El país

Crece el consumo de fármacos para dormir en Argentina y los especialistas advierten por la automedicación

Por Daniel Cassola

El uso de medicamentos para conciliar el sueño viene en aumento en la Argentina y enciende nuevas alarmas entre profesionales de la salud. De acuerdo con datos recientes de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), la venta de hipnóticos y sedantes se incrementó un 6,9% durante los primeros cinco meses de 2025 en comparación con el mismo período del año anterior.

En números concretos, entre enero y mayo se dispensaron 1.525.985 unidades de fármacos para dormir, superando ya las cifras registradas en 2024. Este crecimiento se inscribe en un contexto de mal descanso, aumento de la ansiedad y mayor demanda de respuestas rápidas frente al insomnio. Mientras tanto, distintos especialistas advierten que una parte de ese consumo no está respaldado por una indicación médica adecuada y que la automedicación se consolida como un hábito riesgoso.

Aunque el informe de COFA muestra una leve baja del 4% en las ventas de tranquilizantes, este grupo de psicofármacos sigue teniendo un volumen de comercialización mucho mayor que el de los hipnóticos específicos. El relevamiento también deja ver un cambio en los patrones de prescripción y consumo: drogas como clonazepam y alprazolam registran una retracción, mientras que compuestos como zolpidem y sertralina se encuentran entre los de mayor crecimiento. Este desplazamiento da pistas sobre cómo se están abordando los problemas de sueño y de salud mental en la práctica cotidiana.

Crisis de descanso

Detrás de los números hay una crisis de descanso que se viene profundizando. Según el Observatorio de Psicología Social de la UBA, seis de cada diez argentinos declaran tener dificultades para dormir, una proporción que crece desde la pandemia. No se trata solo de insomnio clásico, sino también de una reducción sostenida en la cantidad de horas de sueño. Para el psicólogo y doctor en filosofía Cristian Garay, coautor del relevamiento, el grupo que más se expande es el de quienes duermen menos tiempo del necesario, un fenómeno que considera especialmente preocupante por sus efectos sobre la salud integral.

El entorno económico y social aparece como uno de los principales disparadores de esta problemática. El estrés vinculado a la inflación y la pérdida de poder adquisitivo, el miedo a la inseguridad y la incertidumbre frente al futuro funcionan como combustible para la ansiedad y se traducen en sueño fragmentado o insuficiente. Los estudios muestran, además, que el impacto no es homogéneo: las mujeres, los adultos mayores y los sectores de menores ingresos figuran entre los más afectados. Tal como explicó el neumonólogo Facundo Nogueira, jefe del Laboratorio del Sueño del Hospital de Clínicas, la alteración de la cantidad y la calidad del descanso no solo eleva el riesgo de desarrollar enfermedades, sino que también deteriora la calidad de vida en su conjunto.

Una, dos, tres pastillas

En este escenario, la facilidad de acceso a determinados fármacos y la cultura de la "pastilla para todo" refuerzan el problema. El médico clínico Ramiro Heredia, del Hospital de Clínicas José de San Martín, remarca que muchas personas recurren a medicamentos para dormir sin contar con un diagnóstico preciso. La consulta con el médico de cabecera o el especialista debería ser la puerta de entrada para abordar un trastorno de sueño, pero no siempre ocurre. La automedicación, advierte, se ha instalado como un hábito preocupante, con riesgos concretos de tolerancia, dependencia y efectos adversos, sobre todo cuando el uso se prolonga en el tiempo o se combinan distintos psicofármacos.

A esto se suma otro punto sensible: la prescripción inadecuada. Profesionales y entidades como la COFA señalan que, en ocasiones, se recetan ansiolíticos frente a cuadros de insomnio leve, a pesar de que las guías internacionales suelen priorizar otros abordajes, como determinados antidepresivos o terapias no farmacológicas. Esta tendencia favorece el abuso de algunos medicamentos y refuerza la idea de que la única respuesta al mal dormir es química.

"Higiene del sueño"

Frente a este panorama, los expertos subrayan que el tratamiento de los trastornos del sueño no puede limitarse a una receta. El estilo de vida y la organización del día influyen de forma decisiva en lo que ocurre a la noche. La terapia cognitivo conductual para el insomnio, la reducción del uso de pantallas antes de acostarse, la creación de rutinas nocturnas estables y el aprendizaje de técnicas para manejar el estrés y la ansiedad son algunas de las herramientas que muestran buenos resultados sin implicar riesgos de adicción. En la Argentina, el acceso a tratamiento psicológico suele estar menos atravesado por el estigma que en otros países de la región, lo que abre una oportunidad para reforzar estos enfoques.

También se destacan las medidas de higiene del sueño que pueden implementarse en el hogar: procurar que el dormitorio esté oscuro, silencioso y con una temperatura agradable, evitar comidas pesadas y alcohol en las horas previas a dormir, y reservar la cama exclusivamente para descansar y no para trabajar o usar el celular. El ejercicio físico regular, realizado durante el día, contribuye a regular el ciclo de sueño y vigilia y se posiciona como un aliado frente al abuso de medicación.

Fuente: www.curarconopinion.com