Desde 2019, en Vaca Muerta, podemos afirmar que ocurren un sismo cada 5 o 6 días, en promedio. Se trata de sismos industriales o inducidos, es decir, terremotos que no hubieran sucedido de no existir una actividad humana que los desencadene. Dicha actividad es, en este caso, el fracking, el que se dice supuesto motor de la industria nacional.
Un ejemplo significativo fue el sismo registrado el 7 de marzo de 2019 que tuvo una magnitud 5 en la escala Richter, equivalente a la de las primeras bombas nucleares testeadas por Estados Unidos en la década del cuarenta -antes de dejar de testear y usarlas para su verdadero propósito en Japón-. El epicentro de aquel sismo fue apenas a dos kilómetros del pozo LLLO-x2 -operado por YPF en Loma La Lata-, que pocos meses después se descontroló y se prendió fuego. Estuvo ardiendo tres semanas y decenas de millones de dólares se perdieron por el camino (afortunadamente ninguna vida).
La potencial relación entre tan grave accidente y las posibles implicaciones que el sismo previo pudiera tener en los desperfectos del pozo nunca fueron evaluadas. Sirva aclarar también que un sismo de magnitud 5 asociado a la fractura hidráulica es tan excepcional que, de hecho, se trata del único caso registrado en el mundo. No hay otro sismo inducido por el fracking que haya sido registrado con una magnitud tan elevada. En Vaca Muerta son alrededor de cinco los sismos inducidos que han alcanzado magnitudes de esa dimensión, independientemente de la causa de los mismos.
Antes de la llegada del fracking, en 2015, la zona que hoy conocemos como Vaca Muerta -supo ser referida como Confluencia, Xawvn Ko o patagonia extraandina antes de la irrupción de esta industria- no temblaba. Desde que comenzaron las perforaciones no convencionales, la zona parece que tiembla aterrada. El Instituto Nacional de Prevención Sísmica (Inpres) -organismo fusionado con el Servicio Geológico Minero, bajo la órbita de la Secretaría de Minería, a través del decreto 396/2025, gracias a las facultades delegadas- no contaba con registros de terremotos en la zona antes de 2015. Ni tampoco los habitantes de la región. Ahora, los terremotos son pan de cada día.
Los pasados 18 y 19 de julio ocurrió algo memorable. En Añelo, localidad que se erigió como polo de desarrollo logístico de Vaca Muerta, la población salió asustada a las calles a protegerse bajo el cielo estrellado de la caída de objetos u otros potenciales descalabros tras el cuarto y mayor sismo en dos días.
De 0 a 500 sismos en cinco años. ¿Cómo pasa un contexto geológico de la inactividad sísmica a su activación en cinco años? ¿Cómo una roca asentada por decenas de millones de años se despierta repentinamente en apenas cinco? Lo cierto es que no es posible. Es tan improbable como que el petróleo crudo se convierta en nafta en el surtidor de la estación por un proceso natural. Los procesos tectónicos no se alteran espontáneamente en esta escala espacial y temporal sin factores que los expliquen de modo evidente. Y en el caso de Vaca Muerta ningún factor natural explica lo ocurrido, ni el vulcanismo, ni el deshielo de casquetes, ni transgresiones o regresiones marinas, ni otros procesos dinámicos de la deriva continental.
Mapa del Observatorio de Sismicidad Inducida que muestra 442 sismos identificados por diversas fuentes.
Vaca Muerta tiembla por el fracking y lo cierto es que no nos debería extrañar porque es un fenómeno bien descrito en la literatura científica (y conocido por la industria y por la gente que con ella se vincula) desde hace ya muchos años. Justamente, lo extraño y poco comprensible es que tanto las compañías operadoras como las administraciones responsables no hayan previsto la situación, no la hayan prevenido y no hayan generado regulación para evitarla. Parecen haberla ignorado consciente o inconscientemente y, en cualquiera de los dos casos, la situación es crítica.
Toda actividad humana -en particular la industrial- con efectos secundarios nocivos e indeseados a su actividad principal es generalmente analizada y regulada por algún ente responsable. Desde el ruido molesto de una fábrica hasta el depósito de residuos radiactivos de una central nuclear. ¿Por qué no entonces la ocurrencia de sismos asociada al fracking? Y más aún, ¿por qué no cuando es algo que ya se ha hecho en otros países y es fácilmente replicable?
Vaca muerta, el fracking, los sismos y los riesgos
Los sismos del fracking pueden suponer una larga lista de impactos inaceptables para la comunidad y el ambiente. En primera instancia el sometimiento a un grave estado de ansiedad a la población afectada. Sentir que la amenaza sísmica es una realidad condiciona negativamente la vida de cualquier ser vivo. Vivir no sólo la amenaza sino esa realidad, como le ha ocurrido a los habitantes de Sauzal Bonito o Añelo en los últimos años es trágico. Y en el peor de los casos verse sometido a los daños materiales y físicos que ello supone, como ya le ha sucedido también a un elevado número de personas en la provincia de Neuquén, es absolutamente inaceptable.
Pero además del riesgo inmediato para los habitantes de la región, hay muchos otros riesgos derivados. El riesgo de la destrucción de infraestructuras críticas y sus consecuencias. La pérdida de integridad de estructuras de canalizaciones implica un gravísimo riesgo. Consideremos la expansión de la industria, con su subsecuente expansión de infraestructuras de flujo de hidrocarburos: pozos y ductos de petróleo y gas. ¿Están preparados para el impacto sísmico? No, porque ningún escenario ha evaluado el surgimiento de la sismicidad inducida. ¿Son resistentes estas estructuras ante este nuevo escenario? ¿Qué supone su potencial colapso?
Los megaembalses del complejo Cerros Colorados, los Barreales y Mari Menuco, con casi seiscientos kilómetros cuadrados de superficie en común, abastecen de agua potable a cientos de miles de personas y de agua para el riego al histórico sector agrícola del Alto Valle. ¿Qué consecuencias tendría para la población y el ambiente la contaminación de sus aguas por el vertido directo o indirecto de un pozo colapsado o la ruptura de un ducto? El pozo LLL0-x2, el que se incendió en 2019, se encontraba casi a las orillas del embalse de los Barreales. Si el incidente no repercutió directamente sobre las aguas del embalse, fue tan solo un hecho fortuito. Quizás la próxima vez no corramos la misma suerte, algo que parece bastante probable con la previsión de perforar y fracturar decenas de pozos directamente bajo las aguas de los embalses.
Recordemos que los pozos de fracking son singulares, tienen forma de "L". Una vez alcanzadas verticalmente las profundidades de la roca con hidrocarburos, el pozo dobla en ángulo recto y navega varios kilómetros por la roca en dirección horizontal. Pero hay más riesgos asociados. El debilitamiento de los propios diques de los embalses, o de puentes u otras infraestructuras viales. El colapso de depósitos de hidrocarburos, o de edificaciones de cualquier tipo que no han sido diseñadas para soportar el más mínimo movimiento del terreno. En resumidas cuentas, no es una opción eludir esta responsabilidad.
Observatorio de Sismicidad Inducida, monitoreo y una propuesta de regulación
Es por ello que desde el Observatorio de Sismicidad Inducida (OSI) proponemos, con la intención de prevenir la ocurrencia de los sismos industriales, un marco regulatorio de la extracción de hidrocarburos mediante la fractura hidráulica. El OSI es un proyecto de investigación científica independiente surgido hace seis años, a la par que la propia sismicidad inducida en Neuquén, y que tiene como principal objetivo monitorear este fenómeno con el fin de facilitar su visualización y comprensión para y por la sociedad afectada. Tras múltiples pasos en este sentido, recientemente hemos hecho pública nuestra propuesta de "Ley provincial para la prevención de la sismicidad inducida por la práctica de la fracturación hidráulica en Neuquén". Esta propuesta no es más que eso, una propuesta. Es nuestra contribución a rellenar un vacío que consideramos no solo presente si no también inaceptable en materia de regulación contra la sismicidad industrial.
La propuesta es un texto abierto y transparente, dinámico, elaborado desde un conocimiento experto y profesional de la materia pero no absoluto ni siquiera completo. Puede tomarlo de ejemplo o punto de partida quién lo considere oportuno. Tampoco se trata de un paso realizado desde la idoneidad, dado que entendemos que existen otros referentes sociales que deberían abordar esta cuestión: instituciones públicas especializadas (centros de investigación y prevención), hasta instituciones públicas responsables (secretarías ministeriales y entes de protección civil), pasando por las propias operadoras (las causantes, en primera instancia, del fenómeno).
Para finalizar quisiéramos puntualizar que este es un texto divulgativo y no científico. Con el único fin de facilitar su lectura y hacerlo más claro se ha incurrido en algunas laxitudes terminológicas y se han obviado algunas descripciones de ciertos tecnicismos, pero no por ello carece de tanto o más rigor que cualquier texto técnico. Quién busque más rigor técnico puede dirigirse a otros documentos de nuestra autoría -sin olvidar tantos otros de otros autores- y, mejor aún, puede realizar los propios, como hicimos desde el OSI al detectar este problema. Si alguien desaprueba nuestros argumentos, bienvenido sea. Que presente los suyos.
*Integrantes del Observatorio de Sismicidad Inducida (OSI)