Opinión

Solnit: "Silicon Valley y la IA son enemigos de la democracia y del clima"

 Por Andrés Actis 

A los 64 años, Rebecca Solnit, escritora, historiadora y autora de una veintena de libros sobre un amplísimo abanico de temas (el feminismo, la historia de la cultura occidental y los indígenas de Estados Unidos, el poder popular, los cambios sociales y los movimientos de insurrección, la esperanza y los desastres climáticos, entre otros), se define como una activista medioambiental. Pero su militancia es novedosa, poco común en la lucha climática. Está empecinada en construir relatos sobre un "futuro posible", en resaltar los "éxitos sin victorias" -un litigio perdido contra una petrolera que genera una mayor sensibilidad social; la inauguración de un parque eólico que no elimina los combustibles fósiles pero que suma un escalón en la descarbonización- que, sin el eco de los medios de comunicación y de las redes sociales, abundan a lo largo y ancho del planeta.

 Rebecca Solnit

En su primera visita a Madrid y con su nuevo libro recién publicado, El camino inesperado (Lumen), Solnit participó este martes en el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque -auditorio con entradas agotadas- de una charla abierta con la periodista, escritora e investigadora Marta Peirano, especializada en las relaciones entre tecnologías informáticas y el poder.

La autora estadounidense, convertida en un faro para el feminismo tras popularizar el término mansplaining en su libro Los Hombres me explican cosas, entregó muchas reflexiones, hilvanadas todas desde una irrenunciable filosofía: el mundo necesita luchar por el pan (alimentos, techos, energía, trabajos, educación), pero también "muchas rosas", placer, cultura, naturaleza, belleza y alegría. "El placer es clave en cualquier resistencia. El anticapitalismo y la resistencia climática pueden ser radicales, pero también alegres", señaló.

Solnit advirtió que "la amnesia es una debilidad para la democracia" y lamentó que estemos caminando a un mundo "sin memoria", donde toda la información que se consume en el plano digital fomenta un "presente sin pasado". Esta desmemoria colectiva, agregó, es amiga del "derrotismo" y el "catastrofismo".

Puso el ejemplo de la "revolución de las energías limpias", que "poco a poco" están permitiendo lo impensado tiempo atrás: la merma de los combustibles fósiles. "La acción climática es invisible para mucha gente porque los avances son lentos. Pero el crecimiento de estas energías en los últimos 25 años es impresionante", afirmó.

También se refirió a la desazón global que generó la pérdida del derecho al aborto en Estados Unidos. "Se ha perdido la protección federal, pero muchos estados la conservan. Al ampliar la lente, uno ve que en Argentina, España y México, por mencionar algunos países, se ha ganado este derecho. Es decir, la panorámica más amplia es de ampliación de derechos, no de retroceso. Yo nací y me crié en un mundo sin este derecho. No hay tantas derrotas como parecen", insistió.

Un problema para Solnit es estar rodeada "de gente que se rinde fácilmente". "Mi trabajo es convencer a esta gente que no nos podemos dar el lujo de rendirnos, de la necesidad de una contrahistoria. La historia está llena de sorpresas. El pesimismo es fácil. Pero lo cierto es que el mundo cambia, no siempre es predecible y no siempre va a peor", profundizó sobre la bandera de la esperanza.

Escasez artificial

Gran parte de su disertación giró en torno al triunfo de "la ideología aislacionista", perpetuada desde Silicon Valley, con tecnologías que están generando una "pandemia de soledad global" -niños que odian los teléfonos porque interfieren en la relación con sus padres, por ejemplo- y con un ChatGPT que es "un simulador de inteligencia muy poco fiable". Contó que en Estados Unidos muchas empresas de salud usan la inteligencia artificial para decidir las coberturas que se aprueban y las que se rechazan. "Corremos el riesgo de que la inteligencia artificial nos lleve a la estupidez global", analizó.

Y agregó: "Necesitamos un psicólogo o novio de la inteligencia artificial como si hubiese escasez de seres humanos. El capitalismo crea todo el tiempo escasez artificial, de eso se alimenta el capitalismo. Necesitamos construir el mundo de la escasez en un mundo de la abundancia. Esto es un proyecto contracapitalista. La escasez no es real. Hay un problema enorme de distribución".

Calificó a los ultrarricos de "miserables", de "hombres insaciables" que fomentan el aislamiento social y la desmemoria. "Elon Musk dice que no podemos permitirnos alimentar a niños hambrientos y cierra un departamento de ayuda internacional. Silicon Valley y la IA ya son un enemigo de la democracia y del clima". Lo que los gigantes tecnológicos no saben, dijo Solnit intentando rebatir la supuesta perfección de la IA, es que "una buena carta de amor nunca la podrá escribir ChatGPT".

"El neoliberalismo nos cuenta una historia reducida de nosotros mismos"

Sobre la necesidad de romper el circulo contagioso de la desesperanza, la escritora se aferró a la "enorme resistencia" de las personas más afectadas por el cambio climático, de quienes, cada vez con más frecuencia, pierden todo en catástrofes ambientales. Nombró el caso del huracán Katrina -que vale también para la DANA en Valencia-, donde la gente altruista y solidaria socorrió a sus vecinos antes de la llegada de los equipos de rescates y de las cámaras de televisión.

"La gente no se siente poderosa porque está acostumbrada a esas películas de superhéroes en las que salvan al mundo. No vemos la historia más común, cómo las personas invisibles cambian el planeta", razonó. "He aprendido que los medios no cuentan estas historias. Gente que en esos momentos de angustia ha encontrado sensación de comunidad, de conexión, de propósito, de vida pública. El neoliberalismo, al final y al cabo, nos cuenta una historia reducida de nosotros, pero somos capaces de construir historias más allá de la de simples consumidores privatizados", resumió.

Fuente: Climática