Crece la figura de Osvaldo Bayer tras la destrucción de su monumento en la PatagoniaPor Gerardo Ghioldi*
El escritor Martín Kohan dice que no hay batalla cultural en la Argentina de Javier Milei ya que, para que esto suceda, el grupo que gobierna no tiene una propuesta para el teatro, el cine o para la educación pública. No propone a determinados autores, escritores o educadores sino simplemente se avanza con la destrucción de la cultura argentina a través de un procedimiento de desfinanciamiento progresivo sin importar qué autores quedan en el camino.
La imagen en Santa Cuz de una topadora destrozando el monumento a Osvaldo Bayer, que daba cuenta de la Patagonia Rebelde, es volver a la Edad Media. Bayer rescató de la memoria y los archivos para escribir la monumental obra de cuatro tomos sobre los trágicos sucesos que ocurrieron en Santa Cruz en la segunda década del siglo pasado y que terminaron con la solución final que querían los estancieros ingleses: el fusilamiento de al menos 1500 peones rurales.
La reacción de la sociedad patagónica produjo el nacimiento, como si fueran hongos otoñales, de cientos de nuevos monumentos y reconocimientos por todos los pueblos de nuestro sur. Es conmovedor y no para acá.
La estupidez de tirar piedras a mansalva y no ver que en realidad es un boomerang que vuelve.
Bayer repetía cada vez que venía a sus charlas en la escuela 104 o al Centro de Convenciones de Villa La Angostura que no había que destruir las estatuas erigidas a Julio Argentino Roca sino que, simplemente, había que llevarlas a la estancia "La Larga", propiedad de los Roca en Buenos Aires y que decoren la arboleda de entrada.
Osvaldo Bayer pasó a la historia de los patagónicos por ponerse del lado de la peonada y denunciar con nombre y apellido no solamente al Ejército argentino sino también a los funcionarios de la Liga Patriótica (espacio de ultraderecha violenta) o poner en debate el papel del mismo presidente Hipólito Yrigoyen, líder popular de las primeras décadas del siglo pasado.
Esa valentía que lo caracterizaba lo exilió de todas partes menos del corazón de los argentinos, que sin dudas repudian la topadora mileista (hasta los comentarios en el diario La Nación cuestionaron el hecho).
La Cátedra Osvaldo Bayer
Desde la biblioteca popular Osvaldo Bayer se le propuso hace varios años a Esteban Bayer (hijo de Osvaldo) un espacio para continuar con temas prioritarios de su padre: la libertad, los Derechos Humanos, los pueblos originarios, el mundo obrero y, en especial, las resistencias a un sistema de dominación. El propósito es revivir las conferencias, los libros, el teatro, el cine y la música del periodista. Y hacerlo de forma itinerante, siguiendo la militancia hormiga que desplegara Bayer por la Patagonia.
El primer encuentro de la Cátedra Bayer fue en Villa La Angostura. El segundo, a fines de marzo, en el barrio El Frutillar de Bariloche, junto a la Asociación Ecologista Piuke y en el campo de Arreche, a 70 kilómetros al sur de Ingeniero Jacobacci, junto a la Asamblea en Defensa del Agua y el Territorio de Wawel Niyeo.
El Campo de Arreche y doña Pety Currumil
Abel Arreche es uno de los primeros integrantes del mítico grupo de lucha contra la megaminería en la zona de Ingeniero Jacobacci (Wawel Niyeo por su nombre mapuche). Claudia Huircan, la baqueana guía, explica que la traducción sería "un espacio donde brota el agua".
En esta zona, plena estepa patagónica, se cuenta con precipitaciones anuales de solo 200 milímetros y atraviesa una sequía que lleva más de una década. Para tener una referencia, en Villa La Angostura llueven 3000 milímetros que alimentan el esplendoroso bosque andino. Además del oro y la plata que quieren con avidez las megamineras, también necesitan el agua, que es un bien escaso y muy preciado en la estepa. Para colmo de males, el mecanismo para separar el oro de la roca es por medio de una de las sustancias químicas más letales: el cianuro, un agente mortal que separa los metales de la roca, incluidos los metales pesados y los libera a las napas, mata a los animales que tanto los mapuche como los criollos necesitan para su sustento.
La minera se llama Patagonia Gold y tiene como accionista principal a Miguel Miguens, perteneciente a la familia que fue dueña de la cervecería Quilmes y, en la Patagonia, de la estancia de los Siete Cóndores en Cuyín Manzano.
En la página web de Patagonia Gold se ve el decálogo del horror. Allí precisan que los territorios a depredar y "cianurizar" son tan extensos como el efecto del extractivismo ovino que tan bien describió José Luis Alonso Marchante en su libro "Menéndez, Rey de la Patagonia" y las funestas consecuencias para la Patagonia; en primer lugar el genocidio del Pueblo Selknam y la matanza de 1500 peones (que Bayer describió con precisión). En segundo lugar, la desertificación forzada del territorio por sobrepastoreo.
La megaminería se asemeja a una película neflixiana apocalíptica. Lo saben bien los habitantes de San Juan, Catamarca o pueblos con megaminería de Perú. Pero, como espejitos de colores, la empresa minera promete: "El proyecto minero Calcatreu brinda la oportunidad (...) Río Negro es una provincia favorable a la minería y con un gobierno local proactivo que busca aumentar la inversión local y crear empleos a largo plazo"
Entre la cooptación y el soborno minero
Las empresas mineras son hábiles para cooptar políticos, gobernadores, intendentes, pero también para practicar el juego perverso de dividir las comunidades y a los pueblos indígenas a través de promesas y sobres generosos.
En el trawun (gran encuentro) que se desarrolla en el galpón de don Arreche se cuenta cómo la minera cooptó a la comunidad mapuche Peñi Mapu. La lonko (autoridad) fue expulsada luego del Parlamento del Pueblo Mapuche de Río Negro (órgano de gobernanza del Pueblo Mapuche) por exponer en la audiencia pública a favor de Patagonia Gold.
También hay vecinos al campo de don Abel Arreche que se oponen al extractivismo, pero están silenciosos, por miedo. Es lógico, a los que resisten se los intenta doblegar por todos los medios posibles, incluyendo la amenaza de muerte.
Abel Arreche es descendiente de vascos. Su padre fue un peón rural, esquilador llegado de Carmen de Patagones. Vive junto a su compañera de toda la vida, doña Josefa Pety Currumil. Su casa está en Pampa de Eucalef, 70 kilómetros al sur de Wawel Niyeo por la ruta que lleva a la localidad Gastre. Después de casi una hora de rodar por el ripio sale un camino vecinal y luego de veinte minutos se llega al establecimiento San Antonio, la casa de Arreche.
La peonada y la resistencia
"Nos criamos rodeados de miseria, toda la vida trabajando en este campo. No quiero que la mina entre y rompa todo lo que mi padre me dejó. La minera se lleva todo y no deja nada, ni para mí ni para nadie", afirma don Abel Arreche desde la meseta de Río Negro.
Las mismas tierras por donde anduvo Osvaldo Bayer, que viajó por todo el país, incluso a los rincones más olvidados, para conocer de primera mano la resistencia y la solidaridad ante un sistema injusto. Fue un trabajo de militancia hormiga increíblemente rico en saberes que dejó infinidad de enseñanzas. Luego escribía las famosas contratapas en el diario Pagina12.
Ahora acompañados por Esteban Bayer -e integrantes de la Organización Ecologista Piuke, la Asamblea en Defensa del Agua y del Territorio de Wawel Niyeo, y el gremio docente Unter- la Cátedra dice presente en el corazón geográfico de Río Negro. Allí se escucha el testimonio de doña María Cona y las niñas regaladas a los turcos, el aporte de Fidel Guarda y la historia del Consejo Asesor Indígena (CAI). La voz de José Pinchulef y Claudia Huircan, que recuperan el camino de la Asamblea de Wawel Niyeo. Memoria oral que marca a fuego el futuro de la región.
"A don Osvaldo Bayer lo conocimos cuando vino a visitarnos a un trawun mapuche tehuelche 1987, en la parroquia de Jacobacci, y ahí conoció la vida de los peones rurales en la línea sur rionegrina. Cuando trabajé en la estancia Fitamiche se salía a ensillar los caballos a las 5 de la mañana, mi viejo que trabajaba con la estancia inglesa de Maquinchao salía con un bolso al hombro a juntar ovejas. Los trabajadores rurales eran muy explotados, los trabajos por día eran de las cinco de la mañana hasta las diez de la noche... Vi tantas injusticias que empecé a ir a la Intersindical en la que hoy es la Uatre, eso fue en 1985. Ahí me formé", recuerda Fidel Guarda.
También estuvo presente en la Cátedra el artista Andrés Zerneri y su estatua de la "Piña de Chávez", que rememora la trompada que le propinaron al militar Alfredo Astiz en Bariloche en 1995 (próximamente será entregada por la Biblioteca Bayer a modo de reconocimiento a figuras destacadas en la defensa de los derechos humanos).
Y no pasó desapercibida la presentación de Luis Mancilla, llegado desde Chiloé con su libro "Chilotes de la Patagonia Rebelde" donde se relata las condiciones de vida de los peones chilenos que eran la mano de obra mayoritaria de las estancias santacruceñas y que fueron fusilados por el Ejército Argentino en 1921-1922.
Así pasó el segundo encuentro de la Cátedra Osvaldo Bayer. Aunque las topadoras destruyan monumentos, aunque quieran cambiar la historia, no podrán borrar la memoria. El espíritu bayeriano no se rinde. Hasta la próxima.
La ética siempre triunfa.
*Biblioteca Popular Osvaldo Bayer
Fuente: Agencia Tierra Viva
Por Gerardo Ghioldi*
El escritor Martín Kohan dice que no hay batalla cultural en la Argentina de Javier Milei ya que, para que esto suceda, el grupo que gobierna no tiene una propuesta para el teatro, el cine o para la educación pública. No propone a determinados autores, escritores o educadores sino simplemente se avanza con la destrucción de la cultura argentina a través de un procedimiento de desfinanciamiento progresivo sin importar qué autores quedan en el camino.
La imagen en Santa Cuz de una topadora destrozando el monumento a Osvaldo Bayer, que daba cuenta de la Patagonia Rebelde, es volver a la Edad Media. Bayer rescató de la memoria y los archivos para escribir la monumental obra de cuatro tomos sobre los trágicos sucesos que ocurrieron en Santa Cruz en la segunda década del siglo pasado y que terminaron con la solución final que querían los estancieros ingleses: el fusilamiento de al menos 1500 peones rurales.
La reacción de la sociedad patagónica produjo el nacimiento, como si fueran hongos otoñales, de cientos de nuevos monumentos y reconocimientos por todos los pueblos de nuestro sur. Es conmovedor y no para acá.
La estupidez de tirar piedras a mansalva y no ver que en realidad es un boomerang que vuelve.
Bayer repetía cada vez que venía a sus charlas en la escuela 104 o al Centro de Convenciones de Villa La Angostura que no había que destruir las estatuas erigidas a Julio Argentino Roca sino que, simplemente, había que llevarlas a la estancia "La Larga", propiedad de los Roca en Buenos Aires y que decoren la arboleda de entrada.
Osvaldo Bayer pasó a la historia de los patagónicos por ponerse del lado de la peonada y denunciar con nombre y apellido no solamente al Ejército argentino sino también a los funcionarios de la Liga Patriótica (espacio de ultraderecha violenta) o poner en debate el papel del mismo presidente Hipólito Yrigoyen, líder popular de las primeras décadas del siglo pasado.
Esa valentía que lo caracterizaba lo exilió de todas partes menos del corazón de los argentinos, que sin dudas repudian la topadora mileista (hasta los comentarios en el diario La Nación cuestionaron el hecho).
La Cátedra Osvaldo Bayer
Desde la biblioteca popular Osvaldo Bayer se le propuso hace varios años a Esteban Bayer (hijo de Osvaldo) un espacio para continuar con temas prioritarios de su padre: la libertad, los Derechos Humanos, los pueblos originarios, el mundo obrero y, en especial, las resistencias a un sistema de dominación. El propósito es revivir las conferencias, los libros, el teatro, el cine y la música del periodista. Y hacerlo de forma itinerante, siguiendo la militancia hormiga que desplegara Bayer por la Patagonia.
El primer encuentro de la Cátedra Bayer fue en Villa La Angostura. El segundo, a fines de marzo, en el barrio El Frutillar de Bariloche, junto a la Asociación Ecologista Piuke y en el campo de Arreche, a 70 kilómetros al sur de Ingeniero Jacobacci, junto a la Asamblea en Defensa del Agua y el Territorio de Wawel Niyeo.
El Campo de Arreche y doña Pety Currumil
Abel Arreche es uno de los primeros integrantes del mítico grupo de lucha contra la megaminería en la zona de Ingeniero Jacobacci (Wawel Niyeo por su nombre mapuche). Claudia Huircan, la baqueana guía, explica que la traducción sería "un espacio donde brota el agua".
En esta zona, plena estepa patagónica, se cuenta con precipitaciones anuales de solo 200 milímetros y atraviesa una sequía que lleva más de una década. Para tener una referencia, en Villa La Angostura llueven 3000 milímetros que alimentan el esplendoroso bosque andino. Además del oro y la plata que quieren con avidez las megamineras, también necesitan el agua, que es un bien escaso y muy preciado en la estepa. Para colmo de males, el mecanismo para separar el oro de la roca es por medio de una de las sustancias químicas más letales: el cianuro, un agente mortal que separa los metales de la roca, incluidos los metales pesados y los libera a las napas, mata a los animales que tanto los mapuche como los criollos necesitan para su sustento.
La minera se llama Patagonia Gold y tiene como accionista principal a Miguel Miguens, perteneciente a la familia que fue dueña de la cervecería Quilmes y, en la Patagonia, de la estancia de los Siete Cóndores en Cuyín Manzano.
En la página web de Patagonia Gold se ve el decálogo del horror. Allí precisan que los territorios a depredar y "cianurizar" son tan extensos como el efecto del extractivismo ovino que tan bien describió José Luis Alonso Marchante en su libro "Menéndez, Rey de la Patagonia" y las funestas consecuencias para la Patagonia; en primer lugar el genocidio del Pueblo Selknam y la matanza de 1500 peones (que Bayer describió con precisión). En segundo lugar, la desertificación forzada del territorio por sobrepastoreo.
La megaminería se asemeja a una película neflixiana apocalíptica. Lo saben bien los habitantes de San Juan, Catamarca o pueblos con megaminería de Perú. Pero, como espejitos de colores, la empresa minera promete: "El proyecto minero Calcatreu brinda la oportunidad (...) Río Negro es una provincia favorable a la minería y con un gobierno local proactivo que busca aumentar la inversión local y crear empleos a largo plazo"
Entre la cooptación y el soborno minero
Las empresas mineras son hábiles para cooptar políticos, gobernadores, intendentes, pero también para practicar el juego perverso de dividir las comunidades y a los pueblos indígenas a través de promesas y sobres generosos.
En el trawun (gran encuentro) que se desarrolla en el galpón de don Arreche se cuenta cómo la minera cooptó a la comunidad mapuche Peñi Mapu. La lonko (autoridad) fue expulsada luego del Parlamento del Pueblo Mapuche de Río Negro (órgano de gobernanza del Pueblo Mapuche) por exponer en la audiencia pública a favor de Patagonia Gold.
También hay vecinos al campo de don Abel Arreche que se oponen al extractivismo, pero están silenciosos, por miedo. Es lógico, a los que resisten se los intenta doblegar por todos los medios posibles, incluyendo la amenaza de muerte.
Abel Arreche es descendiente de vascos. Su padre fue un peón rural, esquilador llegado de Carmen de Patagones. Vive junto a su compañera de toda la vida, doña Josefa Pety Currumil. Su casa está en Pampa de Eucalef, 70 kilómetros al sur de Wawel Niyeo por la ruta que lleva a la localidad Gastre. Después de casi una hora de rodar por el ripio sale un camino vecinal y luego de veinte minutos se llega al establecimiento San Antonio, la casa de Arreche.
La peonada y la resistencia
"Nos criamos rodeados de miseria, toda la vida trabajando en este campo. No quiero que la mina entre y rompa todo lo que mi padre me dejó. La minera se lleva todo y no deja nada, ni para mí ni para nadie", afirma don Abel Arreche desde la meseta de Río Negro.
Las mismas tierras por donde anduvo Osvaldo Bayer, que viajó por todo el país, incluso a los rincones más olvidados, para conocer de primera mano la resistencia y la solidaridad ante un sistema injusto. Fue un trabajo de militancia hormiga increíblemente rico en saberes que dejó infinidad de enseñanzas. Luego escribía las famosas contratapas en el diario Pagina12.
Ahora acompañados por Esteban Bayer -e integrantes de la Organización Ecologista Piuke, la Asamblea en Defensa del Agua y del Territorio de Wawel Niyeo, y el gremio docente Unter- la Cátedra dice presente en el corazón geográfico de Río Negro. Allí se escucha el testimonio de doña María Cona y las niñas regaladas a los turcos, el aporte de Fidel Guarda y la historia del Consejo Asesor Indígena (CAI). La voz de José Pinchulef y Claudia Huircan, que recuperan el camino de la Asamblea de Wawel Niyeo. Memoria oral que marca a fuego el futuro de la región.
"A don Osvaldo Bayer lo conocimos cuando vino a visitarnos a un trawun mapuche tehuelche 1987, en la parroquia de Jacobacci, y ahí conoció la vida de los peones rurales en la línea sur rionegrina. Cuando trabajé en la estancia Fitamiche se salía a ensillar los caballos a las 5 de la mañana, mi viejo que trabajaba con la estancia inglesa de Maquinchao salía con un bolso al hombro a juntar ovejas. Los trabajadores rurales eran muy explotados, los trabajos por día eran de las cinco de la mañana hasta las diez de la noche... Vi tantas injusticias que empecé a ir a la Intersindical en la que hoy es la Uatre, eso fue en 1985. Ahí me formé", recuerda Fidel Guarda.
También estuvo presente en la Cátedra el artista Andrés Zerneri y su estatua de la "Piña de Chávez", que rememora la trompada que le propinaron al militar Alfredo Astiz en Bariloche en 1995 (próximamente será entregada por la Biblioteca Bayer a modo de reconocimiento a figuras destacadas en la defensa de los derechos humanos).
Y no pasó desapercibida la presentación de Luis Mancilla, llegado desde Chiloé con su libro "Chilotes de la Patagonia Rebelde" donde se relata las condiciones de vida de los peones chilenos que eran la mano de obra mayoritaria de las estancias santacruceñas y que fueron fusilados por el Ejército Argentino en 1921-1922.
Así pasó el segundo encuentro de la Cátedra Osvaldo Bayer. Aunque las topadoras destruyan monumentos, aunque quieran cambiar la historia, no podrán borrar la memoria. El espíritu bayeriano no se rinde. Hasta la próxima.
La ética siempre triunfa.
*Biblioteca Popular Osvaldo Bayer
Fuente: Agencia Tierra Viva