Patagonia, tierra infinita, saqueadaPor Mauricio Herrera Kahn
No llegaron con banderas, llegaron con acciones mineras, estancieros, tratados truchos y mapas que no dibujamos nosotros. Y se llevaron todo.
1 - Patagonia, tierra de saqueo y silencio
La Patagonia no es una tierra vacía, es un continente en miniatura, una frontera viva entre lo que el Estado nunca quiso ver y lo que el capital siempre quiso explotar. Desde el siglo XIX hasta hoy fue ocupada, dividida, rematada y saqueada por estancieros europeos, petroleras estadounidenses, compañías mineras canadienses, magnates británicos y fondos de inversión de todo el mundo. Lo hicieron sin disparar una bala pero con un ejército de títulos de propiedad falsos, concesiones eternas y gobiernos locales obedientes. Chile y Argentina no la protegieron, la vendieron, o peor: la entregaron gratis.
2 - El oro, el petróleo, las ovejas y el silencio
Entre 1880 y 1930 los grandes latifundios ovinos transformaron la Patagonia en un campo de concentración laboral, miles de hectáreas fueron entregadas a compañías británicas como la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego que llegó a controlar más de 3 millones de hectáreas. El "rey de la lana", José Menéndez, convirtió el sur en un feudo donde se explotaba a peones chilenos y se exterminaba a los pueblos selk'nam y aonikenk.
Desde los años 40 las reservas petroleras de Magallanes y Santa Cruz pasaron a manos de YPF, luego fueron privatizadas en los 90. Hoy los yacimientos de gas no convencional en la cuenca austral prometen producir más de 10 millones de m³ por día, pero la mayor parte de las utilidades van a casas matrices en el extranjero.
3 - La minería avanza, el agua retrocede
En los últimos 20 años, la Patagonia chilena y argentina ha sido objetivo de grandes empresas mineras. En la región de Aysén, la canadiense Mandalay Resources explota la mina Cerro Bayo. En Chubut, la empresa Pan American Silver intenta reactivar el proyecto de plata "Navidad", uno de los mayores del continente. En Santa Cruz, Yamana Gold y AngloGold Ashanti operan con beneficios fiscales y legislación laxa. Las regalías para el Estado no superan el 3 %.
Y mientras los ríos bajan, el agua se concesiona. En Aysén más del 80 % del caudal útil está bajo propiedad privada, muchas veces en manos de consorcios vinculados a proyectos hidroeléctricos paralizados pero no anulados.
4 - Los nuevos dueños del sur
Douglas Tompkins compró 400.000 hectáreas en la Patagonia chilena, estableció el proyecto de conservación ambiental llamado Parque Pumalín, el que luego de su muerte, su viuda donó y traspasó legalmente al Estado chileno.
Luciano Benetton posee más de 900.000 hectáreas en la Patagonia argentina. El magnate británico Joe Lewis controla 12.000 hectáreas con acceso restringido al Lago Escondido. La fundación de George Soros tiene participación en inversiones agropecuarias e hídricas. BlackRock y Vanguard tienen acciones en empresas que poseen concesiones mineras en Neuquén y Chubut.
Lo que no pudieron hacer con espadas, lo hicieron con dólares. En el sur ya no hay pueblos originarios dueños de la tierra. Solo guardaparques, permisos precarios o desalojos forzados.
5 - Genocidio y desplazamiento
Antes de la "Pacificación" en Chile y la "Conquista del Desierto" en Argentina, la Patagonia estaba habitada por más de 70.000 personas de pueblos como los mapuche, tehuelche, aonikenk, selk'nam, kawésqar y yámana. Hoy no queda ni el 10 %. En Tierra del Fuego el exterminio selk'nam fue sistemático: cazados por recompensa, exhibidos en circos humanos, encerrados en misiones. En la Patagonia continental fueron encerrados en reducciones o desplazados por estancieros. Hoy los llaman "usurpadores" si reclaman tierra, la historia oficial los borró, la historia real los resucita.
6 - El futuro del sur, si es que queda algo
La Patagonia podría ser el corazón energético de Sudamérica. Tiene viento, sol, agua, litio, cobre, hidrógeno verde, gas y biodiversidad única pero todo está en manos ajenas. Las concesiones vigentes superan el 60 % del territorio en algunas provincias. Las leyes que debían proteger la tierra fueron derogadas o maquilladas. No hay empresa pública de fomento con poder real y las comunidades que resisten lo hacen sin recursos ni respaldo estatal.
No hay soberanía sin sur. Y el sur se nos está yendo.
7. Esta vez no más
No hubo barcos de guerra, no hubo tratados internacionales, solo hubo abandono y con el abandono, llegaron las multinacionales. La Patagonia fue saqueada en silencio, con papeles legales y acuerdos sucios pero aún se puede recuperar, como fue el caso del Parque Pumalín. Si hay voluntad política, se puede crear una empresa estatal de desarrollo austral. Si hay memoria, se pueden anular las concesiones ilegítimas y si hay pueblo, se puede defender el último pedazo de patria que queda.
Porque esta vez, aunque vengan con mapas, decretos o dólares, la respuesta tiene que ser otra. Esta vez no se vende. Esta vez, se defiende.
Petróleo y gas: En la Patagonia argentina y chilena, el petróleo y el gas han sido explotados principalmente en las provincias de Chubut, Santa Cruz, Neuquén, Magallanes y Tierra del Fuego. Las principales empresas involucradas han sido YPF (Argentina), ENAP (Chile), ExxonMobil (EE.UU.), Total (Francia), British Petroleum (Reino Unido) y Chevron (EE.UU.). La superficie afectada por actividades de extracción supera los 250.000 km², y la extracción acumulada se estima en más de 3.000 millones de barriles equivalentes.
Pesca industrial: En las aguas patagónicas del Atlántico Sur, especialmente frente a Chubut y Santa Cruz, operan flotas de pesca industrial españolas, chinas, coreanas y taiwanesas. Se estima una captura anual superior a 700.000 toneladas, principalmente de merluza, langostino y calamar. Empresas como Pescapuerta (España), Shanghai Kaichuang (China) y Dongwon Industries (Corea del Sur) han estado activas en la zona. Se calcula que entre el 30% y el 50% de la pesca es ilegal o no reportada.
Minería metálica: En zonas como la meseta de Deseado y Sierra de San Juan, la minería de oro, plata y cobre ha sido explotada por empresas como Pan American Silver (Canadá), Yamana Gold (Canadá), Hochschild Mining (Reino Unido) y Glencore (Suiza). El total extraído supera las 1.200 toneladas de oro y 35.000 toneladas de plata, con una afectación directa de más de 15.000 hectáreas, incluyendo contaminación de napas y afectación de glaciares en zonas protegidas.
Minería no metálica: La extracción de boro, litio, bentonita y otros minerales no metálicos se ha concentrado en zonas como el norte de la Patagonia y el sur de Mendoza y Neuquén. Empresas como Rio Tinto (Reino Unido), SQM (Chile) y Lithium Americas (Canadá) han tenido participación en etapas de exploración o joint ventures. Aún con menores volúmenes que el norte chileno, el impacto en humedales altoandinos ha sido significativo.
Tierra y agroindustria: En las últimas décadas, más de 2 millones de hectáreas de la Patagonia han sido adquiridas o arrendadas por magnates extranjeros como Luciano Benetton (Italia), Douglas Tompkins (EE.UU.), Joe Lewis (Reino Unido), Ted Turner (EE.UU.) y grupos económicos como The North Face y Fundación Patagonia Sur. Estas tierras se han destinado a ganadería extensiva, conservación privada, turismo de elite o inversiones estratégicas en agua y biodiversidad.
8 - La Patagonia bajo contrato
La Patagonia no fue solo despojo territorial, fue entrega total, fue saqueo con firma y las cifras lo gritan.
Patagonia ha sido explotada intensamente en petróleo y gas, principalmente en Chubut, Santa Cruz, Neuquén, Magallanes y Tierra del Fuego, por empresas como YPF en Argentina, ENAP en Chile, ExxonMobil en Estados Unidos, Total en Francia, British Petroleum en Reino Unido y Chevron también en Estados Unidos. La superficie afectada supera los 250 mil kilómetros cuadrados y la extracción acumulada ya supera los 3 mil millones de barriles equivalentes. Ni siquiera se midió cuánto de ese gas quedó en manos estatales, solo se vendió.
En las aguas del Atlántico Sur frente a la Patagonia, flotas industriales de España, China, Corea del Sur y Taiwán capturan anualmente más de 700 mil toneladas de merluza, calamar y langostino. Empresas como Pescapuerta de España, Shanghai Kaichuang de China y Dongwon Industries de Corea del Sur operan con altos niveles de pesca ilegal o no reportada, estimada entre el 30 y el 50 por ciento. No es un océano, es un supermercado flotante donde nadie paga.
En zonas como la meseta de Deseado y Sierra de San Juan la minería de oro, plata y cobre ha sido dominada por firmas como Pan American Silver y Yamana Gold de Canadá, Hochschild Mining de Reino Unido y Glencore de Suiza. Se han extraído más de 1.200 toneladas de oro y 35 mil de plata, afectando más de 15 mil hectáreas y destruyendo ecosistemas que tardarán siglos en regenerarse. La riqueza no quedó, solo el daño.
Patagonia también ha sido escenario de extracción de litio, boro, bentonita y minerales industriales, especialmente en el norte patagónico y zonas altoandinas. Empresas como Rio Tinto del Reino Unido, SQM de Chile y Lithium Americas de Canadá han operado sin restricciones visibles, generando impactos en humedales y zonas de recarga hídrica. No importa el volumen, importa la huella y esa no se borra.
Más de 2 millones de hectáreas de la Patagonia han sido adquiridas por inversionistas extranjeros como Luciano Benetton de Italia, Ted Turner de Estados Unidos y Joe Lewis del Reino Unido. Las tierras se han destinado a ganadería, turismo de lujo, conservación con fines estratégicos y control de recursos hídricos. La que formó Douglas Tompkins y se donó al Estado chileno es una zona estratégica de conservación ecológica, pero las demás no pueden considerarse reservas ecológicas sino reservas de poder.
La Patagonia fue cartografiada por Europa, patrullada por capitales, vendida por notarios, ignorada por las élites y saqueada por turnos. Hoy nadie sabe cuántas toneladas de su riqueza aún quedan. Pero todos saben quiénes tienen las llaves.
Tierra sin retorno
La Patagonia no es un mito, es un espejo. Lo que se hizo allá abajo, se repetirá en todas partes si no se detiene. Se vendieron sus cielos, sus lagos, sus minerales, sus valles, su mar. No quedaron ni los nombres, solo concesiones, alambradas y mapas privados que ningún Estado ha querido revertir.
No hubo conquista, hubo negocio. No hubo colonización, hubo transferencia de activos. No hubo progreso, hubo devastación lenta, justificada por la distancia, por el silencio y por el olvido institucional. Y todavía hoy los que viven allí no mandan, observan.
Lo peor no es lo que se llevaron, lo peor es lo que no volverá. Porque no se recupera un glaciar, ni un bosque virgen, ni una ballena muerta, ni un niño mapuche expulsado de su río. No hay royalty que devuelva el alma de un territorio robado.
La Patagonia fue saqueada por países, por empresas, por fundaciones y por traidores. Pero también fue traicionada por nosotros, los que la miramos desde lejos creyendo que estaba a salvo por estar tan al sur.
Pero ya no hay más sur. Ya no queda nada más que perder.
Fuente: Pressenza
Por Mauricio Herrera Kahn
No llegaron con banderas, llegaron con acciones mineras, estancieros, tratados truchos y mapas que no dibujamos nosotros. Y se llevaron todo.
1 - Patagonia, tierra de saqueo y silencio
La Patagonia no es una tierra vacía, es un continente en miniatura, una frontera viva entre lo que el Estado nunca quiso ver y lo que el capital siempre quiso explotar. Desde el siglo XIX hasta hoy fue ocupada, dividida, rematada y saqueada por estancieros europeos, petroleras estadounidenses, compañías mineras canadienses, magnates británicos y fondos de inversión de todo el mundo. Lo hicieron sin disparar una bala pero con un ejército de títulos de propiedad falsos, concesiones eternas y gobiernos locales obedientes. Chile y Argentina no la protegieron, la vendieron, o peor: la entregaron gratis.
2 - El oro, el petróleo, las ovejas y el silencio
Entre 1880 y 1930 los grandes latifundios ovinos transformaron la Patagonia en un campo de concentración laboral, miles de hectáreas fueron entregadas a compañías británicas como la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego que llegó a controlar más de 3 millones de hectáreas. El "rey de la lana", José Menéndez, convirtió el sur en un feudo donde se explotaba a peones chilenos y se exterminaba a los pueblos selk'nam y aonikenk.
Desde los años 40 las reservas petroleras de Magallanes y Santa Cruz pasaron a manos de YPF, luego fueron privatizadas en los 90. Hoy los yacimientos de gas no convencional en la cuenca austral prometen producir más de 10 millones de m³ por día, pero la mayor parte de las utilidades van a casas matrices en el extranjero.
3 - La minería avanza, el agua retrocede
En los últimos 20 años, la Patagonia chilena y argentina ha sido objetivo de grandes empresas mineras. En la región de Aysén, la canadiense Mandalay Resources explota la mina Cerro Bayo. En Chubut, la empresa Pan American Silver intenta reactivar el proyecto de plata "Navidad", uno de los mayores del continente. En Santa Cruz, Yamana Gold y AngloGold Ashanti operan con beneficios fiscales y legislación laxa. Las regalías para el Estado no superan el 3 %.
Y mientras los ríos bajan, el agua se concesiona. En Aysén más del 80 % del caudal útil está bajo propiedad privada, muchas veces en manos de consorcios vinculados a proyectos hidroeléctricos paralizados pero no anulados.
4 - Los nuevos dueños del sur
Douglas Tompkins compró 400.000 hectáreas en la Patagonia chilena, estableció el proyecto de conservación ambiental llamado Parque Pumalín, el que luego de su muerte, su viuda donó y traspasó legalmente al Estado chileno.
Luciano Benetton posee más de 900.000 hectáreas en la Patagonia argentina. El magnate británico Joe Lewis controla 12.000 hectáreas con acceso restringido al Lago Escondido. La fundación de George Soros tiene participación en inversiones agropecuarias e hídricas. BlackRock y Vanguard tienen acciones en empresas que poseen concesiones mineras en Neuquén y Chubut.
Lo que no pudieron hacer con espadas, lo hicieron con dólares. En el sur ya no hay pueblos originarios dueños de la tierra. Solo guardaparques, permisos precarios o desalojos forzados.
5 - Genocidio y desplazamiento
Antes de la "Pacificación" en Chile y la "Conquista del Desierto" en Argentina, la Patagonia estaba habitada por más de 70.000 personas de pueblos como los mapuche, tehuelche, aonikenk, selk'nam, kawésqar y yámana. Hoy no queda ni el 10 %. En Tierra del Fuego el exterminio selk'nam fue sistemático: cazados por recompensa, exhibidos en circos humanos, encerrados en misiones. En la Patagonia continental fueron encerrados en reducciones o desplazados por estancieros. Hoy los llaman "usurpadores" si reclaman tierra, la historia oficial los borró, la historia real los resucita.
6 - El futuro del sur, si es que queda algo
La Patagonia podría ser el corazón energético de Sudamérica. Tiene viento, sol, agua, litio, cobre, hidrógeno verde, gas y biodiversidad única pero todo está en manos ajenas. Las concesiones vigentes superan el 60 % del territorio en algunas provincias. Las leyes que debían proteger la tierra fueron derogadas o maquilladas. No hay empresa pública de fomento con poder real y las comunidades que resisten lo hacen sin recursos ni respaldo estatal.
No hay soberanía sin sur. Y el sur se nos está yendo.
7. Esta vez no más
No hubo barcos de guerra, no hubo tratados internacionales, solo hubo abandono y con el abandono, llegaron las multinacionales. La Patagonia fue saqueada en silencio, con papeles legales y acuerdos sucios pero aún se puede recuperar, como fue el caso del Parque Pumalín. Si hay voluntad política, se puede crear una empresa estatal de desarrollo austral. Si hay memoria, se pueden anular las concesiones ilegítimas y si hay pueblo, se puede defender el último pedazo de patria que queda.
Porque esta vez, aunque vengan con mapas, decretos o dólares, la respuesta tiene que ser otra. Esta vez no se vende. Esta vez, se defiende.
Petróleo y gas: En la Patagonia argentina y chilena, el petróleo y el gas han sido explotados principalmente en las provincias de Chubut, Santa Cruz, Neuquén, Magallanes y Tierra del Fuego. Las principales empresas involucradas han sido YPF (Argentina), ENAP (Chile), ExxonMobil (EE.UU.), Total (Francia), British Petroleum (Reino Unido) y Chevron (EE.UU.). La superficie afectada por actividades de extracción supera los 250.000 km², y la extracción acumulada se estima en más de 3.000 millones de barriles equivalentes.
Pesca industrial: En las aguas patagónicas del Atlántico Sur, especialmente frente a Chubut y Santa Cruz, operan flotas de pesca industrial españolas, chinas, coreanas y taiwanesas. Se estima una captura anual superior a 700.000 toneladas, principalmente de merluza, langostino y calamar. Empresas como Pescapuerta (España), Shanghai Kaichuang (China) y Dongwon Industries (Corea del Sur) han estado activas en la zona. Se calcula que entre el 30% y el 50% de la pesca es ilegal o no reportada.
Minería metálica: En zonas como la meseta de Deseado y Sierra de San Juan, la minería de oro, plata y cobre ha sido explotada por empresas como Pan American Silver (Canadá), Yamana Gold (Canadá), Hochschild Mining (Reino Unido) y Glencore (Suiza). El total extraído supera las 1.200 toneladas de oro y 35.000 toneladas de plata, con una afectación directa de más de 15.000 hectáreas, incluyendo contaminación de napas y afectación de glaciares en zonas protegidas.
Minería no metálica: La extracción de boro, litio, bentonita y otros minerales no metálicos se ha concentrado en zonas como el norte de la Patagonia y el sur de Mendoza y Neuquén. Empresas como Rio Tinto (Reino Unido), SQM (Chile) y Lithium Americas (Canadá) han tenido participación en etapas de exploración o joint ventures. Aún con menores volúmenes que el norte chileno, el impacto en humedales altoandinos ha sido significativo.
Tierra y agroindustria: En las últimas décadas, más de 2 millones de hectáreas de la Patagonia han sido adquiridas o arrendadas por magnates extranjeros como Luciano Benetton (Italia), Douglas Tompkins (EE.UU.), Joe Lewis (Reino Unido), Ted Turner (EE.UU.) y grupos económicos como The North Face y Fundación Patagonia Sur. Estas tierras se han destinado a ganadería extensiva, conservación privada, turismo de elite o inversiones estratégicas en agua y biodiversidad.
8 - La Patagonia bajo contrato
La Patagonia no fue solo despojo territorial, fue entrega total, fue saqueo con firma y las cifras lo gritan.
Patagonia ha sido explotada intensamente en petróleo y gas, principalmente en Chubut, Santa Cruz, Neuquén, Magallanes y Tierra del Fuego, por empresas como YPF en Argentina, ENAP en Chile, ExxonMobil en Estados Unidos, Total en Francia, British Petroleum en Reino Unido y Chevron también en Estados Unidos. La superficie afectada supera los 250 mil kilómetros cuadrados y la extracción acumulada ya supera los 3 mil millones de barriles equivalentes. Ni siquiera se midió cuánto de ese gas quedó en manos estatales, solo se vendió.
En las aguas del Atlántico Sur frente a la Patagonia, flotas industriales de España, China, Corea del Sur y Taiwán capturan anualmente más de 700 mil toneladas de merluza, calamar y langostino. Empresas como Pescapuerta de España, Shanghai Kaichuang de China y Dongwon Industries de Corea del Sur operan con altos niveles de pesca ilegal o no reportada, estimada entre el 30 y el 50 por ciento. No es un océano, es un supermercado flotante donde nadie paga.
En zonas como la meseta de Deseado y Sierra de San Juan la minería de oro, plata y cobre ha sido dominada por firmas como Pan American Silver y Yamana Gold de Canadá, Hochschild Mining de Reino Unido y Glencore de Suiza. Se han extraído más de 1.200 toneladas de oro y 35 mil de plata, afectando más de 15 mil hectáreas y destruyendo ecosistemas que tardarán siglos en regenerarse. La riqueza no quedó, solo el daño.
Patagonia también ha sido escenario de extracción de litio, boro, bentonita y minerales industriales, especialmente en el norte patagónico y zonas altoandinas. Empresas como Rio Tinto del Reino Unido, SQM de Chile y Lithium Americas de Canadá han operado sin restricciones visibles, generando impactos en humedales y zonas de recarga hídrica. No importa el volumen, importa la huella y esa no se borra.
Más de 2 millones de hectáreas de la Patagonia han sido adquiridas por inversionistas extranjeros como Luciano Benetton de Italia, Ted Turner de Estados Unidos y Joe Lewis del Reino Unido. Las tierras se han destinado a ganadería, turismo de lujo, conservación con fines estratégicos y control de recursos hídricos. La que formó Douglas Tompkins y se donó al Estado chileno es una zona estratégica de conservación ecológica, pero las demás no pueden considerarse reservas ecológicas sino reservas de poder.
La Patagonia fue cartografiada por Europa, patrullada por capitales, vendida por notarios, ignorada por las élites y saqueada por turnos. Hoy nadie sabe cuántas toneladas de su riqueza aún quedan. Pero todos saben quiénes tienen las llaves.
Tierra sin retorno
La Patagonia no es un mito, es un espejo. Lo que se hizo allá abajo, se repetirá en todas partes si no se detiene. Se vendieron sus cielos, sus lagos, sus minerales, sus valles, su mar. No quedaron ni los nombres, solo concesiones, alambradas y mapas privados que ningún Estado ha querido revertir.
No hubo conquista, hubo negocio. No hubo colonización, hubo transferencia de activos. No hubo progreso, hubo devastación lenta, justificada por la distancia, por el silencio y por el olvido institucional. Y todavía hoy los que viven allí no mandan, observan.
Lo peor no es lo que se llevaron, lo peor es lo que no volverá. Porque no se recupera un glaciar, ni un bosque virgen, ni una ballena muerta, ni un niño mapuche expulsado de su río. No hay royalty que devuelva el alma de un territorio robado.
La Patagonia fue saqueada por países, por empresas, por fundaciones y por traidores. Pero también fue traicionada por nosotros, los que la miramos desde lejos creyendo que estaba a salvo por estar tan al sur.
Pero ya no hay más sur. Ya no queda nada más que perder.
Fuente: Pressenza