El país

Moreno: "Hay una situación de hostigamiento hacia el periodismo, el presidente Milei encabeza la mayoría de las agresiones directas"

Paula Moreno es periodista especializada en judiciales y política, y desde 2021 es presidenta del Foro de Periodismo Argentino (FOPEA). En diálogo con El Extremo Sur, repasó algunas de las principales problemáticas que hoy afrontan las y los periodistas argentinos. Sostuvo que "hay una mirada muy agresiva hacia al periodismo que nos parece insostenible, está generada desde la primera línea de la Administración Pública Nacional; el presidente Javier Milei encabeza la mayoría de las agresiones directas, en un 28% de los casos, y sobre todo haciendo uso de un discurso estigmatizante, que son básicamente declaraciones agraviantes e inclusive intimidantes".

La presidenta del Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), Paula Moreno, explicó ante El Extremo Sur que una de las principales preocupaciones en la actualidad es el aumento de los hostigamientos online y la amenaza de que eso se traslade a las calles. De acuerdo a los datos del Monitoreo de Libertad de Expresión de FOPEA, en los últimos meses el principal agresor directo contra periodistas es el presidente de la Nación, Javier Milei: "Es una discusión muy agresiva y siempre hay una relación asimétrica".

En medio de este panorama, se revela la capacidad del periodismo como pieza clave "en el aporte la conversación pública", a la par de la necesidad de la propia profesión "de mirar nuestras prácticas".

¿Cuál es tu balance del encuentro en Diputados?

Para nosotros participar de cualquier espacio donde podamos exponer la situación del periodismo nos parece interesante, nos parece interesante la oportunidad de plantearlo en el marco de la comisión de Libertad de Expresión. Nos parece interesante que haya acciones en consecuencia, que no sea un espacio de catarsis, que nos escuchemos y sobre todo por la responsabilidad de los legisladores, que haya una mirada que apunte a mejorar la situación. Nosotros fuimos a exponer lo que nos preocupa, que es la situación en general de hostigamiento, la situación tensa, la mirada en términos muy agresivos hacia el periodismo. Dejamos en claro que nuestro problema no tiene que ver específicamente con los temas ligados con la crítica, pero sí nos parece que el límite es la agresión, y ese límite se está superando y hay una mirada muy agresiva hacia al periodismo que nos parece insostenible, está generada desde la primera línea de la Administración Pública Nacional.

En los últimos monitoreos de FOPEA remarcaron, precisamente, que el Presidente de la Nación es el principal protagonista de los ataques hacia el periodismo.

Nosotros, a través del Monitoreo de Libertad de Expresión, todo el tiempo estamos generando informes con lo que vamos logrando como registro a nivel nacional. El último corte lo hicimos hace unos días, es el general del año, y hasta ahora el presidente Javier Milei encabeza la mayoría de las agresiones directas, en un 28% de los casos, y sobre todo haciendo uso de un discurso estigmatizante, que son básicamente declaraciones agraviantes e inclusive intimidantes. Ese es uno de los temas que más nos inquieta. El monitoreo tiene un trabajo pleno en todo el país, hay otras situaciones que nos inquietan. Pero es la primera vez, en años, en la historia del monitoreo que tenemos una situación tan dirigida desde la primera investidura nacional.

¿Qué implica esta situación para la actividad periodística?

Nunca la voz del Presidente puede asimilarse a la voz de cualquier otro ciudadano del país: es la voz institucional, es la representación institucional del país, sus dichos no son un dicho más, no hay manera que ningún ciudadano, ni el periodista más reconocido, querido e inclusive el menos querido, pero con amplia difusión, pueda contrarrestar sus dichos. Hace unos días hicimos una denuncia en CABA por una situación de hostigamiento digital. Y lo que vemos es que hay un aparato que sostiene esos dichos del Presidente, sobre todo en el espacio virtual, en X, el gran ring al que se va subiendo todo el tiempo a figuras para pegarles. Hay una mirada muy particular del presidente hacia FOPEA. Es una discusión muy agresiva y siempre hay una relación asimétrica.

¿Hay un desafío, también, al considerar que en su mayoría se trata de ataques en la esfera digital? Suele reinar el anonimato y las redes sociales tampoco están abiertas a demasiada legislación.

Es un desafío porque el mundo virtual parece el ring de las discusiones. También hay que decir que las redes sociales son una pequeña parte de la historia, hay una gran historia que transcurre en la calle, que tiene que ver con otras realidades, y ahí está buena parte de la gente que no está día a día mirando la discusión en Twitter. Hay un micro mundo en el que estamos los periodistas, en el que está mucha gente con capacidad de definición, espacios de poder, y es un espacio lesivo. Nosotros lo planteamos en Diputados y al relator de Libertad de Expresión, Pedro Vaca: el tema es hasta cuándo eso se mantiene en el mundo virtual y cuándo empieza a trasladarse a la calle. Hace unos días se dieron situaciones en las que el Presidente se hacía eco de tuiteros, de trolls, que por ejemplo acusaban a un colega de Clarín y en ese sentido mostraban su foto, y el Presidente retuitea eso. Lo expone desde un lugar en el que mañana ni el propio Presidente ni nadie del ámbito de seguridad está en condiciones de decir si eso no puede trasladarse a una agresión personal en la calle. Hay límites que se están pasando que exponen mucho a los periodistas en diferentes planos. En términos de seguridad, concreta y real, y también en el plano de lo más valioso que tenemos, que es nuestra credibilidad. Podemos cambiar de medio, pero lo que nos llevamos es lo que construimos en ese camino, y en definitiva atacar eso es atacar el corazón de nuestro trabajo. Yo creo que lo saben, y hay un ataque directo, sobre todo al periodismo crítico.

¿Existe hoy en Argentina un debate en términos judiciales sobre cómo identificar y sancionar esa violencia digital?

Ese es un tema eterno, porque son discursos severos, agraviantes. El otro día en esa exposición el diputado Benegas Lynch nos decía, "bueno, al que no le gusta Twitter que se vaya". Ahí hay toda una discusión. Es verdad, las redes son empresas privadas. Ahora, hay un perfil social no controlado. Así que me parece que ahí hay algunas cuestiones para revisar, pero tiene que ver con la responsabilidad de las plataformas. No es un tema que acá se esté mirando, en otros países del mundo hay debates al respecto. No es el caso de Argentina ni Latinoamérica. También acá nos genera un escozor cuando se habla de regulación porque pensamos desde dónde y para qué, es un debate muy delicado. Hay responsabilidades también en ese plano.

¿Se advierte una profundización de estos ataques cuando la periodista es una mujer? ¿Hay componentes misóginos en los discursos violentos contra la profesión?

Nosotros advertimos, en el recorrido de diferentes ataques, que hay una mirada especial; en algunos momentos hubo situaciones en las que en un recorrido de casos notamos una seguidilla de ataques contra mujeres periodistas, como Silva Mercado, Luisa Corradini, María O'Donnell, Nancy Pazos. No han cesado hasta hace muy poco tiempo. Hay una cuestión de disvalor, en muchos casos. En varios casos hay un componente de género lesivo.

¿Por qué crees que es el periodismo el principal objeto de ataque por parte de esta gestión? ¿Tiene que ver con una disputa por el poder, por la capacidad crítica del oficio?

Creo que hay dos lecturas. Definitivamente y desde el lugar que me toca, no puedo menos que decir que el periodismo, les guste más o menos, es clave en el sostén democrático de cualquier país, en el aporte a la conversación pública. Pero también es cierto que tenemos que mirar nuestras prácticas, tenemos que generar alianzas y empatía con las audiencias. Hay mucho para revisar en ese sentido. En primer lugar, me parece que se ataca al periodismo, en principio, porque atacar al periodismo es bastante fácil. En otros momentos de la historia había una confrontación más directa hacia los medios de comunicación. La gestión Milei va contra los periodistas, no tanto contra los medios. De hecho, en los encuentros y organizaciones hay una participación del Gobierno, hay un diálogo. Con nosotros no, no hay diálogo. Hemos ido a reuniones, nos han convocado. Nos convocó la ministra de Seguridad, el secretario de Medios, nosotros siempre creemos que cuando nos convocan tenemos que estar. Nosotros nos sentamos en la mesa para conversar. Pero hay lugares donde no nos convocan y marcan públicamente que no les importa lo que decimos. La vocería nacional, por ejemplo, lo dijo alguna vez Adorni, que no le importaba demasiado lo que diga FOPEA. Esto que vemos, y que está consagrado en la Constitución, en nuestra normativa de pactos internacionales, en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la libertad de expresión es un ejercicio que debe ser salvaguardado, más allá de la prensa. Más allá de la prensa, por los ciudadanos, hay una serie de cuestiones que no se atienden debidamente desde el Gobierno nacional y, más bien, molestan. El otro día nos decían en la Comisión de Libertad de Expresión, mostrándonos un celular, que cualquiera que tiene eso es un periodista. Desconocen el trabajo real, la razón de ser del periodismo, con ese punto de partida es muy difícil. Ahora sí, usan Twitter para sus expresiones, pero también hacen pie en los medios tradicionales para reforzarlas. Hablan con quien eligen hablar, van a los lugares donde se sienten más cómodos, no sostienen la interpelación de un periodista o el mano a mano con alguien que puede resultar crítico. El Presidente no lo hace, y muchos de sus funcionarios tampoco. No reconocen el valor del periodismo.

¿Cuál es el impacto de este panorama en la ciudadanía, en su acceso a la información, en la medida en que algunos periodistas deciden apartarse de ciertos temas para no ser objeto de ataques?

El tema de acceso a la información es sumamente preocupante. La última reglamentación que se hizo sobre la ley es de un nivel de alerta importante. Primera gran cuestión: no es un tema de periodistas. El acceso a la información pública está en manos de los ciudadanos también. Que nosotros utilicemos más la herramienta porque es inherente a nuestra profesión, es otra cosa. La industria está pasando una situación sumamente difícil. Hacia adentro de los medios estamos llenos de problemas: tenemos que reconvertir los periodistas, repensarnos en el ejercicio de la profesión, en un contexto económico extremadamente difícil. Ese escenario en sí mismo ya es muy complejo, si a eso se le agrega el ataque desde afuera y el periodista que tiene tres trabajos para tener un ingreso posible, la verdad es que es realmente complicado. Es cierto que eso incide en dos cuestiones: estamos expuestos al error, todo el tiempo. Tenemos un trabajo intelectual, y el hecho de estar todo el tiempo en condiciones de presión también nos expone al error. ¿Quién paga ese error? Lo paga el periodista, en muchos casos, ni hablar en provincias donde tenemos menos espalda. Ahí hay una retracción. Y al final de la historia ese recorrido lo único que hace es bajar la conversación pública, bajar la calidad periodística y, por ende, no llevar temas de fondo al debate público. Por eso digo que el problema de no resignificar el periodismo en toda su dimensión termina siendo un problema de calidad democrática.