Milei vetó la ley de ATN y busca acordar con los gobernadores "aliados"Por Pedro Lacour
La Casa Rosada atraviesa días en los que cada movimiento parece dictado más por el reflejo que por la estrategia. Mientras el Gobierno busca conseguir apoyo de los gobernadores, esta noche el presidente Javier Milei firmó la comuniación que le informa al Senado el veto a ley que establece la de distribución automática del Fondo de Aportes del Tesoro Nacional (ATN), y que fue apoyada, precisamente, por los 24 mandatarios provinciales.
Horas atrás, fue el vocero presidencial, Manuel Adorni, quien adelantó que el veto se haría efectivo en las próximas horas, algo que sucedió este viernes, con su publicación en el Boletín Oficial. Ahora la confirmación ya llegó al Senado.
Veto ATN
La derrota de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires no solo desacomodó el mapa electoral del oficialismo: dinamitó la idea de invulnerabilidad que Javier Milei cultivaba puertas adentro y dejó al descubierto la fragilidad de su esquema de poder.
Hasta hace apenas dos semanas, el Presidente repetía en privado que no haría cambios, que el rumbo era el correcto y que las provincias no podían condicionar la hoja de ruta nacional. Hoy, en cambio, su gobierno da señales de repliegue: la decisión de restaurar el Ministerio del Interior y colocar allí a Lisandro Catalán fue menos un relanzamiento que un gesto de supervivencia. Un intento de mostrar apertura hacia los gobernadores justo cuando el Gobierno terminó vetando la ley que coparticipa automáticamente los Aportes del Tesoro Nacional (ATN), el principal reclamo de esos mismos mandatarios.
La escena del anuncio fue sintomática. Este miércoles, el propio Catalán posó junto a Milei en el despacho presidencial, tras la tercera reunión de gabinete en apenas una semana. En Balcarce 50 lo presentaron como la creación de una "Mesa Federal" para negociar con mandatarios "afines", pero el mensaje que se filtró entre líneas fue otro: el Presidente necesita comprar tiempo y apoyos para llegar vivo al Presupuesto 2026. En la Rosada se habla de "emergencia administrativa" y de que "esta vez debe salir sí o sí", aunque en privado nadie puede garantizar los votos.
Catalán, que hasta el martes era vicejefe de Gabinete, se estrenó en el cargo con una agenda frenética. Desde temprano ocupó el mismo despacho que tenía antes, pero con un nuevo rango y una nueva misión: reconstruir vínculos que el propio Milei había dinamitado. Este miércoles por la mañana, Catalán recibió en Balcarce 50 a Leandro Zdero (Chaco), mientras que por la tarde desfilaron los gobernadores "aliados" Alfredo Cornejo (Mendoza) y Rogelio Frigerio (Entre Ríos). Su debut no buscó el impacto público sino la señal política: los gobernadores que llegaron a Casa de Gobierno son los que el oficialismo considera "seguros" para intentar tejer acuerdos presupuestarios.
La urgencia que apura esos movimientos tiene fundamentos contables: los equipos técnicos de Economía admiten que la prórroga del presupuesto 2023 está quedando sin aire, con partidas licuadas por la inflación y una caída proyectada de la recaudación del 1,7% en el segundo semestre. La baja de impuestos como las retenciones erosionó los ingresos y el gasto real subió en silencio, empujado por subsidios y transferencias sociales indexadas.
En el esquema actual, la estructura del presupuesto muestra un 4,6% para energía, un 3,8% para universidades y apenas un 1,8% para transporte, partidas cada vez más difíciles de sostener con recursos en caída. Luis Caputo, hasta ahora concentrado en el frente macro, fue incorporado formalmente a la mesa con gobernadores para ponerle números a las concesiones, detectar posibles compensaciones y despejar resistencias. En ese marco, Milei hablará el lunes a las 21 en cadena nacional para presentar el Presupuesto 2026, convencido de que la aprobación es clave para sostener su autoridad tras la derrota bonaerense.
"Aliados" y "afines"
La estrategia oficial, por ahora, es mínima: negociar de a uno, solo con quienes no representen una amenaza electoral directa. Tras Zdero, Cornejo y Frigerio, en los próximos días podrían sumarse Claudio Poggi (San Luis) y Marcelo Orrego (San Juan), que son considerados "afines". En cambio, no habrá gestos hacia los gobernadores que competirán contra La Libertad Avanza en octubre -Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Martín Llaryora (Córdoba), Ignacio Torres (Chubut), Raúl Jalil (Catamarca), Gustavo Sáenz (Salta)-. "No tenemos nada que hablar con los que vamos a disputar el voto", dicen en la Casa Rosada, como si el calendario electoral bastara para anular la necesidad de construir gobernabilidad. La paradoja es que varios de esos nombres serán decisivos para aprobar el presupuesto: el oficialismo los excluye políticamente al mismo tiempo que los necesita legislativamente. Esa contradicción se volvió el nuevo modo de gestión.
El clima en la mayoría de las provincias es de escepticismo, cuando no de abierto fastidio. Sáenz habló de "traiciones" y acusó al Gobierno de "cagar a los fieles". En la convención anual del IAEF, la semana pasada, Rolando Figueroa (Neuquén), Alberto Weretilneck (Río Negro) y Jalil pidieron "mesas de diálogo urgentes" y reclamaron que el ajuste no recaiga exclusivamente sobre las provincias. Y varios mandatarios coincidieron en una condición básica: si no está el propio Presidente en la mesa, no habrá acuerdos. La frase se repitió en voz baja en varias gobernaciones como advertencia preventiva: no quieren un esquema de operadores intermedios, fotos aisladas ni compromisos genéricos que después no se cumplan.
Mientras tanto, en Balcarce 50 están a punto de dinamitar el único consenso que esos mismos gobernadores alcanzaron en meses: la ley de coparticipación automática de los ATN, impulsada por los 24 mandatarios y el jefe de Gobierno porteño Jorge Macri. Milei decidió vetarla: la medida fue publicada en el Boletín Oficial este viernes.
La norma quitaba discrecionalidad a la Casa Rosada -establece que la Nación retenga solo el 41,2% y el 58,8% se reparta por coeficientes de coparticipación- y entregaba millones diarios en fondos automáticos a las provincias. El proyecto había sido aprobado con un respaldo transversal y representaba, para los gobernadores, la posibilidad de emanciparse de la voluntad presidencial en materia de transferencias discrecionales. Sin embargo, ahora todo eso quedó en la nada.
Es que el contraste entre los gestos y las decisiones se volvió la marca de esta etapa. El Gobierno restituye el Ministerio del Interior como muestra de apertura, pero al mismo tiempo prepara un veto que cierra el único canal de diálogo que habían construido las provincias entre sí. Envía emisarios a recorrer despachos provinciales, pero solo de los "aliados" que no representan riesgos electorales, mientras ignora a quienes tendrá enfrente en las urnas y necesita en el Congreso. Arma una mesa federal, pero sin los actores que podrían darle volumen político. Intenta sumar gobernabilidad al tiempo que vacía el principal instrumento para construirla.
La derrota bonaerense no solo alteró el mapa electoral: dejó en evidencia la falta de perspectiva de un gobierno que se había convencido de que podía prescindir de la política. El regreso del Ministerio del Interior no corrige esa falla de origen: apenas intenta disimularla. Entre la autocrítica en voz baja, las tensiones cruzadas de la mesa política y el fuego amigo que sigue saliendo del propio oficialismo, el clima en la Casa Rosada es el de una administración a la defensiva, que ensaya parches para evitar nuevas derrotas en el Congreso sin terminar de asumir que ya perdió la iniciativa. El verdadero desafío, admiten incluso algunos funcionarios en privado, no es conseguir un par de votos más para el Presupuesto: es volver a construir autoridad después de haberla perdido.
Fuente: elDiarioAr
Por Pedro Lacour
La Casa Rosada atraviesa días en los que cada movimiento parece dictado más por el reflejo que por la estrategia. Mientras el Gobierno busca conseguir apoyo de los gobernadores, esta noche el presidente Javier Milei firmó la comuniación que le informa al Senado el veto a ley que establece la de distribución automática del Fondo de Aportes del Tesoro Nacional (ATN), y que fue apoyada, precisamente, por los 24 mandatarios provinciales.
Horas atrás, fue el vocero presidencial, Manuel Adorni, quien adelantó que el veto se haría efectivo en las próximas horas, algo que sucedió este viernes, con su publicación en el Boletín Oficial. Ahora la confirmación ya llegó al Senado.
Veto ATN
La derrota de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires no solo desacomodó el mapa electoral del oficialismo: dinamitó la idea de invulnerabilidad que Javier Milei cultivaba puertas adentro y dejó al descubierto la fragilidad de su esquema de poder.
Hasta hace apenas dos semanas, el Presidente repetía en privado que no haría cambios, que el rumbo era el correcto y que las provincias no podían condicionar la hoja de ruta nacional. Hoy, en cambio, su gobierno da señales de repliegue: la decisión de restaurar el Ministerio del Interior y colocar allí a Lisandro Catalán fue menos un relanzamiento que un gesto de supervivencia. Un intento de mostrar apertura hacia los gobernadores justo cuando el Gobierno terminó vetando la ley que coparticipa automáticamente los Aportes del Tesoro Nacional (ATN), el principal reclamo de esos mismos mandatarios.
La escena del anuncio fue sintomática. Este miércoles, el propio Catalán posó junto a Milei en el despacho presidencial, tras la tercera reunión de gabinete en apenas una semana. En Balcarce 50 lo presentaron como la creación de una "Mesa Federal" para negociar con mandatarios "afines", pero el mensaje que se filtró entre líneas fue otro: el Presidente necesita comprar tiempo y apoyos para llegar vivo al Presupuesto 2026. En la Rosada se habla de "emergencia administrativa" y de que "esta vez debe salir sí o sí", aunque en privado nadie puede garantizar los votos.
Catalán, que hasta el martes era vicejefe de Gabinete, se estrenó en el cargo con una agenda frenética. Desde temprano ocupó el mismo despacho que tenía antes, pero con un nuevo rango y una nueva misión: reconstruir vínculos que el propio Milei había dinamitado. Este miércoles por la mañana, Catalán recibió en Balcarce 50 a Leandro Zdero (Chaco), mientras que por la tarde desfilaron los gobernadores "aliados" Alfredo Cornejo (Mendoza) y Rogelio Frigerio (Entre Ríos). Su debut no buscó el impacto público sino la señal política: los gobernadores que llegaron a Casa de Gobierno son los que el oficialismo considera "seguros" para intentar tejer acuerdos presupuestarios.
La urgencia que apura esos movimientos tiene fundamentos contables: los equipos técnicos de Economía admiten que la prórroga del presupuesto 2023 está quedando sin aire, con partidas licuadas por la inflación y una caída proyectada de la recaudación del 1,7% en el segundo semestre. La baja de impuestos como las retenciones erosionó los ingresos y el gasto real subió en silencio, empujado por subsidios y transferencias sociales indexadas.
En el esquema actual, la estructura del presupuesto muestra un 4,6% para energía, un 3,8% para universidades y apenas un 1,8% para transporte, partidas cada vez más difíciles de sostener con recursos en caída. Luis Caputo, hasta ahora concentrado en el frente macro, fue incorporado formalmente a la mesa con gobernadores para ponerle números a las concesiones, detectar posibles compensaciones y despejar resistencias. En ese marco, Milei hablará el lunes a las 21 en cadena nacional para presentar el Presupuesto 2026, convencido de que la aprobación es clave para sostener su autoridad tras la derrota bonaerense.
"Aliados" y "afines"
La estrategia oficial, por ahora, es mínima: negociar de a uno, solo con quienes no representen una amenaza electoral directa. Tras Zdero, Cornejo y Frigerio, en los próximos días podrían sumarse Claudio Poggi (San Luis) y Marcelo Orrego (San Juan), que son considerados "afines". En cambio, no habrá gestos hacia los gobernadores que competirán contra La Libertad Avanza en octubre -Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Martín Llaryora (Córdoba), Ignacio Torres (Chubut), Raúl Jalil (Catamarca), Gustavo Sáenz (Salta)-. "No tenemos nada que hablar con los que vamos a disputar el voto", dicen en la Casa Rosada, como si el calendario electoral bastara para anular la necesidad de construir gobernabilidad. La paradoja es que varios de esos nombres serán decisivos para aprobar el presupuesto: el oficialismo los excluye políticamente al mismo tiempo que los necesita legislativamente. Esa contradicción se volvió el nuevo modo de gestión.
El clima en la mayoría de las provincias es de escepticismo, cuando no de abierto fastidio. Sáenz habló de "traiciones" y acusó al Gobierno de "cagar a los fieles". En la convención anual del IAEF, la semana pasada, Rolando Figueroa (Neuquén), Alberto Weretilneck (Río Negro) y Jalil pidieron "mesas de diálogo urgentes" y reclamaron que el ajuste no recaiga exclusivamente sobre las provincias. Y varios mandatarios coincidieron en una condición básica: si no está el propio Presidente en la mesa, no habrá acuerdos. La frase se repitió en voz baja en varias gobernaciones como advertencia preventiva: no quieren un esquema de operadores intermedios, fotos aisladas ni compromisos genéricos que después no se cumplan.
Mientras tanto, en Balcarce 50 están a punto de dinamitar el único consenso que esos mismos gobernadores alcanzaron en meses: la ley de coparticipación automática de los ATN, impulsada por los 24 mandatarios y el jefe de Gobierno porteño Jorge Macri. Milei decidió vetarla: la medida fue publicada en el Boletín Oficial este viernes.
La norma quitaba discrecionalidad a la Casa Rosada -establece que la Nación retenga solo el 41,2% y el 58,8% se reparta por coeficientes de coparticipación- y entregaba millones diarios en fondos automáticos a las provincias. El proyecto había sido aprobado con un respaldo transversal y representaba, para los gobernadores, la posibilidad de emanciparse de la voluntad presidencial en materia de transferencias discrecionales. Sin embargo, ahora todo eso quedó en la nada.
Es que el contraste entre los gestos y las decisiones se volvió la marca de esta etapa. El Gobierno restituye el Ministerio del Interior como muestra de apertura, pero al mismo tiempo prepara un veto que cierra el único canal de diálogo que habían construido las provincias entre sí. Envía emisarios a recorrer despachos provinciales, pero solo de los "aliados" que no representan riesgos electorales, mientras ignora a quienes tendrá enfrente en las urnas y necesita en el Congreso. Arma una mesa federal, pero sin los actores que podrían darle volumen político. Intenta sumar gobernabilidad al tiempo que vacía el principal instrumento para construirla.
La derrota bonaerense no solo alteró el mapa electoral: dejó en evidencia la falta de perspectiva de un gobierno que se había convencido de que podía prescindir de la política. El regreso del Ministerio del Interior no corrige esa falla de origen: apenas intenta disimularla. Entre la autocrítica en voz baja, las tensiones cruzadas de la mesa política y el fuego amigo que sigue saliendo del propio oficialismo, el clima en la Casa Rosada es el de una administración a la defensiva, que ensaya parches para evitar nuevas derrotas en el Congreso sin terminar de asumir que ya perdió la iniciativa. El verdadero desafío, admiten incluso algunos funcionarios en privado, no es conseguir un par de votos más para el Presupuesto: es volver a construir autoridad después de haberla perdido.
Fuente: elDiarioAr