El control de los yacimientos de tierras raras, uno de los objetivos de Trump en ArgentinaPor Luciana Glezer
Las llaman "tierras raras" como si fueran un mito geológico, pero están más cerca de la geopolítica que de la literatura fantástica. Argentina guarda en su subsuelo una de las piezas clave del tablero global: los minerales imprescindibles para fabricar desde celulares hasta misiles de precisión.
El control de esos minerales es una de las cláusulas no escritas del rescate del Tesoro de Estados Unidos y eso explica que Scott Bessent haya dicho que Milei se comprometió de "deshacerse" de China. Es que la pelea por el control de las tierras raras es uno d elos tableros más calientes en la pelea geopolítica que libran Washington y Beijing
Las tierras raras son 17 elementos químicos, como el neodimio o el lantano, presentes en pequeñas concentraciones y difíciles de separar. Su valor no está en el brillo, sino en su función: permiten imanes ultra potentes para motores eléctricos, son esenciales para la transición energética, para las turbinas eólicas, para la tecnología militar y para casi cualquier dispositivo digital. Si el mundo se está electrificando y digitalizando, estos minerales son el aceite invisible de esa maquinaria.
Son imprescindibles porque sin ellos no hay autos eléctricos, no hay drones militares ni radares, no hay satélites de comunicación, ni iPhone, ni chips de IA. La pelea por la supremacía tecnológica depende del control de ese insumo básico.
China entendió esa ecuación mucho antes que Estados Unidos: controla cerca del 70% de la producción global y más del 80% de la capacidad de refinación. Estados Unidos, que en los ‘90 dejó morir su producción interna, ahora depende del gigante asiático para alimentar su complejo militar-industrial. En ese contexto, cualquier yacimiento fuera de China se vuelve una pieza geoestratégica valiosa.
El gobierno de Milei quedó atrapado en en el tablero hipersensible de la pelea por el control global de las tierras raras, cuando pidió el rescate del Tesoro de Estados Unidos
Por eso, cuando la semana pasada Xi Jinping anunció que iba a restringir la exportaciones de tierras raras, Donald Trump lo tomó como una declaración de guerra y anunció un nuevo arancel del 100% a las importaciones del gigante asiático y amenazó con cancelar la cumbre prevista con su par chino.
En ese tablero volátil se cruzó el gobierno de Milei, que al buscar el rescate del Tesoro quedo atrapado en un juego geopolítico que esta muy lejos de controlar.
Argentina no está al nivel de gigantes como China o Brasil, pero aparece en los mapas de potenciales proveedores de tierras raras. Estudios del Segemar identificaron concentraciones de tierras raras en San Luis, Córdoba, Mendoza, Salta, Jujuy, Catamarca y Río Negro. No hay explotación industrial todavía, pero el subsuelo tiene potenciales reservas que podrían ubicar al país entre los 15 mayores proveedores del mundo, en un ranking que hoy lideran China, Vietnam, Brasil y Rusia.
Brasil, de hecho, es el gran jugador sudamericano con más de 22 millones de toneladas estimadas. La administración Trump tiene un conflicto abierto con Lula por la detención de Bolsonaro, lo que explica en buena medida su interés por proteger a Milei como aliado.
Argentina no está al nivel de gigantes como China o Brasil, pero aparece en los mapas de potenciales proveedores de tierras raras, con yacimientos en al menos siete provincias. No hay explotación industrial todavía, pero el subsuelo tiene potenciales reservas que podrían ubicar al país entre los 15 mayores proveedores del mundo
El Departamento de Estado ya incluyó a las tierras raras latinoamericanas en su programa de "minerales críticos" y envió delegaciones técnicas a países de la región. En privado, funcionarios argentinos reconocen que hubo sondeos diplomáticos puntuales sobre disponibilidad, regulación y eventuales corredores logísticos.
El problema es que China llegó antes. Varias empresas participaron de misiones geológicas en el NOA y ofrecieron "cooperación tecnológica" para plantas de separación. Estados Unidos, por su parte, no quiere repetir en tierras raras lo que le pasó con el litio: observar desde la tribuna mientras China se instalaba en el triángulo andino.
La disputa no es abstracta. En 2019, cuando Donald Trump presionó al ucraniano Volodímir Zelenski para que investigara a la familia Biden a cambio de ayuda militar, en los documentos del Congreso estadounidense se mencionó un dato llamativo: Ucrania tiene algunos de los mayores depósitos de tierras raras de Europa. En su segunda presidencia, Trump blanqueó ese interés y obligó a su par ucraniano a cederle el acceso a esos yacimientos.
Argentina no está lejos de ese escenario: en su caso no se trata de armas sino de dólares para estabilizar la macroeconomía, pero el interés de Estados Unidos sigue siendo el mismo: el control del insumo básico de la nueva economía digital.
Fuente: LPO
Por Luciana Glezer
Las llaman "tierras raras" como si fueran un mito geológico, pero están más cerca de la geopolítica que de la literatura fantástica. Argentina guarda en su subsuelo una de las piezas clave del tablero global: los minerales imprescindibles para fabricar desde celulares hasta misiles de precisión.
El control de esos minerales es una de las cláusulas no escritas del rescate del Tesoro de Estados Unidos y eso explica que Scott Bessent haya dicho que Milei se comprometió de "deshacerse" de China. Es que la pelea por el control de las tierras raras es uno d elos tableros más calientes en la pelea geopolítica que libran Washington y Beijing
Las tierras raras son 17 elementos químicos, como el neodimio o el lantano, presentes en pequeñas concentraciones y difíciles de separar. Su valor no está en el brillo, sino en su función: permiten imanes ultra potentes para motores eléctricos, son esenciales para la transición energética, para las turbinas eólicas, para la tecnología militar y para casi cualquier dispositivo digital. Si el mundo se está electrificando y digitalizando, estos minerales son el aceite invisible de esa maquinaria.
Son imprescindibles porque sin ellos no hay autos eléctricos, no hay drones militares ni radares, no hay satélites de comunicación, ni iPhone, ni chips de IA. La pelea por la supremacía tecnológica depende del control de ese insumo básico.
China entendió esa ecuación mucho antes que Estados Unidos: controla cerca del 70% de la producción global y más del 80% de la capacidad de refinación. Estados Unidos, que en los ‘90 dejó morir su producción interna, ahora depende del gigante asiático para alimentar su complejo militar-industrial. En ese contexto, cualquier yacimiento fuera de China se vuelve una pieza geoestratégica valiosa.
El gobierno de Milei quedó atrapado en en el tablero hipersensible de la pelea por el control global de las tierras raras, cuando pidió el rescate del Tesoro de Estados Unidos
Por eso, cuando la semana pasada Xi Jinping anunció que iba a restringir la exportaciones de tierras raras, Donald Trump lo tomó como una declaración de guerra y anunció un nuevo arancel del 100% a las importaciones del gigante asiático y amenazó con cancelar la cumbre prevista con su par chino.
En ese tablero volátil se cruzó el gobierno de Milei, que al buscar el rescate del Tesoro quedo atrapado en un juego geopolítico que esta muy lejos de controlar.
Argentina no está al nivel de gigantes como China o Brasil, pero aparece en los mapas de potenciales proveedores de tierras raras. Estudios del Segemar identificaron concentraciones de tierras raras en San Luis, Córdoba, Mendoza, Salta, Jujuy, Catamarca y Río Negro. No hay explotación industrial todavía, pero el subsuelo tiene potenciales reservas que podrían ubicar al país entre los 15 mayores proveedores del mundo, en un ranking que hoy lideran China, Vietnam, Brasil y Rusia.
Brasil, de hecho, es el gran jugador sudamericano con más de 22 millones de toneladas estimadas. La administración Trump tiene un conflicto abierto con Lula por la detención de Bolsonaro, lo que explica en buena medida su interés por proteger a Milei como aliado.
Argentina no está al nivel de gigantes como China o Brasil, pero aparece en los mapas de potenciales proveedores de tierras raras, con yacimientos en al menos siete provincias. No hay explotación industrial todavía, pero el subsuelo tiene potenciales reservas que podrían ubicar al país entre los 15 mayores proveedores del mundo
El Departamento de Estado ya incluyó a las tierras raras latinoamericanas en su programa de "minerales críticos" y envió delegaciones técnicas a países de la región. En privado, funcionarios argentinos reconocen que hubo sondeos diplomáticos puntuales sobre disponibilidad, regulación y eventuales corredores logísticos.
El problema es que China llegó antes. Varias empresas participaron de misiones geológicas en el NOA y ofrecieron "cooperación tecnológica" para plantas de separación. Estados Unidos, por su parte, no quiere repetir en tierras raras lo que le pasó con el litio: observar desde la tribuna mientras China se instalaba en el triángulo andino.
La disputa no es abstracta. En 2019, cuando Donald Trump presionó al ucraniano Volodímir Zelenski para que investigara a la familia Biden a cambio de ayuda militar, en los documentos del Congreso estadounidense se mencionó un dato llamativo: Ucrania tiene algunos de los mayores depósitos de tierras raras de Europa. En su segunda presidencia, Trump blanqueó ese interés y obligó a su par ucraniano a cederle el acceso a esos yacimientos.
Argentina no está lejos de ese escenario: en su caso no se trata de armas sino de dólares para estabilizar la macroeconomía, pero el interés de Estados Unidos sigue siendo el mismo: el control del insumo básico de la nueva economía digital.
Fuente: LPO