El origen de la leyenda de "El Nahuelito"Por Adrián Moyano
Hacia 1921 o 1922 Bariloche no contaba con nada que se le pareciese al EMPROTUR, pero igualmente, algunos de sus vecinos se las arreglaron para idear operativos de promoción muy ingeniosos que, además, fueron muy efectivos aquel verano. Si bien dio el primer paso un poblador que vivía algo más al sur, los corresponsales de diario capitalinos que residían aquí se hicieron eco de sus maquinaciones y amplificaron considerablemente un misterioso, aunque poco verosímil hallazgo. Tiene coletazos con el presente, porque es fácil de asociar a las periódicas apariciones del Nahuelito.
"Un hecho insólito pone a la comarca a la cabeza de la publicidad periodística del mundo", escribió Manuel Porcel de Peralta en "Biografía del Nahuel Huapi" (Marymar - 1969). Sucedió "en el momento en que un pintoresco yanqui: Martin Sheffield, capataz de la estancia Leleque, ha visto en las proximidades de Epuyén un monstruo enorme, una especie de lagarto gigantesco".
"Por las noticias telegráficas que llegan a Buenos Aires -aquí los corresponsales son don Pepe y don Primo-, los geólogos y paleontólogos, con Clemente Onelli a la cabeza, deducen que se trata de un saurio, anterior a la época terciaria". El primero era Capraro, al segundo nos cuesta identificarlo con apelativo tan común. "En la Patagonia todo es posible, piensan; y cuando del cuestionario de preguntas surge qué clase de monstruo se trata, don Clemente asegura que se está frente a la aparición de un Plesiosaurio".
Sin embargo y más allá de las amplificaciones que pudieran hacer los medios de prensa, el propio Sheffield se comunicó con el director del Zoológico de Buenos Aires a través de una carta que fechó en Esquel el 19 de enero de 1922, según consta en el Museo de la Patagonia "Francisco Moreno". Entre otros comentarios, el estadounidense puntualizó: "Hace varias noches que he podido registrar un rastro en el pasto que cerca la laguna donde tengo establecido mi puesto de cazador, el rastro es semejante a una huella de una pata muy pesada, la hierba queda aplastada y no se levanta más lo que hace suponer que el animal que por allí se arrastró debe ser de un peso enorme; he podido apercibir en medio de la laguna un animal enorme con cabeza parecida a un cisne de formas descomunales y el movimiento del agua me hace suponer un cuerpo de cocodrilo".
Volvemos a Porcel de Peralta. Después de esa misiva de Sheffield y de las publicaciones periodísticas, hubo "gran despliegue de comunicaciones entre el zoológico de Palermo y otros institutos científicos del mundo. Las consultas se formulan entonces por telégrafo. No queda ciudad en el mundo, con institutos de estudios de zoología, donde diarios y revistas no publiquen la primicia fantástica con ilustraciones del saurio".
Den la alarma
Según el autor se produce una alarma "en el mundo científico" que resulta "extraordinaria, como que se trata de la resurrección de animales desaparecidos en el período cretáceo o secundario. Nahuel Huapi, y como consecuencia San Carlos de Bariloche, se pone de moda en la prensa universal". ¿Se habrá acuñado entonces el diminutivo cariñoso de Nahuelito? "El telégrafo tartamudea mensajes cifrados. En Buenos Aires, entre tanto, Onelli ha movilizado a todos los estudiosos para que investiguen sobre las posibilidades de la fantástica reaparición. Pero no hay que circunscribirse a hipótesis más o menos aceptables. Lo más positivo es explorar en el mismo terreno".
Pero ¿qué tan creíble podía resultar la versión? "Martin Sheffield es un yanqui simpático, pintoresco. Es uno de los tipos singulares que dan colorido propio a la región. Él maneja su tropilla a los silbidos. Al primer silbo, ya han levantado la cabeza sus parejeros, y al segundo se ponen al trote en dirección al amo. En ocasiones el segundo silbo es preciso, característico, y en tal caso se pondrá en marcha sólo uno de los caballos predilectos", dice la semblanza de Porcel Peralta.
Otrora perseguidor de bandidos, "tiene bien ganadas mentas en el pago de ser un eximio tirador, y como es natural lleva siempre dos revólveres", añade la descripción. "En otro terreno, ya sobre los mostradores de los boliches y pulperías, nadie la ganará a bebedor de ginebra. Si lo exigen, hasta es capaz de emborracharse con whisky. Donde lo conocen bien, le consideran el más mentiroso en cien leguas a la redonda", estableció el escritor.
Para sumar a su fama, "dice que conoce los yacimientos áureos de la cordillera; y por dar sólo el rumbo cobra centenares de pesos. A personaje tan exótico, original y alocado, le deberá la zona del Nahuel Huapi la publicidad más excepcional que se haya realizado", ironiza el texto. Y tal vez la creación de la simpática criatura. Claro que contó con cómplices: "quien ratifica la denuncia, cuando es consultado, es don Primo, paisano y amigo de Onelli, a la sazón director del Zoo de Buenos Aires".
Para el escritor no fueron razones inocentes las que desencadenaron los sucesos posteriores. "Onelli está rodeado de funcionarios ávidos de expediciones científicas -léase comisiones para cobrar viáticos- y no es el caso dejar que el asunto se enfríe. Hay que poner de inmediato manos a la obra. Se hace el estudio previo y prolijo de todos los elementos para cazar viva a la fabulosa presa", puntualiza el racconto.
Deseo unánime
Hasta "se estudia qué clase de droga convendrá inyectarle una vez dominada con lazos, pues, sino es imprescindible, no se usarán arpones. Mientras se trabaja en los preparativos de la expedición, los diarios más importantes del país publican noticias del hallazgo; del lugar en que se lo vio por primera vez, las huellas que han denunciado nuevos rastreadores. La expectación que existe es enorme, como el deseo unánime que de la comisión expedicionaria obtenga éxito", admitió Porcel de Peralta.
El despliegue fue inusitado. "Un tren especial parte de Capital Federal. Los valientes expedicionarios que van a desafiar las iras del monstruo son despedidos por sus parientes y amigos en Constitución. Gran desfile de fotógrafos. Caras y Caretas incorpora a la comitiva un enviado especial para las notas gráficas. Y el interés, en el país, es tan extraordinario como en otras importantes ciudades del mundo, que todos están pendientes de las primicias del telégrafo". Pero el telegrama de confirmación jamás llegó y aunque la ciencia se quedó con las ganas, el mito contemporáneo del Nahuelito nunca se desvaneció.
Fuente: El Cordillerano
Por Adrián Moyano
Hacia 1921 o 1922 Bariloche no contaba con nada que se le pareciese al EMPROTUR, pero igualmente, algunos de sus vecinos se las arreglaron para idear operativos de promoción muy ingeniosos que, además, fueron muy efectivos aquel verano. Si bien dio el primer paso un poblador que vivía algo más al sur, los corresponsales de diario capitalinos que residían aquí se hicieron eco de sus maquinaciones y amplificaron considerablemente un misterioso, aunque poco verosímil hallazgo. Tiene coletazos con el presente, porque es fácil de asociar a las periódicas apariciones del Nahuelito.
"Un hecho insólito pone a la comarca a la cabeza de la publicidad periodística del mundo", escribió Manuel Porcel de Peralta en "Biografía del Nahuel Huapi" (Marymar - 1969). Sucedió "en el momento en que un pintoresco yanqui: Martin Sheffield, capataz de la estancia Leleque, ha visto en las proximidades de Epuyén un monstruo enorme, una especie de lagarto gigantesco".
"Por las noticias telegráficas que llegan a Buenos Aires -aquí los corresponsales son don Pepe y don Primo-, los geólogos y paleontólogos, con Clemente Onelli a la cabeza, deducen que se trata de un saurio, anterior a la época terciaria". El primero era Capraro, al segundo nos cuesta identificarlo con apelativo tan común. "En la Patagonia todo es posible, piensan; y cuando del cuestionario de preguntas surge qué clase de monstruo se trata, don Clemente asegura que se está frente a la aparición de un Plesiosaurio".
Sin embargo y más allá de las amplificaciones que pudieran hacer los medios de prensa, el propio Sheffield se comunicó con el director del Zoológico de Buenos Aires a través de una carta que fechó en Esquel el 19 de enero de 1922, según consta en el Museo de la Patagonia "Francisco Moreno". Entre otros comentarios, el estadounidense puntualizó: "Hace varias noches que he podido registrar un rastro en el pasto que cerca la laguna donde tengo establecido mi puesto de cazador, el rastro es semejante a una huella de una pata muy pesada, la hierba queda aplastada y no se levanta más lo que hace suponer que el animal que por allí se arrastró debe ser de un peso enorme; he podido apercibir en medio de la laguna un animal enorme con cabeza parecida a un cisne de formas descomunales y el movimiento del agua me hace suponer un cuerpo de cocodrilo".
Volvemos a Porcel de Peralta. Después de esa misiva de Sheffield y de las publicaciones periodísticas, hubo "gran despliegue de comunicaciones entre el zoológico de Palermo y otros institutos científicos del mundo. Las consultas se formulan entonces por telégrafo. No queda ciudad en el mundo, con institutos de estudios de zoología, donde diarios y revistas no publiquen la primicia fantástica con ilustraciones del saurio".
Den la alarma
Según el autor se produce una alarma "en el mundo científico" que resulta "extraordinaria, como que se trata de la resurrección de animales desaparecidos en el período cretáceo o secundario. Nahuel Huapi, y como consecuencia San Carlos de Bariloche, se pone de moda en la prensa universal". ¿Se habrá acuñado entonces el diminutivo cariñoso de Nahuelito? "El telégrafo tartamudea mensajes cifrados. En Buenos Aires, entre tanto, Onelli ha movilizado a todos los estudiosos para que investiguen sobre las posibilidades de la fantástica reaparición. Pero no hay que circunscribirse a hipótesis más o menos aceptables. Lo más positivo es explorar en el mismo terreno".
Pero ¿qué tan creíble podía resultar la versión? "Martin Sheffield es un yanqui simpático, pintoresco. Es uno de los tipos singulares que dan colorido propio a la región. Él maneja su tropilla a los silbidos. Al primer silbo, ya han levantado la cabeza sus parejeros, y al segundo se ponen al trote en dirección al amo. En ocasiones el segundo silbo es preciso, característico, y en tal caso se pondrá en marcha sólo uno de los caballos predilectos", dice la semblanza de Porcel Peralta.
Otrora perseguidor de bandidos, "tiene bien ganadas mentas en el pago de ser un eximio tirador, y como es natural lleva siempre dos revólveres", añade la descripción. "En otro terreno, ya sobre los mostradores de los boliches y pulperías, nadie la ganará a bebedor de ginebra. Si lo exigen, hasta es capaz de emborracharse con whisky. Donde lo conocen bien, le consideran el más mentiroso en cien leguas a la redonda", estableció el escritor.
Para sumar a su fama, "dice que conoce los yacimientos áureos de la cordillera; y por dar sólo el rumbo cobra centenares de pesos. A personaje tan exótico, original y alocado, le deberá la zona del Nahuel Huapi la publicidad más excepcional que se haya realizado", ironiza el texto. Y tal vez la creación de la simpática criatura. Claro que contó con cómplices: "quien ratifica la denuncia, cuando es consultado, es don Primo, paisano y amigo de Onelli, a la sazón director del Zoo de Buenos Aires".
Para el escritor no fueron razones inocentes las que desencadenaron los sucesos posteriores. "Onelli está rodeado de funcionarios ávidos de expediciones científicas -léase comisiones para cobrar viáticos- y no es el caso dejar que el asunto se enfríe. Hay que poner de inmediato manos a la obra. Se hace el estudio previo y prolijo de todos los elementos para cazar viva a la fabulosa presa", puntualiza el racconto.
Deseo unánime
Hasta "se estudia qué clase de droga convendrá inyectarle una vez dominada con lazos, pues, sino es imprescindible, no se usarán arpones. Mientras se trabaja en los preparativos de la expedición, los diarios más importantes del país publican noticias del hallazgo; del lugar en que se lo vio por primera vez, las huellas que han denunciado nuevos rastreadores. La expectación que existe es enorme, como el deseo unánime que de la comisión expedicionaria obtenga éxito", admitió Porcel de Peralta.
El despliegue fue inusitado. "Un tren especial parte de Capital Federal. Los valientes expedicionarios que van a desafiar las iras del monstruo son despedidos por sus parientes y amigos en Constitución. Gran desfile de fotógrafos. Caras y Caretas incorpora a la comitiva un enviado especial para las notas gráficas. Y el interés, en el país, es tan extraordinario como en otras importantes ciudades del mundo, que todos están pendientes de las primicias del telégrafo". Pero el telegrama de confirmación jamás llegó y aunque la ciencia se quedó con las ganas, el mito contemporáneo del Nahuelito nunca se desvaneció.
Fuente: El Cordillerano