A 30 años de la piña a Astiz en Bariloche, lanzan premio para luchadores de DDHHEn septiembre de 1995, Alfredo Chaves caminaba por el centro de Bariloche cuando reconoció al exmarino Alfredo Astiz, uno de los represores más emblemáticos de la dictadura. No dudó: se le acercó y le dio una piña. El golpe, seco y sorpresivo, fue mucho más que una reacción personal. Se convirtió en símbolo. Un reflejo de la bronca acumulada frente a la impunidad, cuando los genocidas todavía caminaban libres.
Treinta años después, ese gesto se transformó en obra de arte y en premio. El escultor Andrés Zerneri (creador de los monumentos al Che Guevara en Rosario y a Juana Azurduy en Buenos Aires) moldeó una estatuilla con el puño real de Chaves y la bautizó "Premio Puño de Chaves". La pieza será entregada a referentes de derechos humanos y militantes sociales de todo el país.
"No es un símbolo de violencia, sino de insumisión y coraje", explica Zerneri que vive en Villa La Angostura a Patricia Chaina, docente y periodista de Página 12. "Es una forma de devolverle sentido a aquel gesto que hoy se recuerda con admiración, cuando todavía había que explicar por qué nos dolía que un tipo como Astiz anduviera libre por la calle".
La presentación del proyecto se hizo días atrás en la Biblioteca Popular Osvaldo Bayer. Allí se mostró la primera versión del premio: una escultura hiperrealista, de acabado dorado, que replica el puño cerrado de Alfredo Chaves. Para realizarla, el artista tomó un molde directo de su mano, en un proceso que se hizo en Bariloche junto al propio Chaves.
El Puño de Chaves: un símbolo de lucha y memoria
Para romper con la lógica del negacionismo imperante, Andrés Zerneri decidió crear un evento "que pueda servir para que nuestros referentes vuelvan a darnos luz y ánimo". Así nació el Premio Puño de Chaves, que se entregará a organizaciones como la Correpi y a personalidades como Estela de Carlotto, Adolfo Pérez Esquivel y activistas de pueblos originarios.
"Jugar a la alfombra roja con un premio dorado es una oportunidad para que sus palabras se multipliquen y la lucha siga -afirma Zerneri-. Premiarlos, agradecerles y escucharlos en discursos que pueden convertirse en material teórico".
Aunque algunos puedan cargarle el mote de "símbolo violento", Zerneri advierte que es todo lo contrario. "Expresa un acto contra la sumisión, en un contexto donde lo verdaderamente violento era encontrarse a un genocida en la calle, esperando un chárter para ir al Catedral. Y lo hizo una persona moralmente autorizada para hacerlo, un exdetenido que sufrió torturas y a quien el destino le puso esa situación enfrente".
Sobre Alfredo Chaves, Zerneri confiesa: "A Chaves le pareció un poco raro, la verdad, pero entendió el sentido y ofreció su mano para hacer el molde y transformar las copias en estatuillas. Chaves sigue siendo un militante respetado; no le interesa su figura, sino la anécdota. Nos deja su historia para que la tomemos como símbolo".
El artista quiso hacer un registro fiel y trabajó "con un material que copia hasta los poros". Lo hiperrealista define el perfil testimonial de la pieza. "Es una copia fuerte, uno la ve y piensa en lo que recibió la mandíbula de Astiz. Nunca tan merecido. Tiene carácter liberador y lleva a querer saber qué sucedió. Aunque algunos puedan decir que es violento, solo muestra que cada ofensiva tendrá respuestas y contraofensivas culturales que demostrarán que el pueblo está atento a defenderse, siempre".
Un premio con mensaje
Zerneri es escultor y militante. Desde joven trabajó junto a organizaciones como HIJOS y Correpi. Pero también se formó como escenógrafo y trabajó en producciones televisivas antes de dedicarse al arte público. En 2008, inauguró el monumento al Che Guevara en Rosario, hecho con 75.000 llaves de bronce donadas por ciudadanos de todo el país. En 2015, presentó la figura de Juana Azurduy, impulsada por el gobierno de Bolivia y entregada como homenaje a la Argentina.
"Si yo estuviera en un ejército, me gustaría ser el que lleva el banderín, el que sostiene la moral de los que van con la espada o el cañón", dice Zerneri, para explicar su rol. "Los artistas generamos conciencia. Eso también es lucha".
La primera entrega se prevé para septiembre, cuando se cumplan tres décadas del golpe a Astiz. La estatuilla viajará por distintos puntos del país, como símbolo de la memoria activa.
Fuente: El Cordillerano
En septiembre de 1995, Alfredo Chaves caminaba por el centro de Bariloche cuando reconoció al exmarino Alfredo Astiz, uno de los represores más emblemáticos de la dictadura. No dudó: se le acercó y le dio una piña. El golpe, seco y sorpresivo, fue mucho más que una reacción personal. Se convirtió en símbolo. Un reflejo de la bronca acumulada frente a la impunidad, cuando los genocidas todavía caminaban libres.
Treinta años después, ese gesto se transformó en obra de arte y en premio. El escultor Andrés Zerneri (creador de los monumentos al Che Guevara en Rosario y a Juana Azurduy en Buenos Aires) moldeó una estatuilla con el puño real de Chaves y la bautizó "Premio Puño de Chaves". La pieza será entregada a referentes de derechos humanos y militantes sociales de todo el país.
"No es un símbolo de violencia, sino de insumisión y coraje", explica Zerneri que vive en Villa La Angostura a Patricia Chaina, docente y periodista de Página 12. "Es una forma de devolverle sentido a aquel gesto que hoy se recuerda con admiración, cuando todavía había que explicar por qué nos dolía que un tipo como Astiz anduviera libre por la calle".
La presentación del proyecto se hizo días atrás en la Biblioteca Popular Osvaldo Bayer. Allí se mostró la primera versión del premio: una escultura hiperrealista, de acabado dorado, que replica el puño cerrado de Alfredo Chaves. Para realizarla, el artista tomó un molde directo de su mano, en un proceso que se hizo en Bariloche junto al propio Chaves.
El Puño de Chaves: un símbolo de lucha y memoria
Para romper con la lógica del negacionismo imperante, Andrés Zerneri decidió crear un evento "que pueda servir para que nuestros referentes vuelvan a darnos luz y ánimo". Así nació el Premio Puño de Chaves, que se entregará a organizaciones como la Correpi y a personalidades como Estela de Carlotto, Adolfo Pérez Esquivel y activistas de pueblos originarios.
"Jugar a la alfombra roja con un premio dorado es una oportunidad para que sus palabras se multipliquen y la lucha siga -afirma Zerneri-. Premiarlos, agradecerles y escucharlos en discursos que pueden convertirse en material teórico".
Aunque algunos puedan cargarle el mote de "símbolo violento", Zerneri advierte que es todo lo contrario. "Expresa un acto contra la sumisión, en un contexto donde lo verdaderamente violento era encontrarse a un genocida en la calle, esperando un chárter para ir al Catedral. Y lo hizo una persona moralmente autorizada para hacerlo, un exdetenido que sufrió torturas y a quien el destino le puso esa situación enfrente".
Sobre Alfredo Chaves, Zerneri confiesa: "A Chaves le pareció un poco raro, la verdad, pero entendió el sentido y ofreció su mano para hacer el molde y transformar las copias en estatuillas. Chaves sigue siendo un militante respetado; no le interesa su figura, sino la anécdota. Nos deja su historia para que la tomemos como símbolo".
El artista quiso hacer un registro fiel y trabajó "con un material que copia hasta los poros". Lo hiperrealista define el perfil testimonial de la pieza. "Es una copia fuerte, uno la ve y piensa en lo que recibió la mandíbula de Astiz. Nunca tan merecido. Tiene carácter liberador y lleva a querer saber qué sucedió. Aunque algunos puedan decir que es violento, solo muestra que cada ofensiva tendrá respuestas y contraofensivas culturales que demostrarán que el pueblo está atento a defenderse, siempre".
Un premio con mensaje
Zerneri es escultor y militante. Desde joven trabajó junto a organizaciones como HIJOS y Correpi. Pero también se formó como escenógrafo y trabajó en producciones televisivas antes de dedicarse al arte público. En 2008, inauguró el monumento al Che Guevara en Rosario, hecho con 75.000 llaves de bronce donadas por ciudadanos de todo el país. En 2015, presentó la figura de Juana Azurduy, impulsada por el gobierno de Bolivia y entregada como homenaje a la Argentina.
"Si yo estuviera en un ejército, me gustaría ser el que lleva el banderín, el que sostiene la moral de los que van con la espada o el cañón", dice Zerneri, para explicar su rol. "Los artistas generamos conciencia. Eso también es lucha".
La primera entrega se prevé para septiembre, cuando se cumplan tres décadas del golpe a Astiz. La estatuilla viajará por distintos puntos del país, como símbolo de la memoria activa.
Fuente: El Cordillerano