El país

Milei, el Kun y Maratea, apologistas del sueño privatista para el fútbol argentino

Por Diego Kenis

Sin alcanzar discursivamente la capacidad de esconder la intención que pulió en las inferiores de Independiente, Sergio Agüero viene insistiendo en que los clubes del fútbol argentino "deberían poder ser privatizados". La palabra, de uso extendido más allá del ex delantero, es mal utilizada: no se podría "privatizar" a los clubes, que ya son personas jurídicas de derecho privado. Construidas con los esfuerzos de generaciones.

De lo que se trata, en realidad, es de arrebatar a socios y socias el control de entidades deportivas que son la llave para un negocio de lucro descomunal y escala mundial. Como dice Jorge Valdano, "en el imperio del fútbol nunca se pone el sol". En esa ecuación no ingresan todas las actividades que no son rentables, pero forman parte de la interacción de esas instituciones a la comunidad.

Replay de jugadas

En las últimas tres décadas ha habido numerosas búsquedas en ese sentido por parte de grupos que tuvieron como primer abanderado a Mauricio Macri. Antes de colonizar Boca Juniors, Macri pretendió desembarcar en un Deportivo Español al que no lo unía ni una condición de hincha ni la pertenencia a la colectividad.

Las propuestas de Sociedades Anónimas Deportivas, los gerenciamientos y las experiencias veladas de manejo empresario fueron algunas estaciones de ese camino, al calor de un negocio creciente y exportador a escala global, en una economía periférica. La incorporación del mercado de apuestas, no ya sobre los resultados sino en las alternativas mínimas de cada partido, completan el escenario.

Aunque sus ingresos son minúsculos comparados con el volumen económico que genera la actividad de la que son intérpretes imprescindibles, los jugadores de fútbol masculino que surgieron luego de abiertos por completo los mercados internacionales de transferencias conformaron una generación que creció patrimonialmente a niveles nunca imaginados por las superestrellas de antaño. Es ostensible que la realidad cotidiana de Ricardo Bochini, tres veces campeón del mundo, estaba mucho más cercana a la de un hincha argentino que la que hoy podría verificarse para el caso de Agüero u otros.

El Independiente de Agüero y Bochini, justamente, aparece como el club apuntado para la extranjerización que el Kun impulsa. Su crisis deportiva y económica es reversible por las vías que rigieron sus doce décadas de historia, como lo muestra el ejemplo de su vecino de Avellaneda: tras el gerenciamiento empresario que se presentó como salvador, Racing acabó teniendo que pagar deudas contraídas mientras los mercaderes gobernaban con elecciones suspendidas. Cuando socias y socios retomaron el control de Racing por vía electoral, el club se recuperó en todos los planos.

Independiente, en cambio, ha convertido en un personaje marginal de la vida institucional a Andrés Ducatenzeiler, el único presidente rojo que consiguió un campeonato local en los últimos treinta años.

Quién banca

Un lugar común supone que los clubes se sostienen por los ingresos de las transferencias de pases de jugadores o los pagos de derechos de transmisión televisiva de sus partidos.

Los datos concretos ilustran una realidad distinta. La cuenta Racing de los Socios analizó el Presupuesto que en agosto pasado la Asamblea Ordinaria del club aprobó para su funcionamiento entre la segunda mitad de 2023 y el primer semestre de este año. La proyección muestra que los ingresos por socios y socias son los de mayor peso relativo, superan el tercio del total y para empardarlos se deberían sumar tres de los cuatro ítems restantes.

Lógicamente, si los salarios y la actividad económica se contraen, la crisis se descargará sobre instituciones ya afectadas por los aumentos en gastos fijos como los servicios de energía eléctrica y gas.

Racing es, justamente, un ejemplo histórico ilustrativo. Su peor momento comenzó cuando la dictadura entronizó la financiarización de la economía. Al cumplir ese modelo un cuarto de siglo, la Academia estuvo a punto de desaparecer. Su resurgimiento se produjo en una época que conjugó la recuperación democrática del club con la de los salarios y la actividad en el conjunto del país.

Los modelos para una mejor administración de entidades deportivas de tal calibre en una economía como la argentina conforman un debate pendiente, que debe darse con una seriedad que eluda impulsos espasmódicos de los voraces capitales o sus comedidos portavoces.

Desde su sillón de influencer Agüero prácticamente ha puesto a la venta a Independiente, una entidad que ya experimentó el fracaso estrepitoso de solución mágica con la colecta de Santiago Maratea. El presidente Javier Milei celebró que el Kun "sí la ve". Tratándose de un (ex) hincha de Boca, puede ser una gastada encubierta.

Pero peores fantasmas sobrevuelan Avellaneda, una de las pocas ciudades del globo que cuenta con dos equipos campeones mundiales.

Fuente: APU