Géneros

A 10 años del Ni Una Menos: Cuando las mujeres coparon las calles contra la violencia

Por Euge Murillo

"Uno de ellos dijo ´¿Y a ésta dónde la llevamos?´, cuando ya casi estaban detrás les tiré gas pimienta. Comenzaron a insultarme, a decirme que no era para tanto y que yo era una loca de mierda", así relataba Aixa Rizzo diez años atrás una situación de acoso callejero que sufrió a metros de su casa y terminó con una denuncia en la fiscalía. Tenía 20 años, publicó el relato en un video de Youtube mirando a cámara y lo tituló "Del piropo a la violación". Fue viral. Era abril de 2015, últimos suspiros del gobierno kirchnerista, la derecha que entonces se decía de centro, armó la coalición Cambiemos con Mauricio Macri a la cabeza y mientras tanto, un rumor social inesperado que hizo que la consigna feminista Ni Una Menos entrara a jugar en todos lados.

En mayo de 2015, el femicidio de Chiara Páez, una adolescente de 14 años, produjo una enorme conmoción social que devino en un llamado cargado de rabia acumulada. Fue de boca en boca, en redes sociales, en radio y televisión. El 3 de junio de 2015 fue una fecha que cambió la piel de la sociedad.

La historia de Ni Una Menos, ese embate mítico, la plaza desbordada y la puesta a punto de la agenda feminista es conocida, un grupo de periodistas e intelectuales de diversos espacios movieron los hilos de las redes sociales con un BASTA que salió de la punta de la lengua y se convirtió en un grito colectivo. La clave: audibilidad, algo se había estado macerando, por eso no era causal que Alexia tuviera un gas pimienta a tiro y por algo en apenas un mes se organizó una marcha masiva que se convirtió en un hito de la historia reciente.

Lengua de loca

"Pero nosotras somos también las de la mano pesada, las gordas que revientan las calzas, somos las que podemos correr, las que gritan como las locas de la Plaza. Somos las que buscamos la potencia de la horda y en el abrigo de la tribu nos hacemos fuertes. En la tradición de la Furia Trava, de nuestras guerrilleras, de las amazonas del Bajo Flores escrachando a los golpeadores y en la de aquellas que tensaban el arco sobre el pecho ausente, venimos a poner el cuerpo, estos cuerpos que gozan y cogen y sufren y se celebran y pelean, cuerpos soberanos que deciden contra todo, que se plantan y dan el grito para que suene con otros". El texto se titulaba "Que la rabia nos valga", había sido escrito y se escuchaba en las voces de las activistas lesbianas y feministas Marta Dillon y Vir Cano en el Museo de la Lengua. Su directora, María Pía López convocó a múltiples lecturas bajo el nombre de "Ni Una Menos", lecturas contra el femicidio. Leyeron también la madre y el padre de Wanda Taddei, Beatriz Regal y Jorge Taddei; Adriana Belmonte, la mamá de Lola Chomnalez y familiares de Melina Romero. El encuentro duró cuatro horas y estuvieron entre otxs María Moreno, Selva Almada, Ingrid Beck, Florencia Abbate, Vivi Tellas, Luciana Peker, Colectiva de Antropólogas Feministas.

La lectura sucedió el 26 de marzo de 2015, aún faltaban meses para el desborde del 3 de junio y este suplemento seguía bien de cerca el tambaleo, algo estaba por suceder: "Es de esperar que esta acción sea la primera de muchas, la que lanza al mundo ese grito contenido que venimos tragando, pero que alivia su llanto en la viralización en las redes sociales: muchas dicen basta y quieren sumarse en el futuro. Que así sea" escribían en la crónica de ese día Flor Monfort y Marina Mariasch.

La destreza de hablarle a todxs

El 11 de mayo de 2015, la periodista Marcela Ojeda publicó un tuit que decía: "Actrices, políticas, artistas, empresarias, referentes sociales... mujeres, todas, bah... ¿no vamos a levantar la voz? NOS ESTÁN MATANDO." Se abrió una conversación en las redes y luego en las calles, no eran todavía los tiempos de las milicias digitales ni los haters, el llamado siguió acumulando rabia, dolor, impulsos: "Me parece que el Ni Una Menos pudo canalizar algo que estaba en el aire" dice Marina Abiuso, quien fue parte de la organización de aquella primera movilización y hace algunos años blanco de los libertarios. El hostigamiento comenzó cuando el influencer Emmanuel Danann, cuyo nombre real es Manuel Jorge Gorostiaga, acusó falsamente a Abiuso de haber bloqueado la cobertura del crimen de Lucio Dupuy.

"No es casualidad que en el grupo impulsor fuéramos tantas periodistas. Estábamos hartas de ver casos idénticos, de identificar claramente como un problema social algo que todavía se insistía en ver como una cuestión de intimidad", recuerda Abiuso. Para ella, ese primer Ni Una Menos tuvo la virtud de usar un lenguaje muy llano para explicar conceptos muy básicos: "Eran cosas que necesitaban ser dichas, que la violencia de género existe, por ejemplo".

Casi un mes antes del 3 de junio se produjo una reunión en la Casa del Encuentro para organizar la convocatoria: "Me acuerdo que en las reuniones en la Casa del Encuentro nos entusiasmamos pensando en juntar como mucho, 10 mil personas...y la plaza se llenó" recuerda Ximena Espeche, integrante del Colectivo Ni Una Menos desde su formación hasta 2017. "Mi contexto personal era el de una profesional de clase media, madre, sin militancia feminista. Entonces, todo ese proceso me transformó. Y le dio un sentido corpóreo a la idea de que las cosas se producen colectivamente; no porque no lo sepas, sino porque lo sabés de otro modo, concreto. Esa noción de "colectivo", de "público", de demandas entrelazadas, de discusiones políticas que son parte del ámbito de lo que hacemos cotidianamente fue específico y multitudinario", concluye.

"Yo creo que políticamente en el 2015 nos manejamos con destreza porque conseguimos hablarle a todos y a todas, hoy más allá de que digan que no hay desigualdades, sabemos que las desigualdades existen" señala Hinde Pomeraniec, otra de las periodistas que estuvo desde el principio. "O sea, Agustín Laje puede seguir hablando todas las veces que quiera, en todos los foros que quiera. Salen de ahí y todos saben cómo son las cosas. Y en eso me parece que Ni Una Menos tuvo muchísimo que ver, con eso y con que 3 años después estuviéramos discutiendo el aborto", cuenta Pomeraniec en diálogo con Las12.

Politización de masas alrededor de las cuestiones feministas

"A partir del 3 de junio se abrió una experiencia feminista de politización, de politización juvenil creciente y esa experiencia tuvo una continuidad en formas organizativas de distintas índole, en los barrios, en las organizaciones sociales, en las casas, en en las escuelas, en las universidades, permeó todo" dice María Pía López, escritora y socióloga feminista que fue parte de esa primera experiencia de organización y estuvo en el Colectivo Ni Una Menos hasta 2019.

Al 2015 le siguió una permeabilidad en todos los aspectos de la vida, hablar de las cuestiones feministas en todos lados se había vuelto costumbre: en la calle, en la cama, en el trabajo y en la escuela: "Yo creo que esa politización de masas alrededor de los feminismos es un hecho extraordinario, un laboratorio político de masas que ha modificado la sociedad argentina y que explica también la complejidad de la decisión del gobierno de ultraderecha actual de definir a esos feminismos, transfeminismos y la población LGTBIQ+ como enemigos" dice Maria Pía y agrega: "Había que discutir la ESI en las escuelas, las formas de sostener vínculos sexo afectivos, las identidades trans, el aborto, todo eso aparece como parte del problema que pone en juego una enemistad absoluta".

"En ese momento hubo una audibilidad porque había cosas que ya se venían discutiendo en el terreno de la equidad: el matrimonio igualitario, la ley de identidad de género y el derecho al aborto", dice Marta Dillon, quien también formó parte de esas primeras reuniones organizativas y estuvo en el Colectivo Ni Una Menos desde su formación hasta 2022. "Fue un decir basta al statu quo de ser un objeto minorizado y eso produjo una incomodidad y un cambio en el humor social, pero había narraciones que para el 3 de junio de 2015 ya estaban hechas, veníamos de los Encuentros Nacionales -en ese momento de mujeres- ahora plurinacionales, de la militancia de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, de un sostenido activismo lésbico que generaba sus propios encuentros federales y que siempre le dio una vitalidad particular al movimiento feminista, aún cuando tantxs nos consideran su fantasma. También estaba el programa Ellas Hacen que ofrecía formación en cuestiones de género y laborales a mujeres de sectores populares que salían de situaciones de violencia machista. Evidentemente, las condiciones materiales nos permitían sostener esos diálogos y los feminismos se metían en las estructuras políticas y sindicales. Después del 3J esos procesos se aceleraron exponencialmente", explica.

La persistencia en la lucha sigue teniendo engranajes de ese hecho político, ese deseo de cambiarlo todo modificó vidas concretas, puso en discusión el lugar de la víctima, el atajo punitivista y las masculinidades. Se compuso una transversalidad en donde el sujeto mujer no podía ser el único sujeto del feminismo: "El feminismo interseccional es abonar a que el sujeto sea la composición de las luchas y que a pesar de los repliegues, no se pueda ir por la mínima, si ahora estamos en la mira de agresiones cada vez más crueles del libertariado, entonces más que nunca necesitamos soñar revoluciones, cambiarlo todo. Hoy el centro de la cuestión es cómo queremos vivir con otres cómo queremos vivir" concluye Dillon.

Hubo ampliación de derechos pero también un entrenamiento callejero, hubo rebeldía y también institucionalización, rebalsaron las contradicciones y los aciertos. Son las capas y capas, intervenidas por la insurrección y la insistencia en la disconformidad que hoy hace que la ultraderecha insista en tomar a los feminismos como enemigos.

Fuente: Página 12