Argentina se "vino grande" y enfrenta una transición demográfica sin precedentes Por Daniel Cassola
En el marco del Día Mundial de la Población, un nuevo informe elaborado por la Red de Institutos Universitarios Latinoamericanos de Familia (REDIFAM) junto con la Universidad Austral alerta sobre un fenómeno silencioso pero contundente que está transformando las bases de la sociedad argentina: el envejecimiento acelerado de su población.
Con una natalidad en constante caída y una longevidad cada vez mayor, Argentina atraviesa una de las transiciones demográficas más profundas de América Latina, lo que exige reformas estructurales urgentes en múltiples áreas del sistema social.
El informe destaca un dato revelador que marca un punto de inflexión: Argentina registra una Tasa Global de Fecundidad de apenas 1,4 hijos por mujer, lejos del umbral de reemplazo generacional, establecido en 2,1. Además, la Tasa Bruta de Natalidad se sitúa en apenas 9,9 nacimientos por cada 1.000 habitantes, una cifra que coloca al país entre los más rezagados en términos de crecimiento natural de la región. Este estancamiento poblacional ya se manifiesta en una relación 1:1 entre nacimientos y defunciones, lo que implica el fin del crecimiento demográfico por vía natural. Desde 2015 se observa una profundización de esta caída en la natalidad, agudizada posteriormente por el impacto de la pandemia de COVID-19, que alteró de forma significativa las dinámicas familiares, laborales y sociales.
Este escenario se complementa con una esperanza de vida que alcanza los 78 años y una edad mediana de la población de 32,9 años, consolidando un perfil poblacional cada vez más envejecido. Este proceso de envejecimiento, aunque compartido por otras naciones de la región, es especialmente pronunciado en Argentina y plantea enormes desafíos en términos de planificación pública. Los sistemas de salud, previsión social, empleo y cuidado familiar deben adaptarse con rapidez a esta nueva realidad demográfica.
Cambios profundos
Uno de los aspectos más inquietantes que revela el informe es la transformación profunda en la estructura familiar del país. Los hogares unipersonales representan actualmente el 24,6% del total, el porcentaje más alto de América Latina. Esta cifra, que se ha mantenido en aumento constante, contrasta con el descenso de los hogares nucleares -aquellos formados por padres e hijos- que apenas alcanzan el 57%. A su vez, los hogares extendidos, que incluyen a otras generaciones o familiares adicionales, rondan el 17%, una proporción que se ha mantenido estable, pero que no logra compensar la creciente fragmentación de los vínculos familiares.
Este cambio en el tejido familiar tiene implicancias directas en la organización del cuidado. La tendencia hacia hogares más pequeños y fragmentados pone en tensión los mecanismos tradicionales de apoyo a las personas mayores, tanto en el ámbito informal como en el institucional. La ausencia de datos unificados sobre divorcios y rupturas familiares complejiza aún más la capacidad del Estado para monitorear y diseñar políticas públicas efectivas en esta área crítica.
"Ya no es un país joven"
La doctora Lorena Bolzon, presidenta de REDIFAM y decana del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral, subraya que el país ya no puede pensarse como una nación joven. "Argentina ya no es un país joven, y eso exige decisiones políticas firmes e integrales. Debemos repensar nuestros sistemas de salud, laboral, de previsión social y cuidado familiar para sostener una población cada vez más longeva", señaló en el marco de la presentación del informe.
El documento, sin embargo, no se limita a trazar un diagnóstico alarmante, sino que también plantea una oportunidad: resignificar el envejecimiento como una etapa activa de la vida. En lugar de percibirlo como una carga, el informe propone abordarlo desde una perspectiva de inclusión y protagonismo social, promoviendo políticas públicas con enfoque intergeneracional, solidario e intersectorial. Se trata, según el informe, de pensar el envejecimiento no como el fin de una etapa productiva, sino como el inicio de una fase con potencial de aportes significativos a la sociedad.
Fuente: curarconopinion.com
Por Daniel Cassola
En el marco del Día Mundial de la Población, un nuevo informe elaborado por la Red de Institutos Universitarios Latinoamericanos de Familia (REDIFAM) junto con la Universidad Austral alerta sobre un fenómeno silencioso pero contundente que está transformando las bases de la sociedad argentina: el envejecimiento acelerado de su población.
Con una natalidad en constante caída y una longevidad cada vez mayor, Argentina atraviesa una de las transiciones demográficas más profundas de América Latina, lo que exige reformas estructurales urgentes en múltiples áreas del sistema social.
El informe destaca un dato revelador que marca un punto de inflexión: Argentina registra una Tasa Global de Fecundidad de apenas 1,4 hijos por mujer, lejos del umbral de reemplazo generacional, establecido en 2,1. Además, la Tasa Bruta de Natalidad se sitúa en apenas 9,9 nacimientos por cada 1.000 habitantes, una cifra que coloca al país entre los más rezagados en términos de crecimiento natural de la región. Este estancamiento poblacional ya se manifiesta en una relación 1:1 entre nacimientos y defunciones, lo que implica el fin del crecimiento demográfico por vía natural. Desde 2015 se observa una profundización de esta caída en la natalidad, agudizada posteriormente por el impacto de la pandemia de COVID-19, que alteró de forma significativa las dinámicas familiares, laborales y sociales.
Este escenario se complementa con una esperanza de vida que alcanza los 78 años y una edad mediana de la población de 32,9 años, consolidando un perfil poblacional cada vez más envejecido. Este proceso de envejecimiento, aunque compartido por otras naciones de la región, es especialmente pronunciado en Argentina y plantea enormes desafíos en términos de planificación pública. Los sistemas de salud, previsión social, empleo y cuidado familiar deben adaptarse con rapidez a esta nueva realidad demográfica.
Cambios profundos
Uno de los aspectos más inquietantes que revela el informe es la transformación profunda en la estructura familiar del país. Los hogares unipersonales representan actualmente el 24,6% del total, el porcentaje más alto de América Latina. Esta cifra, que se ha mantenido en aumento constante, contrasta con el descenso de los hogares nucleares -aquellos formados por padres e hijos- que apenas alcanzan el 57%. A su vez, los hogares extendidos, que incluyen a otras generaciones o familiares adicionales, rondan el 17%, una proporción que se ha mantenido estable, pero que no logra compensar la creciente fragmentación de los vínculos familiares.
Este cambio en el tejido familiar tiene implicancias directas en la organización del cuidado. La tendencia hacia hogares más pequeños y fragmentados pone en tensión los mecanismos tradicionales de apoyo a las personas mayores, tanto en el ámbito informal como en el institucional. La ausencia de datos unificados sobre divorcios y rupturas familiares complejiza aún más la capacidad del Estado para monitorear y diseñar políticas públicas efectivas en esta área crítica.
"Ya no es un país joven"
La doctora Lorena Bolzon, presidenta de REDIFAM y decana del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral, subraya que el país ya no puede pensarse como una nación joven. "Argentina ya no es un país joven, y eso exige decisiones políticas firmes e integrales. Debemos repensar nuestros sistemas de salud, laboral, de previsión social y cuidado familiar para sostener una población cada vez más longeva", señaló en el marco de la presentación del informe.
El documento, sin embargo, no se limita a trazar un diagnóstico alarmante, sino que también plantea una oportunidad: resignificar el envejecimiento como una etapa activa de la vida. En lugar de percibirlo como una carga, el informe propone abordarlo desde una perspectiva de inclusión y protagonismo social, promoviendo políticas públicas con enfoque intergeneracional, solidario e intersectorial. Se trata, según el informe, de pensar el envejecimiento no como el fin de una etapa productiva, sino como el inicio de una fase con potencial de aportes significativos a la sociedad.
Fuente: curarconopinion.com