Sabra y Shatila: un genocidio por etapasLa violencia que atravesó a los palestinos demuestra que en la respuesta desmedida de las Fuerzas de Defensa Israelíes tras las acciones del Hamas del 7 de octubre de 2023, persiste la justificación trágica de eliminar a todo un pueblo.
Por Alí Mustafá
«Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella, bailamos entre dos mártires y erigimos entre ellos un alminar de violetas o una palmera», Mahmud Darwish, poeta palestino.
En pocos días se conmemora la masacre en los campos de refugiados de Sabra y Shatila. En una historia marcada por conflictos desde la creación del Estado de Israel, la violencia que atravesó a los palestinos demuestra que en la respuesta desmedida de las Fuerzas de Defensa Israelíes tras las acciones del Hamas del 7 de octubre de 2023, persiste la justificación trágica de eliminar a todo un pueblo. Este ciclo de represalias y violaciones de Derechos Humanos subraya la urgente necesidad de buscar soluciones conformes con el derecho internacional para salvaguardar la dignidad humana en un asedio militar sobre una población indefensa.
"Nos pidieron entrar en casa y a mi padre le pidieron su documentación, pero al dar la vuelta empezaron a disparar a todos y las balas caían como la lluvia. Aun no sé cómo llegué al servicio y me escondí. Camino hacia ahí, encontré a mi hermano pequeño Ismail, le cerré la boca y le arrastré conmigo. Vi desde el filo de la puerta cómo yacía toda mi familia en el suelo, excepto mi hermana pequeña, que gateaba hacia mi madre llorando, pero al alcanzarla, le dispararon en la cabeza esparciendo sus sesos por la habitación", describió Maher Mereí. El relato desgarrador de uno de los sobrevivientes de la masacre sigue produciendo indignación y perturba la conciencia.
El testimonio de Mereí simboliza el sufrimiento de cientos de miles de palestinos en un conflicto que databa de décadas y que continuó en septiembre de 1982 con una masacre en los arrabales de Beirut. Fue entre el 16 y el 18 de septiembre que la Falange Libanesa y sus aliados, con apoyo israelí, asesinaron con armas de puño y ametralladoras a 3500 inocentes, en su mayoría mujeres, niños y ancianos. La invasión israelí tras el asesinato del embajador Shlomo Argov a principios de junio llevó a la operación Paz para Galilea, la ocupación de Beirut Este y la posterior brutal ofensiva. A pesar de los intentos de mediación y los compromisos para proteger a civiles, la masacre ocurrió y los responsables nunca enfrentaron juicios penales significativos.
Después de cercar a Al Fatah y tras dos meses de aislamiento en el Oeste de Beirut, la administración de Ronald Reagan envió como mediador a Philip Habib, quien negoció un alto el fuego y la retirada de Al Fatah el 1 de septiembre. El acuerdo era que Beirut quedaría bajo control de las fuerzas libanesas y los civiles en los campos de refugiados estarían protegidos. Dos semanas más tarde, después del asesinato del presidente libanés Bachir Al Jumayel y bajo la excusa de que dos mil "terroristas" palestinos se quedaron en los campamentos, Sharon ocupó la parte Este de Beirut y selló con sus tanques y soldados todos los accesos.
El coto de caza ya estaba habilitado. El 16 de septiembre, el operativo de Sabra y Shatila comenzó con bombardeos y francotiradores que sembraron caos, para que luego unos 150 milicianos de las Falanges Libanesas entraran en las viviendas y consumaran la masacre de civiles desarmados. Los supuestos terroristas nunca estuvieron allí; Sharon y la Falanges lo sabían. En su autobiografía, Ariel Sharon reconoce haber negociado los detalles del operativo con Bachir Al Jumayel el 12 de septiembre en Bikfaya.
Las manifestaciones en Tel Aviv contra la agresión se multiplicaron. El Kneset creó una comisión presidida por Yitzak Kahane para determinar la responsabilidad política, no penal, de los crímenes. También se realizaron los informes MacBride y de la Comisión Nórdica, basados en testimonios de testigos occidentales y recortes periodísticos. La masacre provocó condenas e investigaciones, incluyendo la Kahane Commission en Israel, y evaluaciones del Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la ONU, que calificaron el ataque de genocidio.
El repudio global provocó la caída del gobierno de Beguín, y tras el informe Kahane, Sharon renunció al ministerio de Defensa. Nadie de los responsables directos fue llevado a la Justicia, las víctimas fueron enterradas en una fosa común. Sabra y Shatila representa una de las expresiones más extremas de un régimen dispuesto a imponer su dominio colonial por la violencia.
En esta nueva etapa genocida, pareciera que las cosas cambiaron. El 21 de noviembre de 2024 la Corte Internacional de Justicia (CIJ) emitió una orden de arresto contra Netanyahu al considerarlo responsable de los crímenes de guerra, de hacer padecer hambre como método de guerra y de dirigir intencionalmente un ataque contra la población civil; y de los crímenes de lesa humanidad de asesinato, persecución y otros actos inhumanos desde al menos el 8 de octubre de 2023 hasta al menos el 20 de mayo de 2024. En paralelo, la Corte Penal Internacional (CPI) declaró oficialmente al primer ministro israelí, culpable de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Si estas condenas se efectivizaran, seguramente Netanyahu no morirá impune como Ariel Sharon. «
Fuente: Tiempo Argentino
La violencia que atravesó a los palestinos demuestra que en la respuesta desmedida de las Fuerzas de Defensa Israelíes tras las acciones del Hamas del 7 de octubre de 2023, persiste la justificación trágica de eliminar a todo un pueblo.
Por Alí Mustafá
«Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella, bailamos entre dos mártires y erigimos entre ellos un alminar de violetas o una palmera», Mahmud Darwish, poeta palestino.
En pocos días se conmemora la masacre en los campos de refugiados de Sabra y Shatila. En una historia marcada por conflictos desde la creación del Estado de Israel, la violencia que atravesó a los palestinos demuestra que en la respuesta desmedida de las Fuerzas de Defensa Israelíes tras las acciones del Hamas del 7 de octubre de 2023, persiste la justificación trágica de eliminar a todo un pueblo. Este ciclo de represalias y violaciones de Derechos Humanos subraya la urgente necesidad de buscar soluciones conformes con el derecho internacional para salvaguardar la dignidad humana en un asedio militar sobre una población indefensa.
"Nos pidieron entrar en casa y a mi padre le pidieron su documentación, pero al dar la vuelta empezaron a disparar a todos y las balas caían como la lluvia. Aun no sé cómo llegué al servicio y me escondí. Camino hacia ahí, encontré a mi hermano pequeño Ismail, le cerré la boca y le arrastré conmigo. Vi desde el filo de la puerta cómo yacía toda mi familia en el suelo, excepto mi hermana pequeña, que gateaba hacia mi madre llorando, pero al alcanzarla, le dispararon en la cabeza esparciendo sus sesos por la habitación", describió Maher Mereí. El relato desgarrador de uno de los sobrevivientes de la masacre sigue produciendo indignación y perturba la conciencia.
El testimonio de Mereí simboliza el sufrimiento de cientos de miles de palestinos en un conflicto que databa de décadas y que continuó en septiembre de 1982 con una masacre en los arrabales de Beirut. Fue entre el 16 y el 18 de septiembre que la Falange Libanesa y sus aliados, con apoyo israelí, asesinaron con armas de puño y ametralladoras a 3500 inocentes, en su mayoría mujeres, niños y ancianos. La invasión israelí tras el asesinato del embajador Shlomo Argov a principios de junio llevó a la operación Paz para Galilea, la ocupación de Beirut Este y la posterior brutal ofensiva. A pesar de los intentos de mediación y los compromisos para proteger a civiles, la masacre ocurrió y los responsables nunca enfrentaron juicios penales significativos.
Después de cercar a Al Fatah y tras dos meses de aislamiento en el Oeste de Beirut, la administración de Ronald Reagan envió como mediador a Philip Habib, quien negoció un alto el fuego y la retirada de Al Fatah el 1 de septiembre. El acuerdo era que Beirut quedaría bajo control de las fuerzas libanesas y los civiles en los campos de refugiados estarían protegidos. Dos semanas más tarde, después del asesinato del presidente libanés Bachir Al Jumayel y bajo la excusa de que dos mil "terroristas" palestinos se quedaron en los campamentos, Sharon ocupó la parte Este de Beirut y selló con sus tanques y soldados todos los accesos.
El coto de caza ya estaba habilitado. El 16 de septiembre, el operativo de Sabra y Shatila comenzó con bombardeos y francotiradores que sembraron caos, para que luego unos 150 milicianos de las Falanges Libanesas entraran en las viviendas y consumaran la masacre de civiles desarmados. Los supuestos terroristas nunca estuvieron allí; Sharon y la Falanges lo sabían. En su autobiografía, Ariel Sharon reconoce haber negociado los detalles del operativo con Bachir Al Jumayel el 12 de septiembre en Bikfaya.
Las manifestaciones en Tel Aviv contra la agresión se multiplicaron. El Kneset creó una comisión presidida por Yitzak Kahane para determinar la responsabilidad política, no penal, de los crímenes. También se realizaron los informes MacBride y de la Comisión Nórdica, basados en testimonios de testigos occidentales y recortes periodísticos. La masacre provocó condenas e investigaciones, incluyendo la Kahane Commission en Israel, y evaluaciones del Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la ONU, que calificaron el ataque de genocidio.
El repudio global provocó la caída del gobierno de Beguín, y tras el informe Kahane, Sharon renunció al ministerio de Defensa. Nadie de los responsables directos fue llevado a la Justicia, las víctimas fueron enterradas en una fosa común. Sabra y Shatila representa una de las expresiones más extremas de un régimen dispuesto a imponer su dominio colonial por la violencia.
En esta nueva etapa genocida, pareciera que las cosas cambiaron. El 21 de noviembre de 2024 la Corte Internacional de Justicia (CIJ) emitió una orden de arresto contra Netanyahu al considerarlo responsable de los crímenes de guerra, de hacer padecer hambre como método de guerra y de dirigir intencionalmente un ataque contra la población civil; y de los crímenes de lesa humanidad de asesinato, persecución y otros actos inhumanos desde al menos el 8 de octubre de 2023 hasta al menos el 20 de mayo de 2024. En paralelo, la Corte Penal Internacional (CPI) declaró oficialmente al primer ministro israelí, culpable de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Si estas condenas se efectivizaran, seguramente Netanyahu no morirá impune como Ariel Sharon. «
Fuente: Tiempo Argentino