Universidades públicas: Reforma de planes de estudio y ajuste neoliberal Por Sebastián Sayago
El Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y el gobierno nacional impulsan una modernización de los planes de estudio que puede ser una herramienta para debilitar el sistema de universidades públicas. De hecho, ese es el deseo -confesado a gritos- de Milei.
En principio, vale decir que la revisión periódica de los diseños curriculares es una tarea que las instituciones universitarias deben realizar de manera constante, como parte de un proceso de autoevaluación que tienda a optimizar el uso de los recursos disponibles con vistas a garantizar la mejor formación profesional posible para la mayor cantidad de alumnos y alumnas que puedan cursar. Siempre hay aspectos que revisar, corregir, modificar, tanto en lo relativo a los contenidos teóricos como a las prácticas y procedimientos pedagógicos y didácticos. Lo que ocurre, en este contexto, es que, como en otros ámbitos, se pretende pasar una guadaña en nombre de la "libertad".
Reformar para ajustar
La propuesta de reforma curricular es, principalmente, una iniciativa del CIN que contó con el acuerdo del gobierno kirchnerista y, ahora, cuenta con el entusiasmo del gobierno libertario. En lo fundamental, esta propuesta apunta a implementar un sistema de créditos (Sistema Argentino de Créditos Universitarios -SACAU) que reconozca el tiempo de estudio dedicado por los alumnos, a implementar la combinación de la modalidad presencial y la modalidad virtual de enseñanza, a fomentar la internacionalización, a aumentar las titulaciones intermedias y a curricularizar la extensión. Con menos claridad, se pretende reducir la duración de las carreras y, por consiguiente, la cantidad de espacios curriculares. Así está expresado en la página de la Dirección Nacional de Gestión Universitaria:
¿Qué carga horaria y duración debe tener una carrera para obtener el reconocimiento oficial y la consecuente validez nacional?
Carreras de grado: 4 años de duración y 2600 horas reloj (Ver en Normativa Resolución Ministerial N° 6/97) y/o en créditos académicos universitarios (Ver Resolución Ministerial N° 2598/2023 - Sistema Argentino de Créditos Académicos Universitarios - SACAU).
Carreras de pregrado: 2 años y 1400 horas reloj (Ver en Normativa Disposición DNGU N° 2271/2019 y Resolución Ministerial N° 2598/2023 - SACAU).[1]
En este momento, más allá de las diversas sugerencias de mejoramiento, la mayor presión está puesta sobre el sistema de créditos, cuya justificación se sostiene en un dato objetivo: el tiempo promedio de finalización de las carreras supera la duración del plan de estudios, llegando en muchos casos a duplicarla. El CIN y el gobierno asumen que esta diferencia se debe a que los diseños curriculares sobreexigen a los estudiantes y, por lo tanto, hay que reformular (reducir) la cantidad de tiempo de interacción áulica.
Sin embargo, el diagnóstico es cuestionable, porque no se consideran aspectos relevantes. Por ejemplo, muchos estudiantes se demoran en finalizar sus estudios porque trabajan o tienen hijos a cargo o deben realizar otras tareas de cuidado familiar. Es decir, no pueden tener dedicación plena al estudio. En otros países, con el sistema universitario arancelado, la proporción de estudiantes-trabajadores es muchísimo menor, lo que impacta en los promedios de tiempo de cursado. También es importante tener en cuenta que muchos estudiantes de primer año tienen dificultades serias de lectura y escritura de textos académicos y esta circunstancia condiciona de manera severa sus posibilidades de avanzar en el trayecto de formación. Y, en estos casos, el acompañamiento del docente es fundamental.
Entonces, en vez de aceptar acríticamente el SACAU como la principal herramienta de reestructuración curricular, es imprescindible partir de diagnósticos que den cuenta de la realidad social y pedagógica de cada región. Sería fundamental que los docentes discutamos con nuestros graduados y nuestros estudiantes qué planes de estudios necesitaríamos y que contemos con los recursos para poder diseñarlos.
La "libertad curricular"
El discurso modernizador opone un modelo centrado en el aula vs. un modelo centrado en el estudiante. Afirma que uno ignora al alumno, es enciclopedista y reproductivista, y el otro, en cambio, da prioridad al alumno, parte de sus intereses e integra la realidad áulica con la extraáulica. Uno es rígido y cerrado y el otro, flexible y abierto.
Esta caracterización dicotómica y bastante demagógica simplifica mucho la cuestión. Sin que se implemente el SACAU, también se puede pensar en reformas que tiendan a reformas curriculares que establezcan diseños flexibles, con opciones que resulten más atractivas y útiles a los estudiantes. De hecho, es una tendencia que se observa en varias reformas curriculares realizadas en los últimos años. Ocurre que esta línea de innovación curricular encuentra sus límites en las fuertes restricciones presupuestarias que padece el sistema universitario y que se han incrementado desde diciembre de 2023. Con equipos de cátedras diezmados, sin fondos para sostener la carrera académica de los docentes ni para financiar adecuadamente la investigación y la formación de investigadores, es difícil pensar en la creación de asignaturas (optativas u obligatorias) que complementen la formación de pregrado y grado o den cuenta de las novedades en el campo teórico o profesional de cada carrera.
La propuesta oficialista (compartida por el CIN y los sucesivos gobiernos nacionales) permite que haya más opciones al acortar las carreras. Es cuestión de matemática básica: si se pasa de un plan de cinco años a uno de cuatro, varias materias (si subsisten) necesariamente pasarían a ser optativas; si se pasa de un plan de cinco a uno de tres, la cantidad de optativas sería mayor todavía.
El SACAU es un modelo orientado a replicar, en Argentina, el sistema de créditos utilizado en Europa (el European Credit Transfer System -ECTS), que fija, como moneda de cambio entre instituciones de diferentes países de la Unión Europea, los créditos que debe reunir un estudiante.
Teniendo en cuenta que 1 crédito equivale a un total de 25 a 30hs de trabajo del estudiante, se tiende a carreras de grado y de pregrado cortas, de 180 a 240 créditos. De esta manera, se empuja a los egresados a cursar carreras posgrado, que, como se sabe, son aranceladas.
El objetivo es que la globalización académica se reduzca a la adopción del formato europeo, aunque, claro, no es fácil pasar de la rica tradición de nuestras carreras de grado a la figura del bachelor, cuya titulación es insuficiente para el ejercicio profesional.
Como no podía ser de otra forma, el gobierno libertario lo celebra como "un paso hacia la libertad curricular" y el logro de "una mayor eficiencia en el sistema", a la vez que ajusta y desfinancia el sistema universitario y el científico-tecnológico.[2] El cinismo de siempre.
La discusión de fondo
Sin dudas, hay muchísimas cosas por revisar y mejorar en la universidad pública argentina y los diseños curriculares son una de ellas. La proliferación de las NTICs, las posibilidades de virtualización de procesos de enseñanza y procesos de aprendizaje, las diversidades identitarias y culturales, los cambios en la construcción del conocimiento y en el mercado académico son cuestiones que deben ser tenidas en cuenta. También el sentido político de formación académica y científica, la relación entre la universidad y la comunidad (no solo el mundo empresarial, como sostiene el gobierno), las particularidades de nuestros alumnos y la articulación entre el sistema universitario y el resto del sistema educativo son ineludibles ejes de discusión.
La autoevaluación universitaria no puede ser aislada de un contexto marcado por el deterioro progresivo de la educación primaria y secundaria en muchas provincias, los salarios de miseria que reciben los maestros y profesores por un trabajo que se supone es importante para el futuro del país, la reducción de las ayudas económicas a los estudiantes de hogares empobrecidos, el ajuste presupuestario a la universidad y al sistema científico-tecnológico y, en líneas generales, la profundización de la brecha entre los ricos y los pobres.
En este escenario, con la implementación del SACAU, ¿se mejora la posibilidad de ingreso, permanencia y egreso de estudiantes de clase trabajadora? No, en absoluto. Bueno, por ahí podemos empezar a discutir.
[1] Ver: https://www.argentina.gob.ar/educacion/universidades/direccion-nacional-de-gestion-universitaria/carreras
[2] Ver: https://www.argentina.gob.ar/noticias/capital-humano-impulsa-un-sistema-de-renovacion-para-las-carreras-universitarias
Por Sebastián Sayago
El Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y el gobierno nacional impulsan una modernización de los planes de estudio que puede ser una herramienta para debilitar el sistema de universidades públicas. De hecho, ese es el deseo -confesado a gritos- de Milei.
En principio, vale decir que la revisión periódica de los diseños curriculares es una tarea que las instituciones universitarias deben realizar de manera constante, como parte de un proceso de autoevaluación que tienda a optimizar el uso de los recursos disponibles con vistas a garantizar la mejor formación profesional posible para la mayor cantidad de alumnos y alumnas que puedan cursar. Siempre hay aspectos que revisar, corregir, modificar, tanto en lo relativo a los contenidos teóricos como a las prácticas y procedimientos pedagógicos y didácticos. Lo que ocurre, en este contexto, es que, como en otros ámbitos, se pretende pasar una guadaña en nombre de la "libertad".
Reformar para ajustar
La propuesta de reforma curricular es, principalmente, una iniciativa del CIN que contó con el acuerdo del gobierno kirchnerista y, ahora, cuenta con el entusiasmo del gobierno libertario. En lo fundamental, esta propuesta apunta a implementar un sistema de créditos (Sistema Argentino de Créditos Universitarios -SACAU) que reconozca el tiempo de estudio dedicado por los alumnos, a implementar la combinación de la modalidad presencial y la modalidad virtual de enseñanza, a fomentar la internacionalización, a aumentar las titulaciones intermedias y a curricularizar la extensión. Con menos claridad, se pretende reducir la duración de las carreras y, por consiguiente, la cantidad de espacios curriculares. Así está expresado en la página de la Dirección Nacional de Gestión Universitaria:
¿Qué carga horaria y duración debe tener una carrera para obtener el reconocimiento oficial y la consecuente validez nacional?
Carreras de grado: 4 años de duración y 2600 horas reloj (Ver en Normativa Resolución Ministerial N° 6/97) y/o en créditos académicos universitarios (Ver Resolución Ministerial N° 2598/2023 - Sistema Argentino de Créditos Académicos Universitarios - SACAU).
Carreras de pregrado: 2 años y 1400 horas reloj (Ver en Normativa Disposición DNGU N° 2271/2019 y Resolución Ministerial N° 2598/2023 - SACAU).[1]
En este momento, más allá de las diversas sugerencias de mejoramiento, la mayor presión está puesta sobre el sistema de créditos, cuya justificación se sostiene en un dato objetivo: el tiempo promedio de finalización de las carreras supera la duración del plan de estudios, llegando en muchos casos a duplicarla. El CIN y el gobierno asumen que esta diferencia se debe a que los diseños curriculares sobreexigen a los estudiantes y, por lo tanto, hay que reformular (reducir) la cantidad de tiempo de interacción áulica.
Sin embargo, el diagnóstico es cuestionable, porque no se consideran aspectos relevantes. Por ejemplo, muchos estudiantes se demoran en finalizar sus estudios porque trabajan o tienen hijos a cargo o deben realizar otras tareas de cuidado familiar. Es decir, no pueden tener dedicación plena al estudio. En otros países, con el sistema universitario arancelado, la proporción de estudiantes-trabajadores es muchísimo menor, lo que impacta en los promedios de tiempo de cursado. También es importante tener en cuenta que muchos estudiantes de primer año tienen dificultades serias de lectura y escritura de textos académicos y esta circunstancia condiciona de manera severa sus posibilidades de avanzar en el trayecto de formación. Y, en estos casos, el acompañamiento del docente es fundamental.
Entonces, en vez de aceptar acríticamente el SACAU como la principal herramienta de reestructuración curricular, es imprescindible partir de diagnósticos que den cuenta de la realidad social y pedagógica de cada región. Sería fundamental que los docentes discutamos con nuestros graduados y nuestros estudiantes qué planes de estudios necesitaríamos y que contemos con los recursos para poder diseñarlos.
La "libertad curricular"
El discurso modernizador opone un modelo centrado en el aula vs. un modelo centrado en el estudiante. Afirma que uno ignora al alumno, es enciclopedista y reproductivista, y el otro, en cambio, da prioridad al alumno, parte de sus intereses e integra la realidad áulica con la extraáulica. Uno es rígido y cerrado y el otro, flexible y abierto.
Esta caracterización dicotómica y bastante demagógica simplifica mucho la cuestión. Sin que se implemente el SACAU, también se puede pensar en reformas que tiendan a reformas curriculares que establezcan diseños flexibles, con opciones que resulten más atractivas y útiles a los estudiantes. De hecho, es una tendencia que se observa en varias reformas curriculares realizadas en los últimos años. Ocurre que esta línea de innovación curricular encuentra sus límites en las fuertes restricciones presupuestarias que padece el sistema universitario y que se han incrementado desde diciembre de 2023. Con equipos de cátedras diezmados, sin fondos para sostener la carrera académica de los docentes ni para financiar adecuadamente la investigación y la formación de investigadores, es difícil pensar en la creación de asignaturas (optativas u obligatorias) que complementen la formación de pregrado y grado o den cuenta de las novedades en el campo teórico o profesional de cada carrera.
La propuesta oficialista (compartida por el CIN y los sucesivos gobiernos nacionales) permite que haya más opciones al acortar las carreras. Es cuestión de matemática básica: si se pasa de un plan de cinco años a uno de cuatro, varias materias (si subsisten) necesariamente pasarían a ser optativas; si se pasa de un plan de cinco a uno de tres, la cantidad de optativas sería mayor todavía.
El SACAU es un modelo orientado a replicar, en Argentina, el sistema de créditos utilizado en Europa (el European Credit Transfer System -ECTS), que fija, como moneda de cambio entre instituciones de diferentes países de la Unión Europea, los créditos que debe reunir un estudiante.
Teniendo en cuenta que 1 crédito equivale a un total de 25 a 30hs de trabajo del estudiante, se tiende a carreras de grado y de pregrado cortas, de 180 a 240 créditos. De esta manera, se empuja a los egresados a cursar carreras posgrado, que, como se sabe, son aranceladas.
El objetivo es que la globalización académica se reduzca a la adopción del formato europeo, aunque, claro, no es fácil pasar de la rica tradición de nuestras carreras de grado a la figura del bachelor, cuya titulación es insuficiente para el ejercicio profesional.
Como no podía ser de otra forma, el gobierno libertario lo celebra como "un paso hacia la libertad curricular" y el logro de "una mayor eficiencia en el sistema", a la vez que ajusta y desfinancia el sistema universitario y el científico-tecnológico.[2] El cinismo de siempre.
La discusión de fondo
Sin dudas, hay muchísimas cosas por revisar y mejorar en la universidad pública argentina y los diseños curriculares son una de ellas. La proliferación de las NTICs, las posibilidades de virtualización de procesos de enseñanza y procesos de aprendizaje, las diversidades identitarias y culturales, los cambios en la construcción del conocimiento y en el mercado académico son cuestiones que deben ser tenidas en cuenta. También el sentido político de formación académica y científica, la relación entre la universidad y la comunidad (no solo el mundo empresarial, como sostiene el gobierno), las particularidades de nuestros alumnos y la articulación entre el sistema universitario y el resto del sistema educativo son ineludibles ejes de discusión.
La autoevaluación universitaria no puede ser aislada de un contexto marcado por el deterioro progresivo de la educación primaria y secundaria en muchas provincias, los salarios de miseria que reciben los maestros y profesores por un trabajo que se supone es importante para el futuro del país, la reducción de las ayudas económicas a los estudiantes de hogares empobrecidos, el ajuste presupuestario a la universidad y al sistema científico-tecnológico y, en líneas generales, la profundización de la brecha entre los ricos y los pobres.
En este escenario, con la implementación del SACAU, ¿se mejora la posibilidad de ingreso, permanencia y egreso de estudiantes de clase trabajadora? No, en absoluto. Bueno, por ahí podemos empezar a discutir.
[1] Ver: https://www.argentina.gob.ar/educacion/universidades/direccion-nacional-de-gestion-universitaria/carreras
[2] Ver: https://www.argentina.gob.ar/noticias/capital-humano-impulsa-un-sistema-de-renovacion-para-las-carreras-universitarias