COP29: ¿por qué decepciona el Acuerdo de Bakú?Por Constanza Vacas
Bautizada como «la COP de la financiación», el balance final de la cumbre ha dejado con mal sabor de boca a las organizaciones medioambientales: «El mundo se ha visto defraudado por este débil acuerdo».
La expectativa de la COP29 era lograr 1 billón de dólares anuales para vencer los desafíos a los que se enfrenta la Tierra: entre ellos, minimizar el impacto de los desastres naturales en los países más vulnerables.
La vigésima novena edición de la cumbre climática más relevante a nivel internacional ha llegado a su fin. Sin embargo, al contrario de lo que exigen las asociaciones ecologistas, esta no ha arrojado esperanzas sobre la alarmante situación actual del planeta: tras una larga noche de negociaciones, la declaración definitiva de la COP29 refleja un compromiso de financiación de 300.000 millones de dólares para 2035 por parte de los países desarrollados.
Se trata de una cifra «pobre, decepcionante e inadecuada», en palabras de las principales organizaciones medioambientales. Y es que, bautizada como «la COP de la financiación», la expectativa era lograr 1 billón de dólares anuales para vencer los desafíos a los que se enfrenta la Tierra: entre ellos, minimizar el impacto de los desastres naturales en los países más vulnerables, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y realizar una transición adecuada hacia el abandono de los combustibles fósiles.
Así, mientras que el Acuerdo de Bakú, ciudad anfitriona del evento en 2024, prometía marcar un antes y un después en términos de acción climática, ha dejado con mal sabor de boca a la opinión pública, que teme que se estén dando pasos hacia atrás «en el momento en que es más importante acelerar», señala WWF. Todo ello, a tan solo un mes de comenzar un año clave para la evaluación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos para 2030.
La financiación «insuficiente» del acuerdo de Bakú
En la historia de las conferencias climáticas, existe un precedente clave a la celebrada recientemente en Bakú: la COP15, que tuvo lugar en 2009 y dio como resultado el Acuerdo de Copenhague. El documento establecía, por primera vez, un mecanismo de financiación para la mitigación y la adaptación a los países en desarrollo, cuyo objetivo era movilizar 100.000 millones de dólares anuales para acciones de mitigación de cara a 2020.
Aquella cifra señalaba con el dedo a un grupo reducido de economías donantes, entre los que se encontraban Estados Unidos, Japón, Reino Unido y la actual Unión Europea, que incumplieron sistemáticamente la meta hasta 2022. Así, no es de extrañar que ahora el aumento del monto se haya aprobado con polémicas: «El Objetivo Financiero de Bakú representa el mejor acuerdo posible que podríamos alcanzar, y hemos presionado a los países donantes tanto como sea posible», destaca el presidente de la COP29, Mukhtar Babayev.
La cumbre se ha celebrado por tercera vez consecutiva en un país petrolero.
Por su parte, las asociaciones ecologistas no suscriben estas palabras e insisten en que el mundo se ha visto defraudado por este débil acuerdo de financiación. Según Greenpeace España, la gravedad de la crisis climática, que se está haciendo cada vez más evidente con el aumento en la intensidad y frecuencia de las catástrofes naturales, requiere un compromiso económico todavía mayor. Y en este sentido, Ecologistas en Acción ha añadido que «considerando la inflación anual, este fondo en 2035 representará el mismo esfuerzo que el acordado en 2009.
¿La COP del descontento?
La ambición de esta COP fue directamente proporcional a la urgencia que demanda el contexto climático, pero su balance final deja mucho que desear. El único logro que destacan las organizaciones medioambientales es la reafirmación del compromiso global para dejar atrás los combustibles fósiles, planteado en la edición anterior de la COP. Algo que, sin embargo, se contradice con que la cumbre se haya celebrado, por tercera vez consecutiva, en un país petrolero.
Por lo demás, se ha tachado a la de 2024 como una «desgracia para el planeta», en palabras de Javier Andaluz, responsable de Clima y Energía de Ecologistas en Acción. Y la razón principal para describirla como tal tiene que ver con la falta de voluntad por parte de los países desarrollados: «Los países industrializados, los más responsables de esta crisis, han fallado espectacularmente, no solo al mundo en desarrollo, sino también a sus propios pueblos», destacó Juan Carlos Monterrey Gómez, Representante Especial de Cambio Climático de Panamá, en una de sus intervenciones.
El descontento ha inundado la esperanza no solo de las organizaciones sino también de los portavoces de países del denominado Sur Global, muchos de los cuales abandonaron la sala de negociaciones: «No podemos salir de Bakú como de Copenhague", justificaba Monterrey Gómez. Pero, prácticamente, así ha sido, y es que la cumbre de 2024 no ha presentado avances significativos, lo que implica que se ha perdido una oportunidad clave para trabajar de forma conjunta en materia de mitigación, «en una década crítica para la acción climática», concluye Ecologistas en Acción.
Fuente: Rebelión
Por Constanza Vacas
Bautizada como «la COP de la financiación», el balance final de la cumbre ha dejado con mal sabor de boca a las organizaciones medioambientales: «El mundo se ha visto defraudado por este débil acuerdo».
La expectativa de la COP29 era lograr 1 billón de dólares anuales para vencer los desafíos a los que se enfrenta la Tierra: entre ellos, minimizar el impacto de los desastres naturales en los países más vulnerables.
La vigésima novena edición de la cumbre climática más relevante a nivel internacional ha llegado a su fin. Sin embargo, al contrario de lo que exigen las asociaciones ecologistas, esta no ha arrojado esperanzas sobre la alarmante situación actual del planeta: tras una larga noche de negociaciones, la declaración definitiva de la COP29 refleja un compromiso de financiación de 300.000 millones de dólares para 2035 por parte de los países desarrollados.
Se trata de una cifra «pobre, decepcionante e inadecuada», en palabras de las principales organizaciones medioambientales. Y es que, bautizada como «la COP de la financiación», la expectativa era lograr 1 billón de dólares anuales para vencer los desafíos a los que se enfrenta la Tierra: entre ellos, minimizar el impacto de los desastres naturales en los países más vulnerables, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y realizar una transición adecuada hacia el abandono de los combustibles fósiles.
Así, mientras que el Acuerdo de Bakú, ciudad anfitriona del evento en 2024, prometía marcar un antes y un después en términos de acción climática, ha dejado con mal sabor de boca a la opinión pública, que teme que se estén dando pasos hacia atrás «en el momento en que es más importante acelerar», señala WWF. Todo ello, a tan solo un mes de comenzar un año clave para la evaluación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos para 2030.
La financiación «insuficiente» del acuerdo de Bakú
En la historia de las conferencias climáticas, existe un precedente clave a la celebrada recientemente en Bakú: la COP15, que tuvo lugar en 2009 y dio como resultado el Acuerdo de Copenhague. El documento establecía, por primera vez, un mecanismo de financiación para la mitigación y la adaptación a los países en desarrollo, cuyo objetivo era movilizar 100.000 millones de dólares anuales para acciones de mitigación de cara a 2020.
Aquella cifra señalaba con el dedo a un grupo reducido de economías donantes, entre los que se encontraban Estados Unidos, Japón, Reino Unido y la actual Unión Europea, que incumplieron sistemáticamente la meta hasta 2022. Así, no es de extrañar que ahora el aumento del monto se haya aprobado con polémicas: «El Objetivo Financiero de Bakú representa el mejor acuerdo posible que podríamos alcanzar, y hemos presionado a los países donantes tanto como sea posible», destaca el presidente de la COP29, Mukhtar Babayev.
La cumbre se ha celebrado por tercera vez consecutiva en un país petrolero.
Por su parte, las asociaciones ecologistas no suscriben estas palabras e insisten en que el mundo se ha visto defraudado por este débil acuerdo de financiación. Según Greenpeace España, la gravedad de la crisis climática, que se está haciendo cada vez más evidente con el aumento en la intensidad y frecuencia de las catástrofes naturales, requiere un compromiso económico todavía mayor. Y en este sentido, Ecologistas en Acción ha añadido que «considerando la inflación anual, este fondo en 2035 representará el mismo esfuerzo que el acordado en 2009.
¿La COP del descontento?
La ambición de esta COP fue directamente proporcional a la urgencia que demanda el contexto climático, pero su balance final deja mucho que desear. El único logro que destacan las organizaciones medioambientales es la reafirmación del compromiso global para dejar atrás los combustibles fósiles, planteado en la edición anterior de la COP. Algo que, sin embargo, se contradice con que la cumbre se haya celebrado, por tercera vez consecutiva, en un país petrolero.
Por lo demás, se ha tachado a la de 2024 como una «desgracia para el planeta», en palabras de Javier Andaluz, responsable de Clima y Energía de Ecologistas en Acción. Y la razón principal para describirla como tal tiene que ver con la falta de voluntad por parte de los países desarrollados: «Los países industrializados, los más responsables de esta crisis, han fallado espectacularmente, no solo al mundo en desarrollo, sino también a sus propios pueblos», destacó Juan Carlos Monterrey Gómez, Representante Especial de Cambio Climático de Panamá, en una de sus intervenciones.
El descontento ha inundado la esperanza no solo de las organizaciones sino también de los portavoces de países del denominado Sur Global, muchos de los cuales abandonaron la sala de negociaciones: «No podemos salir de Bakú como de Copenhague", justificaba Monterrey Gómez. Pero, prácticamente, así ha sido, y es que la cumbre de 2024 no ha presentado avances significativos, lo que implica que se ha perdido una oportunidad clave para trabajar de forma conjunta en materia de mitigación, «en una década crítica para la acción climática», concluye Ecologistas en Acción.
Fuente: Rebelión