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Madres al frente: movimiento ecofeminista reclama respuesta política a las crisis climáticas

Por Manuel Ligero

Barbeau-Lavalette es la fundadora junto a la activista Laure Waridel de Mères au Front (‘Madres Al Frente'), un movimiento para proteger a la infancia y a las futuras generaciones de la amenaza que suponen el cambio climático, el colapso de la biodiversidad, la contaminación y el saqueo industrial de los ecosistemas. Lanzaron la idea en la provincia de Quebec en 2020, precisamente durante el Día de la Madre, y han conseguido extender su agenda a todos los territorios francófonos de Canadá. Gracias a su alianza con la organización For Our Kids, su grito de rabia ha llegado también a las provincias anglófonas. Porque, sí, sienten una enorme rabia ante el retardismo climático demostrado por las diferentes administraciones canadienses.

Anaïs Barbeau-Lavalette contaba en una entrevista en Le Devoir que sintió una gran «impotencia» cuando sus hijos empezaron a oír hablar de la crisis climática y le preguntaron qué estaba haciendo ella para evitarla. «Fui a ver a la ecosocióloga Laure Waridel y ella también se sentía impotente. Una semana después, 40 madres impotentes llenábamos su salón. De la impotencia puede nacer una fuerza». Como es fácil suponer, hablar de «hijos» es una forma de simplificar. Mères au Front llama a sus filas a todas las madres, abuelas y aliadas con o sin hijos para luchar por el futuro de las generaciones más jóvenes.

Entre sus acciones más sonadas está la organización de protestas masivas contra la fundición Horne, un complejo industrial al que el Gobierno de Quebec (en manos del soberanista Parti Quebecois) permite operar en la ciudad de Rouyn-Noranda superando el límite de emisiones tóxicas. Horne produce cobre y en su procesado puede emitir 100 nanogramos de arsénico por metro cúbico, una cifra muy superior a los 3 nanogramos permitidos para el resto de la provincia. Hay que añadir también importantes tasas de plomo, cadmio y níquel. En ciertos barrios de Rouyn-Noranda la esperanza de vida es siete años inferior a la media del resto de Quebec. «Nacen demasiados bebés con falta de peso, con problemas de asma. Y hay también más abortos y dificultades para tener hijos», explicaba Waridel.

«Hace 30 años que transmito mi mensaje de forma dulce, de forma educada», afirmaba la activista en La Presse. «Ya estoy cansada de repetirme y de ver que nada cambia. Es como si se estuvieran burlando de nosotros. Dicen ‘sí, el medio ambiente es muy importante', pero con sus acciones demuestran justo lo contrario. Estoy asqueada. Así que, sí, a veces a mí también se me escapa un ‘¡a la mierda!'».

Una de las últimas acciones de Mères au Front ha sido sentarse a las puertas de la Asamblea Nacional de Quebec y pasar la noche del 10 al 11 de mayo, precisamente el Día de la Madre, como protesta por la falta de políticas comprometidas con lucha contra el cambio climático y en favor del medioambiente.

Acciones concretas

Si Mères au Front se caracteriza por algo es por acusar directamente a los responsables últimos de la crisis climática y medioambiental, es decir, a gobiernos y empresas. Acometen acciones concretas para conseguir resultados concretos. No se trata sólo de agarrar una pancarta y gritar consignas.

www.ledevoir.comLes Mères au front soulignent la fête des Mères avec des actions militantes à Montréal

Por ejemplo, las madres de Rouyn-Noranda, de Abitibi-Ouest y de Val-d'Or se movilizaron el pasado fin de semana para revertir la política forestal del gobierno provincial aliándose con Acción Boreal, Revimat y con comunidades indígenas de la zona. Con la excusa de la guerra comercial con Estados Unidos, el parlamento quebequés ha presentado un proyecto que dice «modernizar» el régimen económico destinado a regular el ejercicio de las empresas madereras. En la práctica, la llamada «ley 97» busca dar a la industria «carta blanca en la explotación de enormes territorios para satisfacer sus necesidades de abastecimiento de madera sin tener en cuenta la calidad de los ecosistemas», según denunciaba el portavoz de Revimat, Marc Nantel.

Los y las manifestantes se reunieron en el bosque Piché-Lemoyne para simbolizar los territorios indígenas no cedidos al Estado que están en peligro. Las naciones Anishinabe y Atikamekw se oponen radicalmente a un nuevo proceso de «desposesión masiva». Según Jon-Evan Quoquochi, vicepresidente del Consejo de los Atikamekw de Wemotaci, la población indígena está «haciendo frente a una versión contemporánea del colonialismo». «Esta vez se ahoga nuestra voz con leyes, no con buldóceres, pero el resultado es el mismo», asegura.

Jennifer Ricard Turcotte, coportavoz de Mères au Front en Rouyn-Noranda, exhibió un discurso claramente político y alineado con las reivindicaciones indígenas para mostrar el rechazo de su organización a la nueva política forestal: «Parece que es mucho más fácil para el gobierno entregar tierras a la industria privada, ya sea minera o forestal, que protegerlas para las generaciones futuras. Nos negamos a que el bosque sea entregado a la industria y a que nuestros hijos sean desposeídos de él».

La actividad de Méres au Front responde, según Anaïs Barbeau-Lavalette, a la gravedad del momento: «Cuando estudiamos los movimientos de mujeres a lo largo de la historia, en diferentes contextos geopolíticos, cuando las madres salen a la calle, cuando salen las abuelas, es porque algo ha ido demasiado lejos, porque está pasando algo realmente serio. Salen como último recurso. Pues bien, hemos llegado al último recurso».

Mères au Front cuenta con más de 8.000 miembros en Quebec y a lo largo de Canadá. En sus manifestaciones se distinguen por ir vestidas de negro con un corazón verde en el pecho. Están muy enfadadas y, como dice Barbeau-Lavalette, «cuando una madre se enfada, se le escucha».

Fuente: Climática