayudé a pelear, pero yo entonces era muy joven pues me envejecí peleando pero mi suerte mía era que nunca perdía en mis peleas, así ascendí a Cacique mayor y tuve mi nombre que tengo hasta ahora".

El sello de Calfucurá como General, 30 años después de pelear por la Patria.

En efecto, el toki mayor de Salinas Grandes fue en su juventud combatiente antimonárquico. En otro párrafo del mismo escrito relataba que marchó por vía terrestre hasta Santiago y que desde allí junto con mil hombres munidos de carabinas y fusiles participó del asalto de Valdivia, por entonces plaza fuerte realista. Después, "me vine ya por tierra, ya corrí así para el norte buscando a nuestro contrario hasta que lo encontré no paré y tuve mi pelea en Boroa y después me fui a otra parte, hasta que los hice entregarse a todos, por esto es que tengo mi nombre de Callfucura y hasta ahora soy Callfucura por la gran salud que Dios me ha dado, pues, así padecí por la Patria". La carta continúa. Ángel Pacheco, militar rosista que participó de la campaña de 1833 y había actuado en el sur de Chile después de Maipú, corroboró esas palabras: "Lo he conocido allí y a su hermano Namuncurá el año 18; los dos eran patriotas". Un tanto ingrata fue la Patria con los Kura y sus descendientes.

Limpieza de sangre

Una revista militar que se concretó el 12 de mayo, diez días antes de los sucesos claves, constató la existencia del Cuerpo de Castas, unidad que reunía "naturales, pardos y morenos", según la terminología de la época. La conformaban 519 hombres. Al comienzo, la Junta de Buenos Aires no quiso sumar más afroamericanos a las tropas que debió organizar con urgencia. Todavía esclavos, muchos se ofrecieron para adiestrarse en días no laborables y para fundamentar su intención acreditaron desempeños durante las invasiones inglesas. Sin embargo, la propuesta no encontró buena acogida. En septiembre de 1810, tres afros -apenas uno libre- pidieron jinetas de oficiales con el propósito de "tener a los negros esclavos prontos para cuando sea preciso", pero una vez más los gobernantes postergaron una definición.

Tres siglos de racismo no podían borrarse por decreto y se suscitaron conflictos. Cuando oficiales del Cuerpo de Castas pasaron a otras unidades, camaradas suyos que se consideraban superiores racial y socialmente protestaron ante su comandante, al "no ser competente para alternar con ellos la calidad y nacimiento del capitán y teniente de la Compañía de Fusileros naturales agregados al 2° Batallón". La irritación se produjo en la unidad de Patricios, que todavía tenía como comandante a Saavedra, de manera que los oficiales ofendidos pidieron su intervención y exigieron que el teniente cuestionado "exhiba una exacta y rigurosa constancia de la limpieza de sangre". En julio de 1810, la Junta accedió a la demanda racista, en el caso del capitán por ser "reputado por pardo y casado notoriamente con mujer de esta calidad".

Castelli y los afroamericanos

En noviembre del mismo año llegó el momento de verse las caras con el enemigo en el Alto Perú. Al observar el desempeño de los soldados afros, Juan José Castelli elevó a la Junta la siguiente solicitud: "El capitán de los morenos es muy recomendable por sus virtudes sociales. Puede suceder que convenga manejar el resorte del honor hasta el caso en que se asemejen a un hombre fundido de nuevo en el crisol de la educación e ilustración. ¿No pudiera declararse cuando lo exija la oportunidad, el uso del don a uno de Castas, o la calidad de distinguido si es soldado?" (el subrayado es del que firma). Investigadores no encontraron la respuesta del gobierno, pero para marzo de 1811 los capitanes de los "morenos patricios de Buenos Aires" ya anteponían el Don a sus nombres en las listas, privilegio que correspondía sólo a los oficiales.

El futuro Ejército del Norte también tuvo sus componentes afros. No por nada participó de sus victorias y derrotas María Remedios del Valle, en cuya vida se inspiró el Estado para instituir el Día Nacional de los/las Afroargentinos/as y de la cultura afro (8 de noviembre). Tanto su marido como sus hijos formaron parte de los contingentes patriotas. Otro tanto ocurrió con el Ejército de los Andes: es célebre la actuación del Batallón 8 de Infantería en Chacabuco. Se integró con esclavos que, al reclutarse, buscaban la libertad. Así vivieron la revolución antimonárquica los "indios, pardos y morenos", que como expresara Kalfükura, padecieron y pelearon por una patria que aún hoy, se cree exclusivamente blanca y los mira de soslayo.

*Periodista y escritor

Notas

El "Diario de un viaje a Salinas Grandes en los campos del sud de Buenos Aires", de Pedro García, está incluido en la "Colección de obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las provincias del Río de la Plata", que compiló Pedro de Angelis (Editorial Plus Ultra - 1969).

Las cartas del toki están agrupadas en "Juan Calfucurá. Correspondencia 1854-1873" (Colihue - 2015), trabajo monumental de Omar Lobos.

Los apuntes sobre la participación de afro-rioplatenses en las primeras tropas patriotas, los tomé de "Campañas militares argentinas. La política y la guerra", de Isidoro Ruiz Moreno (Emecé - 2005).