El mundo

La rosca divina del Vaticano: cómo es el cónclave para la sucesión del Papa

Por Guillermo Villarreal

El Vaticano activó uno de sus rituales más herméticos y antiguos: la elección del nuevo pontífice. La muerte del papa Francisco puso en marcha el cónclave, un proceso donde la liturgia y la rosca política conviven en una coreografía tan solemne como cargada de misterio.

En cada cónclave, las especulaciones cruzan fronteras y alimentan apuestas. Sin embargo, la tradición no escrita recuerda que "quien entra papa, sale cardenal".

La lista de papables suena en voz baja en cada sacristía y cada despacho de poder. Hay quienes fantasean con un "papa negro", aludiendo a la posibilidad de otro jesuita o un cardenal de África, e incluso con la aparición de un purpurado in pectore, como insinúa la película Cónclave. Pero si algo enseña la historia es que, en el Vaticano, la realidad casi siempre supera a la ficción.

Confirmación de la muerte del papa Francisco

El cuerpo de Jorge Bergoglio, el papa que en 2013 llegó a Roma desde el fin del mundo para reformar las estructuras eclesiásticas y edificar una Iglesia pobre y para los pobres, fue llevado este lunes a la capilla de la Domus Santa Marta, de la casa donde residía, para el ritual de la "constatación" de la muerte.

El Vaticano emitió luego un comunicado con las causas médicas del fallecimiento: un colapso cardiovascular y apoplejía cerebral.

Con su deceso, se puso en marcha el protocolo que regula la sucesión pontificia: desde este martes, los cardenales convocados a la primera congregación definirán la hoja de ruta que desembocará en la elección del nuevo líder de la Iglesia.

Luto y política vaticana

El muerte de Francisco no sólo enlutó al catolicismo global, sino que también activó una maquinaria de tradiciones que mezcla luto y política vaticana.

Por voluntad expresa de Bergoglio, su cuerpo fue velado en la Casa Santa Marta, el lugar que eligió como residencia desde el inicio de su pontificado, desairando la pompa del Palacio Apostólico. Esta decisión, en apariencia sencilla, ya marcó una diferencia en el guion original.

En paralelo, el control interino de la administración vaticana quedó en manos del camarlengo Kevin Farrell y del decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, quienes se encargan tanto de las honras fúnebres, previstos para entre el próximo viernes y domingo.

Con estos trámites, queda establecida la "sede vacante" y se convoca a los cardenales a participar del cónclave. Los responsables del Colegio Cardenalicio tienen un plazo de 15 días para hacerlo y un máximo de 20 días si surgiera algún imponderable.

Quiénes votan y cómo se elige al nuevo papa

Con la Iglesia en sede vacante, todo apunta a la Capilla Sixtina, el lugar ritual donde la elección se define a puerta cerrada. Allí, sólo los cardenales menores de 80 años -actualmente 135, aunque la normativa establece un máximo de 120 electores- podrán participar del voto secreto.

Bajo juramento de confidencialidad y encerrados en la que quizás sea la rosca más sofisticada de Occidente, los purpurados repiten una mecánica inalterable: papeletas escritas a mano, quema de votos tras cada ronda y la señal infalible que espera la cristiandad: humo negro, si no hubo consenso; humo blanco, si hay nuevo pontífice.

El elegido necesita reunir al menos dos tercios de los votos para convertirse en el sucesor de Pedro. Superado este umbral, el decano del Colegio Cardenalicio le formula la pregunta de rigor: si acepta la elección y qué nombre adoptará para su pontificado.

Recién entonces, la fumata blanca dibuja en el cielo romano la señal de que ya hay papa. Tras el anunció "habemus papam" pronunciado por el cardenal protodiácono, la figura del nuevo pontífice sale a la logia central del Palacio Vaticano y saluda a la multitud reunida en la plaza de San Pedro.

Fuente: Letra P