Política

Panic show recesivo o el loop de la estanflación con la derecha en campaña

Milei decidió llegar a las elecciones con una economía cada vez más fría y con menos plata en los bolsillos. La pelea con los bancos impacta en las empresas y pone en riesgo la cadena de pagos. El peronismo de la unidad y una inédita prueba de fuego.

Por Diego Genoud

A Javier Milei no le interesa lo electoral. Aunque todo el plan de reformas que se propone aplicar desde el Congreso en lo que le queda de mandato está atado al resultado de los comicios, el presidente se desentiende de los números finos que le acercan los funcionarios del gobierno que se ocupan del tema. El doble test en la provincia de Buenos Aires es el parteaguas que tiene pendiente a los accionistas del Círculo Rojo, la burocracia del Fondo Monetario Internacional y los fondos especulativos de Wall Street.

Milei deja las encuestas en manos del equipo que responde a su hermana y la campaña nacional está a cargo de Eduardo "Lule" Menem. Sin embargo, el karina-menemismo no tiene datos propios. Recibe las mediciones que Santiago Caputo le entrega a través de Tomás Vidal, su socio histórico en la consultora Move y el que mejor digiere el mayor de los Menem. A eso se suman los sondeos que Aresco, de Federico Aurelio, y Opinaia, de Valentin Nabel, le proporcionan a La Libertad Avanza.

Los números que circulan en Casa Rosada anticipan un escenario cerrado en la provincia de Axel Kicillof, donde José Luis Espert enfrentará a Jorge Taiana, el sorpresivo nombre de unidad que consensuaron sobre la hora el gobernador, Cristina y Sergio Massa. Los datos parciales están sujetos al entusiasmo que puedan generar los candidatos, pero sobre todo al nivel de ausentismo, el gran protagonista del año electoral. De cada 10 votantes de Milei, hoy 6 se declaran convencidos y 4 admiten que sus expectativas se están agotando. La radiografía del voto oficialista confirma que se trata de un universo bien definido. Es fuerte en los sectores medio altos, tiene una amplia mayoría entre los hombres y arrasa entre los jóvenes. El peronismo le saca hoy una ventaja de 11 puntos en los sectores bajos y Milei se impone por 16 en los medio altos.

Para Fuerza Patria, se abre un período de prueba en el cual, durante dos meses, tribus que tienen proyectos y miradas distintas deberán convivir en la mayor armonía posible. Si en algo están todos unificados es en el dilema que tienen por delante para convocar a un electorado que toma distancia de la política y se concentra en surfear su propio día a día. Pocas veces como esta, se trata del reparto de un poder incierto y diferido, que debe confirmarse en las urnas. Juan Grabois consiguió un lugar destacado en provincia para el y para Itai Hagman en la ciudad, pero resignó lo que hace distinta a su fuerza, el protagonismo de dirigentes que vienen de los barrios populares. Tampoco se destacan los nombres de la nueva oposición social que nació en el enfrentamiento a las políticas de Milei.

A diferencia de lo que afirman los actores del establishment, Federico Aurelio piensa que lo más importante para Milei va a ser lo que suceda después de la elección. Gane o pierda, dice, a partir de ese momento la relación del presidente con su electorado blando, el que necesita mejoras en su vida cotidiana, se pondrá a prueba como nunca. Un día, nadie sabe cuándo, la paciencia se acaba.

Con el objetivo de mantener la inflación lo más baja posible vía dólar barato, Milei no duda en arrasar con todo. A la motosierra en áreas vitales del Estado como el ANMAT, la destrucción de empleo, el boom de importaciones y la crisis en la industria, la construcción y el comercio, sumó -en el momento más inoportuno- la pelea con los bancos.

Marcada por la opacidad, la disputa con el sector financiero escaló a niveles sorprendentes. Si empezó con el Banco Macro, el Banco Galicia y el Banco Provincia, ahora abrasa también a los bancos extranjeros, el Santander y el BBVA, del Bilbao Vizcaya. La tensión quedó expuesta en la reunión vía zoom que el Banco Central convocó el jueves último para informar sobre la nueva suba de encajes a 250 gerentes de los bancos privados y públicos de todo el país.

Santiago Bausili prefirió no dar la cara: envió al gerente principal de Emisión y Aplicaciones Normativas Darío Stefanelli para que explique una norma redactada a las apuradas que eleva las multas y potencia el enfrentamiento. El encuentro estuvo dominado por cortocircuitos que anticipan nuevos rounds. Con la medida, advierten los especialistas, Milei decidió trasladar la crisis cambiaria a la economía real. Fue el retruco que cantó la extrema derecha al fracaso de Caputo y Bausili en la licitación del miércoles 13 y provocó al día siguiente la caída de las acciones de los bancos.

Con menor capacidad para prestar y operar, los bancos llevan las tasas de interés a un nivel que duplica y triplica la inflación proyectada para 2025. El informe monetario diario que el BCRA distribuyó el jueves detalla el espiral de inestabilidad en el que cayeron los dueños de la consultora Anker desde que eliminaron las llamadas LEFI. La tasa de interés nominal anual para adelantos de cuenta corriente llegó el miércoles pasado al 80,87 %: siete días antes estaba al 60% y un mes antes, cuando se acabaron las LEFI, partió del 34,67%. Una montaña rusa que no divierte a nadie y una deuda gigantesca que, para muchos, ya es impagable.

Las consecuencias directas las van a pagar las empresas medianas que, sin financiamiento, pueden decidir frenar los pagos a proveedores y trabajadores. La cadena de pagos se estresa en la recta final hacia las elecciones. Temeraria estrategia de campaña. La inflación no baja sino que sube pero además el IPC que festeja el gobierno cuesta cada vez más caro y anticipa una parálisis en la actividad económica. La estanflación vuelve.

El botón rojo

En los últimos días, en el sistema financiero se acordaron de una de las promesas que el candidato Milei hacía junto con la amenaza de quemar el Banco Central. Inspirada en un fundamentalista pionero de la escuela de Chicago, Henry Simons, la llamada banca Simons proponía subir los encajes al 100% y prohibirle a los bancos prestar plata de los ahorristas. El objetivo era llevar al extremo algo que rige en el capitalismo y reducir a cero el riesgo de los bancos. El eslogan electoral, que Milei parecía haber archivado en su aterrizaje pragmático en el poder, empieza a transformarse en realidad. Las tasas vuelan, la economía se enfría como nunca y la extrema derecha empuja hacia una mayor recesión. Un regreso al macrismo de 2018 con crecimiento cero.

En ese contexto, es lógico que el romance entre Milei y Caputo se apague. Los que conocen al ex jefe de Trading del JP Morgan dicen que nunca había cruzado un límite de este tipo. "Podía endeudarte a mil años pero nunca se iba a pelear con los bancos", afirma un viejo conocido del Messi estrellado de las finanzas. Como contó El Destape hace un mes, en el oficialismo circulaba la versión de que Caputo y Bausili le ocultaban información al presidente. Como sea, todos son culpables de un esquema inviable que el lunes 17 enfrentará un nuevo test con otra licitación de emergencia.

A Caputo se le acaban los pases de magia. Se consumió el crédito de la devaluación, los dólares del blanqueo y el blindaje del Fondo. Pero además pasó de un esquema con control de capitales en idilio con los bancos a liberar la compra de dólares para atesoramiento y pelearse con el sistema financiero, sus habituales sponsors. El botón rojo titila sobre el tablero de control.

Si hasta ahora el equipo económico se había distinguido por un pragmatismo que elogiaban distintas alas de mandrilandia, esta vez Milei parece decidido a sostener la confrontación hasta después de las elecciones. Para sus críticos, que cada vez son más, está acelerando en la curva. El ejército de consultores que trabaja para los bancos sale a militar con más fuerza contra el gobierno.

Las críticas de Ricardo Arriazu, que objetó en la última semana el esquema de bandas de Caputo, penetran en el corazón del establishment. Durante la charla con la sociedad de bolsa MegaQM, Arriazu proyectó una inflación más alta, declaró que no puede entender el beneficio de haber ido a un esquema de bandas y pide que alguien se lo explique. El espectro de Martínez de Hoz se levanta para sancionar a Milei. Uno de los economistas más escuchados por las grandes empresas coincide: dice que el equipo económico se quedó sin instrumentos y tiene que recalcular urgente. El problema es que las elecciones quedaron lejos para La Libertad Avanza.

Los argentinos con capacidad de ahorro no solo no se desprendieron de sus dólares, como fantaseaba Caputo. Al contrario, compraron en lo que va del año un récord que algunas consultoras estiman en 25.000 millones de dólares. Si Milei está dispuesto a cualquier cosa para controlar el dólar hasta las elecciones, el día siguiente a los comicios puede ser el más difícil. Massa, que devaluó al día siguiente de las PASO de 2023, puede atestiguarlo. Un economista de la oposición sostiene que en Argentina está aceptado que un gobierno debute con devaluación amparado en la pesada herencia. "La primera te la perdonan, la segunda devaluación te la cargan a vos", dice.

Las imágenes de la Expo Empleo Barrial organizada por la ciudad de Buenos Aires escenificaron la precariedad, los sueldos bajos y la necesidad de conseguir trabajo que se impone entre las nuevas generaciones. Sobre ese cuadro, va a impactar la suba de las tasas de interés. El crédito se agotó como anabólico para el consumo y desde ahora su ausencia puede profundizar la crisis en las pymes y el empleo. Que en este contexto los jóvenes persistan como principal apoyo a Milei en las encuestas puede atribuirse tanto a su confusión como a la falta de alternativas que perciben en la góndola de la política.

Peronismo, oferta y demanda

Dice mucho que frente a un gobierno que defiende los privilegios de una minoría y delata a cada paso improvisación y mala praxis, el peronismo intuya un resultado ajustado en provincia de Buenos Aires. Puede adjudicarse al índice de inflación que contrasta con el final del Frente de Todos, en un mar de precarización, ajuste y destrucción de empleo. O al blackout que aturde a la dirigencia que integró el gobierno de la unidad peronista y solo coincide en definir como fracaso la experiencia 2019-2023.

Los sondeos de consultores ligados al peronismo difieren en sus números, pero coinciden en plantear un escenario cerrado, donde los comicios se van a definir voto a voto y algunos rezan para que las nuevas generaciones no vayan a votar. Milei se juega mucho, pero también las distintas corrientes amuchadas bajo el sello de Fuerza Patria. Primero que nadie, Kicillof.

Con el cierre de listas y la superposición de las campañas electorales que empieza mañana, el principal partido de oposición se asoma a un momento bisagra. Aunque hay candidatos que pueden sumar o espantar votantes en todos los distritos, las circunstancias históricas a veces pesan más que la oferta electoral de una boleta. Si el resultado es positivo, el tiempo de Milei empezará a agotarse y la autocrítica nunca hecha quedará para que el próximo presidente la ejecute en el poder. Pero si Milei sale fortalecido, se hará inevitable un debate mucho más intenso, que la mayor parte de la dirigencia parece reducir a una cuestión de culpas o repartos de poder.

Si el menemismo y el kirchnerismo pueden ser leídos como ciclos antagónicos que se adaptaron con sabia mansedumbre a su época -el primero, al Consenso de Washington; el segundo, al boom de los commodities-, hace rato que el peronismo cupular parece haber caído en un default ideológico y programático. Un callejón sin salida al que, todos creen, se llegó por culpa del otro.

Junto con la oferta, es necesario contemplar la demanda, en especial la de las nuevas generaciones. No para satisfacerla por completo, pero sí para conocer el escenario sobre el que se pretende operar. Así como el kirchnerismo encontró una épica en los que fueron jóvenes 15 años atrás y se nutrió de eso para prolongar su ciclo en el poder, el riesgo del peronismo hoy es ser una fuerza que se cierre y envejezca en un mal sentido. No solo porque se mueran sus votantes históricos, sino porque su comandancia se delate demasiado lejos del drama de los que están en la base de la pirámide social.

Fuente: El Destape