Opinión

La devaluación y el día de Acción de Gracias

Por Rodolfo García *

El presidente Abraham Lincoln estableció la festividad del Día de Acción de Gracias para conmemorar a los colonos británicos que llegaron al país en el año 1620 a bordo del barco Mayflower. Esa medida daba "Gracias a Dios" por la primera cosecha obtenida después de un invierno duro y seco.

El Día de Acción de Gracias se conmemora todos los años en Estados Unidos el cuarto jueves de noviembre. La celebración se realiza preparando un banquete para familiares y amigos y el plato principal para la cena "de gracias" es un gran pavo asado u horneado.

El pavo es un ave autóctona de ese país y la costumbre es criarlo durante el año para dicha festividad; es muy común ver los pavos cautivos en los patios y jardines traseros de las casas.

Una mano, todos los días, le da de comer maíz y el pavo crece y crece. Una mano lleva su ración diaria para que el pavo esté en su zona de confort y bienestar. La mano amiga, todos los días, lo alimenta y lo alimenta en su cautiverio.

Hasta que un día, la misma mano que le dio de comer y lo alimentó y cuidó durante meses, lo toma del pescuezo y lo asfixia y asfixia hasta la muerte.

La mayoría de los últimos presidentes argentinos emplearon durante sus gobiernos modelos económicos que terminaron ajustando por explosión. Isabel y su ministro de Economía Celestino Rodrigo con su famoso Rodrigazo del año ´75.

Alfonsín y su ministro Sourrille con el Plan Austral en el año ´85.

Menem y Erman González con su confiscación de los depósitos por medio del Plan Bonex del año ´89.

La ficción del Plan de Convertilidad del ministro Cavallo en 1991 decretando el "uno a uno" de paridad cambiaria entre el peso y el dólar.

Duhalde y Remes Lenicov con la mega devaluación y pesificación asimétrica del 2002.

Y ahora...

Los ministros de Economía, con la anuencia y sumisión de sus presidentes, generan un placebo que contiene condiciones favorables de vida para los argentinos y crean un estado de bienestar aceptable para la mayoría de la población; especialmente para los sectores más vulnerables. Dicha situación es irreal, ficticia y artificial y puede durar meses o años, pero irremediablemente es un modelo que termina ajustando por explosión y produciendo una brutal devaluación de la moneda que perjudica y da de lleno en los ingresos de las clases humildes a las que, paradójicamente, decían proteger.

Algún día, mucho más temprano que tarde, vastos sectores sumergidos de la sociedad descubrirán la estafa y el engaño y sabrán de quién era la mano amiga que los asfixiaba y asfixiaba hasta la muerte.

*Ingeniero agrónomo y escritor. Ediciones Espacio Hudson acaba de publicar su novela "Niebla polar" (espaciohudson.com)