Falta de nieve y agua: El turismo y la economía agrícola de la Patagonia en jaqueLa Patagonia atraviesa uno de los inviernos más secos de los últimos años, con precipitaciones y nevadas muy por debajo de lo habitual. La situación genera preocupación tanto en el sector turístico como en las zonas productivas, que dependen directamente del deshielo para el abastecimiento de agua y el riego. La escasez hídrica impacta de forma creciente en la economía regional, afectando actividades clave como el esquí, la ganadería, la producción forrajera y la fruticultura.
En los centros de esquí como Cerro Catedral, Chapelco y La Hoya, entre otros, la falta de nieve ha obligado a cerrar pistas o restringir su uso, y algunos complejos operan únicamente con nieve artificial. Esto ha generado una fuerte incertidumbre en el sector turístico, que atraviesa una temporada invernal irregular, con menos visitantes y una caída en la actividad económica asociada.
Pero el impacto no se limita al turismo: la falta de nieve y lluvias también está poniendo en riesgo la producción agrícola y ganadera. En el Valle Inferior del río Chubut, productores agropecuarios advierten que la baja en el caudal del río amenaza con provocar serios faltantes de agua para riego en la próxima primavera y verano. El dique Ameghino, que regula el caudal del Chubut, continúa liberando agua para generación eléctrica, lo que genera tensiones entre los distintos usos del recurso.
Jorge Peruzzoti, productor de la localidad de 28 de Julio, calificó la situación como "sumamente preocupante" y señaló que la falta de nieve en la cordillera ha sido determinante en el déficit hídrico actual. Esta realidad ya ha llevado a los productores a iniciar gestiones con el Instituto Provincial del Agua (IPA) y la Compañía de Riego para buscar soluciones urgentes.
En 2022, el Comité de Cuenca del río Chubut ya había advertido sobre una emergencia hídrica estructural. Un informe presentado a la Legislatura provincial señalaba que tanto el río Chubut como el Senguer presentan precipitaciones y caudales por debajo de los promedios históricos.
Según Natalia Pessacg, investigadora del CONICET, "en la cabecera del río Chubut, en los últimos siete años, la precipitación ha resultado deficitaria", mientras que en el Senguer "esta situación se sostiene desde hace cuatro años". Desde octubre pasado, la naciente del Chubut ha registrado un 85% menos de lluvias que lo normal, y el Senguer, un 55% menos.
La científica advirtió que existe "una tendencia decreciente significativa" en las precipitaciones de ambas cuencas y que los caudales del río Chubut están por debajo del promedio desde 2010, mientras que en el Senguer ocurre desde 2015. Estas cuencas proveen agua potable a más del 70% de la población de la región, por lo que el panorama es crítico.
El cambio climático, sostienen los especialistas, está alterando el ciclo hidrológico de la región. El desplazamiento de sistemas de alta presión hacia el sur impide el ingreso de frentes fríos y limita la formación de precipitaciones y nevadas. Esta anomalía atmosférica refuerza una tendencia que podría agravarse si no se toman medidas de adaptación y gestión hídrica urgentes.
Mientras se aguardan las precipitaciones de julio y agosto -consideradas claves para la recuperación de las cuencas- la incertidumbre crece. En un contexto donde el turismo y la producción dependen cada vez más de condiciones climáticas adversas, la Patagonia enfrenta un desafío que trasciende lo estacional y exige respuestas estructurales y coordinadas.
Fuente: Económicas Bariloche
La Patagonia atraviesa uno de los inviernos más secos de los últimos años, con precipitaciones y nevadas muy por debajo de lo habitual. La situación genera preocupación tanto en el sector turístico como en las zonas productivas, que dependen directamente del deshielo para el abastecimiento de agua y el riego. La escasez hídrica impacta de forma creciente en la economía regional, afectando actividades clave como el esquí, la ganadería, la producción forrajera y la fruticultura.
En los centros de esquí como Cerro Catedral, Chapelco y La Hoya, entre otros, la falta de nieve ha obligado a cerrar pistas o restringir su uso, y algunos complejos operan únicamente con nieve artificial. Esto ha generado una fuerte incertidumbre en el sector turístico, que atraviesa una temporada invernal irregular, con menos visitantes y una caída en la actividad económica asociada.
Pero el impacto no se limita al turismo: la falta de nieve y lluvias también está poniendo en riesgo la producción agrícola y ganadera. En el Valle Inferior del río Chubut, productores agropecuarios advierten que la baja en el caudal del río amenaza con provocar serios faltantes de agua para riego en la próxima primavera y verano. El dique Ameghino, que regula el caudal del Chubut, continúa liberando agua para generación eléctrica, lo que genera tensiones entre los distintos usos del recurso.
Jorge Peruzzoti, productor de la localidad de 28 de Julio, calificó la situación como "sumamente preocupante" y señaló que la falta de nieve en la cordillera ha sido determinante en el déficit hídrico actual. Esta realidad ya ha llevado a los productores a iniciar gestiones con el Instituto Provincial del Agua (IPA) y la Compañía de Riego para buscar soluciones urgentes.
En 2022, el Comité de Cuenca del río Chubut ya había advertido sobre una emergencia hídrica estructural. Un informe presentado a la Legislatura provincial señalaba que tanto el río Chubut como el Senguer presentan precipitaciones y caudales por debajo de los promedios históricos.
Según Natalia Pessacg, investigadora del CONICET, "en la cabecera del río Chubut, en los últimos siete años, la precipitación ha resultado deficitaria", mientras que en el Senguer "esta situación se sostiene desde hace cuatro años". Desde octubre pasado, la naciente del Chubut ha registrado un 85% menos de lluvias que lo normal, y el Senguer, un 55% menos.
La científica advirtió que existe "una tendencia decreciente significativa" en las precipitaciones de ambas cuencas y que los caudales del río Chubut están por debajo del promedio desde 2010, mientras que en el Senguer ocurre desde 2015. Estas cuencas proveen agua potable a más del 70% de la población de la región, por lo que el panorama es crítico.
El cambio climático, sostienen los especialistas, está alterando el ciclo hidrológico de la región. El desplazamiento de sistemas de alta presión hacia el sur impide el ingreso de frentes fríos y limita la formación de precipitaciones y nevadas. Esta anomalía atmosférica refuerza una tendencia que podría agravarse si no se toman medidas de adaptación y gestión hídrica urgentes.
Mientras se aguardan las precipitaciones de julio y agosto -consideradas claves para la recuperación de las cuencas- la incertidumbre crece. En un contexto donde el turismo y la producción dependen cada vez más de condiciones climáticas adversas, la Patagonia enfrenta un desafío que trasciende lo estacional y exige respuestas estructurales y coordinadas.
Fuente: Económicas Bariloche