Río Santa Cruz, o de cómo bombardear el glaciar Perito MorenoPor Guillermo Tamburini Beliveau*
Poca gente conoce el río Santa Cruz. Alejado de cualquier gran centro poblado, cruza la provincia a la que da nombre y donde habitan unas 330 mil personas, muchas de las cuales no lo han visto nunca. No digamos ya de la población argentina, que sólo representa el 0.6 de la población mundial. Ciertamente, en términos absolutos, poca gente ha contemplado este río.
Pero eso no le resta valor, quizás al contrario. No dispongo del don para hacerle llegar al lector la majestuosidad de esa maravilla natural. ¿Tenía menos valor la piedra Rosetta antes de ser descubierta? ¿O la Antártida por ser de difícil acceso? ¿Menos valor el lobo de las Malvinas extinto por los humanos? ¿La biblioteca de Alejandría? El Glaciar Perito Moreno, era casi desconocido hace cincuenta años.
El río Santa Cruz es la principal arteria fluvial del sur patagónico. Allí se asentó una de las primeras ramas de la población humana americana. Hace diez mil años o más, estas gentes dejaron leves huellas de su paso, que deberíamos respetar como en Egipto se respeta a las pirámides. Quizás con más ahínco justamente por la fragilidad del registro. También pasó Darwin, y surcando sus potentes aguas forjó algunas de sus más agudas ideas. Y el Perito Moreno remontó el río, y como los pueblos originarios o como el inglés, dejó grabada la historia a medida que arrastraba su equipaje hacia el oeste. Muchas otras personas, conocidas o desconocidas, alimentaron la historia de ese valle.
El río es también riqueza natural. Es un paisaje majestuoso y un ecosistema único. Un gran río estrictamente glaciario que transcurre intacto de los Andes al Atlántico. Nace de los hielos del glaciar Perito Moreno y el Campo de Hielo Patagónico Sur. ¿Sabían que un avión bombardeó ese glaciar en el 39 pretendiendo aliviar las inundaciones en las estancias? ¿Quién lo aceptaría ahora? ¿Se imaginan al ejército argentino bombardeando las Cataratas de Iguazú?
El río tiene algo de piedra Rosetta, de cuna de culturas y naciones, de paraíso intacto de una belleza inigualable. Y todo ello está a un paso de desaparecer.
El abusivo acuerdo económico firmado con China en 2014 y secundado por todos los gobiernos posteriores condena a Argentina a construir en el río dos represas hidroeléctricas a cualquier costo, eliminando el 50% de su curso fluvial. Pensará el lector que se trata de dotar al país con un mayor aporte energético, pero nada más alejado de la realidad. El objetivo último es, por parte de Argentina, conseguir préstamos en divisas y dinamizar la economía con obra pública. Y por parte de China, incrementar su influencia y su riqueza con los intereses de los préstamos. En un círculo perfecto, China le presta dinero a Argentina para que Argentina compre a China la construcción de las represas (mientras seguimos pagando intereses por el préstamo). A cambio, Argentina dispone de liquidez por cierto tiempo. Si el gobierno chino vendiera vacas, le hubiera prestado dinero a Argentina para comprarlas, y Argentina, ante la necesidad de liquidez, hubiera comprado vacas. El "imprevisto" aquí, es que por el camino se destruye un patrimonio irremplazable. Algo que conlleva poco coste político porque es apenas conocido. No se puede amar lo que se desconoce y no se puede defender lo que no se ama.
Las represas debían, supuestamente, contener la "emergencia energética" en 2012, y según el plan, iniciar su funcionamiento en 2023. Han pasado más de diez años y se demostró que el proyecto estaba mal diseñado, impidiéndole avanzar por el riesgo de colapso, dejándolo abandonado y a medio construir. Ahora pretenden reiniciar la obra. El gasto en esta obra fracasada ya supera los mil millones de dólares, pero será aún cinco o seis veces mayor. Si llega a funcionar, más de un tercio de la "energía producida" se perderá en el transporte a los lugares de consumo, dada la gran distancia entre el origen y el destino. Argentina pierde el 16% de su energía eléctrica por el mal estado de las redes, pero en vez de resolver el déficit estructural, el Estado invierte cinco mil millones en un proyecto fracasado para contentar a un gobierno extrangero, a cambio de, con suerte, incrementar en un 4% el volumen energético de la (nefasta) red nacional.
Es como pagar cinco mil millones para bombardear al Glaciar Perito Moreno. No debería dejarnos indiferentes ni el desconocimiento ni la osadía. El valor económico del río es mucho mayor como maravilla natural, recurso hídrico, fuente de turismo de calidad y de calidad de vida para la población. Y su valor cultural y natural es inigualable. Pagar la obra pública más costosa del Estado argentino en las últimas décadas en la forma de un proyecto inútil y que destruye este ecosistema, es un hecho criminal que sin duda juzgarán las generaciones futuras.
*Geógrafo e ingeniero en cartografía y geodesia. Dr. en Ingeniería. Investigador asistente del CONICET. Fundador del Observatorio de Sismicidad Inducida.
Fuente: Río Negro
Por Guillermo Tamburini Beliveau*
Poca gente conoce el río Santa Cruz. Alejado de cualquier gran centro poblado, cruza la provincia a la que da nombre y donde habitan unas 330 mil personas, muchas de las cuales no lo han visto nunca. No digamos ya de la población argentina, que sólo representa el 0.6 de la población mundial. Ciertamente, en términos absolutos, poca gente ha contemplado este río.
Pero eso no le resta valor, quizás al contrario. No dispongo del don para hacerle llegar al lector la majestuosidad de esa maravilla natural. ¿Tenía menos valor la piedra Rosetta antes de ser descubierta? ¿O la Antártida por ser de difícil acceso? ¿Menos valor el lobo de las Malvinas extinto por los humanos? ¿La biblioteca de Alejandría? El Glaciar Perito Moreno, era casi desconocido hace cincuenta años.
El río Santa Cruz es la principal arteria fluvial del sur patagónico. Allí se asentó una de las primeras ramas de la población humana americana. Hace diez mil años o más, estas gentes dejaron leves huellas de su paso, que deberíamos respetar como en Egipto se respeta a las pirámides. Quizás con más ahínco justamente por la fragilidad del registro. También pasó Darwin, y surcando sus potentes aguas forjó algunas de sus más agudas ideas. Y el Perito Moreno remontó el río, y como los pueblos originarios o como el inglés, dejó grabada la historia a medida que arrastraba su equipaje hacia el oeste. Muchas otras personas, conocidas o desconocidas, alimentaron la historia de ese valle.
El río es también riqueza natural. Es un paisaje majestuoso y un ecosistema único. Un gran río estrictamente glaciario que transcurre intacto de los Andes al Atlántico. Nace de los hielos del glaciar Perito Moreno y el Campo de Hielo Patagónico Sur. ¿Sabían que un avión bombardeó ese glaciar en el 39 pretendiendo aliviar las inundaciones en las estancias? ¿Quién lo aceptaría ahora? ¿Se imaginan al ejército argentino bombardeando las Cataratas de Iguazú?
El río tiene algo de piedra Rosetta, de cuna de culturas y naciones, de paraíso intacto de una belleza inigualable. Y todo ello está a un paso de desaparecer.
El abusivo acuerdo económico firmado con China en 2014 y secundado por todos los gobiernos posteriores condena a Argentina a construir en el río dos represas hidroeléctricas a cualquier costo, eliminando el 50% de su curso fluvial. Pensará el lector que se trata de dotar al país con un mayor aporte energético, pero nada más alejado de la realidad. El objetivo último es, por parte de Argentina, conseguir préstamos en divisas y dinamizar la economía con obra pública. Y por parte de China, incrementar su influencia y su riqueza con los intereses de los préstamos. En un círculo perfecto, China le presta dinero a Argentina para que Argentina compre a China la construcción de las represas (mientras seguimos pagando intereses por el préstamo). A cambio, Argentina dispone de liquidez por cierto tiempo. Si el gobierno chino vendiera vacas, le hubiera prestado dinero a Argentina para comprarlas, y Argentina, ante la necesidad de liquidez, hubiera comprado vacas. El "imprevisto" aquí, es que por el camino se destruye un patrimonio irremplazable. Algo que conlleva poco coste político porque es apenas conocido. No se puede amar lo que se desconoce y no se puede defender lo que no se ama.
Las represas debían, supuestamente, contener la "emergencia energética" en 2012, y según el plan, iniciar su funcionamiento en 2023. Han pasado más de diez años y se demostró que el proyecto estaba mal diseñado, impidiéndole avanzar por el riesgo de colapso, dejándolo abandonado y a medio construir. Ahora pretenden reiniciar la obra. El gasto en esta obra fracasada ya supera los mil millones de dólares, pero será aún cinco o seis veces mayor. Si llega a funcionar, más de un tercio de la "energía producida" se perderá en el transporte a los lugares de consumo, dada la gran distancia entre el origen y el destino. Argentina pierde el 16% de su energía eléctrica por el mal estado de las redes, pero en vez de resolver el déficit estructural, el Estado invierte cinco mil millones en un proyecto fracasado para contentar a un gobierno extrangero, a cambio de, con suerte, incrementar en un 4% el volumen energético de la (nefasta) red nacional.
Es como pagar cinco mil millones para bombardear al Glaciar Perito Moreno. No debería dejarnos indiferentes ni el desconocimiento ni la osadía. El valor económico del río es mucho mayor como maravilla natural, recurso hídrico, fuente de turismo de calidad y de calidad de vida para la población. Y su valor cultural y natural es inigualable. Pagar la obra pública más costosa del Estado argentino en las últimas décadas en la forma de un proyecto inútil y que destruye este ecosistema, es un hecho criminal que sin duda juzgarán las generaciones futuras.
*Geógrafo e ingeniero en cartografía y geodesia. Dr. en Ingeniería. Investigador asistente del CONICET. Fundador del Observatorio de Sismicidad Inducida.
Fuente: Río Negro