El mundo

Los negocios detrás de la ocupación de Cisjordania y el genocidio en Gaza

Más de una vez se explicaron -al menos en parte- las guerras lanzadas por Estados Unidos o por antiguas potencias hegemónicas por necesidades u oportunidades económicas. El vínculo entre los conflictos armados y los negocios no es nuevo ni desconocido. Sin embargo, hasta ahora este aspecto prácticamente no aparecía en los análisis de los casi 60 años de ocupación israelí de los territorios palestinos o en la más reciente ofensiva militar contra la Franja de Gaza. Por eso, la relatora especial de la ONU Francesca Albanese dedicó su informe anual a correr el velo y exponer a las grandes empresas internacionales que desde hace décadas ganan millones con el avance territorial de Israel y el sufrimiento de los palestinos.

"Mientras líderes políticos y gobiernos evaden sus responsabilidades, demasiadas entidades empresariales ganan dinero de la economía ilegal de la ocupación, el apartheid y, ahora, del genocidio que comete Israel", sentenció la experta en derechos humanos quien concluyó con un pedido central: imponer un boicot militar y económico como el que presionó al apartheid sudafricano para que se terminen las matanzas en la Franja de Gaza -donde además, la ONU denuncia una hambruna masiva inminente- y se frene el avance territorial sobre Cisjordania.

"De la economía de la ocupación a la economía del genocidio". Así tituló Albanese su informe que presentó este jueves ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, para denunciar que decenas de empresas de los países más ricos del mundo "lucraron con la violencia, la matanza, la mutilación y la destrucción de Gaza y las otras partes de los territorios palestinos ocupados". El mes pasado, El Destape había hablado con la abogada italiana, designada en 2022 por la ONU para relevar la situación de derechos humanos en esa región, y había explicado por qué esta vez había decidido poner el foco en los negocios: "Hasta ahora, lo que sabíamos sobre la economía de la ocupación tenía que ver con los asentamientos (colonias) y la producción que se hace en ellos. Pero estos son monedas en comparación a la economía real de la ocupación: empresas del agro, turísticas, industria armamentística, aseguradoras, fondos de pensión...si Palestina fuera una escena del crimen, tendría las huellas digitales de todos nosotros: lo que compramos, dónde invertimos, qué bancos o cadenas de suministros usamos. Hay muchos actores involucrados."

Sin dudas, el sector más obvio es el militar. Durante los 20 meses de bombardeos y ataques constantes contra la Franja de Gaza y su población rehén, dirigentes sociales, militantes y hasta algún líder político pidió un embargo de armas contra Israel para limitar la capacidad bélica del gobierno de Benjamin Netanyahu. Según denunció Albanese en su informe, "la prolongada ocupación y las repetidas campañas militares demostraron ser terrenos de prueba para capacidades militares de punta: sistemas de defensa aérea, drones, herramientas de inteligencia artificial para localizar objetivos y hasta el programa liderado por Estados Unidos de los aviones de combate F35. Estas tecnologías son promocionadas en el mercados como 'probadas en combate'".

Pero menos conocidos son los negocios de las grandes tecnológicas, de empresas de maquinaria pesada, entidades financieras, universidades y compañías energéticas. O, como destacó Albanese, "todo el ecosistema capitalista moderno".

La Silicon Valley de Medio Oriente

En los últimos años, el programa de espionaje Pegasus de una empresa de Israel despertó un sinfín de escándalos en los países donde se descubrió que los gobiernos habían adquirido la herramienta para espiar a sus rivales políticos o a periodistas críticos. Menos conocida fue la historia de la empresa dueña de Pegasus, NSO Group, una tech que nació de la estructura militar israelí, puntualmente de ex miembros de la Unidad 8200, la unidad de inteligencia militar más importante de las fuerzas armadas israelíes, y que probó su producto primero con activistas palestinos.

NSO Group es una de las empresas que menciona el informe de la relatora especial de la ONU, pero el eje del mundo tecnológico se lo llevan empresas mucho más grandes y menos cuestionadas como IBM, Microsoft, Alphabet -la empresa madre del holding que incluye a Google-, Amazon y Hewlett Packard Enterprises.

"IBM opera en Israel desde 1972, entrenando personal militar y de inteligencia -especialmente de la Unidad 8200- del sector tecnológico y la escena de las starts up. Desde 2019, IBM Israel operó y actualizó la base de datos central de la Autoridad de Población, Inmigración y Fronteras, lo que permite la recolección, almacenamiento y uso gubernamental de los datos biométricos de los palestinos, lo que sostiene el sistema discriminatorio de permisos de Israel", denunció el informe, en referencia a los más de dos millones de palestinos que viven, sin derechos, bajo ocupación militar en Cisjordania, desde hace 58 años. Además, acusó a Hewlett Packard de "proveer tecnología al COGAT", la autoridad israelí que controla esa ocupación militar, "el servicio penitenciario y la policía".

Microsoft, sostuvo el informe, desarrolló desde 1991 su mayor centro fuera de Estados Unidos. "Desde 2003, Microsoft integró sus sistemas y tecnología civil a todas las fuerzas militares israelíes, comprando además starts up israelíes de ciberseguridad y vigilancia", destacó la investigación. En cuanto a Alphabet y Amazon, destacó el contrato de 1.200 millones de dólares que financió principalmente el Ministerio de Defensa para ampliar sus capacidades de procesamiento de datos, un elemento necesario con el desarrollo de mejores herramientas de inteligencia artificial.

"La idea de Israel como 'una nación start up', promocionada después del boom securizador global posterior al 9-11, recibió un significativo impulso con el genocidio. Ranqueó primero en el mundo en términos de starts up per cápita, con un aumento del 143% de starts up militares en 2024. Además, las exportaciones tecnológicas representaron el 64% de las exportaciones israelíes total a lo largo del genocidio", denunció el informe de Albanese.

El poder financiero

La relatora especial de la ONU dedica un apartado especial al poder financiero que apuntaló a el aumento presupuestario de Israel tanto antes como durante la ofensiva militar contra Gaza. Albanese citó cifras oficiales y recordó que entre 2022 y 2024 el gobierno de Netanyahu llevó el presupuesto militar de un 4,2% del PBI a un 8,3%, lo que provocó un déficit del 6,8%. Lo financió emitiendo bonos del Tesoro, gracias a que algunos de los bancos más importantes del mundo como BNP Paribas y Barclays los compraron y vendieron a sus inversores, pese a que le habían bajado la calificación crediticia. Estos dos bancos también fueron identificados en la investigación como grandes financiadores de la industria armamentista, un sector que consiguió, en varios casos, ganancias extraordinarias durante este último año y medio.

Pero esos bancos no fueron los únicos que garantizaron la salud de las finanzas israelíes, según el informe, sino también grandes fondos de inversión como Blackrock y Vanguard, y subsidiarias de aseguradoras como Allianz.

Universidades

El informe destacó varias cooperaciones entre universidades israelíes y casas de estudio y con instituciones estatales extranjeras. Uno de los casos es el de MIT (Massachusetts Institute of Technology). Según denunció Albaneses, en sus laboratorios "se realizan investigaciones de armamento y vigilancia financiadas por el Ministerio de Defensa israelí, el único ente militar extranjero que financia investigación en el MIT". "Entre 2019 y 2024, el MIT gestionó el fondo semilla de Lockheed Martin (una de las principales empresas de armamento de Estados Unidos), que conectaba estudiantes con equipos en Israel," agregó.

Y la lista continúa con nombres de empresas vinculadas a la maquinaria pesada y construcción como Caterpillar y la coreana Hyundai; compañías energéticas como Chevron, Drummond y Swiss Glencore; y plataformas de turismo como Booking Holdings y Airbnb. "Este informe demuestra por qué el genocidio de Israel continúa: porque es lucrativo para muchos", sentenció el informe y explicó: "Este informe revela cómo la ocupación eterna se convirtió en el terreno de prueba ideal para los desarrolladores de armas y las grandes tecnológicas porque les provee oferta y demanda eterna, con poca auditoría y ninguna responsabilidad; mientras inversores e instituciones públicas y privadas lucran libremente".

Fuente: El Destape