La OMS advierte sobre el alto consumo de tabaco en Argentina, uno de los países que más fuma en la región Por Daniel Cassola
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado a Argentina como uno de los países de América Latina con mayor prevalencia de consumo de tabaco. El dato se desprende del último informe global sobre tendencias del tabaquismo, presentado en junio de 2025, donde se analiza el comportamiento de esta adicción a nivel mundial y se destacan los avances, retrocesos y desafíos que aún enfrenta la salud pública en relación al hábito de fumar.
En el caso de Argentina, la OMS estima que cerca del 22,6% de la población adulta continúa siendo fumadora, una cifra que ubica al país por encima del promedio regional. El documento expresa preocupación por el hecho de que, si bien ha habido una reducción progresiva en la tasa de fumadores en las últimas dos décadas, el descenso se ha ralentizado en los últimos años y existen factores estructurales, culturales y económicos que dificultan un avance más sostenido.
Además, el informe advierte que el tabaquismo sigue siendo una de las principales causas evitables de muerte en el país, con un impacto directo en enfermedades cardiovasculares, respiratorias y diversos tipos de cáncer.
Consumo joven
Uno de los aspectos que más inquietan a los especialistas es la persistencia del consumo entre los jóvenes. A pesar de las campañas de concienciación y las restricciones publicitarias, el cigarrillo tradicional y, más recientemente, los productos de tabaco calentado y los dispositivos electrónicos de liberación de nicotina, continúan ganando terreno entre las generaciones más jóvenes.
Este fenómeno se da en paralelo con una baja percepción del riesgo asociada al vapeo y otras formas alternativas de consumo, lo cual representa un nuevo desafío para las autoridades sanitarias.
El informe de la OMS también hace referencia al impacto económico del tabaquismo, tanto en términos del gasto sanitario como de la productividad laboral. Argentina enfrenta cada año un importante costo indirecto por enfermedades vinculadas al tabaco, lo que representa una carga para el sistema de salud pública y un obstáculo para el desarrollo sostenible.
Las hospitalizaciones, tratamientos prolongados y pérdidas de horas laborales forman parte del conjunto de consecuencias que afectan no solo a quienes fuman, sino también a su entorno y a la estructura económica del país.
Lo que falta
En relación con las políticas públicas, el documento reconoce que Argentina ha adoptado medidas clave, como la inclusión de advertencias sanitarias en los paquetes de cigarrillos, y la prohibición de la publicidad directa. Sin embargo, también señala la necesidad de reforzar la fiscalización, ampliar los espacios libres de humo y actualizar la legislación en torno a los nuevos dispositivos que imitan el consumo de tabaco tradicional sin combustión.
La falta de una normativa clara respecto a los cigarrillos electrónicos y similares podría estar contribuyendo a la expansión de estos productos entre la población juvenil, en un contexto donde la regulación no avanza al mismo ritmo que la innovación tecnológica de la industria tabacalera.
A nivel global, la OMS destaca que el número de personas que fuman ha disminuido de 1.360 millones en el año 2000 a poco menos de 1.250 millones en 2022. Sin embargo, esta mejora no se distribuye de forma homogénea y algunos países de ingresos medios, como Argentina, muestran una tendencia preocupante en términos de estancamiento o desaceleración de los avances.
La organización hace un llamamiento a los gobiernos para que refuercen sus estrategias de prevención, tratamiento y seguimiento del tabaquismo, especialmente en contextos de vulnerabilidad socioeconómica donde la adicción se arraiga con más fuerza.
La OMS también insiste en la necesidad de integrar las políticas de control del tabaco en un enfoque más amplio de salud pública y desarrollo. Esto implica considerar el tabaquismo no solo como un problema individual, sino como una expresión de desigualdades estructurales que requieren una respuesta multisectorial. Factores como la educación, el acceso a servicios sanitarios, las condiciones de empleo y la regulación del mercado son componentes clave para reducir la prevalencia del hábito y sus consecuencias.
Fuente: curarconopinion.com
Por Daniel Cassola
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado a Argentina como uno de los países de América Latina con mayor prevalencia de consumo de tabaco. El dato se desprende del último informe global sobre tendencias del tabaquismo, presentado en junio de 2025, donde se analiza el comportamiento de esta adicción a nivel mundial y se destacan los avances, retrocesos y desafíos que aún enfrenta la salud pública en relación al hábito de fumar.
En el caso de Argentina, la OMS estima que cerca del 22,6% de la población adulta continúa siendo fumadora, una cifra que ubica al país por encima del promedio regional. El documento expresa preocupación por el hecho de que, si bien ha habido una reducción progresiva en la tasa de fumadores en las últimas dos décadas, el descenso se ha ralentizado en los últimos años y existen factores estructurales, culturales y económicos que dificultan un avance más sostenido.
Además, el informe advierte que el tabaquismo sigue siendo una de las principales causas evitables de muerte en el país, con un impacto directo en enfermedades cardiovasculares, respiratorias y diversos tipos de cáncer.
Consumo joven
Uno de los aspectos que más inquietan a los especialistas es la persistencia del consumo entre los jóvenes. A pesar de las campañas de concienciación y las restricciones publicitarias, el cigarrillo tradicional y, más recientemente, los productos de tabaco calentado y los dispositivos electrónicos de liberación de nicotina, continúan ganando terreno entre las generaciones más jóvenes.
Este fenómeno se da en paralelo con una baja percepción del riesgo asociada al vapeo y otras formas alternativas de consumo, lo cual representa un nuevo desafío para las autoridades sanitarias.
El informe de la OMS también hace referencia al impacto económico del tabaquismo, tanto en términos del gasto sanitario como de la productividad laboral. Argentina enfrenta cada año un importante costo indirecto por enfermedades vinculadas al tabaco, lo que representa una carga para el sistema de salud pública y un obstáculo para el desarrollo sostenible.
Las hospitalizaciones, tratamientos prolongados y pérdidas de horas laborales forman parte del conjunto de consecuencias que afectan no solo a quienes fuman, sino también a su entorno y a la estructura económica del país.
Lo que falta
En relación con las políticas públicas, el documento reconoce que Argentina ha adoptado medidas clave, como la inclusión de advertencias sanitarias en los paquetes de cigarrillos, y la prohibición de la publicidad directa. Sin embargo, también señala la necesidad de reforzar la fiscalización, ampliar los espacios libres de humo y actualizar la legislación en torno a los nuevos dispositivos que imitan el consumo de tabaco tradicional sin combustión.
La falta de una normativa clara respecto a los cigarrillos electrónicos y similares podría estar contribuyendo a la expansión de estos productos entre la población juvenil, en un contexto donde la regulación no avanza al mismo ritmo que la innovación tecnológica de la industria tabacalera.
A nivel global, la OMS destaca que el número de personas que fuman ha disminuido de 1.360 millones en el año 2000 a poco menos de 1.250 millones en 2022. Sin embargo, esta mejora no se distribuye de forma homogénea y algunos países de ingresos medios, como Argentina, muestran una tendencia preocupante en términos de estancamiento o desaceleración de los avances.
La organización hace un llamamiento a los gobiernos para que refuercen sus estrategias de prevención, tratamiento y seguimiento del tabaquismo, especialmente en contextos de vulnerabilidad socioeconómica donde la adicción se arraiga con más fuerza.
La OMS también insiste en la necesidad de integrar las políticas de control del tabaco en un enfoque más amplio de salud pública y desarrollo. Esto implica considerar el tabaquismo no solo como un problema individual, sino como una expresión de desigualdades estructurales que requieren una respuesta multisectorial. Factores como la educación, el acceso a servicios sanitarios, las condiciones de empleo y la regulación del mercado son componentes clave para reducir la prevalencia del hábito y sus consecuencias.
Fuente: curarconopinion.com