La gestión de Mariano Arcioni concluyó sorpresivamente el primer semestre del año con superávits gemelos, uno primario de 22.456 millones de pesos y el financiero que ascendió a los 13.302 millones. A esos saldos positivos llegó a pesar de que los ingresos quedaron 0,5% debajo de la inflación, con un 20% de retroceso en las regalías y un 4,3% de la Coparticipación. El superávit se logró ajustando los gastos del Estado que fueron un 19,2% menores a los niveles inflacionarios. Los salarios quedaron 14 puntos debajo de la suba de los precios, 53 puntos las transferencias a los Municipios, 9 puntos los pagos a la seguridad social y se bajó el pago de los intereses de la deuda. Si se contabilizan los pagos a ejercicios anteriores que ascendieron a los 23.844 millones de pesos, el saldo final termina siendo deficitario en 11.731 millones.
El Extremo Sur pudo acceder en forma exclusiva a los números del primer semestre del 2023 y los resultados superavitarios con que se manejó la actual gestión, más allá de la absoluta ausencia de información oficial y la desaparición de las páginas donde poder acceder a los datos que deberían ser públicos, los que se obtuvieron en base a un fuerte recorte del gasto de la Administración estatal.
El saliente gobierno de Mariano Arcioni y su ministro de Economía Oscar Antonena serán recordados por haber aplicado varios ajustes en el último período de gestión, pero esencialmente por haber congelado en el 2020 y 2021 los sueldos de los empleados públicos y los jubilados provinciales. Esa pérdida de poder adquisitivo no se recuperó jamás más allá de las recomposiciones en los sueldos durante este 2023.
El superávit primario de la provincia fue de 22.456 millones de pesos, reflejando muy claramente como se gastó muchísimo menos de lo que se recaudó en la primera mitad del año.
Mientras que el resultado financiero resultó superavitario en 13.302 millones de pesos, dándole continuidad al concepto de ajuste en el gasto público.
En el ítem de pagos a ejercicios anteriores se deben contabilizar 23.844 millones de pesos para la cancelación mayoritariamente de deudas salariales y de transferencias a Municipios. Cuando se contemplan estos pagos el superávit se convierte en un déficit que asciende a los 11.731 millones de pesos.
El superávit primario conseguido a junio pasado fue similar a los 21.147 millones de pesos que el Estado pagó de salarios a los 64.000 empleados públicos y jubilados provinciales durante ese mismo mes; es decir que gracias al ajuste en los últimos dos años se terminó ahorrando en el primer semestre una masa salarial completa.
Un saldo positivo similar se había generado, más allá de la inexistente información oficial y pública que se extiende desde el incendio de la Casa de Gobierno en diciembre de 2021, en los números del 2022 donde el resultado primario superavitario había ascendido a los 15.272 millones de pesos y el resultado financiero a los 4.399 millones.
El primer año de la posta pandemia también arrojó saldos positivos para la gestión arcionista. El 2021 concluyó con un resultado primario superavitario de 15.653 millones de pesos y el financiero se ubicó en los 9.176 millones.
Todos estos saldos positivos para el Ejecutivo se consiguieron sobre la base del ajuste del gasto público, que recayó esencialmente sobre el salario de los estatales y los jubilados provinciales; pero también en los menores pagos de deuda luego de la renegociación que traspasó los mayores vencimientos en dólares a la próxima gestión.
Ingresos equilibrados con la inflación
A lo largo del primer semestre del año lis ingresos corrientes de la provincia casi que empataron con la inflación interanual del 111,6% medida por el INDEC hasta junio según el IPC Patagonia.
Con un aumento 111,1% interanual los ingresos terminaron quedando en su conjunto apenas un 0,5% debajo de la suba de los precios.
El impulso alcista estuvo esencialmente traccionado por los impuestos de recaudación propia (Ingresos Brutos, Patentes, Inmobiliario y Sellos) que subieron en seis meses un 20,3% arriba de la escalada inflacionaria.
Mientras que tiró hacia abajo fuertemente el rubro de las regalías petroleras ya que quedaron en el primer semestre un 20,6% atrás de la inflación, producto esencialmente de la constante baja en la producción petrolera.
En tanto que los ingresos por Coparticipación Federal de Impuestos perdieron un 4,3% frente a la inflación en los seis primeros meses del año.
Obsesión por el ajuste del gasto
La clase dirigente ha elegido dos vías para administrar el Estado, una es la remanida receta del ajuste del gasto público que se ha transformado en una muletilla de oficialistas y opositores por igual.
La otra vía es la del endeudamiento constante, ya sea en moneda extranjera para unos o con la emisión de moneda nacional para otros; pero ambos terminan confluyendo en la deuda como mecanismo para solventar sus acciones como gobernantes.
Todos prometen bajar achicar el Estado y reducir los gastos en salarios, pero a ningún político se le ocurre aumentar los ingresos de forma considerable y permanente. La redistribución es una consigna vacía que jamás se aplica en profundidad y sigue facilitándose que quienes más ganan sostengan su acumulación de riquezas a costa de los que menos tienen, ni que hablar en tiempos inflacionarios como los actuales.
Esa obsesión por ajustar y ajustar se reflejó otra vez en los números de Chubut ya que los gastos corrientes cayeron un 19,2% frente a la inflación y el sector más ajustado fue el de los salarios y jubilaciones.
El gasto para el pago de personal representó en el primer semestre el 56% de la totalidad pagado por el Estado, en tanto que los desembolsos para los sueldos quedaron un 14,4% por debajo de la línea de la inflación interanual.
El segundo rubro en importancia es el de las prestaciones de la seguridad social -esencialmente jubilaciones provinciales- que representa el 21,4% del total de los gastos y allí la pérdida frente a la inflación fue del 9,4%.
Las transferencias corrientes enviadas a las Municipios acaparan el 12,3% de los gastos y quedaron un 53,6% detrás de la suba de los precios, reflejándose como el sector más impactado por el ajuste en el primer semestre.
Los pagos de intereses de la deuda significan el 4,2% de los gastos en la primera mitad del año insumieron un 28,5% menos de lo que subió la inflación interanual.
Como los sueldos de los estatales vienen siendo la variable de ajuste desde los tiempos de pandemia en el 2020 y 2021, con pequeñas recuperaciones en el 2022 y corriendo por detrás de la inflación en este 2023, su impacto es altamente positivo en el esquema de ajuste y saldos superavitarios para las cuentas públicas.
Por más que los salarios estatales hayan empatado contra la inflación el año pasado y lo consigan hacer en el actual, la gran pérdida de poder adquisitivo se produjo desde hace tres años y esos indicadores no se recuperaron jamás.
No es casual que junto a los superávits de este primer semestre, los del 2022 y los del 2021 -todo años donde impactaron los ajustes en los sueldos desde la pandemia; el otro año con fuerte saldo superavitario para las cuentas públicas de la provincia haya sido el 2018 cuando también se ajustó fuertemente sobre los sueldos de los empleados públicos y los jubilados.
Desprecio por mejorar los ingresos y perspectiva
Los ingresos resultaron equilibrados, pero podría haber terminado en muchísimas mejores condiciones si el Estado provincial intervenía en el sector petrolero para evitar el desplome de la producción para de esa manera incrementar notablemente los ingresos por regalías.
Aunque también podría haber elevado su recaudación cobrando y mejorando los ingresos por la pesca -vale recordar que se terminó de caer el Fondo Ambiental Provincia (FAP)- o por el campo y la producción rural -que se volvió a estar eximida de pagar el impuesto Inmobiliario Rural-.
Esta ha sido una política constante de la gestión de Arcioni y Antonena, despreciando por completo la posibilidad de aumentar los ingresos y recaudar como corresponde; mientras que por el contrario se han buscado atajos falaces e ilusorios como la minería o el endeudamiento constante que han llevado a la provincia a la actual situación de deterioro y crisis cíclica.
Lo más curioso es que a pesar de no haber instrumentado ningún cambio propositivo en el terreno de los ingresos, la actual administración consiguió superávits gemelos que para nada se vieron reflejados en la mejora de la calidad de vida de los chubutenses.
Una agenda sin respuesta
Sigue habiendo escuelas sin clases por problemas edilicios o de falta de infraestructura; Comodoro Rivadavia se queja por la falta de fondos para reparar el desplazamiento de la Ruta 3 en el Cerro Chenque o el desmoronamiento en el Chalet Huergo; la Comarca Andina continúa con serios problemas de servicios; la Ruta 40 ha quedado peor que cualquier camino bombardeado en Ucrania y las falencias estructurales de la provincia persisten desde hace largos años sin solución, como sucede con los constantes cortes de agua y energía.
El desafío inmenso de Torres
La nueva administración de Ignacio Torres deberá asumir la responsabilidad política de revertir la situación crítica que atraviesa la provincia.
Para conseguirlo el joven gobernador deberá patear el tablero y comenzar a revertir años de repetitivas políticas ineficientes y sumisas para con los poderosos de siempre, a partir de negociaciones que preserven los intereses básicos del Estado.
De lo contrario, es posible que deba enfrentar un cuadro de creciente protesta social y paralización de sectores esenciales del Estado.
Los trabajadores estatales y los jubilados no son los responsables de la situación creada por la administración Arcioni, y posiblemente salgan a reivindicar sus derechos si no visualizan un plan consistente de reconstrucción.