A un año del violento desalojo en Villa Mascardi, persisten las secuelas en la comunidad mapucheEl día de ayer hizo un año que en la madrugada del 4 de octubre del 2022, más de 200 efectivos de la Policía Federal se desplegaron en la zona de Villa Mascardi para llevar a cabo el desalojo de los nueve lotes que la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu usurpaba. Sin embargo, la acción policial solo logró detener a las mujeres, mientras que los hombres lograron escapar hacia la montaña, dejando una sensación de impunidad en el aire.
A pesar de que ha pasado un año desde aquel operativo, la tranquilidad en Villa Mascardi se mantiene frágil. El conflicto de fondo aún no ha sido resuelto, y son pocos los que tienen esperanzas de que se llegue a una solución en el corto plazo. Los pobladores, que aún viven con miedo a las represalias, relatan haber vivido "cinco años de terror", en los que se hizo mucho daño en la zona.
Los predios que la comunidad Lafken Winkul Mapu usurpaba están ahora llenos de escombros y los árboles talados, dando cuenta de la destrucción que provocaron durante su ocupación. El antiguo hotel Mascardi ya no existe más, y los propietarios de los lotes usurpados afirman que aún no hay condiciones para reconstruir sus viviendas, esperando un cambio de Gobierno a nivel nacional para poder hacerlo.
Aunque algunos pobladores encuentran cierta tranquilidad con la presencia permanente de las fuerzas de seguridad en la zona, hay quienes temen que si los efectivos se retiran, la comunidad mapuche retornará y volverá a causar problemas. Además, en los años de usurpación, se denunció una ausencia del Estado, con intercambios de responsabilidad entre los funcionarios de la justicia provincial y federal.
El desalojo de Villa Mascardi dejó secuelas profundas en la comunidad, y la calma actual no es más que una apariencia frágil. La reconstrucción de los hogares destruidos aún está lejos de ser una realidad, y el conflicto subyacente no parece tener pronta solución. La tragedia de Villa Mascardi continúa, y la esperanza queda en manos de un futuro incierto.
Fuente: El Cordillerano
El día de ayer hizo un año que en la madrugada del 4 de octubre del 2022, más de 200 efectivos de la Policía Federal se desplegaron en la zona de Villa Mascardi para llevar a cabo el desalojo de los nueve lotes que la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu usurpaba. Sin embargo, la acción policial solo logró detener a las mujeres, mientras que los hombres lograron escapar hacia la montaña, dejando una sensación de impunidad en el aire.
A pesar de que ha pasado un año desde aquel operativo, la tranquilidad en Villa Mascardi se mantiene frágil. El conflicto de fondo aún no ha sido resuelto, y son pocos los que tienen esperanzas de que se llegue a una solución en el corto plazo. Los pobladores, que aún viven con miedo a las represalias, relatan haber vivido "cinco años de terror", en los que se hizo mucho daño en la zona.
Los predios que la comunidad Lafken Winkul Mapu usurpaba están ahora llenos de escombros y los árboles talados, dando cuenta de la destrucción que provocaron durante su ocupación. El antiguo hotel Mascardi ya no existe más, y los propietarios de los lotes usurpados afirman que aún no hay condiciones para reconstruir sus viviendas, esperando un cambio de Gobierno a nivel nacional para poder hacerlo.
Aunque algunos pobladores encuentran cierta tranquilidad con la presencia permanente de las fuerzas de seguridad en la zona, hay quienes temen que si los efectivos se retiran, la comunidad mapuche retornará y volverá a causar problemas. Además, en los años de usurpación, se denunció una ausencia del Estado, con intercambios de responsabilidad entre los funcionarios de la justicia provincial y federal.
El desalojo de Villa Mascardi dejó secuelas profundas en la comunidad, y la calma actual no es más que una apariencia frágil. La reconstrucción de los hogares destruidos aún está lejos de ser una realidad, y el conflicto subyacente no parece tener pronta solución. La tragedia de Villa Mascardi continúa, y la esperanza queda en manos de un futuro incierto.
Fuente: El Cordillerano