Aprendimos en los textos escolares que en esa fecha, en el Congreso de Tucumán nuestro país se declaró independiente. Sin embargo, si miramos hoy el mapa de la República Argentina, podemos advertir que buena parte de los actuales territorios ya eran libres o nunca habían podido ser dominados por el colonialismo español. Esta precisión no quita méritos a una decisión que fue memorable.
Para empezar digamos que en 1816, los dominios de las Provincias Unidas del Río de la Plata eran bastante diferentes a los del Virreynato, porque ya se había declarado la independencia en Paraguay en 1811, y en la Liga de los Pueblos Libres en 1815. Por otro lado, todas los territorios al sur del río Salado, nunca habían sido conquistados por los españoles y estaban en manos de diferentes etnias originarias (mapuches, tehuelches, selk¨nam u onas y yamanes). Lo mismo sucedía en la zona del Chaco, que incuía partes del actual territorio santafesino y salteño que tampoco habia estado bajo dominio español, alli habitaban los guaycurúes (mocovíes, quom y pilagás) y los matacos-mataguayos (wichis, charotes y chulupíes). La población originaria no se limitaba a quienes controlaban territorios propios. Charrúas y guaraníes participaban activamente en la Liga de los Pueblos Libres liderada por Artigas y los quechuas y aymaras eran parte del proyecto de las Provincias Unidas, en la zona del Alto Perú. Estaban integradas a las guerrillas lideradas por dirigentes como Manuel Ascensio Padilla, Juana Azurduy, José Miguel Lanza y los caciques Pedro Cumbay, Ignacio Ninavilca y Basilio Auqui.
El hecho que el Congreso se haya realizado en Tucumán y no en Buenos Aires, fue una consecuencia del desprestigio en que había caído la ciudad puerto, como cabeza de los intereses nacionales. Los ideales de la Revolución de Mayo parecían haberse extinguido en la Capital y el mayor peso de la lucha independentista se había trasladado al interior, donde los cabildos provinciales, las republiquetas altoperuanas y los caudillos militares habían empezado a tejer alianzas y a conectarse periódicamente. Mientras el gobierno del Director Supremo José María Alvear mandaba misiones al exterior para ofrecer el país a formar parte de las colonias británicas, las provincias sostenían todo el peso de las luchas independentistas.
En ese escenario cobraron mayor peso político los caudillos militares: José de San Martin, Martín Miguel de Güemes, y Manuel Belgrano. San Martín había triunfado en San Lorenzo y acertado con la designación de Güemes para que defendiera la frontera norte. Ademas estaba organizando un poderoso ejército en Mendoza con la intención de llegar a Chile. Güemes había creado un ejército popular que articulaba con las guerrillas del Alto Perú, acumulando triunfos en cientos de escaramuzas, alcanzando el objetivo de que el ejército español tuvieran que abandonar la ciudad de Salta y que desestimara la posibilidad de avanzar hacia el Sur. Belgrano, un sobreviviente de la Primera Junta de Gobierno se había ganado el respeto con los triunfos militares de Tucumán y Salta.
Las tropas enviadas secretamente por Alvear para someter a la provincia de Santa Fe, incorporada a la Liga de los Pueblos Libres, se sublevó en Fontezuelas, encabezada por su jefe Ignacio Alvarez Thomas. Este acontecimiento, provocó la caída de Alvear, pero además aumentó la pérdida del control nacional de Buenos Aires, y el desprestigio de los porteños. La convocatoria de un Congreso a celebrarse en Tucumán, fue forzada por las circunstancias para alcanzar un acuerdo entre Buenos Aires y las Provincias. El Cabildo de Buenos Aires, que había intentado ocupar el vacío de poder, nombró Director Supremo provisorio a Jose Rondeau, pero como este seguía cumpliendo funciones militares en el Norte, design{o a Alvarez Thomas, como Director Supremo. También, y para dar mayor transparencia a la elección de diputados, redactó un estatuto que extendió el voto a los habitantes de la campaña, se incorporó el número de habitantes como un dato a considerar por la cantidad de representantes de cada provincia, "la riqueza y el honor" dejaron de ser condición suficiente para ser elegido representantes, dando lugar a los estudios cursados y experiencia política. Se estableció un sistema de elecciones indirectas. Primero se votaba por los electores y estos elegían a los diputados.
Basta repasar la lista de los que fueron elegidos como diputados a este Congreso para advertir que estas disposiciones no se cumplieron. Buenos Aires que seguia teniendo 50.000 habitantes siguió teniendo más representantes que el Alto Perú, donde vivían un millón y medio de personas. La mayoría de los elegidos fueron abogados, clérigos y jefes militares. Los representantes de San Luis fueron dos, un hombre de San Martín, Narciso Laprida que presidió el día de la declaración de la Independencia, y un porteño amigo suyo, el patriota Juan Martín de Pueyrredon, que sería elegido en el mismo Congreso como Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, después de la Declaración de la Independencia.
Al declararse la independencia argentina la situación de las gestas anticoloniales al sur del Río Bravo era muy grave. Napoléon había sido derrotado y las monarquías habían regresado al poder en los distintos reinos de Europa y habían constituído una Santa Alianza para arrasar con todas las iniciativas independentistas. Fernando VII habia recuperado el trono y en 1815 mandó hacia Buenos Aires una expedición Pacificadora al mando del General Pablo Morillo, con 65 barcos y más de diez mil hombres. Esta expedición se desvió de su rumbo original por los sucesos ocurridos en la Capitanía General de Venezuela donde la luchas independentistas estaban lideradas por Simón Bolivar. Morillo pudo reconquistar para el dominio español a la provincia de Nueva Granada y derrotar a Bolívar en el combate de La Puerta, pero cuando llegó a Venezuela ya las principales ciudades, incluída Caracas estaban bajo el control de de José Tomas Boves, un realista que con su propio ejercito terminó con la Segunda República. En México, después de la derrota y el asesinato de sus primeros líderes, los curas Miguel Hidalgo y José María Morelos, las luchas independentista se habían debilitado y el nuevo Virrey Apodaca, fusiló a los presos, ofreció amnistía a los que se rindieran y un fuerte castigo a los que continuaran la lucha. A pesar de esa situación, se mantenían algunos focos de resistencia. En Chile, los patriotas habían sido derrotados en Rancagua y el ejército español había recuperado el control del territorio colonial. En el Alto Perú, el ejercito del Norte, a las órdenes de Rondau, había sido derrotado en Sipe-Sipe. El 9 de julio de 1816, al sur del río Bravo solo quedaban en pie, el Paraguay, La Liga de los Pueblos Libres, las Provincias Unidas y la Revolución Haitiana.
En ese escenario y con un conjunto de diputados conservadores, donde resaltaban los porteños que no traían mandato de avanzar en la declaración de la independencia, se tomó una decisión que no tenía vuelta atrás. Y para evitar futuras maniobras, por presión de los diputados altoperuamos, a la independencia de España se le agregó "y de toda dominación extranjera". Esta cláusula abortaba negociaciones con Inglaterra y con el reino de Portugal que se había instalado en Brasil.
La proclama de la independencia se imprimió en castellano, pero también en quechua, aymará y guarani. Esto no fue un exotismo, en 1816 la mayor parte de los habitantes de las Provincias Unidas eran originarios. Como lo había demostrado la Liga de los Pueblos Libres y el Paraguay, sin una alianza con los pueblos originarios, no había posibilidad de independencia. La propuesta de Belgrano fue mucho más allá proponiendo que la sede del nuevo gobierno tendría que ser Cuzco y que había que ofrecer el gobierno a un Inca. Según afirman algunos autores, Belgrano hasta tenían el nombre del Inca, Juan Bautista Condorcanqui Monjarras, un medio hermano de Tupac Amaru II que profesaba ideas liberales y que mantuvo correspondencia con Belgrano, Bolívar y otros patriotas.
La declaración de la Independencia se impuso a los empujones, por los caudillos militares que en los primeros días del Congreso, promovieron el reemplazo del derrotado Jose Rondeau del Ejército del Norte por Manuel Belgrano y confirmaron a Güemes como comandante de la frontera norte. Pero la iniciativa revolucionaria del 9 de julio de 1816, no duró mucho.
Cuando el Congreso se instaló en Buenos Aires volvió a caer bajo las intrigas de los porteños, aunque Pueyrredón pudo apoyar hasta 1819 la epopeya sanmartinana. Por suerte para la revolución de Nuestrámerica, cuando las Provincias Unidas dejaron solo a San Martin y la invasión portuguesa, con la complicidad porteña, derrotó a Artigas, otras luces se habían encendido. Le tocó a Bolivar y su ejercito plurinacional y pluriétnico (criollos,mestizos, zambos, originarios y afrodescendientes) completar la hazaña de la independencia política de Nuestramérica.