¿Hay síntomas de fascismo en la extrema derecha de Milei?Por Comuna Docente
En el mes de mayo se cumplen 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial. Una guerra que dejó en números redondos, más de 60 millones de muertos, 3 millones de desaparecidos y 35 millones de heridos. Las imágenes de la guerra, los países devastados, los campos de concentración y exterminio, así como la victoria contra el fascismo y el nazismo, muchas veces nos hacen olvidar de cómo comenzó esta tragedia.
En 1918/19, en el marco de una profunda "crisis orgánica", política, económica y social heredadas de la Primera Guerra Mundial y profundizadas por la crisis de los años 1929/30, los países europeos y sus democracias liberales, entran en una bancarrota catastrófica.
La desocupación, la miseria, el hambre se manifiestan en toda su dimensión, junto con situaciones irresueltas de la lucha de clases. Procesos de polarización entre el doble poder de la clase obrera - soviets, asambleas y consejos -, y una clase dominante que para no perder su hegemonía está dispuesta a todo, incluso a empoderar a fuerzas que pueden llevar al desastre a su propio régimen político y Estado.
Síntomas preocupantes
En el libro Síndrome 1933, Siegmund Ginzbeg[1] estudia los acontecimientos que llevaron al gobierno a Hitler: partidos y coaliciones en crisis, por ser vistos como responsables de la debacle general; polarización y discursos de odio; ataque a las organizaciones de los trabajadores, sindicatos y partidos de izquierda, queriendo retrotraer el enfrentamiento entre el Capital y el Trabajo a la situación del siglo XIX; un Gobierno demagógico e irresponsable; ataques a la oposición y a la prensa, violencia política y racista de las fuerzas policiales y parapoliciales, ante la mirada indiferente e insensibilizada del conjunto de la sociedad.
Pero nada de esto podría haberse instalado en la sociedad, si no hubiera existido un avance material de los trabajadores y la sociedad en conjunto, a partir del desarrollo de la industria armamentística. Esto logró que se iniciara un proceso de acumulación, que logró sacar a millones de la desocupación, terminando con la hiperinflación y aumentando el consumo. Fue esta la base fundamental para el inicio de la aventura guerrerista de Alemania, detrás del pangermanismo y la conquista del espacio vital.
Contra lo que se cree, estas fuerzas también pueden surgir en medio de permanentes procesos electorales, no surgen sólo de golpes militares. En medio de la parálisis y el caos, surge una alternativa que promete poner orden a cualquier costo, incluso transformando al régimen democrático en uno dictatorial.
Ginzberg, cree que, en la actualidad existen en el mundo síntomas, señales que amenazan con acercarnos peligrosamente a un pasado que creíamos superado, y se pregunta: "¿Y si, de repente, una pesadilla de la que habíamos despertado hace tiempo, que apenas recordábamos, arremetiera mortalmente contra nosotros?"
Trump en los Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil y Milei en la Argentina, tienden a minar en forma acelerada al régimen democrático, ¿son expresiones materiales de esa pesadilla que ya está entre nosotros?
Anestesia por el shock y naturalización de la violencia
La devastación social puede degradar al ser humano. En medio del shock provocado por la crisis, pasa por distintos estadios: algunos caen en la desesperación, otros en la depresión, pero también la insensibilidad y el individualismo. La clase dominante, la verdadera responsable de la crisis, aprovecha para instalar la naturalización de la violencia- verbal o física - y la búsqueda de culpables, incluso entre las víctimas. Pobres contra pobres.
En la escuela, para trabajar con los alumnos de 4to año el surgimiento del fascismo y el nazismo, nos sirve el libro, en forma de cómic Chez Adolf[2], sus autores realizaron una obra después de una exhaustiva investigación y plantean que los cambios en la sociedad se fueron dando en forma banal, a ritmo lento pero sin pausa.
Es la vida de un profesor de escuela, que ve cómo todo va cambiando a su alrededor, la escuela, sus compañeros de trabajo, sus alumnos, sus vecinos se van adaptando a las medidas que va instalando el nuevo canciller de Alemania en 1933, cargo de primer ministro que ocupa Adolf Hitler.
Primero, de un día para el otro, se cambia el saludo de ¡Buen día! por "¡Heil Hitler! Otro día, hay que afiliarse al partido de gobierno para mantener el trabajo, esconder libros de su biblioteca porque el ministro de propaganda prohíbe leer autores judíos o marxistas. Claro, esto un día termina en un "Acto de fe", o sea, en una quema pública de libros dentro de la misma escuela.
Poco a poco ve cómo sus alumnos entran al aula con uniformes de las juventudes hitlerianas, primero son dos, luego siete, después casi todo el curso. Pasan unas semanas y caminando rumbo a la escuela, ve atónito como las fuerzas de seguridad golpean impunemente a un judío, a un socialista o a un comunista ante la mirada indiferente de los transeúntes. Unos meses después, ya se ven comercios con las estrellas de David pintadas en sus vidrieras, otros con las vidrieras rotas o policías que impiden ingresar a los mismos a comprar.
Finalmente empiezan a desaparecer conocidos, una compañera de trabajo está angustiada porque detuvieron al marido de su hermana, quién fue trasladado a un campo y no se supo más nada de él.
Ayer y hoy, siempre los culpables son los otros
La situación actual en nuestro país, preocupa. Hoy como ayer, los culpables para el gobierno, siempre son los otros.
A Milei, a un año y medio de gobierno, le fracasó el Plan A (que nunca incluyó la dolarización, ni el libre Mercado ni la destrucción del Banco Central prometidos en la campaña electoral), se cayeron las inversiones de Vaca Muerta y la extracción minera, que iban a empardar las entradas de dólares de la agroindustria. Solo funcionó la política de la bicicleta financiera recargada.
La mitad del país está debajo de la línea de la pobreza, lejos de la canasta familiar y el salto en el consumo. Se recalienta la protesta social y pareciera que es difícil que se consolide un proyecto neofascista o "liberfascista", pero llegó el salvavidas de Trump y el FMI, ¿alcanzará?
Según el gobierno, el plan fracasó por culpa de los otros: de las ratas del Congreso, de los comunistas y zurdos, de los periodistas ensobrados y de los mandriles violados. Cuando la realidad es que la "oposición" acompañó en su mayoría las propuestas del gobierno - con la excepción de los partidos de izquierda - y se debate en un sinfín de divisiones y fragmentaciones, que no hacen más que favorecer a que el gobierno se mantenga a flote.
Durante el fascismo, la democracia era cuestionada y los males eran atribuidos a la izquierda en general, a los comunistas, a los terroristas de atentados auto-provocados, a cualquier opositor a las políticas de emergencia nacional y a la prensa. Siempre la culpable es la prensa. Hoy Milei, se queja porque "La gente no odia lo suficiente a los periodistas", y provoca la primera agresión física al periodista Roberto Navarro del Destape. Los nazis desde cualquier púlpito, llamaban a exterminar a los "criminales" que estaban contra su política, que era la política "del pueblo". Hoy se dice, que se atenta contra "la gente de bien" y se le otorga una condecoración de Estado a un marginal como Jesús Huerta de Soto, quien considera que "la democracia destruye el ideario liberal". ¿Señales?
Pero, desde Comuna Docente creemos que no todo está perdido, estamos viendo los primeros pasos de un fenómeno que podemos impedir que avance. No nos han derrotado, más de la mitad del país rechaza al gobierno de extrema derecha. La tarea de la hora es politizar la bronca, preparar desde abajo la resistencia y organizar la lucha para enfrentar las medidas del gobierno y todos los partidos del sistema.
Desde la escuela es mucho lo que podemos hacer, educando en nuestra Historia, en nuestras luchas contra las dictaduras y contra gobiernos neoliberales entreguistas. Ayudar a que nuestro pueblo mantenga viva esta memoria.
Tener memoria, porque, aunque los procesos nunca se repiten de forma idéntica, como escribiera el filósofo Jorge Santayana, "Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo".
[1] Ginzberg, Siegmund (2024) Síndrome 1933. Ed. gatopardo ensayo
[2] Rodolphe, Marcos y Fogolin (2021) Che Adolf. Proyectos y Producciones Editoriales CYAN S.A.
Fuente: Huellas del Sur
Por Comuna Docente
En el mes de mayo se cumplen 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial. Una guerra que dejó en números redondos, más de 60 millones de muertos, 3 millones de desaparecidos y 35 millones de heridos. Las imágenes de la guerra, los países devastados, los campos de concentración y exterminio, así como la victoria contra el fascismo y el nazismo, muchas veces nos hacen olvidar de cómo comenzó esta tragedia.
En 1918/19, en el marco de una profunda "crisis orgánica", política, económica y social heredadas de la Primera Guerra Mundial y profundizadas por la crisis de los años 1929/30, los países europeos y sus democracias liberales, entran en una bancarrota catastrófica.
La desocupación, la miseria, el hambre se manifiestan en toda su dimensión, junto con situaciones irresueltas de la lucha de clases. Procesos de polarización entre el doble poder de la clase obrera - soviets, asambleas y consejos -, y una clase dominante que para no perder su hegemonía está dispuesta a todo, incluso a empoderar a fuerzas que pueden llevar al desastre a su propio régimen político y Estado.
Síntomas preocupantes
En el libro Síndrome 1933, Siegmund Ginzbeg[1] estudia los acontecimientos que llevaron al gobierno a Hitler: partidos y coaliciones en crisis, por ser vistos como responsables de la debacle general; polarización y discursos de odio; ataque a las organizaciones de los trabajadores, sindicatos y partidos de izquierda, queriendo retrotraer el enfrentamiento entre el Capital y el Trabajo a la situación del siglo XIX; un Gobierno demagógico e irresponsable; ataques a la oposición y a la prensa, violencia política y racista de las fuerzas policiales y parapoliciales, ante la mirada indiferente e insensibilizada del conjunto de la sociedad.
Pero nada de esto podría haberse instalado en la sociedad, si no hubiera existido un avance material de los trabajadores y la sociedad en conjunto, a partir del desarrollo de la industria armamentística. Esto logró que se iniciara un proceso de acumulación, que logró sacar a millones de la desocupación, terminando con la hiperinflación y aumentando el consumo. Fue esta la base fundamental para el inicio de la aventura guerrerista de Alemania, detrás del pangermanismo y la conquista del espacio vital.
Contra lo que se cree, estas fuerzas también pueden surgir en medio de permanentes procesos electorales, no surgen sólo de golpes militares. En medio de la parálisis y el caos, surge una alternativa que promete poner orden a cualquier costo, incluso transformando al régimen democrático en uno dictatorial.
Ginzberg, cree que, en la actualidad existen en el mundo síntomas, señales que amenazan con acercarnos peligrosamente a un pasado que creíamos superado, y se pregunta: "¿Y si, de repente, una pesadilla de la que habíamos despertado hace tiempo, que apenas recordábamos, arremetiera mortalmente contra nosotros?"
Trump en los Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil y Milei en la Argentina, tienden a minar en forma acelerada al régimen democrático, ¿son expresiones materiales de esa pesadilla que ya está entre nosotros?
Anestesia por el shock y naturalización de la violencia
La devastación social puede degradar al ser humano. En medio del shock provocado por la crisis, pasa por distintos estadios: algunos caen en la desesperación, otros en la depresión, pero también la insensibilidad y el individualismo. La clase dominante, la verdadera responsable de la crisis, aprovecha para instalar la naturalización de la violencia- verbal o física - y la búsqueda de culpables, incluso entre las víctimas. Pobres contra pobres.
En la escuela, para trabajar con los alumnos de 4to año el surgimiento del fascismo y el nazismo, nos sirve el libro, en forma de cómic Chez Adolf[2], sus autores realizaron una obra después de una exhaustiva investigación y plantean que los cambios en la sociedad se fueron dando en forma banal, a ritmo lento pero sin pausa.
Es la vida de un profesor de escuela, que ve cómo todo va cambiando a su alrededor, la escuela, sus compañeros de trabajo, sus alumnos, sus vecinos se van adaptando a las medidas que va instalando el nuevo canciller de Alemania en 1933, cargo de primer ministro que ocupa Adolf Hitler.
Primero, de un día para el otro, se cambia el saludo de ¡Buen día! por "¡Heil Hitler! Otro día, hay que afiliarse al partido de gobierno para mantener el trabajo, esconder libros de su biblioteca porque el ministro de propaganda prohíbe leer autores judíos o marxistas. Claro, esto un día termina en un "Acto de fe", o sea, en una quema pública de libros dentro de la misma escuela.
Poco a poco ve cómo sus alumnos entran al aula con uniformes de las juventudes hitlerianas, primero son dos, luego siete, después casi todo el curso. Pasan unas semanas y caminando rumbo a la escuela, ve atónito como las fuerzas de seguridad golpean impunemente a un judío, a un socialista o a un comunista ante la mirada indiferente de los transeúntes. Unos meses después, ya se ven comercios con las estrellas de David pintadas en sus vidrieras, otros con las vidrieras rotas o policías que impiden ingresar a los mismos a comprar.
Finalmente empiezan a desaparecer conocidos, una compañera de trabajo está angustiada porque detuvieron al marido de su hermana, quién fue trasladado a un campo y no se supo más nada de él.
Ayer y hoy, siempre los culpables son los otros
La situación actual en nuestro país, preocupa. Hoy como ayer, los culpables para el gobierno, siempre son los otros.
A Milei, a un año y medio de gobierno, le fracasó el Plan A (que nunca incluyó la dolarización, ni el libre Mercado ni la destrucción del Banco Central prometidos en la campaña electoral), se cayeron las inversiones de Vaca Muerta y la extracción minera, que iban a empardar las entradas de dólares de la agroindustria. Solo funcionó la política de la bicicleta financiera recargada.
La mitad del país está debajo de la línea de la pobreza, lejos de la canasta familiar y el salto en el consumo. Se recalienta la protesta social y pareciera que es difícil que se consolide un proyecto neofascista o "liberfascista", pero llegó el salvavidas de Trump y el FMI, ¿alcanzará?
Según el gobierno, el plan fracasó por culpa de los otros: de las ratas del Congreso, de los comunistas y zurdos, de los periodistas ensobrados y de los mandriles violados. Cuando la realidad es que la "oposición" acompañó en su mayoría las propuestas del gobierno - con la excepción de los partidos de izquierda - y se debate en un sinfín de divisiones y fragmentaciones, que no hacen más que favorecer a que el gobierno se mantenga a flote.
Durante el fascismo, la democracia era cuestionada y los males eran atribuidos a la izquierda en general, a los comunistas, a los terroristas de atentados auto-provocados, a cualquier opositor a las políticas de emergencia nacional y a la prensa. Siempre la culpable es la prensa. Hoy Milei, se queja porque "La gente no odia lo suficiente a los periodistas", y provoca la primera agresión física al periodista Roberto Navarro del Destape. Los nazis desde cualquier púlpito, llamaban a exterminar a los "criminales" que estaban contra su política, que era la política "del pueblo". Hoy se dice, que se atenta contra "la gente de bien" y se le otorga una condecoración de Estado a un marginal como Jesús Huerta de Soto, quien considera que "la democracia destruye el ideario liberal". ¿Señales?
Pero, desde Comuna Docente creemos que no todo está perdido, estamos viendo los primeros pasos de un fenómeno que podemos impedir que avance. No nos han derrotado, más de la mitad del país rechaza al gobierno de extrema derecha. La tarea de la hora es politizar la bronca, preparar desde abajo la resistencia y organizar la lucha para enfrentar las medidas del gobierno y todos los partidos del sistema.
Desde la escuela es mucho lo que podemos hacer, educando en nuestra Historia, en nuestras luchas contra las dictaduras y contra gobiernos neoliberales entreguistas. Ayudar a que nuestro pueblo mantenga viva esta memoria.
Tener memoria, porque, aunque los procesos nunca se repiten de forma idéntica, como escribiera el filósofo Jorge Santayana, "Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo".
[1] Ginzberg, Siegmund (2024) Síndrome 1933. Ed. gatopardo ensayo
[2] Rodolphe, Marcos y Fogolin (2021) Che Adolf. Proyectos y Producciones Editoriales CYAN S.A.
Fuente: Huellas del Sur