Pueblos originarios

Capitalismo y genocidio: flores para Tropachun, Yangkinao, Inakayal, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht

Por Adrián Moyano*

Sus restos no están allí. Apenas hay que desviarse unos metros del sendero para encontrar un tanto de recogimiento y silencio. En los inviernos, el camino puede estar barroso y oscuro; en los veranos, concurrido por turistas o runners. El Tiergarten es enorme y antaño, difícilmente la aristocracia que se valía de sus arboledas para cazar ciervos o jabalíes, imaginara que en sus intimidades se brindara homenaje a dos revolucionarios. A pasos de un pequeño pero poblado lago, se levantan austeros memoriales que recuerdan a Rosa Luxemburgo y a Karl Liebknecht. En el caso de la inmensa polaco-alemana, apenas una placa con inscripciones. Para su compañero de lucha y destino, una columna un tanto más visible e importante. Sus restos no están allí, pero siempre hay claveles rojos que honran sus respectivas memorias, tan ardientes como desdichadas. Patos y demás aves acuáticas vecinas amparan el respeto en silencio.

Con sus asesinatos se atenuó la segunda oleada revolucionaria que conmovió Alemania a comienzos de 1919. La traición socialdemócrata permitió que participaran de la represión los así llamados Freikorps (Cuerpos Libres), fuerza paramilitar anti obrera que se organizó a partir del Ejército. Decidió las muertes de Rosa y Liebknecht un coronel, comandante de las fuerzas que no querían saber nada con la república ni con la democracia. Rosa perdió la vida a manos de soldados y oficiales, que previamente la torturaron. En un gesto de infame cobardía, lanzaron su cuerpo a las aguas del Landwehrkanal, vía acuática que es navegada por miles de turistas en los veranos de Berlín. Guías de turismo suelen mencionar el acontecimiento, aunque turben momentáneamente el estado de ánimo festivo de los visitantes. Podrían no hacerlo, pero la opulenta capital alemana tiene una férrea tradición revolucionaria que, a fin de cuentas, también es su atractivo.

Liebknecht perdió la vida el mismo día que su compañera de militancia, el 15 de enero de aquel año, merced a un balazo que puso fin a prolongadas torturas. Alrededor de 100 mil trabajadores convirtieron su funeral y el de otros 33 caídos en una contundente movilización. Encontraron el cuerpo de Rosa el 31 de mayo y al darle sepultura, se renovó la multitudinaria concentración. Hubo juicios para quienes perpetraron las masacres, pero terminaron en la impunidad. No satisfechos, en 1935 los nazis destruyeron el enterratorio de la "cerda judía" y robaron sus restos. Quince años después, ejercía la presidencia de la República Democrática Alemana Wilhelm Pieck, único sobreviviente de aquellos secuestros masivos. Dispuso que se buscara el cuerpo, pero las pesquisas fueron infructuosas. En 2023, los ritos de homenaje se mantienen, entre ellos, dejar claveles rojos en la placa y en la columna del Tiergarten.

La hija de Foyel

Un año de antes de que Rosa Luxemburgo naciera en la lejana Polonia, el sitio donde actualmente se erige Pilcaniyeu (Río Negro), bullía de actividad. Contingentes de tres pueblos coincidieron en el paradero, mientras se aproximaban a la ruca del gran Sayweke, referente político de la Gobernación Indígena de Las Manzanas. A comienzos de abril iba a realizarse un trawün o encuentro, para dirimir cuestiones políticas y afianzar la alianza que, por entonces, mantenían los mapuches "manzaneros", los günuna küna (tehuelches del norte) y los aonikenks (tehuelches del sur). Una construcción plurinacional, si usáramos terminología contemporánea.

Es posible reconstruir algunos acontecimientos porque junto con los más sureños cabalgaba George Musters, quien legó un invalorable diario de viaje. En las inmediaciones de Las Bayas o Ñorquinco (Río Negro), el inglés había conocido al lonco Foyel, uno de los responsables políticos de los mapuches y por entonces, compañero inseparable de Inacayal. Ya en Pilca y "como la carne escaseara, comí en el toldo de Foyel parte de una pequeña torta de maíz y un postre de manzanas y piñones; comida en la que hizo los honores la hija de Foyel", anotó para una jornada de otoño. El europeo describió a su anfitriona como "linda muchacha de diez y ocho años con largos cabellos negros y sedosos" y la cuestionó, porque "esta señorita no se humillaba nunca haciendo algún trabajo doméstico, aunque de vez en cuando aplicaba sus delicados dedos a la aguja", es decir, la textilería mapuche. Bella e hija de un lonco, la mujer despertaba suspiros entre los galanes de la comunidad. Días después, unos 250 jinetes cruzaron el Limay al sur de Paso Flores para participar de la asamblea en los campos aledaños a los toldos de Sayweke. En la margen izquierda del histórico río, fueron recibidos "por algunos indios de Inacayal", quienes agasajaron a los recién llegados con manzanas. Por la noche, Musters conoció al lonco. Para saludar el arribo de sus parientes y amigos del sur, dispuso que se trajeran "unas cuantas vacas y yeguas que fueron sacrificadas". Nótese la holgura material de Inacayal y su gente, porque menos de 15 años después se convertiría en la más humillante de las pobrezas.

En la primavera de 1884, se terminó la espléndida libertad de los mapuches del sur. En primera instancia, fueron capturados en Fortín Villegas la mayoría de los hombres que seguían la orientación política de Foyel e Inacayal. Por el testimonio que legó Katrülaf, sobreviviente de la Campaña al Desierto, sabemos que el contingente se había acercado a esa posición con el ánimo de comerciar y pactar una reanudación de las raciones, interrumpidas desde 1880. Los militares mantuvieron las apariencias hasta último momento, para después cautivar a los mapuches. Víctimas de una extorsión, los loncos condujeron a un destacamento hasta las costas del arroyo Genoa, donde un fusilamiento preventivo provocó una treintena de muertos. Desde entonces, también estuvieron en poder de los milicos las mujeres y la niñez mapuche. Entre ellas, aquella joven de "cabellos negros y sedosos".

Imposición cristiana

Tropachun, óleo de Daniel Guerrero (Trelew).

En diciembre del mismo año, la Iglesia representó su parte en la función de aportar al borramiento de las identidades, con bautismos masivos de la gente prisionera. Una de las actas consigna la imposición del sacramento cristiano a "la India Tropa-chun Foyel", hija del lonco Foyel y compañera del "capitanejo Colo-Pichuin". Su nombre quedó como Margarita Foyel de Colo-Pichuin, por disposición del sacerdote Francisco Vivaldi. Con esa imposición Tropachun tuvo que abandonar los campos en los que había brillado, así pasó por los centros de concentración de Valcheta y Chichinales, así sufrió hacinamiento en el vapor "Villarino" y finalmente, languideció en Retiro, Tigre y el hediondo Museo de Ciencias Naturales de La Plata. En la institución donde mandaba Francisco Moreno, la muerte la encontró el 23 de septiembre de 1887. El cura que la bautizó consignó que en 1884 contaba con 26 años, cálculo que no coincide con el de Musters, pero como fuera, era joven. De aquella belleza que describiera el inglés poco queda en las fotografías que le tomaron. Una gran cicatriz cruza su rostro y, además, en algunas de las imágenes aparece un bebé, del que nada pude saber. Una semana antes, había dejado de existir Yangkinao, la compañera de Inacayal (Vivaldi anotó Yanke-Néu o Llanke-Néu). Y por macabra coincidencia del calendario, un año después, murió el lonco que resistió hasta que más no pudo en el silencio de los campos y la soledad de los bosques. Pocas primaveras más tristes que las de 1887 y 1888.

Los restos mortales de Inacayal fueron objeto de dos restituciones y supuestamente, descansan en Tecka (Chubut). Estuve allí en 2017 para presentar mi libro sobre su trayectoria vital, pero cuando quise visitar el pequeño mausoleo, estaba cerrado. Es dependencia municipal y era viernes por la tarde. Por su parte, los restos de Margarita Foyel fueron restituidos al territorio de la comunidad mapuche Las Huaytekas. Hasta el momento, no se hizo público el emplazamiento del enterratorio y es comprensible, porque la comunidad mantiene a raya varias apetencias empresariales.

Difícilmente Rosa Luxemburgo estuviera al tanto de la suerte que corrió el pueblo mapuche, pero explicó con claridad a qué obedecieron procesos como la Campaña al Desierto. Después de una de las típicas crisis del capitalismo, sobrevino una fase de expansión y entonces, las potencias europeas se lanzaron a disputar "una carrera por la conquista de países y territorios no capitalistas en el mundo". La intelectual y activista ejemplificó con Inglaterra en Sudáfrica y Egipto, con Francia en el norte de África y Tonkín, con Italia en Abisinia, con Rusia en el centro de Asia y Manchuria, con Alemania en África y Oceanía e inclusive con Estados Unidos en Filipinas. La diferencia es que aquí, las tropas británicas se ahorraron el polvo de las marchas y alguna cuota de sangre. Fue el Ejército Argentino el que puso al antiguo territorio mapuche y tehuelche en la órbita del funcionamiento capitalista.

Colonialismo y genocidio mediante, Inacayal, Yangkinao, Tropachun y otros miles de mapuches, perdieron la vida como consecuencia del capitalismo y sus apetencias de expansión. Tres décadas después, Rosa, Karl Liebknecht y otros miles de revolucionarios fueron asesinados para que nada amenazara la tasa de ganancia de la burguesía. En sus memoriales siempre hay flores para saludar sus convicciones y conductas inclaudicables. No será una costumbre mapuche, pero yo también quiero dejar claveles o mejor, amancay que saluden la memoria libre de aquella "linda muchacha" y sus tíos. Quiero flores para Tropachun, Yangkinao e Inakayal.

*Escritor y periodista.