Disciplinar al país para una inserción subordinadaPor Julio Gambina
El gobierno pretende disciplinar a la sociedad argentina en dos frentes: al movimiento obrero y popular, por un lado, y a los sectores económicos más poderosos por el otro.
Por eso, avanza en las restricciones al derecho de huelga, restringe la libertad en las negociaciones paritarias, promueve el permanente ajuste a jubilados y el recurrente aumento del desempleo y la precariedad laboral. Todas formas de disciplinar la protesta social y la organicidad popular.
Además, el gobierno busca reestructurar el bloque de dominación en el país, favoreciendo un modelo primario-exportador, sustentado en la inversión extranjera en bienes comunes y una reconfiguración empresaria de servicios en apoyo a esa lógica aperturista.
El resultado es una mayor desigualdad en un país de "servicios" para los inversores productivos transnacionalizados. Se trata de un proyecto que busca refundar a la Argentina, subordinándola a la dinámica del capitalismo contemporáneo en crisis.
El bloque de poder en la historia
La Argentina nació como tal hacia 1880 con un bloque socioeconómico dominante integrado por el capital externo y los grandes propietarios de la tierra.
Es el tiempo de la inmigración para nutrir el trabajo asalariado como sustento del desarrollo capitalista y con ello, una historia de organización social, sindical, popular para contrarrestar la explotación.
La reestructuración del bloque en el poder acontece con la industrialización sustitutiva a comienzos del siglo XX y durante buena parte del siglo pasado.
Se incorpora al anterior bloque de la dominación una burguesía local, principalmente fabril, diseminada como pequeña y mediana empresa vinculada al mercado interno, también orientada en parte, a la exportación.
El modelo productivo y de desarrollo se amplía con el mercado interno, por lo que se promueven propuestas políticas de conciliación de clases, que se expresaron en los distintos pactos sociales que se instrumentaron o que se pretendieron instrumentar durante el siglo XX.
Remitimos a reiterados "controles de precios y salarios", "acuerdos empresariales con trabajadores y trabajadoras". El Estado como organizador social promovía la articulación de la inserción internacional tradicional y el aliento y estímulo al mercado interno.
La búsqueda, junto con el desarrollo industrial, pretendía atemperar el conflicto en la sociedad.
Una nueva ruptura supuso la dictadura genocida, en una dinámica que hoy se manifiesta en el gobierno Milei, que pretende consolidar un bloque de poder que tiene manifestaciones en la política.
Remodelar el país
Una de las grandes novedades políticas de la Argentina en estos años es la emergencia de una derecha con votos, con consenso electoral. Eso fue Macri, el macrismo, entre 2007 y 2023.
El fenómeno actual se manifiesta con la aparición de Milei desde 2021 y con pretensión de perpetuarse en el futuro mediato. Se intenta desplazar esa derecha históricamente constituida en este tiempo, bajo gobiernos constitucionales.
La disputa se manifiesta en el terreno electoral, con la audacia de promover a fondo una regresiva reestructuración social, con un enfoque ultra liberal, ortodoxo, de ultraderecha.
Es lo que se puso de manifiesto en las elecciones porteñas y envalentonó a Javier Milei, que busca repetir en septiembre en la Provincia de Buenos Aires, subordinando al partido de Macri a ese objetivo.
La intención es reordenar y disciplinar la representación política de la derecha en la Argentina.
Como parte de ello, se intenta reacomodar al poder económico real en lo que es el nuevo modelo productivo y de desarrollo que imagina el gobierno en esta etapa.
Por un lado, inversiones externas en bienes comunes para consolidar el modelo primario-exportador, y sumar la potencialidad de la minería, el cobre, el litio; la energía, el gas y el petróleo no convencional.
Se trata de reconvertir al aparato empresarial de origen local en una estrategia de logística de "servicios" para esas inversiones externas que deberían llegar, imaginan en el gobierno, con el RIGI y el aval del FMI y el mercado mundial de capitales.
Para eso es el equilibrio macroeconómico buscado, el ajuste fiscal, los despidos y cierres de empresas, en un contexto de asociación política con el gobierno estadounidense y el FMI.
El objetivo es un "país de servicios" para las empresas externas que inviertan en bienes comunes, en la Patagonia, en el territorio cordillerano, en todo el país.
Así se define un modelo de desarrollo para una población menor, e incluso un mayor nivel de desigualdad.
En ese sentido, no se trata solo de un proyecto económico, sino que es una propuesta integral, económica, política, social, cultural, que intenta refundar a la Argentina.
La fundación o refundación del país capitalista es lo que tienen en común cada momento de reorganización de la economía, el Estado y la sociedad.
Aludimos al proyecto oligárquico imperialista de 1880, al proyecto de industrialización subordinada a la dominación externa en tiempos de la industrialización sustitutiva en el país, y por supuesto al nuevo orden que pretendió la dictadura genocida, hoy exacerbado bajo gobierno Milei.
La Argentina surgió capitalista bajo una lógica de subordinación al capital externo, en el cual, la deuda pública fue históricamente un condicionante, una situación morigerada por la lucha y organización social que intentó representaciones políticas populares que dificultaron el disciplinamiento social.
En esa historia, las limitaciones del poder global se manifestaron en una larga tradición de organización y lucha popular, sindical, social, cultural, pero también en disputa en el propio bloque de poder, que más allá de su posibilidad, imaginaron espacios de autonomía.
Por ello, el gobierno Milei es un nuevo intento para disciplinar por abajo y por arriba a la sociedad, e insertar al país en la nueva dinámica del capitalismo global.
El interrogante remite a la tradición de organización y lucha popular, con posibilidad de estructurar una representación política en sentido contrario y con proyección por la emancipación.
Fuente: Huella del Sur
Por Julio Gambina
El gobierno pretende disciplinar a la sociedad argentina en dos frentes: al movimiento obrero y popular, por un lado, y a los sectores económicos más poderosos por el otro.
Por eso, avanza en las restricciones al derecho de huelga, restringe la libertad en las negociaciones paritarias, promueve el permanente ajuste a jubilados y el recurrente aumento del desempleo y la precariedad laboral. Todas formas de disciplinar la protesta social y la organicidad popular.
Además, el gobierno busca reestructurar el bloque de dominación en el país, favoreciendo un modelo primario-exportador, sustentado en la inversión extranjera en bienes comunes y una reconfiguración empresaria de servicios en apoyo a esa lógica aperturista.
El resultado es una mayor desigualdad en un país de "servicios" para los inversores productivos transnacionalizados. Se trata de un proyecto que busca refundar a la Argentina, subordinándola a la dinámica del capitalismo contemporáneo en crisis.
El bloque de poder en la historia
La Argentina nació como tal hacia 1880 con un bloque socioeconómico dominante integrado por el capital externo y los grandes propietarios de la tierra.
Es el tiempo de la inmigración para nutrir el trabajo asalariado como sustento del desarrollo capitalista y con ello, una historia de organización social, sindical, popular para contrarrestar la explotación.
La reestructuración del bloque en el poder acontece con la industrialización sustitutiva a comienzos del siglo XX y durante buena parte del siglo pasado.
Se incorpora al anterior bloque de la dominación una burguesía local, principalmente fabril, diseminada como pequeña y mediana empresa vinculada al mercado interno, también orientada en parte, a la exportación.
El modelo productivo y de desarrollo se amplía con el mercado interno, por lo que se promueven propuestas políticas de conciliación de clases, que se expresaron en los distintos pactos sociales que se instrumentaron o que se pretendieron instrumentar durante el siglo XX.
Remitimos a reiterados "controles de precios y salarios", "acuerdos empresariales con trabajadores y trabajadoras". El Estado como organizador social promovía la articulación de la inserción internacional tradicional y el aliento y estímulo al mercado interno.
La búsqueda, junto con el desarrollo industrial, pretendía atemperar el conflicto en la sociedad.
Una nueva ruptura supuso la dictadura genocida, en una dinámica que hoy se manifiesta en el gobierno Milei, que pretende consolidar un bloque de poder que tiene manifestaciones en la política.
Remodelar el país
Una de las grandes novedades políticas de la Argentina en estos años es la emergencia de una derecha con votos, con consenso electoral. Eso fue Macri, el macrismo, entre 2007 y 2023.
El fenómeno actual se manifiesta con la aparición de Milei desde 2021 y con pretensión de perpetuarse en el futuro mediato. Se intenta desplazar esa derecha históricamente constituida en este tiempo, bajo gobiernos constitucionales.
La disputa se manifiesta en el terreno electoral, con la audacia de promover a fondo una regresiva reestructuración social, con un enfoque ultra liberal, ortodoxo, de ultraderecha.
Es lo que se puso de manifiesto en las elecciones porteñas y envalentonó a Javier Milei, que busca repetir en septiembre en la Provincia de Buenos Aires, subordinando al partido de Macri a ese objetivo.
La intención es reordenar y disciplinar la representación política de la derecha en la Argentina.
Como parte de ello, se intenta reacomodar al poder económico real en lo que es el nuevo modelo productivo y de desarrollo que imagina el gobierno en esta etapa.
Por un lado, inversiones externas en bienes comunes para consolidar el modelo primario-exportador, y sumar la potencialidad de la minería, el cobre, el litio; la energía, el gas y el petróleo no convencional.
Se trata de reconvertir al aparato empresarial de origen local en una estrategia de logística de "servicios" para esas inversiones externas que deberían llegar, imaginan en el gobierno, con el RIGI y el aval del FMI y el mercado mundial de capitales.
Para eso es el equilibrio macroeconómico buscado, el ajuste fiscal, los despidos y cierres de empresas, en un contexto de asociación política con el gobierno estadounidense y el FMI.
El objetivo es un "país de servicios" para las empresas externas que inviertan en bienes comunes, en la Patagonia, en el territorio cordillerano, en todo el país.
Así se define un modelo de desarrollo para una población menor, e incluso un mayor nivel de desigualdad.
En ese sentido, no se trata solo de un proyecto económico, sino que es una propuesta integral, económica, política, social, cultural, que intenta refundar a la Argentina.
La fundación o refundación del país capitalista es lo que tienen en común cada momento de reorganización de la economía, el Estado y la sociedad.
Aludimos al proyecto oligárquico imperialista de 1880, al proyecto de industrialización subordinada a la dominación externa en tiempos de la industrialización sustitutiva en el país, y por supuesto al nuevo orden que pretendió la dictadura genocida, hoy exacerbado bajo gobierno Milei.
La Argentina surgió capitalista bajo una lógica de subordinación al capital externo, en el cual, la deuda pública fue históricamente un condicionante, una situación morigerada por la lucha y organización social que intentó representaciones políticas populares que dificultaron el disciplinamiento social.
En esa historia, las limitaciones del poder global se manifestaron en una larga tradición de organización y lucha popular, sindical, social, cultural, pero también en disputa en el propio bloque de poder, que más allá de su posibilidad, imaginaron espacios de autonomía.
Por ello, el gobierno Milei es un nuevo intento para disciplinar por abajo y por arriba a la sociedad, e insertar al país en la nueva dinámica del capitalismo global.
El interrogante remite a la tradición de organización y lucha popular, con posibilidad de estructurar una representación política en sentido contrario y con proyección por la emancipación.
Fuente: Huella del Sur