Petróleo

Estado vs. privados, el monopolio estatal que no fue en la lucha por el control de los yacimientos

Archivo EES: Artículo publicado en la edición de papel 114 de El Extremo Sur en mayo de 2012 y que luego integró un capítulo del libro "YPF, la liquidación" (de Marcelo García y Alejandro Bassi) publicado en septiembre de 2012 por Espacio Hudson a 20 años de la privatización de la mayor empresa estatal que supo tener Argentina. 

Por Marcelo García

A lo largo de la historia petrolera argentina se vivió una constante disputa por el control, manejo y propiedad de los yacimientos petroleros. Ese enfrentamiento entre el Estado y los capitales privados se expresó con mucha intensidad desde el descubrimiento del petróleo en 1907 y se extiende hasta la actualidad. Antes de eso y desde 1857 fueron los sectores privados los que se esforzaron por hallar los primeros yacimientos de crudo, mientras que el Estado despreció el rubro petrolero durante 42 años.


Muchos suponen que la privatización de la YPF estatal fue la que echó por tierra un proceso de desarrollo y expansión entorno de los hidrocarburos. Eso es cierto en parte, aunque a lo largo de ese siglo y medio se suscitaron políticas gubernamentales que apuntaron en diferentes direcciones. Algunas más cercanas al monopolio estatal y numerosas otras muy alejadas, posibilitando la intervención de los capitales privados.

Desde años previos al descubrimiento en Comodoro Rivadavia, las empresas privadas pugnaron constantemente con el Estado por adentrarse en el mercado de los hidrocarburos. Hubo períodos en los que consiguieron sus objetivos y fueron dominantes. En otros se produjo un cierto equilibrio entre ambos sectores en pugna, mientras que desde hace 20 años el monopolio pasó exclusivamente a manos de las multinacionales que manejaron a su gusto los hidrocarburos del país.

Ahora esa tendencia comenzó a revertirse, ya que la expropiación del 51% de las acciones de Repsol en YPF abrió un nuevo panorama. Nuevamente se discute la propiedad de los yacimientos y de los recursos que allí se producen. Por eso, la experiencia de antaño se hace esencial a la hora de comprender los procesos históricos que se dieron y sus consecuencias en la actualidad. Esas enseñanzas y experiencias deberían servir para aplicarlas seriamente en los tiempos que corren.

La historia petrolera del país estuvo enmarcada por el esfuerzo estatal para descubrir, desarrollar y explotar los hidrocarburos existentes en el subsuelo nacional poniéndolos al servicio del conjunto de los argentinos; mientras que las empresas privadas también buscaron apoderarse de yacimientos ricos en recursos y ponerlos bajo su producción para conquistar la enorme rentabilidad que proporcionan los hidrocarburos.

Las diferentes "batallas por el petróleo" dominaron el escenario nacional a lo largo de más de un siglo, protagonizadas por Hermitte, Huergo, Mosconi, Perón, Frondizi e Illia. ¿Habrá comenzado ahora una nueva batalla entre el kirchnerismo y las multinacionales petroleras? El final esta abierto y la nueva historia se está escribiendo.

Para comprender lo sucedido y lo que está pasando ahora es necesario remontarse a los orígenes del petróleo en el país y las concepciones que marcaron a la Argentina durante 150 años.

Conservadores, energía y dependencia



Las dos últimas décadas del siglo XIX mostraron un contundente avance de los políticos conservadores. Encabezados por Julio A. Roca, encararon la conquista de 1 millón de kilómetros cuadrados de tierras para ser destinadas a la explotación rural con la cuestionable Conquista del Desierto.

Entre 1870 y 1900 predominó la política conservadora, aunque con ciertos y mínimos cuestionamientos en la conformación de la Argentina capitalista, que mantuvo estrechas relaciones económicas y comerciales con Gran Bretaña, sobre la base de venta de lanas y carnes de saladeros al Reino Unido. También había incipientes relaciones de menor magnitud con otras naciones imperialistas como Estados Unidos y Alemania.

Antes del centenario Argentina era un país dependiente de las grandes potencias capitalistas de la época. Elegía libremente a sus gobernantes pero poseía una profunda dependencia comercial y económica de aquellas naciones.

A partir de 1870 se concretó un cambio importante en la producción nacional y lo que antes era carne mantenida en saladeros, se pasó a transformar en carne congelada en frigoríficos. Además se exportaban enormes cantidades de granos, sólo superados por Estados Unidos.

En 1857 se comenzaron a trazar las primeras líneas férreas del país, y de los 10 km. de vías existentes entonces se creció a 16.600 km. a finales del siglo, cuando llegó a ser la décima en el mundo por su extensión. En 1913, ya con 33.200 km., se transformó en la más extensa a nivel mundial.

El carbón para hacer funcionar las locomotoras de los ferrocarriles, la electricidad de las grandes ciudades como Buenos Aires y el combustible para los primeros automóviles eran los principales consumos energéticos del país. Lo más importante era el carbón para los ferrocarriles, que se importaba de Inglaterra. Las líneas férreas, en su mayoría, habían sido construidas por los ingleses a lo largo de la pampa húmeda, para llevar hacia el Reino Unido la producción agropecuaria argentina.

Comenzaba incipientemente el desarrollo industrial argentino, dándole prioridad a lo que daban en llamar las "industrias naturales" que convivían y para nada se enfrentaban con los intereses industriales y comerciales de Gran Bretaña. Así se originó en 1887 la Unión Industrial Argentina y los denominados "capitanes de la industria".

La corona británica para nada quería que se desarrollara la industria petrolera en la Argentina, decisión que coincidía por aquel tiempo con la posición de los gobernantes conservadores y los nacientes industriales nacionales, beneficiados con los acuerdos ingleses de intercambios. Si para seguir beneficiándose había que seguir importando carbón y evitar el desarrollo petrolero nacional, no dudaron en llevarlo adelante.


Intentos privados previos a 1907



Casi en paralelo con el descubrimiento del petróleo en Estados Unidos y otros puntos del mundo se comenzaron a hacer exploraciones en la Argentina. En 1857 se perforó el primer pozo petrolero en Pensilvania. Lo mismo sucedió en 1862 en Canadá, un año más tarde en Rusia y luego se sumaría México. Todas las perforaciones y extracciones de crudo en estos países fueron realizadas por empresas privadas, naciendo las recordadas "siete hermanas" que se transformaron en las grandes corporaciones de la industria petrolera.

El primer intento de búsqueda de petróleo en el país se remonta al año 1864, cuando la Compañía Jujeña de Kerosene, reciente conformada para tal fin, solicitó un permiso de perforación en Jujuy. Le fue otorgada la autorización pero el intento no prosperó por falta de inversiones.

La posta la tomó un comerciante español que en 1865 quiso reservarse permisos de exploración también en Jujuy pero le fueron negados. Lo mismo sucedió con los permisos solicitados por el particular Francisco Host en 1871. Cuatro años más tarde, el Estado comenzó a otorgar permisos a aventureros empresarios privados para que exploraran miles de hectáreas en las provincias de Jujuy, Mendoza y Salta. Entre 1890 y 1904 los intentos exploratorios privados también se trasladaron a la provincia de Neuquén.

La totalidad de los esfuerzos empresarios fracasaron por falta de fondos consistentes que posibilitaran extraer el crudo hallado. A veces el obstáculo fue la escasez de medios para transportarlo, especialmente porque no era prioridad para las líneas férreas.

Es curioso cómo en los 42 años previos al descubrimiento del petróleo -desde 1865 a 1907- todos los intentos exploratorios fueron de sectores privados, mostrando con claridad el nulo interés del Estado en la búsqueda de petróleo. En cuatro décadas ninguno de los gobiernos nacionales perforó un solo pozo petrolero para determinar las posibilidades de extracciones comerciales. Toda una decisión.

Buena parte de las explicaciones están dadas por dos factores fundamentales: por un lado la absoluta dependencia de la corona británica y las importaciones que de allí se hacían en materia energética; en segundo lugar se vincula con una concepción privatista sobre la explotación de los recursos minerales y naturales en general.

A finales del siglo XIX el Estado argentino no priorizaba el petróleo como un recurso estratégico, lo que llevó a los gobernantes a no planificar un futuro energético para el país. Eso se tradujo en una absoluta falta de inversiones y un total escepticismo en el tema petrolero.

Decía Arturo Frondizi en su libro "Petróleo y política" publicado en 1956: "Al explicar los motivos por los cuales se adopta la explotación por el Estado, se advierten ciertas vacilaciones, impuestas, seguramente, por la opinión generalizada, pero también interesada, de que el Estado es mal administrador". La similitud con los discursos imperantes a partir de la década del '90 es asombrosa.


Código Minero: raíz privatista



Esa falta de planificación del Estado para con el petróleo fue coherente con la legislación imperante por aquellos años. Desde 1875 se comenzó a elaborar el Código de Minería y en noviembre de 1886 se sancionó esa norma que regularía, casi hasta la actualidad, la explotación de los yacimientos de minerales existentes en los subsuelos de la Argentina.

Justamente en el Código de Minería, que perduró en la historia hasta nuestros días, se alojan todas las concepciones anti estatales de antaño y que hoy se siguen reflejando en el mundo de los recursos minerales extractivos. Muchos analistas consideran a los ciclos históricos como cíclicos, es decir que dan toda la vuelta y retornan, y tal como si fuera un calco de lo sucedido hace 150 años atrás, el Código de Minería ya contemplaba profundas concepciones privatistas y extranjerizantes.

Quizás porque tuvo fuertes influencias de las tendencias vigentes en su época de creación, contemplaba que los yacimientos de minerales existentes en el país eran propiedad de las provincias, por encima de la propiedad del Estado Nacional. Vale aclarar que sí se diferenciaba de la legislación de Estados Unidos, que consideraba que la propiedad del subsuelo era de los superficiarios y por ende podían darle uso a su antojo y conveniencia.

En el artículo noveno del Código de Minería de 1886 se expresa esa concepción a favor del sector privado y con la que en los años posteriores se enfrentó cuando el Estado avanzó sobre los recursos petroleros. Dicho artículo sostiene hasta la actualidad que: "El Estado no puede explotar ni disponer de las minas, sino en los casos expresados en la presente ley".

Es claramente pro privado el artículo octavo que sostiene: "concédese a los particulares la facultad de buscar minas, de aprovecharlas y disponer de ellas como dueños".

La contundencia de estos artículos tiene correlato en la estructura del conjunto del Código, que en diferentes partes de su articulado reconoce la pertenencia "únicamente del propietario" de los suelos, aunque también admite la propiedad de la Nación, las provincias y la mixta de los yacimientos. También se reconocía la entrega en concesión de las minas en territorios del Estado y dicho otorgamiento era pautado por "tiempo ilimitado".

Ese Código de Minería fue sufriendo modificaciones a lo largo de casi un siglo y medio -atravesando gobiernos de conservadores, liberales, reformistas, progresistas, dictadores y desarrollistas- y se complementó con leyes específicas como la de Hidrocarburos y otras, pero la estructura conceptual sigue vigente y fue la que posibilitó en 1992 la generación de leyes que enajenaran los yacimientos y también las empresas estatales.


Del Pozo 2 a la 1ra. guerra mundial



El 13 de diciembre de 1907 se descubrió petróleo en Comodoro Rivadavia por iniciativa estatal, pero como ya vimos no fue la primera detección de crudo en el país. Aunque por años se mantuvo como válida la falacia de que sólo se trató de una búsqueda de reservas de agua, diferentes historiadores han demostrado que también, quizás esencialmente, se estaba buscando petróleo.

La búsqueda y descubrimiento estatal del petróleo no modificó la tendencia privatista y la falta de accionar comprometido del ámbito gubernamental en el sector hidrocarburífero. No había política clara ni se destinaban fondos de magnitud, aunque una tendencia creciente en los sectores reformistas comenzó a ejercer presión para que fuera tomado en cuenta.

Esas tendencias se fueron manifestando con el nombramiento efectuado por Roca, en 1902, de Wenceslao Escalante y Enrique Hermitte, dos de los impulsores del descubrimiento. En 1903 se perforó el pozo 1 que detectó agua en Comodoro Rivadavia. Cuatro años después, con el pozo 2, encontraran petróleo.

Mientras se iniciaba la búsqueda de petróleo en Comodoro, las compañías petroleras extranjeras se preparaban para abastecer a la Argentina de combustibles e hidrocarburos importados, que sólo representaban el 5% de la energía consumida. La matriz energética seguía dominada casi por el carbón.

Con el objetivo de hacerse fuerte en la importación y comercialización del petróleo y sus derivados en América Latina, la Standard Oil de Nueva Jersey creó la empresa The West India Oil Company (WICO). Después de la primera guerra mundial, la WICO ya proporcionaba a la Argentina el 95% del petróleo y el 80% del combustible utilizado en el país.

La primera intervención privada en la zona de Comodoro Rivadavia fue la realizada por la Compañía Petrolífera del Golfo San Jorge, que perforó cerca de Bahía Solano sin obtener éxitos comerciales. En 1911 la Gulf Oil Syndicate firmó un acuerdo con esta empresa y se unieron, pero también fracasaron.

La aparición de petróleo en la Patagonia generó enorme expectativa en el sector privado, lo que se tradujo en el pedido de concesiones para perforar. En 1909 fueron solicitadas 42 autorizaciones, en 1910 otras 151 y en 1911 fueron 186 las solicitudes de particulares.

A lo largo de los tres primeros años del descubrimiento en Comodoro, el petróleo que surgía del Pozo 2 se filtraba por falta de instalaciones que lo canalizaran, lo que muestra con claridad el desinterés gubernamental. Recién en 1910 se instaló un pequeño aparato de destilación para el funcionamiento del campamento.

Reserva estatal y leyes parciales


En ese momento imperaba legalmente el Código de Minería. Al día siguiente de que surgiera petróleo en el Pozo 2 de Comodoro, el presidente Figueroa Alcorta decretó un área de reserva estatal, restringida a los cateos privados, que comprendía un total de 5 leguas, es decir 200.000 hectáreas. Pero solamente significaban 110.000 hectáreas en tierra firme porque el resto de la zona resguardada para la explotación estatal estaba sobre las costas del mar Argentino.

Sin embargo, las tierras reservadas para el Estado y bloqueadas para los privados no fueron defendidas por ninguna ley nacional hasta septiembre de 1910. Debieron pasar tres años del hallazgo de petróleo por iniciativa estatal hasta que se sancionara la Ley 7059.

La aparición de la primera normativa que chocaba con el Código de Minería no mostró una férrea intención estatal de avanzar en el ámbito petrolero. Fue duramente cuestionada por políticos conservadores como Joaquín V. González y terminó achicando el área restringida a los capitales privados a solamente 5 mil hectáreas (a las que dividió en 8 grandes bloques exploratorios de 625 hectáreas cada uno que podían ser ofrecidas por licitación a los particulares). El esfuerzo monetario del Estado sólo iba a ser de 1 millón de pesos, de aquel momento, para continuar la búsqueda de pozos petroleros explotables.

Aunque de manera extremadamente parcial, algo parecía comenzar a cambiar. La puja entre los conservadores y los reformistas era claramente dominada por los primeros, pero una tendencia profunda de cambio comenzó a desarrollarse. En diciembre de 1910 se decretó la creación de la Dirección General de Explotación del Petróleo en Comodoro Rivadavia, dirigida por Enrique Hermitte y Luís Huergo. Esa tendencia estatal y desarrollista, todavía subterránea, comenzaba a aflorar.