La historia de una misteriosa logia masónica en el reparto de tierras en la PatagoniaPor Adrián Moyano
Su nombre implica misterio y secretismo. Si bien se asegura que una de sus expresiones tuvo muchísimo que ver en la Independencia de América, nunca queda claro cuáles fueron sus verdaderas intenciones 200 años atrás. Además, se dice que formaron parte de sus filas personalidades de trayectoria muy distinta e ideario aparentemente contrapuesto, como los de San Martín o Sarmiento, solo por mencionar dos ejemplos. Menos se sabe aún cuál fue su influencia en el Bariloche de los comienzos.
La masonería desempeñó un rol definitorio en la conformación de la propiedad en el área del Nahuel Huapi y todo el noroeste patagónico a fines del siglo XIX y principios del XX. Por ejemplo, eran masones Liborio Bernal y Adrián del Busto: el primero se hizo de una vastísima extensión de tierras que llegó hasta el arroyo Ñireco en los albores de esta ciudad cuando fue gobernador del Territorio Nacional de Río Negro. El segundo se asentó por estas playas y desde aquí, dirigió a la temible Policía Fronteriza.
El Instituto de Investigaciones Históricas del Museo Roca, afirma que "la masonería funcionó como una entidad organizada que dio su apoyo al Gobierno nacional durante las campañas militares en la Patagonia. Cuando concluyeron, los funcionarios masones, en su mayoría liberales, se instalaron en los nuevos territorios nacionales y residieron como ciudadanos apoyando al Estado a través de la participación cívica local. Eran miembros de familias de prestigio y/o de las fuerzas armadas". En primer término, de la así llamada oligarquía.
La institución del Museo aporta que "algunos reconocidos personajes miembros de la masonería fueron el general Liborio Bernal, adjudicatario de lo que hoy es la zona de Dina Huapi y gobernador de Río Negro (1894-1897), o el marino Adrián del Busto, quien se instaló en Bariloche y desde allí comandó a la Policía Fronteriza de Río Negro. También fue el caso del primer gobernador de la Patagonia (1878-1882), el coronel Álvaro Barros, quien pertenecía a la Logia Regeneración 5 y cuando se asentó en Carmen de Patagones presidió a la Logia Estrella de Patagones desde 1879". Currículums que en general se soslayan.
El mismo sentido marchó la investigación que en su oportunidad llevó a cabo Christian Müller, reconocido agrimensor del ámbito barilochense que trabajó durante décadas en áreas de catastro de la provincia de Río Negro. Su contribución pone en evidencia cómo, cuando tuvieron poder de decisión sobre el destino de las tierras, funcionarios masones beneficiaron a otros masones. El agrimensor subraya en su contribución que "Carlos Pellegrini, Manuel Marcos Zorrilla y Nicasio Oroño fueron reconocidos masones".
Acumuladores de tierras
Oroño fue titular de la Oficina Central de Tierras y Colonias, desde donde se mostró permeable a las aspiraciones de las estancias inglesas. Zorrilla fue fugaz ministro del Interior y recibió 15 mil hectáreas por parte del Estado en zonas neuquinas precordilleranas. También estuvieron a su disposición las tierras donde después se levantaron Villa Regina y General Godoy, en la provincia de Río Negro.
Explica el texto de Müller que "el poder laico y liberal venía manejando los destinos del país desde hacía mucho. La república estaba en manos del materialismo de estado masónico, como lo llamaba Don Bosco. Los anteriores presidentes: Mitre, Sarmiento y Roca también formaron parte de logias masónicas y veremos los símbolos plasmados en la documentación oficial". Sus aseveraciones pueden leerse en "Las colonizaciones del Nahuel Huapi. Patagonia-Argentina" (Edición del Autor-2017).
Para constatar qué pensaban los masones de sí mismos, el autor trae a colación una cita de Andrés Cassard: "La Masonería es el adelanto hacia la luz en todas las líneas del progreso, moral, intelectual y espiritual. Es el verbo encarnado en la humanidad; es una emanación divina; es el Dios hombre en acción, llevando a cabo la grande obra de la regeneración social, transmitiendo a través de los tiempos y del espacio, al seno de las generaciones, esa luz radiante que debe conducir al género humano de la ignorancia a los esplendores del saber, y de las miserias y sufrimientos de la vida a la felicidad y eterna bienandanza".
La obra que consultó Müller data de 1872 y como puede sospecharse, postulados de esa índole justificaban cualquier procedimiento. Cassard escribió "Manuel de la Masonería, o sea el tejador (sic) de los ritos antiguos escocés, francés y de adopción", tal el llamativo título de su obra. Para quienes tengan la inquietud de ahondar, su libro se encuentra fácilmente en Internet y se puede descargar.
De nuevo en la Argentina y con el aporte de Müller, digamos que "Rudecindo Roca, Gran Maestre de la masonería y hermano de Julio Argentino expresa en su mensaje del año 1895-96: Entre nosotros, en nuestro Oriente Argentino (Supremo Consejo y Gran Oriente de la República Argentina), hoy la política debe consistir en llevar a nuestros hermanos [masones] de valía a los asientos de las municipalidades y de los consejos de educación, a las bancas del legislador nacional y del legislador provincial, a los tribunales de justicia, a la administración pública en general y dondequiera que exista elemento dirigente de la masa y el elemento educador, para que nuestra enseñanza penetre en todas partes, en la educación, en la administración y en la política".
Fue precisamente eso lo que sucedió. "Como vemos, los ‘hermanos' ya se encontraban ocupando puestos clave en la administración central y estos extenderían sus dominios a la Patagonia", concluye Müller. "El primer gobernador de la Gobernación de la Patagonia, el coronel Álvaro Barros, era masón desde el año 1866 y cuando llegó a Carmen de Patagones ya existía la Logia Estrella de Patagones que presidió a partir de 1879", corrobora el análisis. Una cofradía cuya pertenencia no se mostraba públicamente por entonces, que vaya si dejó huella en la conformación de Bariloche y la región.
Fuente: El Cordillerano
Por Adrián Moyano
Su nombre implica misterio y secretismo. Si bien se asegura que una de sus expresiones tuvo muchísimo que ver en la Independencia de América, nunca queda claro cuáles fueron sus verdaderas intenciones 200 años atrás. Además, se dice que formaron parte de sus filas personalidades de trayectoria muy distinta e ideario aparentemente contrapuesto, como los de San Martín o Sarmiento, solo por mencionar dos ejemplos. Menos se sabe aún cuál fue su influencia en el Bariloche de los comienzos.
La masonería desempeñó un rol definitorio en la conformación de la propiedad en el área del Nahuel Huapi y todo el noroeste patagónico a fines del siglo XIX y principios del XX. Por ejemplo, eran masones Liborio Bernal y Adrián del Busto: el primero se hizo de una vastísima extensión de tierras que llegó hasta el arroyo Ñireco en los albores de esta ciudad cuando fue gobernador del Territorio Nacional de Río Negro. El segundo se asentó por estas playas y desde aquí, dirigió a la temible Policía Fronteriza.
El Instituto de Investigaciones Históricas del Museo Roca, afirma que "la masonería funcionó como una entidad organizada que dio su apoyo al Gobierno nacional durante las campañas militares en la Patagonia. Cuando concluyeron, los funcionarios masones, en su mayoría liberales, se instalaron en los nuevos territorios nacionales y residieron como ciudadanos apoyando al Estado a través de la participación cívica local. Eran miembros de familias de prestigio y/o de las fuerzas armadas". En primer término, de la así llamada oligarquía.
La institución del Museo aporta que "algunos reconocidos personajes miembros de la masonería fueron el general Liborio Bernal, adjudicatario de lo que hoy es la zona de Dina Huapi y gobernador de Río Negro (1894-1897), o el marino Adrián del Busto, quien se instaló en Bariloche y desde allí comandó a la Policía Fronteriza de Río Negro. También fue el caso del primer gobernador de la Patagonia (1878-1882), el coronel Álvaro Barros, quien pertenecía a la Logia Regeneración 5 y cuando se asentó en Carmen de Patagones presidió a la Logia Estrella de Patagones desde 1879". Currículums que en general se soslayan.
El mismo sentido marchó la investigación que en su oportunidad llevó a cabo Christian Müller, reconocido agrimensor del ámbito barilochense que trabajó durante décadas en áreas de catastro de la provincia de Río Negro. Su contribución pone en evidencia cómo, cuando tuvieron poder de decisión sobre el destino de las tierras, funcionarios masones beneficiaron a otros masones. El agrimensor subraya en su contribución que "Carlos Pellegrini, Manuel Marcos Zorrilla y Nicasio Oroño fueron reconocidos masones".
Acumuladores de tierras
Oroño fue titular de la Oficina Central de Tierras y Colonias, desde donde se mostró permeable a las aspiraciones de las estancias inglesas. Zorrilla fue fugaz ministro del Interior y recibió 15 mil hectáreas por parte del Estado en zonas neuquinas precordilleranas. También estuvieron a su disposición las tierras donde después se levantaron Villa Regina y General Godoy, en la provincia de Río Negro.
Explica el texto de Müller que "el poder laico y liberal venía manejando los destinos del país desde hacía mucho. La república estaba en manos del materialismo de estado masónico, como lo llamaba Don Bosco. Los anteriores presidentes: Mitre, Sarmiento y Roca también formaron parte de logias masónicas y veremos los símbolos plasmados en la documentación oficial". Sus aseveraciones pueden leerse en "Las colonizaciones del Nahuel Huapi. Patagonia-Argentina" (Edición del Autor-2017).
Para constatar qué pensaban los masones de sí mismos, el autor trae a colación una cita de Andrés Cassard: "La Masonería es el adelanto hacia la luz en todas las líneas del progreso, moral, intelectual y espiritual. Es el verbo encarnado en la humanidad; es una emanación divina; es el Dios hombre en acción, llevando a cabo la grande obra de la regeneración social, transmitiendo a través de los tiempos y del espacio, al seno de las generaciones, esa luz radiante que debe conducir al género humano de la ignorancia a los esplendores del saber, y de las miserias y sufrimientos de la vida a la felicidad y eterna bienandanza".
La obra que consultó Müller data de 1872 y como puede sospecharse, postulados de esa índole justificaban cualquier procedimiento. Cassard escribió "Manuel de la Masonería, o sea el tejador (sic) de los ritos antiguos escocés, francés y de adopción", tal el llamativo título de su obra. Para quienes tengan la inquietud de ahondar, su libro se encuentra fácilmente en Internet y se puede descargar.
De nuevo en la Argentina y con el aporte de Müller, digamos que "Rudecindo Roca, Gran Maestre de la masonería y hermano de Julio Argentino expresa en su mensaje del año 1895-96: Entre nosotros, en nuestro Oriente Argentino (Supremo Consejo y Gran Oriente de la República Argentina), hoy la política debe consistir en llevar a nuestros hermanos [masones] de valía a los asientos de las municipalidades y de los consejos de educación, a las bancas del legislador nacional y del legislador provincial, a los tribunales de justicia, a la administración pública en general y dondequiera que exista elemento dirigente de la masa y el elemento educador, para que nuestra enseñanza penetre en todas partes, en la educación, en la administración y en la política".
Fue precisamente eso lo que sucedió. "Como vemos, los ‘hermanos' ya se encontraban ocupando puestos clave en la administración central y estos extenderían sus dominios a la Patagonia", concluye Müller. "El primer gobernador de la Gobernación de la Patagonia, el coronel Álvaro Barros, era masón desde el año 1866 y cuando llegó a Carmen de Patagones ya existía la Logia Estrella de Patagones que presidió a partir de 1879", corrobora el análisis. Una cofradía cuya pertenencia no se mostraba públicamente por entonces, que vaya si dejó huella en la conformación de Bariloche y la región.
Fuente: El Cordillerano