La historia de Puelo, el perro chubutense que actúa en El Eternauta, no solo conquistó a Ricardo Darín y Bruno Stagnaro, sino que también se robó el corazón de todos. Rescatado por un cura en Lago Puelo, Chubut, Puelo fue adoptado y llevado a vivir a una iglesia de San Telmo, donde creció entre imágenes sagradas.
Sin entrenamiento ni casting, participó de las escenas de El Eternauta y su historia, tan conmovedora como cinematográfica, se mezcla con la ficción que protagoniza.
— Shots El Eternauta (@ElEternauta_arg) May 7, 2025
Como empezó su participación cinematográfica
En julio de 2023, estaba previsto comenzar el rodaje de la primera escena de El Eternauta en el set montado dentro de la parroquia de San Pedro González Telmo. El equipo técnico ya estaba listo, los actores preparados, pero un imprevisto detuvo el inicio: el perro elegido para una de las escenas, con amplia experiencia en el mundo del cine, no lograba concentrarse.
Se mostraba inquieto ante cualquier ruido o símbolo religioso, paraba las orejas y no conseguía sostener el tono melancólico que exigía su personaje. Las demoras comenzaron a generar complicaciones logísticas y económicas.
Fue entonces cuando el director Bruno Stagnaro escuchó hablar de Puelo. Pidió conocerlo sin dudar. Contactaron a Emilio Chumpitaz, su dueño, y para sorpresa de todos, no hizo falta entrenamiento ni casting.
Puelo, criado entre imágenes sagradas en la iglesia donde vivía, caminaba con una lentitud natural que transmitía con precisión esa esencia callejera y nostálgica que el personaje necesitaba. Así, sin buscarlo, se convirtió en parte de la ficción.
"Acaba de nacer una estrella", le escribió Slit Murillo a Chumpitaz cuando vio al perro en acción.
Puelo es un perro mestizo, de raza indefinida, que recibió su nombre por el lugar donde fue encontrado: Lago Puelo, en Chubut. Su primer dueño, un cura que pescaba en la zona, lo rescató cuando era apenas un cachorro y se lo llevó consigo a Buenos Aires.
Si hubiese sido un perro de raza, hegemónico, con ojos vivaces y aspecto pulcro, probablemente jamás habría llegado a convertirse en la estrella de Netflix que es hoy. Pero su mirada melancólica, su andar pausado y esa historia de abandono coincidían a la perfección con el personaje desamparado que requería El Eternauta.
Puelo no actuó: simplemente fue. Porque alguna vez, en su vida real, también supo lo que era estar solo.
Puelo y Darín se hicieron amigos
El primer día de grabación, Puelo deslumbró a Bruno Stagnaro. "Bruno busca siempre la espontaneidad, y ese perro era el ideal", dice el productor Slit Murillo. Rápidamente se metió al elenco entero en el bolsillo. "Cuando Puelo pasaba, todo se detenía, era una diva", apunta.
Puelo, sin embargo, no tenía devoción por todo el mundo. No le movía la cola a los técnicos ni a los extras; tampoco le saltaba a Ricardo Merkin, que interpreta al viejo que conmovió a los espectadores con aquella frase: "¡Donde va él voy yo, y donde voy yo va el perro, carajo!". No. La sensibilidad de Puelo estaba direccionada hacia un solo lugar, precisamente hacia la estrella: Ricardo Darín.
En momentos de descanso se podía ver a Puelo en dos patas arañando el camarín de Darín. Darín abría la puerta y Puelo entraba. Pasaban horas juntos ahí dentro, hasta que volvían a salir para grabar, Puelo adelante, Darín atrás.
Cuando Puelo regresaba a su departamento, sobre todo al principio, cuando pasaba de jugar en las grandes ligas a descansar en su humilde cama de la calle Cochabamba, se lo notaba ligeramente displicente. "No me daba mucho bolilla", admite el dueño, que elige creer que era por el cansancio del rodaje. "A veces pasaba toda la noche afuera", se apresura a decir. Pero es sabido que Puelo, después de su experiencia audiovisual, dejó de tomar agua de baldes u otros recipientes. Ahora solo toma del pico de una botella que alguien le tiene que acercar al hocico.
Fueron épocas de vacas gordas. A Emilio le entró un buen dinero extra durante los seis meses de grabación, gracias al cual no escatimó a la hora de comprar alimento premium, ropa canina, juguetes y otras golosinas. El resto del dinero, Emilio -encargado de un edificio de departamentos y peruano argentinizado- lo ahorró en dólares.
Desde hace un año y cuatro meses Emilio y Puelo volvieron a su vida normal. Él, ocupándose del mantenimiento, la gestión de residuos y la relación con los vecinos del edificio; y Puelo, recorriendo tres veces al día el barrio de San Telmo.
Tiene 9 años y la producción de El Eternauta volverá a verlo para evaluar qué lugar puede darle Stagnaro en la segunda temporada: adaptará el guión a sus posibilidades. Con su oreja izquierda caída, pasea sobre todo en Parque Lezama. Tiene una mandíbula privilegiada que le permite cargar troncos de hasta 5 kilos. Al llegar a su casa, duerme en una cama y sólo come el alimento si le colocan un poco de carne sobre el plato.