¿Por qué hay un boom de librerías en la ciudad de Buenos Aires?Varias librerías abrieron sus puertas en los últimos días en la ciudad de Buenos Aires y otras están a punto de hacer lo mismo, un fenómeno que se extiende desde Saavedra a Recoleta y desde Villa Crespo a Belgrano y que parece difícil de explicar dados los desafíos del sector. -como la escasez de insumos de papel- y un contexto económico de incertidumbre, pero los flamantes libreros consultados hacen referencia a un formato -la librería de barrio- que salvó a la industria en plena pandemia, sumado a un profundo amor por los libros y sueños de toda una vida que el encierro sólo aceleró.
Las flamantes librerías Te llamo el viernes (La Pampa 1569) en el barrio de Belgrano, Metonimia (Amenábar 3656) en Saavedra, Verne (Juan Ramírez de Velasco 1427) en Villa Crespo y una nueva sede de Céspedes dentro del Centro Cultural Recoleta ( Junín 1930) se suman al mapa literario de una ciudad históricamente conocida por tener la mayor cantidad de librerías del mundo, mientras el centro cultural Naesqui, en Villa Ortuzar, se prepara para abrir sus puertas a principios de 2024, con una librería, un sucesión de inauguraciones que invita a analizar el fenómeno con mayor profundidad.
En un contexto económico de incertidumbre en Argentina, con precios de los libros en alza, escasez de papel y libros entre los primeros gastos que se reducen en tiempos de crisis, ¿a qué se debe este auge? "Para los que venimos del mundo de los libros, este es nuestro retiro a la playa. Abrir una librería es nuestro Ipanema", dice a Télam Ignacio Iraola, exeditor del Grupo Planeta, que abrirá en 2024 junto a su socio Pablo Slonimsqui. un centro cultural llamado Naesqui, con librería, en la esquina de Charlone y 14 de Julio, frente a la Plaza 25 de Agosto, en el barrio Villa Ortuzar.
"El shock de la industria del libro fue con la pandemia y cuando las cadenas, al estar en centros comerciales y avenidas, no pudieron abrir, el librero independiente -la librería de barrio, la cercana- salvó a la industria. Tuvieron una epopeya. Hubo un cambio pospandemia muy potente. Y eso cambió mucho el escenario porque las librerías independientes empezaron a tener un peso diferente", analiza Iraola y añade sobre su proyecto personal: "Me interesa que a la librería le vaya bien pero mi objetivo no es enriquecerme. Nadie se hace rico. millonario con una librería".
Algo parecido al fenómeno de la venta de entradas para conciertos, con sus precios astronómicos que el público está dispuesto a pagar, quizás como consecuencia de los "aprendizajes" que dejó la pandemia: la inestabilidad en diversos aspectos de la vida cotidiana que se traducen en una constante impulso de "vivir el momento" y de apostar por los sueños, que en el caso de las nuevas librerías podría traducirse en algo como: Si no es ahora, ¿cuándo?
"Mi sueño es Luna de Avellaneda", subraya el exdirector de Planeta, "ser la gestora cultural de mi barrio, una librería con un espacio gigante arriba para talleres y presentaciones de libros, con una pequeña cafetería. Vamos a tomar la acera, cortar la calle, hacer una bicicleta de escritores en la plaza, con la creencia de que hay que sacar los libros a la calle. Se inaugurará entre marzo y mayo de 2024", confirma Iraola, con 30 años de experiencia en la industria editorial.
Para Paulina Cossi y Paola Lucantis, también provenientes del mundo editorial, la apertura de su librería Te llamaré viernes -nombre que tomaron prestado de la escritora Almudena Grandes- tuvo que ver "con la necesidad de hacer un trabajo, profesional y la vida, que nació en plena pandemia", afirman.
"Al principio era una idea que nos permitía trabajar, distraernos de todo lo que estaba pasando y centrarnos en una idea de futuro. Ambos tenemos mucha experiencia en el mundo de los libros, de la comunicación, así que por qué no tener nuestro propio espacio. Empezar con algo concreto y dejarlo crecer hasta donde tenga que crecer", dice Paulina Cossi a Télam.
Pero esta particular tienda, en el bajo Belgrano, a pasos del barrio chino, apuesta por un maridaje entre libros y vinos: "Queríamos montar un negocio que pudiera diversificarse. Desde el principio lo pensamos con dos grupos de productos. Sabíamos que las actividades iban a ser una excusa. Durante décadas organizamos actividades gratuitas y alquiladas, era cuestión de pensar qué queríamos hacer en el espacio que teníamos y combinarlo de la mejor manera posible para que fuera una propuesta interesante para la gente. Hacemos actividades abiertas y gratuitas y otros pagos", detalla Paola Lucantis.
Fuente: Télam
Varias librerías abrieron sus puertas en los últimos días en la ciudad de Buenos Aires y otras están a punto de hacer lo mismo, un fenómeno que se extiende desde Saavedra a Recoleta y desde Villa Crespo a Belgrano y que parece difícil de explicar dados los desafíos del sector. -como la escasez de insumos de papel- y un contexto económico de incertidumbre, pero los flamantes libreros consultados hacen referencia a un formato -la librería de barrio- que salvó a la industria en plena pandemia, sumado a un profundo amor por los libros y sueños de toda una vida que el encierro sólo aceleró.
Las flamantes librerías Te llamo el viernes (La Pampa 1569) en el barrio de Belgrano, Metonimia (Amenábar 3656) en Saavedra, Verne (Juan Ramírez de Velasco 1427) en Villa Crespo y una nueva sede de Céspedes dentro del Centro Cultural Recoleta ( Junín 1930) se suman al mapa literario de una ciudad históricamente conocida por tener la mayor cantidad de librerías del mundo, mientras el centro cultural Naesqui, en Villa Ortuzar, se prepara para abrir sus puertas a principios de 2024, con una librería, un sucesión de inauguraciones que invita a analizar el fenómeno con mayor profundidad.
En un contexto económico de incertidumbre en Argentina, con precios de los libros en alza, escasez de papel y libros entre los primeros gastos que se reducen en tiempos de crisis, ¿a qué se debe este auge? "Para los que venimos del mundo de los libros, este es nuestro retiro a la playa. Abrir una librería es nuestro Ipanema", dice a Télam Ignacio Iraola, exeditor del Grupo Planeta, que abrirá en 2024 junto a su socio Pablo Slonimsqui. un centro cultural llamado Naesqui, con librería, en la esquina de Charlone y 14 de Julio, frente a la Plaza 25 de Agosto, en el barrio Villa Ortuzar.
"El shock de la industria del libro fue con la pandemia y cuando las cadenas, al estar en centros comerciales y avenidas, no pudieron abrir, el librero independiente -la librería de barrio, la cercana- salvó a la industria. Tuvieron una epopeya. Hubo un cambio pospandemia muy potente. Y eso cambió mucho el escenario porque las librerías independientes empezaron a tener un peso diferente", analiza Iraola y añade sobre su proyecto personal: "Me interesa que a la librería le vaya bien pero mi objetivo no es enriquecerme. Nadie se hace rico. millonario con una librería".
Algo parecido al fenómeno de la venta de entradas para conciertos, con sus precios astronómicos que el público está dispuesto a pagar, quizás como consecuencia de los "aprendizajes" que dejó la pandemia: la inestabilidad en diversos aspectos de la vida cotidiana que se traducen en una constante impulso de "vivir el momento" y de apostar por los sueños, que en el caso de las nuevas librerías podría traducirse en algo como: Si no es ahora, ¿cuándo?
"Mi sueño es Luna de Avellaneda", subraya el exdirector de Planeta, "ser la gestora cultural de mi barrio, una librería con un espacio gigante arriba para talleres y presentaciones de libros, con una pequeña cafetería. Vamos a tomar la acera, cortar la calle, hacer una bicicleta de escritores en la plaza, con la creencia de que hay que sacar los libros a la calle. Se inaugurará entre marzo y mayo de 2024", confirma Iraola, con 30 años de experiencia en la industria editorial.
Para Paulina Cossi y Paola Lucantis, también provenientes del mundo editorial, la apertura de su librería Te llamaré viernes -nombre que tomaron prestado de la escritora Almudena Grandes- tuvo que ver "con la necesidad de hacer un trabajo, profesional y la vida, que nació en plena pandemia", afirman.
"Al principio era una idea que nos permitía trabajar, distraernos de todo lo que estaba pasando y centrarnos en una idea de futuro. Ambos tenemos mucha experiencia en el mundo de los libros, de la comunicación, así que por qué no tener nuestro propio espacio. Empezar con algo concreto y dejarlo crecer hasta donde tenga que crecer", dice Paulina Cossi a Télam.
Pero esta particular tienda, en el bajo Belgrano, a pasos del barrio chino, apuesta por un maridaje entre libros y vinos: "Queríamos montar un negocio que pudiera diversificarse. Desde el principio lo pensamos con dos grupos de productos. Sabíamos que las actividades iban a ser una excusa. Durante décadas organizamos actividades gratuitas y alquiladas, era cuestión de pensar qué queríamos hacer en el espacio que teníamos y combinarlo de la mejor manera posible para que fuera una propuesta interesante para la gente. Hacemos actividades abiertas y gratuitas y otros pagos", detalla Paola Lucantis.
Fuente: Télam