Política

Gobernar y liderar por redes sociales: Los 100 días de Milei, el presidente troll con 73 tuits diarios

Por Sebastián Iñurrieta 

En la previa de la campaña que lo llevaría a la Casa Rosada siete meses después, Javier Milei fue shadowbaneado. En mayo de 2023, la red social Twitter, ya en manos de Elon Musk y poco antes de que la rebautizara como X, determinó que el usuario @JMilei (hoy, 2,7 millones de seguidores) tenía características de un troll.

El shadowban, cuya traducción sería "baneo en las sombras", es una política de bloqueo disimulado de cuentas que son reportadas como tóxicas para el resto de la comunidad. No hay preavisos ni alertas: Twitter deja de sugerir sus tuits y apenas se puede ingresar a esos perfiles si se conoce el arroba caracter por caracter. Para el buscador, dejan de existir. Es gente que tuitea al viento.

Mientras se probaba el traje de candidato presidencial, Milei acusó a la red social de censura. En un mensaje titulado "LA OFENSIVA DE LA CASTA", así, en mayúsculas, dijo que era víctima de un ataque planificado del "establishment político y económico" que buscaba silenciarlo. Lo hizo fiel a su estilo, con un tuit que sólo sus seguidores podrían encontrar fácilmente.

Por esos días, el consultor Fernando Cerimedo, que después de trabajar con Jair Bolsonaro en Brasil estaba asesorando a La Libertad Avanza, le admitió sin vueltas a Hugo Alconada Mon en La Nación que manejaba trolls. "La realidad es que la gente sabe que existen. ¿Por qué vamos a mentirle? Entonces, es mejor que la gente sepa quién crea y usa trolls o cómo se hacen y que entienda las reglas del juego. Cuando se ofrezca un servicio, que sepan quién los tiene y quién no porque hay muchos que ofrecen el servicio y no tienen trolls", contestó, pero aclaró: "En realidad, el servicio de trolls no se usa para hacer política, sino para intervenir en los algoritmos".

Con 100 días de gestión recién cumplidos, Milei defiende a @JMilei como si se tratara de una máxima de la Escuela Austríaca de Economía. "Yo soy producto de redes y me comunico directo con la gente. Eso me permite estar rápido de reflejos, ver dónde están los problemas y trabajar para solucionarlos", argumentó este sábado en Radio Mitre. Persona real y persona virtual no están mimetizadas; son la misma, sin imposturas.

En enero se viralizó un video de un micro escolar que atropelló a un perro. Milei lo vio y le ordenó a Patricia Bullrich elaborar un proyecto para endurecer las penas para casos de maltrato animal. Se bautizó "ley Conan" por la mascota fallecida del Presidente.

Un gobernador llegó a sugerirle que dejara de estar tanto en Twitter. Milei desestimó el consejo.

Javier Milei, el troll

"La agresividad y la intensidad son dos características de una cuenta troll que Milei comparte", explicó Pablo Soraci, consultor digital de Adhoc, firma que todos los meses analiza la conversación en redes sociales, el ágora del mileísmo.

Con respecto a la agresividad no hay demasiado para agregar que sea novedoso en Milei. En la cumbre que mantuvieron Nicolás Posse y Guillermo Francos con gobernadores en la Casa Rosada, un mandatario provincial les suplicó a los anfitriones que las cuatro horas que se habían pasado negociando no terminaran en el tacho de basura por un tuit presidencial. Como antecedente reciente estaba el reprochable like que Milei le había dado a un publicación que mostraba al chubutense Nacho Torres con rasgos de una persona con Síndrome de Down.

Tsunami de tuits

La intensidad, por otro lado, es fácilmente cuantificable: @JMilei existe desde octubre de 2015, por lo que este lunes lleva tuiteando 3.091 días. En ese tiempo, realizó 228.300 posteos, a razón de 73 cada 24 horas o tres tuits cada 60 minutos. Semejante cantidad, para Twitter, como determinó en 2023, es digna de un troll. La red social hoy no piensa lo mismo y el Presidente ya no está shadowbaneado.

Milei minimiza el tiempo que le dedica a las redes. "Las uso en el desayuno, en el almuerzo, a la tarde en la merienda y a la noche es cuando más las uso. Arranco en la cena y termino tarde buscando información y consiguiendo cosas. Soy muy activo, pero en momentos, no son horas donde la gente está trabajando", detalló en Radio Mitre.

A pesar de que el espacio libertario vendió la tesis de una censura provocada por una aluvión de denuncias para silenciarlo en campaña, en este tipo de excesos en la cantidad de mensajes es la propia Twitter la que las penaliza por la política de la plataforma, según contó el experto informático Julio López en Infobae.

La diferencia de Milei con sus colegas es abismal: con más tiempo en Twitter, presente desde 2010, Cristina Fernández de Kirchner (@CFKArgentina, 6,1 millones de seguidores) apenas realizó 16 mil publicaciones, el 7% de lo que posteó Milei en nueve años. Alberto Fernández, que en el llano, antes de ser presidente, era bastante tuitero, envió 33 mil mensajes desde @alferdez (2,2 millones de seguidores).

Javier Milei es y no es Donald Trump

Donald Trump fur el primer tuitero tiempo completo en llegar a la presidencia. Sus intervenciones en la red social, la cual abandonó después de que, bajo el mando del exceo de Twitter Jack Dorsey, bloquearan a @RealDonaldTrump (87 millones de seguidores) por incitar a la violencia en el asalto al Capitolio. Aún baneado, antes de que Elon Musk comprara la plataforma, el expresidente norteamericano fundó su propia red social, Truth Social, desde donde hoy hace campaña para volver a la Casa Blanca.

Incluso, ha contado, un discurso que dio Barack Obama en la cena de corresponsales (evento anual en que los presidentes deben ser graciosos), en el que lo criticó por tuitear, terminó por decidirlo a competir. El "armen un partido y ganen las elecciones" del país del norte.

"No hubo nada original en Milei, como tampoco en lo de Bolsonaro. Fue aprovechar un momento social y cultural que no es privativo de un país sino de casi todas las democracias de Occidente, de malestar con las instituciones y un sentido de reacción a ciertos valores culturales que dominaron la agenda durante los últimos diez años", consideró Juan Courel, presidente de Alaska Comunicación y con basta experiencia en comunicación de campaña y de gestión.

Soraci aporta una diferencia entre el norteamericano y el argentino. "Milei -señala- mantiene una comunicación de campaña. En Trump se notó un cambio en la comunicación institucional a partir de que llegó a la Casa Blanca". El republicano siguió tuiteando, pero el aparato institucional logró en parte contenerlo con la vocería oficial. Igual, un reporte del show The Last Week con John Oliver detectó qué programas de TV miraba el entonces presidente a través de sus tuits, a priori de temáticas inconexas. Atada a lo que veía en Fox&Friends y Morning Joe, entre otros, la agenda que imponía Trump era demasiado ecléctica para el objetivo de la Casa Blanca.

Milei Presidente continuó con su comportamiento troll. "Le contestó en serio a una cuenta fake de (Axel) Kicillof, sin chequear. Cuando le marcaron el error, la respuesta es siempre en la lógica libertaria: no era el verdadero Kicillof, pero podría haber sido", apuntó Soraci.

"Lo que tiene Miley, que no tuvo Trump, es el discurso libertario: tiene una cosmovisión doctrinaria que acompaña con una pretensión más internacionalista que la de Trump y un discurso antiestado más dogmático", cierra Courel.

¿Alcanza con Twitter para gobernar?

La incógnita es si el estilo de @JMilei es sustentable en el tiempo. La tercera característica de una cuenta troll es vivir y retroalimentar su propia burbuja. Según un análisis del Instagram del mandatario realizado por Adhoc, el 41% de más de 90 publicaciones fueron autoelogios, mientras que apenas un 18% fueron imágenes de gestión.

En Twitter, Milei es @JMilei, no tiene community manager ni nunca tuvo. Iñaki Gutiérrez, hoy famoso por el polémico erreteo de la cuenta oficial de la Casa Rosada de una foto de él con su pareja, sólo le manejaba -sigue haciéndolo- la cuenta de Tik-Tok, la plataforma estrella de las últimas elecciones. La novia de Iñaki, Eugenia Rolón, administra el Instagram presidencial.

Por fuera de ese ecosistema, el consultor Santiago Caputo, creador de la Oficina del Presidente (@OPRArgentina), una dependencia que sólo existe en el organigrama de Twitter-, montó un aparato comunicacional con sede en el Salón de los Próceres (ex Salón de las Mujeres). Es administrado por Juan Pablo Carreira, mejor conocido como @jdoedoe101101 (149 mil seguidores), activo tuitero de derecha antiestatal y hoy flamante Director de Comunicación Digital.

En los últimos días detectaron cuentas con cero seguidores que celebran los tuits del Presidente. El chubutense Torres ha hablado sin dudar de ataques trolls del Gobierno.

"El estilo confrontativo le dio resultado en términos electorales, pero en el mediano plazo eso puede llegar a ser un problema, por supuesto, porque la simplificación del mensaje que tal vez pueda emplearse en campaña, cuando uno está gobernando, le cae la rendición de cuentas. Va a depender muchísimo de los resultados económicos que obtenga", apunta Courel.

"No se percibió un cambio entre candidato y presidente", insiste Soraci. "Eso tiene un costo, porque cada error se mediatiza, sobre todo si la economía no acompaña", coincide.

Hay una "mileización" de gran parte del Gobierno. La Oficina del Presidente confecciona listas oficiales de legisladores "traidores" por cómo votan una ley. El vocero presidencial, Manuel Adorni (@madorni, 622 mil seguidores), ganó el Martín Fierro digital a mejor tuitero en 2023. Si bien la canciller Diana Mondino (@DianaMondino, 432 mil seguidores) mantiene un perfil mordaz y satírico en las redes -para no poca gente, agresivo- desde antes de asumir, Toto Caputo (@LuisCaputoAR, 134 mil seguidores) pisó el barro de Twitter hace poco. "Chichón del suelo", llamó a Juan Grabois (@JuanGrabois, 382 mil seguidores) en una pelea tuiteril de alta política.

Hoy Milei no sólo opina por lo que tuitea, sino, también, por los posteos ajenos que megustea. Logra impacto y baja línea a su tropa tuitera libertaria, que en el escándalo del aumento de sueldos del gabinete se llamó a silencio. Fue la primera batalla tuitera con sabor a derrota para el ejército libertario que desde el año pasado viene ganando en el terreno digital.

Fuente: Letra P