Sociedad

El tiempo frente a las pantallas aumentó exponencialmente en cada casa

Por Federico Winer 

Si el siglo XX regaló el televisor y el walkman, el XXI tiró encima un ejército de dispositivos que ni Ray Bradbury hubiese imaginado. En 2025, la familia promedio en Estados Unidos tiene más de 25 dispositivos conectados en casa. Veinticinco. Y no, no cuentan la licuadora ni la tostadora, aunque ya hay modelos que avisan por WhatsApp cuando el pan está crocante. En el resto del mundo, el promedio es de cuatro aparatos por persona. Algunos tienen más celulares que amigos, pero eso es tema para otra crónica. La cuestión es que la digitalización, que prometía cercanía, nos dejó pegados a las pantallitas como moscas al flan.

Y el precio se paga en cuotas: fatiga digital, ese cansancio mental, emocional y físico que provoca estar todo el día enchufado.

Uno. Los números son contundentes. Desde la pandemia, el tiempo frente a las pantallas aumentó exponencialmente en cada casa. Los centennials, que nacieron con el pulgar entrenado para scrollear, pasan más de siete horas diarias consumiendo contenido online. Si se suman todos los dispositivos que controlan a diario, el número trepa a más de 30 horas agregadas en multipantalla. Así, el 73% de ellos admite estar "agotado digitalmente" (Bynocs, 2024; Mayo Clinic, 2024), mientras que el otro 27% probablemente no contestó la encuesta porque estaba mirando TikTok.

Pero no son solo los jóvenes. El 38% de los adultos confiesa que no puede controlar su tiempo de pantalla. Entre los de 18 a 40 años, la cifra sube al 53 por ciento. Y eso que todavía no inventaron el chip para la siesta digital. La mitad teme que tanta pantalla les esté arruinando la salud física, mientras que un tercio ya siente los efectos emocionales: ansiedad, insomnio, ganas de tirar el celular -o la vida- por la ventana.

En el trabajo, la cosa no mejora. La fatiga digital es la nueva pandemia silenciosa: baja la productividad, sube el estrés, y los jefes mandan mensajes a cualquier hora. El home office, que parecía un paraíso, se volvió un infierno de notificaciones. Encima, aunque estamos más conectados que nunca, mucha gente se siente más sola. Las videollamadas no remplazan el abrazo, ni el emoji al mate compartido, ni... ya se sabe.

La generación Z, que debería surfear la ola digital como una palometa en el Paraná, ya pide socorro. Muchos buscan el detox digital, eventos sin pantallas y hasta teléfonos "tontos" para recuperar la calma. Un dato: en 2024, el 39% de la gente evitó leer noticias online porque le daban tristeza, según un estudio de el prestigioso Instituto Tecnológico de Monterrey (México). Antes, al menos, el diario servía para envolver huevos.

Dos. En medio de este tsunami de bits, algunos valientes encontraron la salvación en el botón de "desactivar notificaciones". Un invento que debería estar en la tapa de los diarios. Porque, seamos sinceros: nadie necesita que el celular le avise que "Juancito comentó tu foto" a las tres de la mañana.

Los expertos recomiendan hacer una auditoría de notificaciones. Separar lo importante de lo trivial. ¿El grupo del barrio? Silenciado. ¿El mail del jefe? Bueno, depende del humor del jefe. Programar horarios para revisar mensajes, usar el modo "No molestar" y, si uno se anima, activar el modo avión. Sí, ese que antes se usaba solo para despegar y ahora es la tabla de salvación para no naufragar en el mar de estímulos con forma de mensaje.

El modo avión es el nuevo yoga: bloquea llamadas, mensajes y notificaciones. Permite trabajar, dormir o simplemente mirar el techo sin interrupciones. Además, ahorra batería, datos y protege la privacidad. Algunos lo usan para hacer detox digital: apagar todo y escuchar el dulce silencio, ese que ni Spotify puede reproducir.

Algunas empresas también se pusieron las pilas. Hay cursos de bienestar digital, horarios flexibles y hasta días sin reuniones virtuales. Los líderes que predican con el ejemplo y apagan el celular después de las 18 son los nuevos próceres. En algunos bares de Helsinki y Tallin ya hay espacios "libres de pantallas", como si fueran reservas naturales para humanos en peligro de extinción. Las librerías Rahva Raamat de Estonia son pioneras en la tendencia.

De todos modos, el detox digital es como la nueva dieta: difícil de cumplir, aunque todos la recomiendan.

Tres. ¿Y el futuro? Para 2026, se estima que habrá 30 mil millones de dispositivos conectados en el mundo. El sueño del control remoto universal está cerca, pero el control sobre la vida diaria parece, paradójicamente, cada vez más lejos.

La pregunta incómoda es: ¿qué hacemos con tanta chatarra electrónica? Porque cada nuevo celular, reloj o licuadora inteligente deja atrás una pila de basura física y digital. La opción más ecológica es reutilizar: reparar, actualizar, regalar. Los expertos sueñan con una economía circular, donde todo vuelva a la vida. Aunque no siempre es posible ni existe un apoyo institucional serio.

La duración de los dispositivos es clave. En materia de celulares, Apple le gana por goleada a los competidores Android. Un iPhone puede durar entre 4 y 8 años, con actualizaciones que parecen no tener fin. Samsung mejoró, pero sus equipos suelen rendir menos. Huawei y Xiaomi, ni hablar: a los 18 meses ya están pidiendo jubilación. Cuanto más dura el aparato, menos basura se genera. Como la vieja heladera Siam de la fábrica Di Tella en la Argentina industrial del primer peronismo.

Quizás algún día, la ley obligue a que las notificaciones sean opcionales, los dispositivos duren más y el reciclaje sea tan fácil como poner la pava. Mientras tanto, la fatiga digital es el nuevo mal de estos tiempos: conecta, pero agota. Los estudios lo confirman, las soluciones existen, pero la verdadera batalla está en animarse a desconectar. Porque, en el fondo, la tecnología debería ser una herramienta, no una condena. Y si algún día logramos apagar el celular sin culpa, será motivo de crónica. De esas que, por supuesto, se leen en papel. «

Algunos tips claves

* Silenciar todas las notificaciones, visuales y sonoras. Chequear lo importante un par de veces por día. Si hay algo urgente, te van a llamar.

* Usar navegadores minimalistas como Firefox Klar: menos pestañas, más foco.

* Evitar sistemas intrusivos como Microsoft Windows. Apostar por Linux si hay poco presupuesto o Mac si se trabaja con diseño.

* En Silicon Valley, muchos padres tech limitan el uso de pantallas a sus hijos hasta los 14 años.

* Leer en papel. Siempre que se pueda. Aunque sea la etiqueta del shampoo.

Fuente: Tiempo Argentino